Creo que casi todo el mundo coincidirá en que el clima político español está muy crispado. A mi muy subjetivo (qué le voy a hacer) modo de ver, esa crispación fue calando en el panorama político nacional durante la segunda parte de la segunda legislatura aznariana, de modo que a Zapatero le resultó bastante obvio plantear como "gancho" electoral su famosa reivindicación del "talante". Y es que, ciertamente, la actitud del último Aznar, reforzada por la pareja siniestra (no hace falta dar nombres, imagino) nos resultaba a muchos bastante irritante y nos hacía desear otro estilo, otras formas.
Los que saben por qué ocurren las cosas, nos cuentan que la victoria de Zapatero se debió al 11M. Yo no lo sé pero, en todo caso, no le voté porque hubiera ocurrido el atentado sino porque estaba harto del estilo (de las formas) del PP, simplemente no les aguantaba más (aclaro que nunca he votado al PP, pero nunca antes me había resultado tan insoportable imaginar que ganaran). El caso es que, también a mi muy subjetivo modo de ver, el pasar a la oposición ha hecho que el PP aumente más su rabia, pareciendo que toda su estrategia política se base en atizar continuamente la crispación.
Y no es mala táctica en un país como España, aunque imagino que no funciona igual según qué regiones o comunidades autónomas. Así, en la que resido, no se percibe que cale tanto, pese a los pobres intentos del imitador canarión de Aznar; a fin de cuentas, el clima suave y marítimo modera las pasiones. No sé cómo va la feria en otras partes aunque imagino que la acritud que describo se circunscribe más a la política nacional que a la autonómica y, por eso, su incidencia debe ser mayor en aquellas comunidades que sienten más próximos los asuntos estatales (esta hipótesis la he verificado en mis conversaciones con madrileños, por ejemplo).
Pero volviendo a lo que decía: no es mala táctica en un país como España porque una de las notas que puede atribuirse a su carácter nacional (¿eso existe? bueno, admitamos que un poquito sí) es la mala leche. Creo que a los españoles nos gusta cabrearnos y radicalizarnos, nada de tibiezas ni matices, las cosas claras y el chocolate espeso. A mí, la verdad, esa actitud me repugna, pero he de reconocer que con frecuencia me descubro esas tendencias tan hispanas (otra tarea personal: luchar contra ese "español" que llevo dentro). Aclaro entre paréntesis que no creo que esa sea la única nota de lo español, pero sí lamentablemente una de las predominantes. Sin embargo, a lo largo de la historia de España han abundado personas, tan españolas como las que más (o más, a mi modo de ver) que se han rebelado contra esas tendencias y buscado el triunfo de otros valores. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, no han salido muy bien parados; la España "profunda" los ha denigrado y expulsado. No me voy a enrollar por aquí, pero para dar una pista sobre quienes estoy pensando valga un solo nombre como ejemplo: Goya.
Naturalmente, uno para cabrearse necesita negarse a pensar, requiere simplificar mucho las cosas, condenar absolutamente lo que le cabrea y negarse siquiera a entenderlo o a verlo de ninguna otra forma que la de su cabreo. Por tanto decir que nos gusta cabrearnos equivale a decir que no nos gusta pensar, discutir, razonar, entender ... Y si los políticos (y no sólo los del PP, aunque en mi subjetiva opinión sean quienes se llevan la palma) fomentan la crispación, lo que fomentan es la cerrilidad. Me parece que son unas conductas bastante irresponsables en unos señores que deberían preocuparse por fomentar el debate intelectual entre ciudadanos y no el azuzamiento emocional (y airado) de unas masas borreguiles. Pero, es lo que hay ...
En fin, que me disperso. Me ha motivado ponerme a escribir porque en estos últimos días ando bastante desconcertado con una serie de cosas y personas que leo y oigo. Resulta que como ando siempre muy liado apenas tengo tiempo para atender a ese circo mediático protagonizado por los comentaristas políticos. Sin embargo, recientemente he tenido ocasión de escuchar y leer varias cosas de Jiménez Losantos, de Sánchez Dragó, de Pío Moa. E -ingenuo de mí- me han sorprendido; no ha sido tanto por el tono incendiario e histriónico (que ya lo conocía y que reconozco que me produce un rechazo instintivo de modo que el cómo me dificulta atender al qué) cuanto por la seguridad arrogante de sus afirmaciones. O sea, dicen cosas (que son al menos más que discutibles) como si fueran evidencias de tal calibre que pareciera que sólo un gilipollas profundo podría atreverse a ponerles el más mínimo pero. Y como son tan obvias, no se molestan en explicarlas ya que hacerlo (imagino) sería tratar de subnormales a sus oyentes.
