Con motivo de las recientes polémicas sobre la regularización de la prostitución, después de oír las joyas demagógicas de nuestros preclaros líderes, acabo de leer el Informe de la ponencia de las Cortes Generales sobre la prostitución en nuestro país, aprobado el 13 de marzo de 2007. El encargo que se le hizo a esta ponencia era elaborar "un diagnóstico sobre la situación actual de la prostitución en nuestro país, concretando orientaciones y propuestas transversales que se deban desarrollar en todos los ámbitos". En mi opinión, el informe está plagado de imprecisiones y de un fortísimo sesgo apriorístico que se manifiesta principalmente en premisas que se asumen como verdades evidentes sin ninguna justificación y en confusiones interesadas entre cosas que, si bien muy relacionadas, no son intrínsecamente lo mismo. De otra parte, se percibe una preocupante falta de datos sobre la realidad que quieren diagnosticar y, además, los datos (cuyas fuentes no se aportan) son cuando menos de fiabilidad bastante sospechosa.
La confusión (¿interesada?) más repetida es la equivalencia entre prostitución y tráfico de mujeres. Importa aclarar que esta última actividad, a diferencia de la primera, está penada en nuestro país, si bien parece que a la policía le resulta muy difícil conseguir pruebas incriminatorias. Sin ninguna duda, traficar y explotar económicamente a las mujeres, como cualquier otra actividad contra la libertad de los seres humanos, debe perseguirse. También puedo creerme que la gran mayoría de las 400.000 mujeres que en España se dedican a la prostitución (una por cada 38 varones en edad de ser clientes potenciales) lo hacen "forzadas" (los datos, por supuesto, provienen del informe y ya digo que me resultan sospechosos, máxime tras pasarme un ratito "jugando" con ellos). Ahora bien, de esta grave situación no es lícito asimilar prostitución y tráfico de mujeres, que es el tenor del mensaje que insidiosamente va destilando el informe. Conscientes de que la insistencia en alto porcentaje de mujeres que son forzadas a prostituirse (porcentaje que, por cierto, nunca cuantifican) no bastaría para que todos nos convenzamos de la equivalencia "conceptual" entre ambos fenómenos, en un momento de la redacción deciden coger el toro por los cuernos y, sin ningún pudor, afirman que "como consecuencia de todo ello (es decir, de la gran cantidad de prostitutas que lo son por explotación criminal... , a los efectos de la intervención del Estado nada aporta la distinción entre prostitución libre o forzada". O sea, que como es irrelevante distinguir si la prostituta ejerce coaccionada o libremente (porque lo decimos nosotros) hay que considerar la prostitución en sí misma y en todas sus modalidades como algo malo.
Y, tras las confusiones interesadas, aparecen las verdades axiomáticas que, por evidentes, no requieren ser justificadas; son legión. La más importante es que ejercer la prostitución atenta contra la dignidad de las personas que la ejercen y conculca sus derechos humanos fundamentales. ¿Por qué? Porque la sexualidad "requiere de una relación de igualdad y voluntariedad, una expresión de libertad compartida y en la que no puede caber la relación comercial que constituye en sí misma una situación de abuso, de poder". Así que una relación comercial supone una situación de abuso y/o de poder (se supone que el abusador es el cliente). Supongo que esa frase no la generalizarán a todas las relaciones comerciales o ¿es que acaso los parlamentarios se han vuelto unos ácratas anticapitalistas que están en contra de la violencia implícita que entre los seres humanos generan los intercambios comerciales? No, imagino que me dirían, sólo hay relación de poder cuando se mete en el mercado algo que no cabe en él (la sexualidad); o sea, razonamiento circular. Y, para colmo, basado en una edulcorada declaración sobre la sexualidad que no se creen ni ellos y, en todo caso, no significa nada, por muy bonito y políticamente correcto que suene.