Así que me quedo con la sensación de que soy subnormal porque no sabía que obviamente Aznar ha sido el mejor presidente de los dos últimos siglos, que la guerra civil la inició la izquierda con la revolución de Asturias del 34 de modo que fue inevitable el levantamiento defensivo del 36 o que Zapatero es un mal hombre que pretende destruir España y rendirla ante ETA. La verdad, estaría hasta dispuesto a admitir que en esas afirmaciones (y muchas otras) puede haber algo de verdad pero desde luego no puedo creer que sean plenamente verdad, porque no puedo creer que las cosas sean sólo blancas o negras. Pero, en cualquier caso, lo que no puedo admitir es que se dejen caer afirmaciones de ese o cualquier otro tipo sin argumentarlas, con el falaz recurso de darlas por verdades evidentes.
Uno de los temas recurrentes (y por eso la oportunidad del revisionismo histórico de los años republicanos de Pío Moa y otros) es la comparación entre este periodo y los años 30, para advertir (¿o amenazar?) con la referencia a la guerra civil (que, de paso, se empieza a presentar como algo que fue inevitable: ¿hay algo inevitable en el devenir humano?). Por supuesto, estas analogías interesadas olvidan las tremendas diferencias existentes entre nuestra sociedad y la de nuestros abuelos así como entre sus circunstancias de "entorno". Por eso, me parece harto improbable (por no decir imposible) que tales discursos tengan alguna verosimilitud. Sin embargo, sí hay algo común entre nosotros y nuestros abuelos y es que sigue permaneciendo la tendencia a la mala leche, el rechazo a ponderar los asuntos, a matizarlos.
Por supuesto que sin ninguna reflexión seria que permitiera calibrar la verosimilitud de estas advertencias, lo que cabe constatar es que las mismas se hacen por voces de muy dispares procedencias. Aunque no creo que el "coco" de la guerra civil tenga mucha efectividad hoy entre los españoles, parece que sigue gustando invocarlo. A mí me parecía que quienes más recurrían a él eran los sectores que suelen denominarse de derecha, incluyendo la Iglesia Católica. Por ejemplo, recientemente Rouco Varela nos ha alertado de que "el agnosticismo, el relativismo y el laicismo" colocan a España "en una situación muy parecida a la de los años 30" de forma que "amenazan la existencia de la democracia". Lo que viene a convertirse en el mensaje subrepticio de que la consolidación democrática requiere recuperar la fe, el absolutismo (moral, se entiende) y la religiosidad. ¿Sí?
Hay que reconocer que es un planteamiento innovador, que descoloca los pensamientos que más de uno teníamos. Por eso pareciera que convendría argumentarlo y explicarlo. Pero para nada; se afirma como otra de esas verdades evidentes. Así, viendo en youtube la entrevista que Sánchez Dragó hizo en Telemadrid a Jiménez Losantos oigo cómo ambos coinciden sin pestañear en la obviedad de que la política del actual gobierno está produciendo una radicalización de la sociedad española muy similar a la que llevó al país a la guerra civil. Entre los destrozos provocados por Zapatero hay algo todavía más grave que el desguace que hace de España (y seguramente la historia le pasará factura antes o después por eso). Me refiero al hecho de, sin escrúpulo alguno, haber vuelto a resucitar el guerracivilismo, haber vuelto a traer a las calles de España ... el mismo espíritu de entonces que está otra vez en la calle. Nueva sorpresa porque a mí me daba la impresión de que eran más bien los del otro lado quienes jugaban a este juego de la crispación social. A lo peor lo que me pasa (idiota de mí) es que no tengo la sensibilidad adecuada para darme cuenta de que esos cabreos tan estentóreos no son los que atizan la crispación sino la reacción defensiva de unas personas ante tantas continuadas ofensas de un gobierno agresivo. Y claro, es inevitable que los buenos salten, no son sino víctimas.