Yo no creo que la dignidad de una persona se vea menoscabada por prestar "servicios sexuales". Lo gracioso es que nuestros políticos dirían lo mismo (porque, en caso contrario, cometerían el "pecado" de calificar a las prostitutas de poco dignas) sin que eso sea obstáculo para decir que la actividad atenta contra la dignidad. Pero, si una puta sigue siendo igual de digna que cualquier persona, ¿en qué consiste el atentado? Da igual, el lenguaje políticamente correcto lo soporta todo. Si una mujer decide libremente ejercer la prostitución, ¿no tiene acaso derecho? No se le cuestiona ese derecho en el informe (en realidad, ni se alude); simplemente se establece que, incluso en esos supuestos (aunque sea irrelevante distinguir entre prostitución libre y forzada), la mujer es una víctima de explotación. Por muy libérrima que ella crea que es su decisión, en realidad está siendo "forzada" a adoptarla por un sistema (capitalista y machista que ha convertido el sexo en mercancía) que, consiguientemente, la explota. Para luchar contra esta explotación (tan insidiosa por oculta) la ponencia propone al gobierno que acometa campañas de sensibilización que propicien "una repulsa social generalizada hacia el comercio sexual como una vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres en situación de prostitución" (por cierto, nunca dicen prostitutas, sino eso tan bonito de "mujeres en situación de prostitución"). Así creen nuestros próceres que se puede lograr la "reducción de la demanda"; pues lo llevan claro.
Hay una pirueta argumental en el informe que, por más que la usen de pasada, me ha hecho gracia y vuelve a poner en evidencia el marcado carácter sofista de la argumentación. Se trae a colación que "es un principio general de todo el Ordenamiento Jurídico español, el de la indisponibilidad del cuerpo humano, en virtud del cual está, por ejemplo, penada la venta de órganos humanos – aun con consentimiento -, o su alquiler – por ejemplo, de úteros, en las llamadas madres de alquiler, aun con el consentimiento de las mismas -". Al margen de que este principio puede resultar contradictorio con la famosa proclama feminista de "mi cuerpo es mío" y plantear reflexiones interesantes en el asunto del aborto (que, por cierto, no he escuchado), aplicarlo a la prostitución me parece descaradamente abusivo. Porque, por la misma regla de tres, toda actividad comercial del rubro de los llamados "servicios personales" podría entenderse que implica la "disponibilidad" del cuerpo de quien la ejerce; sin ir demasiado lejos tratemos de distinguir, desde ese punto de vista, entre lo que hace un masajista y varias de las actividades de una prostituta.
No me enrollo más. Deduzco que este informe es el antecedente más obvio de la posición de algunos grupos políticos en el reciente debate sobre las iniciativas de regular la actividad de la prostitución. De hecho, la ponencia opina que regular la prostitución significaría dar un paso atrás en el esfuerzo en pos de la igualdad además de mandar un mensaje de tolerancia social hacia estas prácticas atentatorias contra los derechos humanos. Por supuesto, es una opinión, pero no basada en argumentos sólidos sino derivada directamente de un punto de partida apriorístico que no se cuestiona. En todo caso, aunque todavía no se atrevan, esta línea argumental lleva necesariamente a penalizar la actividad en sí, independientemente de que sea libre o forzada, castigando bien a la prostituta, bien al cliente o bien a ambos. Desde luego, no por eso dejará de existir la prostitución. ¿A nadie le parece que hay muchas similitudes con el debate sobre la legalización las drogas?