No sé; por más que no es algo que me atraiga y a pesar de que no ando para nada sobrado de tiempo, creo que habré de dedicarme a enterarme un poquillo de los argumentos que sustentan esas "verdades" tan evidentes porque (sin ironías) me incomoda esta sensación de ser subnormal. Creo que empezaré leyendo los estudios de Pío Moa (parece que, aparte de sus best-sellers hay otros más rigurosos sobre los años 30). Al fin y al cabo, es un periodo que me interesa mucho y sobre el que he leído bastante. Veremos si mis ideas se aclaran y entiendo tantas seguridades.
Pero, entre tanto, seguiré manteniendo en remojo esas y similares afirmaciones y, sobre todo, seguiré rechazando las actitudes arrogantes y provocadoras. Me siento más a gusto con mis desconciertos (aunque a veces sean incómodos). Y a colación me viene a la mente la anécdota atribuida a Unamuno quien dicen que contestó a un tipo que vaya cabeza más pequeña debía tener cuando afirmaba que no le cabía ninguna duda. A mí, dudas, me caben mogollón.
Los que saben por qué ocurren las cosas, nos cuentan que la victoria de Zapatero se debió al 11M. Yo no lo sé pero, en todo caso, no le voté porque hubiera ocurrido el atentado sino porque estaba harto del estilo (de las formas) del PP, simplemente no les aguantaba más (aclaro que nunca he votado al PP, pero nunca antes me había resultado tan insoportable imaginar que ganaran). El caso es que, también a mi muy subjetivo modo de ver, el pasar a la oposición ha hecho que el PP aumente más su rabia, pareciendo que toda su estrategia política se base en atizar continuamente la crispación.
Y no es mala táctica en un país como España, aunque imagino que no funciona igual según qué regiones o comunidades autónomas. Así, en la que resido, no se percibe que cale tanto, pese a los pobres intentos del imitador canarión de Aznar; a fin de cuentas, el clima suave y marítimo modera las pasiones. No sé cómo va la feria en otras partes aunque imagino que la acritud que describo se circunscribe más a la política nacional que a la autonómica y, por eso, su incidencia debe ser mayor en aquellas comunidades que sienten más próximos los asuntos estatales (esta hipótesis la he verificado en mis conversaciones con madrileños, por ejemplo).
Pero volviendo a lo que decía: no es mala táctica en un país como España porque una de las notas que puede atribuirse a su carácter nacional (¿eso existe? bueno, admitamos que un poquito sí) es la mala leche. Creo que a los españoles nos gusta cabrearnos y radicalizarnos, nada de tibiezas ni matices, las cosas claras y el chocolate espeso. A mí, la verdad, esa actitud me repugna, pero he de reconocer que con frecuencia me descubro esas tendencias tan hispanas (otra tarea personal: luchar contra ese "español" que llevo dentro). Aclaro entre paréntesis que no creo que esa sea la única nota de lo español, pero sí lamentablemente una de las predominantes. Sin embargo, a lo largo de la historia de España han abundado personas, tan españolas como las que más (o más, a mi modo de ver) que se han rebelado contra esas tendencias y buscado el triunfo de otros valores. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, no han salido muy bien parados; la España "profunda" los ha denigrado y expulsado. No me voy a enrollar por aquí, pero para dar una pista sobre quienes estoy pensando valga un solo nombre como ejemplo: Goya.
Naturalmente, uno para cabrearse necesita negarse a pensar, requiere simplificar mucho las cosas, condenar absolutamente lo que le cabrea y negarse siquiera a entenderlo o a verlo de ninguna otra forma que la de su cabreo. Por tanto decir que nos gusta cabrearnos equivale a decir que no nos gusta pensar, discutir, razonar, entender ... Y si los políticos (y no sólo los del PP, aunque en mi subjetiva opinión sean quienes se llevan la palma) fomentan la crispación, lo que fomentan es la cerrilidad. Me parece que son unas conductas bastante irresponsables en unos señores que deberían preocuparse por fomentar el debate intelectual entre ciudadanos y no el azuzamiento emocional (y airado) de unas masas borreguiles. Pero, es lo que hay ...
En fin, que me disperso. Me ha motivado ponerme a escribir porque en estos últimos días ando bastante desconcertado con una serie de cosas y personas que leo y oigo. Resulta que como ando siempre muy liado apenas tengo tiempo para atender a ese circo mediático protagonizado por los comentaristas políticos. Sin embargo, recientemente he tenido ocasión de escuchar y leer varias cosas de Jiménez Losantos, de Sánchez Dragó, de Pío Moa. E -ingenuo de mí- me han sorprendido; no ha sido tanto por el tono incendiario e histriónico (que ya lo conocía y que reconozco que me produce un rechazo instintivo de modo que el cómo me dificulta atender al qué) cuanto por la seguridad arrogante de sus afirmaciones. O sea, dicen cosas (que son al menos más que discutibles) como si fueran evidencias de tal calibre que pareciera que sólo un gilipollas profundo podría atreverse a ponerles el más mínimo pero. Y como son tan obvias, no se molestan en explicarlas ya que hacerlo (imagino) sería tratar de subnormales a sus oyentes.
Así que me quedo con la sensación de que soy subnormal porque no sabía que obviamente Aznar ha sido el mejor presidente de los dos últimos siglos, que la guerra civil la inició la izquierda con la revolución de Asturias del 34 de modo que fue inevitable el levantamiento defensivo del 36 o que Zapatero es un mal hombre que pretende destruir España y rendirla ante ETA. La verdad, estaría hasta dispuesto a admitir que en esas afirmaciones (y muchas otras) puede haber algo de verdad pero desde luego no puedo creer que sean plenamente verdad, porque no puedo creer que las cosas sean sólo blancas o negras. Pero, en cualquier caso, lo que no puedo admitir es que se dejen caer afirmaciones de ese o cualquier otro tipo sin argumentarlas, con el falaz recurso de darlas por verdades evidentes.
Uno de los temas recurrentes (y por eso la oportunidad del revisionismo histórico de los años republicanos de Pío Moa y otros) es la comparación entre este periodo y los años 30, para advertir (¿o amenazar?) con la referencia a la guerra civil (que, de paso, se empieza a presentar como algo que fue inevitable: ¿hay algo inevitable en el devenir humano?). Por supuesto, estas analogías interesadas olvidan las tremendas diferencias existentes entre nuestra sociedad y la de nuestros abuelos así como entre sus circunstancias de "entorno". Por eso, me parece harto improbable (por no decir imposible) que tales discursos tengan alguna verosimilitud. Sin embargo, sí hay algo común entre nosotros y nuestros abuelos y es que sigue permaneciendo la tendencia a la mala leche, el rechazo a ponderar los asuntos, a matizarlos.
Por supuesto que sin ninguna reflexión seria que permitiera calibrar la verosimilitud de estas advertencias, lo que cabe constatar es que las mismas se hacen por voces de muy dispares procedencias. Aunque no creo que el "coco" de la guerra civil tenga mucha efectividad hoy entre los españoles, parece que sigue gustando invocarlo. A mí me parecía que quienes más recurrían a él eran los sectores que suelen denominarse de derecha, incluyendo la Iglesia Católica. Por ejemplo, recientemente Rouco Varela nos ha alertado de que "el agnosticismo, el relativismo y el laicismo" colocan a España "en una situación muy parecida a la de los años 30" de forma que "amenazan la existencia de la democracia". Lo que viene a convertirse en el mensaje subrepticio de que la consolidación democrática requiere recuperar la fe, el absolutismo (moral, se entiende) y la religiosidad. ¿Sí?
Hay que reconocer que es un planteamiento innovador, que descoloca los pensamientos que más de uno teníamos. Por eso pareciera que convendría argumentarlo y explicarlo. Pero para nada; se afirma como otra de esas verdades evidentes. Así, viendo en youtube la entrevista que Sánchez Dragó hizo en Telemadrid a Jiménez Losantos oigo cómo ambos coinciden sin pestañear en la obviedad de que la política del actual gobierno está produciendo una radicalización de la sociedad española muy similar a la que llevó al país a la guerra civil. Entre los destrozos provocados por Zapatero hay algo todavía más grave que el desguace que hace de España (y seguramente la historia le pasará factura antes o después por eso). Me refiero al hecho de, sin escrúpulo alguno, haber vuelto a resucitar el guerracivilismo, haber vuelto a traer a las calles de España ... el mismo espíritu de entonces que está otra vez en la calle. Nueva sorpresa porque a mí me daba la impresión de que eran más bien los del otro lado quienes jugaban a este juego de la crispación social. A lo peor lo que me pasa (idiota de mí) es que no tengo la sensibilidad adecuada para darme cuenta de que esos cabreos tan estentóreos no son los que atizan la crispación sino la reacción defensiva de unas personas ante tantas continuadas ofensas de un gobierno agresivo. Y claro, es inevitable que los buenos salten, no son sino víctimas.