La confusión (¿interesada?) más repetida es la equivalencia entre prostitución y tráfico de mujeres. Importa aclarar que esta última actividad, a diferencia de la primera, está penada en nuestro país, si bien parece que a la policía le resulta muy difícil conseguir pruebas incriminatorias. Sin ninguna duda, traficar y explotar económicamente a las mujeres, como cualquier otra actividad contra la libertad de los seres humanos, debe perseguirse. También puedo creerme que la gran mayoría de las 400.000 mujeres que en España se dedican a la prostitución (una por cada 38 varones en edad de ser clientes potenciales) lo hacen "forzadas" (los datos, por supuesto, provienen del informe y ya digo que me resultan sospechosos, máxime tras pasarme un ratito "jugando" con ellos). Ahora bien, de esta grave situación no es lícito asimilar prostitución y tráfico de mujeres, que es el tenor del mensaje que insidiosamente va destilando el informe. Conscientes de que la insistencia en alto porcentaje de mujeres que son forzadas a prostituirse (porcentaje que, por cierto, nunca cuantifican) no bastaría para que todos nos convenzamos de la equivalencia "conceptual" entre ambos fenómenos, en un momento de la redacción deciden coger el toro por los cuernos y, sin ningún pudor, afirman que "como consecuencia de todo ello (es decir, de la gran cantidad de prostitutas que lo son por explotación criminal... , a los efectos de la intervención del Estado nada aporta la distinción entre prostitución libre o forzada". O sea, que como es irrelevante distinguir si la prostituta ejerce coaccionada o libremente (porque lo decimos nosotros) hay que considerar la prostitución en sí misma y en todas sus modalidades como algo malo.
Y, tras las confusiones interesadas, aparecen las verdades axiomáticas que, por evidentes, no requieren ser justificadas; son legión. La más importante es que ejercer la prostitución atenta contra la dignidad de las personas que la ejercen y conculca sus derechos humanos fundamentales. ¿Por qué? Porque la sexualidad "requiere de una relación de igualdad y voluntariedad, una expresión de libertad compartida y en la que no puede caber la relación comercial que constituye en sí misma una situación de abuso, de poder". Así que una relación comercial supone una situación de abuso y/o de poder (se supone que el abusador es el cliente). Supongo que esa frase no la generalizarán a todas las relaciones comerciales o ¿es que acaso los parlamentarios se han vuelto unos ácratas anticapitalistas que están en contra de la violencia implícita que entre los seres humanos generan los intercambios comerciales? No, imagino que me dirían, sólo hay relación de poder cuando se mete en el mercado algo que no cabe en él (la sexualidad); o sea, razonamiento circular. Y, para colmo, basado en una edulcorada declaración sobre la sexualidad que no se creen ni ellos y, en todo caso, no significa nada, por muy bonito y políticamente correcto que suene.
Yo no creo que la dignidad de una persona se vea menoscabada por prestar "servicios sexuales". Lo gracioso es que nuestros políticos dirían lo mismo (porque, en caso contrario, cometerían el "pecado" de calificar a las prostitutas de poco dignas) sin que eso sea obstáculo para decir que la actividad atenta contra la dignidad. Pero, si una puta sigue siendo igual de digna que cualquier persona, ¿en qué consiste el atentado? Da igual, el lenguaje políticamente correcto lo soporta todo. Si una mujer decide libremente ejercer la prostitución, ¿no tiene acaso derecho? No se le cuestiona ese derecho en el informe (en realidad, ni se alude); simplemente se establece que, incluso en esos supuestos (aunque sea irrelevante distinguir entre prostitución libre y forzada), la mujer es una víctima de explotación. Por muy libérrima que ella crea que es su decisión, en realidad está siendo "forzada" a adoptarla por un sistema (capitalista y machista que ha convertido el sexo en mercancía) que, consiguientemente, la explota. Para luchar contra esta explotación (tan insidiosa por oculta) la ponencia propone al gobierno que acometa campañas de sensibilización que propicien "una repulsa social generalizada hacia el comercio sexual como una vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres en situación de prostitución" (por cierto, nunca dicen prostitutas, sino eso tan bonito de "mujeres en situación de prostitución"). Así creen nuestros próceres que se puede lograr la "reducción de la demanda"; pues lo llevan claro.