No sé; por más que no es algo que me atraiga y a pesar de que no ando para nada sobrado de tiempo, creo que habré de dedicarme a enterarme un poquillo de los argumentos que sustentan esas "verdades" tan evidentes porque (sin ironías) me incomoda esta sensación de ser subnormal. Creo que empezaré leyendo los estudios de Pío Moa (parece que, aparte de sus best-sellers hay otros más rigurosos sobre los años 30). Al fin y al cabo, es un periodo que me interesa mucho y sobre el que he leído bastante. Veremos si mis ideas se aclaran y entiendo tantas seguridades.
Pero, entre tanto, seguiré manteniendo en remojo esas y similares afirmaciones y, sobre todo, seguiré rechazando las actitudes arrogantes y provocadoras. Me siento más a gusto con mis desconciertos (aunque a veces sean incómodos). Y a colación me viene a la mente la anécdota atribuida a Unamuno quien dicen que contestó a un tipo que vaya cabeza más pequeña debía tener cuando afirmaba que no le cabía ninguna duda. A mí, dudas, me caben mogollón.
CATEGORÍA: Política y Sociedad
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM
Llevamos toda la legislatura de Zapatero escuchando la ilegitimidad de las elecciones. No sé realmente a qué se refieren con ilegitimidad, pero cuando alguien vota, hace uso de su derecho, derecho que no está condicionado a ideologías, a títulos universitarios, a razones, a inteligencia, a sexo, sólo a la pequeña restricción de la edad. Decir que la decisión de un pueblo no es legítima, es descubrirse como antidemocrático cuando poco, porque mis razones oiga usted son mías y son tan legítimas como las suyas. Yo voté al Psoe con la única intención de que el PP no ganara, creo que más de tres millones de votantes que antes nos absteníamos de hacerlo, nos acercamos en esa ocasión a votar, con la única intención de que el PP no volviera a ganar las elecciones. No sé por qué a nadie le pudiera parecer ilegítimo, antidemocrático, hacer uso del único derecho político que tenemos. Yo cuando decido no votar hago uso de mi derecho político, porque con ello hago saber que realmente no tengo predilección por ningún partido político de nuestro panorama nacional, pero cuando me acerco a votar lo hago porque normalmente tengo intenciones de vetar a alguien o algo. El no me suele mover más que el sí.
ResponderEliminarYo no voy a entrar en si el gobierno del pp ha sido el mejor que ha tenido españa, me parece hasta denigrante que se diga que ha sido aznar, porque en todo caso sería todo su gobierno, que él sólo no ha sido el que ha trabajado. Pero lo que sí está claro es que están haciendo la oposición más infantil que he visto jamás. Hasta convergencia i unio me parecen mucho mejores que ellos en todos los sentidos del panorama nacional político. Su oposición trata única y exclusivamente de tratar de romper el juguete que "mamá" ha decidido entregar a su hermanito, menor o mayor, qué más da. Ellos quieren romper el juguete porque no son ellos los que deciden cómo se ha de jugar. Me parecen todo menos adultos que quieren unirse para hacer que un país crezca y se haga fuerte.
Lo de la iglesia me parece indignante cuando ni siquiera saben dar clases de religión en los colegios. Cuando han sustituido a profesores con titulación adecuada, teólogos, para dar estas clases por unos profesores (en la mayoría mujeres catequistas con alguna carrera universitaria que nada tiene que ver con la teología) que literalmente se nombran a dedo por estar enchufados o bien con el opus o bien con cualquier otra institución eclesiástica. Por eso me encanta ver cómo luego tienen que "despedirlos" porque evidentemente estas mujeres ni saben dar clases de religión (son aburridas, dan de todo menos religión) ni viven de acuerdo con los preceptos de la santa madre iglesia.
Vamos mal si desde las alturas se empieza a hablar de guerras civiles. Vamos mal porque si la única solución a que no gobiernen ellos es la guerra haré todo lo que esté en mis manos para que ellos sigan hablando de guerra, es decir que estas elecciones también voy a votar, hay que joderse.
Comentado originalmente el Viernes, 2 Marzo 2007 11:51
Intentaré resumir:
ResponderEliminar1.- Mi voto al PSOE lo tenía decidido desde mucho antes del atentando del 11-M. Jamás he votado al PP (ni jamás le votaré) y, si tenía dudas sobre si ir a votar o no, me las quitó toda la actitud chulesca que iba tomando ese gobierno.
2.- La famosa crispación es, a mi humilde entender, motivada en su gran mayoría por el PP y sus afines. Desde el comienzo de la legislatura se han dedicado a criticar sin paliativos, a intentar minar al gobierno, a insultar y a manipular. Esa es, al menos, la sensación que yo tengo.
3.- Yo también debo ser bastante tonta porque no veo nada de lo que dicen esos señores. No veo desmembración del país, ni que el Presidente nos haya vendido a ETA ni el ánimo revanchista por lo ocurrido en la Guerra Civil ni nada de nada. Aparte de eso también he llegado a la conclusión de que soy una mala persona, poco menos que una terrorista (sí, sí, como Zapatero) porque estoy de acuerdo con intentar la paz y porque creo que no debería escucharse a las víctimas (no se puede ser juez y parte) y porque la AVT me tiene hasta las narices.
4.- Por último: juro que intento ser objetiva pero por más vueltas que le doy a las cosas no veo la manera de estar ni mínimamente de acuerdo con las teorías de la derecha.
Concluyendo, un lío, y, encima, no he conseguido ser concisa... Ays...
Besos
Comentado originalmente Viernes, 2 Marzo 2007 12:25
¿Te refieres, tal vez, a que somos demasiado viscerales? Pues no sé, según quien, ¿no? Pero oye, eres muy libre de hacerte un hara-kiri emocional. Yo como estoy en fase de “no tengo la culpa y además soy divina de la muelte”, seguiré negando todos mis defectos de carácter porque, además, ni las generalizaciones ni los tópicos me gustan.
ResponderEliminarEn lo de negarlo todo me parezco al PP. Creo que en algún momento contrataron a algún asesor “maravilloso” que les inculcó lo de “machaca que algo queda” y desde entonces han entrado en un bucle de lo más cansino. Todo es repetición, en sus palabras y actos, y el resultado es que han perdido los papeles y están patéticamente faltos de ideas. Pero últimamente han cambiado y ahora han adoptado el sistema de oponerse a todo, todo y todo; hasta el punto de comerter fallos de libro, a la par que provocar náuseas negándose, por ejemplo, a asistir a la manifestación de repulsa por el atentado de Barajas y la muerte de los dos chicos ecuatorianos. No tienen ni idea. Ni saben contar. Porque el número de los nostálgicos de la dictadura es pequeño y no deberían empeñarse en liderarles. No sé, dicen que la cabra tira al monte y está claro que nada les gustaría más que volver a pastar en otros prados. Tan obcecados están que no se dan cuenta de que no cuela lo de tirar la piedra y esconder la mano con el tema de la crispación. Lástima que la mayoría no nos asustemos a voluntad de ellos, y no sepamos temblar con propiedad ante esa supuesta segunda guerra civil que asoma por el horizonte. Cachis, qué desconsiderados somos.
Sinceramente, no creo que haya motivo de alarma, tienen un mal futuro. Si acaso, darles más cuerda y que se ahorquen solitos.
Comentado originalmente Sábado, 3 Marzo 2007 09:56
Un pequeño consejito. Mejor sigue siendo idiota y en lugar de perder el tiempo en leer los estudios de Pío Moa, haz el amor. Te cundira más.
ResponderEliminarComentado originalmente Sábado, 3 Marzo 2007 13:10
Sabes? aun no conozco a nadie que diga que les gusta o que les parece correcto como actuan la pareja siniestra. Bueno, si... un neanderthal que trabaja conmigo que es muy muy facha... es más facha que el que creo la falange.
ResponderEliminarLa cuestion es que las elecciones estan ahi y hay muchas personas que votaran al PP porque el hecho de
escucharles tanto decir el declive en el que estamos e incluso eso de que llegaremos a una guerra civil, cala hondo.
En fin... que el juego es asi.
Comentado originalmente Sábado, 3 Marzo 2007 13:26