Hay una pirueta argumental en el informe que, por más que la usen de pasada, me ha hecho gracia y vuelve a poner en evidencia el marcado carácter sofista de la argumentación. Se trae a colación que "es un principio general de todo el Ordenamiento Jurídico español, el de la indisponibilidad del cuerpo humano, en virtud del cual está, por ejemplo, penada la venta de órganos humanos – aun con consentimiento -, o su alquiler – por ejemplo, de úteros, en las llamadas madres de alquiler, aun con el consentimiento de las mismas -". Al margen de que este principio puede resultar contradictorio con la famosa proclama feminista de "mi cuerpo es mío" y plantear reflexiones interesantes en el asunto del aborto (que, por cierto, no he escuchado), aplicarlo a la prostitución me parece descaradamente abusivo. Porque, por la misma regla de tres, toda actividad comercial del rubro de los llamados "servicios personales" podría entenderse que implica la "disponibilidad" del cuerpo de quien la ejerce; sin ir demasiado lejos tratemos de distinguir, desde ese punto de vista, entre lo que hace un masajista y varias de las actividades de una prostituta.
No me enrollo más. Deduzco que este informe es el antecedente más obvio de la posición de algunos grupos políticos en el reciente debate sobre las iniciativas de regular la actividad de la prostitución. De hecho, la ponencia opina que regular la prostitución significaría dar un paso atrás en el esfuerzo en pos de la igualdad además de mandar un mensaje de tolerancia social hacia estas prácticas atentatorias contra los derechos humanos. Por supuesto, es una opinión, pero no basada en argumentos sólidos sino derivada directamente de un punto de partida apriorístico que no se cuestiona. En todo caso, aunque todavía no se atrevan, esta línea argumental lleva necesariamente a penalizar la actividad en sí, independientemente de que sea libre o forzada, castigando bien a la prostituta, bien al cliente o bien a ambos. Desde luego, no por eso dejará de existir la prostitución. ¿A nadie le parece que hay muchas similitudes con el debate sobre la legalización las drogas?
CATEGORÍA: Política y Sociedad
Estoy absolutamente de acuerdo con tus planteamientos y las confusiones hipócritas e interesadas. Sólo algunas precisiones:
ResponderEliminar1) La prostitución jamás será un "oficio" más.
2) Llevando las cosas a sus lógicas consecuencias hay que legalizar los prostíbulos y proscribir las "prestaciones" callejeras, como el botellón y con más motivo: lugares para beber, lugares para follar
3) No sólo hay que perseguir el tráfico de mujeres, ya penado por ley, sino el ejercicio del proxenetismo (las cooperativas de putas y los burdeles autogestionados podría ser una opción)
4) Una gran mayoría de sus "Señorías" legisladores son puteros, pero de prostitutas de al to 'standing' con ático, visa y jacuzzi; esa prostitución no es precaria
5) Hay mujeres que libremente prefieren prostituirse que limpiar escaleras. Una opción respetable y hasta lógica para algunas, pero ninguna de las que están en las calles lo hace libremente.
Lansky, confío en que no parezca que soy siquiera mínimamente complaciente con cualquier forma de abuso y/o explotación económica de la mujer (por cierto, el proxenetismo ya está penado). A lo que me refiero en este post, como bien te has dado cuenta, es a la hipócrita forma de tratar el tema y a lo pernicioso de la corrección política, plagada de clichés que no sólo contribuyen a no pensar sino a convertirnos en avestruces. Y, desde luego, no resuelven ningún problema.
ResponderEliminarLo que más me ha gustado, esa frase que imagino citas literalmente de que "la relación comercial constituye en sí misma una situación de abuso, de poder. Tantos años de mi adolescencia soñando en hacer la revolución, y resulta que sus señorías, a la chita callando, la han hecho ya. Sí señor. Voy a decirle a mi jefe que el hecho de que, para obtener el dinero que necesito para vivir, tenga yo que prestarle servicios -con mi cuerpo, lo juro: pienso con mi cabeza, escribo con mis manos- ocho horas al día (y viceversa: que para obtener mis servicios tenga él que pagarme) hace que nuestra relación deje de ser "de igualdad y voluntariedad", que no veo en ello la "libertad compartida" por ninguna parte y que siento mi dignidad de persona y mis derechos humanos fundamentales francamente conculcados. Y los suyos, también. Y los de El Corte Inglés, que se empeña en venderme lo que necesito. Explotadores inhumanos todos, empezando por mí mismo.
ResponderEliminarEl mecanismo para NO resolver los problemas -esos problemas que, como el de la droga o este, resulta tan provechoso no resolver nunca- es siempre el mismo: definirlos mal, confundirlos unos con otros, asegurarse desde el planteamiento que el objetivo de nuestros disparos sea convenientemente confuso y lejano. Elaborar, vaya, larguísimos informes que nadie, o solo algún loco suelto como tú, lee nunca -incluyendo en el nadie a sus supuestos autores parlamentarios- en los que quede claro por qué nunca van a ser resueltos.
De ahí que tu jefe te "putee", Vanbrugh
ResponderEliminarCreo que muchas personas sentirían haber perdido la dignidad si se dieran pasos hacia la legalización de la prostitución entre adultos y consentida. Precisamente porque aunque haya una generalización hacia lo políticamente correcto en cuanto a la consideración que se tiene de las mujeres que trabajan en esta "profesión", la realidad es que luego nadie tiene una amiga puta con la que se relacione comúnmente como con cualquier otra persona. No es algo como con el tema de los homosexuales que aunque se les (antes de la ley) negase sus derechos todo el mundo llegó a decir que tenía un amigo gay y quién no lo tiene en realidad. Pues con la prostitución es al contrario, mucha dignidad mucha dignidad pero a ver quién te lleva a casa a cenar y te presenta a su mejor amiga que trabaja de puta a la salida de cualquier polígono industrial.
ResponderEliminarAmy, que conste antes de nada que no tengo del todo claro si es mejor regularizar el ejercicio de la prostitución o no hacerlo. Dicho esto, coincido totalmente en que todos seguimos considerando a las putas como algo casi apestoso y nadie tiene (o confiesa tener) amigas que se dedican a esa labor. Ahora bien, ese es el estado actual (y de casi siempre), pero que cambie o no poco tiene que ver con que se regularice la prostitución. Es decir, como piensas, es bastante probable que si se regularizara, siguiéramos con la misma idea de las putas, pero no iba a ser ni peor ni mejor que la que ahora tenemos. Lo único que se me ocurre (y este argumento lo he leído en escritos contra la regularización) es que si eso se hiciera las putas serían más visibles y una que lo fuera tendría más riesgo de que se supiese y, por lo tanto, que aumentara su marginación social. Pero, no negando tal posibilidad, no creo que necesariamente hubiera de ocurrir. Tampoco se trata de que para estar "legalizadas" hayan de colgarse un cartel "soy puta" con el que pasear por la calle.
ResponderEliminarLa prostitución es de cierta forma como el narcotráfico. Su "ilegalidad" le conviene a un montón de gente, incluidos policías, políticos y demás funcionarios que sacan su tajada con las mordidas (sobornos).
ResponderEliminarY sí, estoy de acuerdo en que hay mucha hipocresía con respecto a este tema.
Un beso
La legalización supondría más una regularización en cuestión de impuestos y en materia de prestaciones laborales. No sé exactamente si ellas como colectivo quieren la legalización ni si entienden lo que significaría esto a nivel económico, pero está claro que al bolsillo les perjudicaría aunque de esta forma sería más fácil acabar con la otra parte de la prostitución que no se ejerce de forma consentida. O lo mismo no.
ResponderEliminarEs exactamente la misma cuestión, Miroslav, la de la prohibición del consumo de drogas y el fomento con ello de la delincuencia, las mafias y las adulteraciones, y la de la prostitución, a la que los estados “liberales” le niegan el derecho a ejercerse en locales controlados legalmente, como cualquier otro establecimiento. Con ello el estado no sólo considera a sus ciudadanos menores de edad a los que hay que proteger de sí mismos e impide que consuman libremente modificadores de la conciencia o compren y vendan favores sexuales sino que (considerándose además paradójicamente liberal) impiden determinadas relaciones comerciales entre ciudadanos libres. Las consecuencias son nefastas: en el caso de las drogas el que su tráfico ilegal sea el responsable del 80% de la delincuencia convencional (la otra, la de los banqueros, las empresas y los políticos pertenecen a otro ámbito) que existe en el mundo. En el de la prostitución ilegal la conversión en esclavas de millones de mujeres en todos los países desarollados. Ambas prohibiciones esconden además un ataque feroz a la libertad de pensamiento por parte de estados que la consagran en sus constituciones. Los estados te permiten que pienses lo que quieras pero te impiden que modifiques el aparato pensador a tu antojo. El estado te reprime en el otro caso tu derecho a considerar la sexualidad un producto intercambiable sin hacer daño a nadie. En ambos casos son delitos sin víctima, una de las más perversas manipulaciones del dercecho que existen.
ResponderEliminarLa estupidez de la situación solo es comparable a su perversión intrínseca.
Para mí la discusión es la misma y, en ambas, mi postura también es la misma: hay que legalizar y regularizar ambas. Si realmente se quiere acabar con la delincuencia que rodea ambos mundos lo mejor es legalizarlo y que cada uno decida libremente lo que quiere hacer.
ResponderEliminarBesos
Pues yo también estoy a favor de la legalización, por las razones hasta ahora expuestas, incluido mi primer comentario. Otro asunto es que esa regularización no es un asunto sencillo de aplicar así como así, sin más. En Holanda está siendo un relativo fracaso por los intereses que persisten de mantener ese mundo sumergido.
ResponderEliminarAmigas putas. Yo sí fui amigo de dos de ellas en mi ya lejana juventud, haciendo la mili en Cadiz y más tarde de otra de lujo con la que aún me veo. Más que muchas otras mujeres las putas agradecen un trato amigable, respetuoso y que no incluya comercio sexual, pero la pregunta de por qué no tenemos amigas putas tiene una respuesta relativamente simple: porque habitan mundos distintos de los nuestros, como los atracadores (sin pretender compararlas, sólo en su situación 'sumergida') o los satanistas.
No tenemos amigas putas, porque ser puta no es una profesión digna, ni la profesión en sí dignifica a ninguna persona. Que los que inventan lo políticamente correcto hayan querido ir introduciendo que la prostitución no es un oficio que pueda acabar con el "prestigio social" de alguien no se lo creen ni ellos, pero ahí tenemos esa contradicción entre lo que pensamos realmente y lo que nos vemos obligados a decir en público para no escandalizar a los que nos oyen. De ahí que no podamos tener amigas putas, porque aunque las tengamos ya se ocuparán ellas de que no las identifiquen como tales y mucho más las que tienen unos ingresos considerablemente altos que están lo suficientemente integradas en la sociedad para que no se tengan que comparar con el submundo de la delincuencia.
ResponderEliminarLa amistad no es simple conocimiento de alguien sino la integración en tu vida de esa persona junto al entorno que nos rodea, familia y demás amigos. La relación comercial que podamos tener con este sector de profesionales no nos hacen sus amigos por mucho que el tiempo haga que sintamos ciertos apegos por dichas personas, es que si no nos seríamos humanos.
Igual de tajante y sentenciosa...
ResponderEliminarAnda pues yo me creía que ibas a contestarme que me equivocaba que tu amiga la scort se la habías presentado a tu familia, mujer, madre, hijos y amigos. Pues vaya, pues vaya, me equivoqué una vez más...jajaja. No entiendo mucho esa manía tuya de hacer referencia a mis comentarios para luego seguir calificándome según te apetezca y sobre todo habiendo dicho ya que yo no te intereso. Para no interesarte creo que le pones demasiada atención a lo que digo. Pero también es normal cuando el hombre se aburre mata moscas con el rabo, cachis va a ser que no, ese era el diablo no el hombre.
ResponderEliminarPor supuesto, inadvertida o interesada, la cinfusión entre marginalidad y delicuencia es típica de la derecha.
ResponderEliminarAmy, no iba contigo, en cualquier caso prefiero presentar una puta a mi familia que a tí