¿Qué hago aquí? Así empecé (la respuesta ya no es la misma), viendo nubes rojas al amanecer, recuperando un poemita antiguo, practicando reiki y prometiéndote, a ti estrella fugaz, que te llegará una rosa cada día. Eran días de Alma y Karma, de inseguridades y pensamiento negativo; casi cualquiera, en fin, era un día tonto, mi ánimo secuestrado por la mujer justa y, aún así, ansiando un encuentro mágico que no llegó. Entre tanto, pasaba el tiempo probando a insertar archivos de audio y fijándome en mi estado de salud; a veces dudaba si lo que sentía era confianza, magia ... qué sé yo. Y recordaba antiguas vivencias dialogadas porque este lugar está vacío sin ti, precisamente cuando Jesús Rollán cayó al vacío desde una terraza. Mucha introspección terapéutica y muy poco eros, no con Natalia, desde luego. Pero, poco a poco, la philia fue sanando el corazón mío y me atreví a escribir sobre Miroslav Panciutti los primeros apuntes biográficos.
Evoqué a Adela, otra de mis relaciones frustradas, casi al mismo tiempo que leía a Eduardo Galeano. Pero volví a comprobar lo difícil que es no hacer daño, evitar cualquier tarde de dolores. Mucho ayudan en ese afán los besos de chocolate, recrear una fantasía erótica o extasiarse con la belleza de tu rostro (de tu alma). Cuántas diferencias entre lo que estaba viviendo y el sexo en mi crisis de pareja. Y aunque llevaba poco tiempo, ya quise hacer un primer balance del blog. La muñeca viajera de Kafka me emocionó en un momento en que estaba algo apático (no escribo en el blog); pero recibí un impúdico y enternecedor correo de K y me volvieron las ganas. La astrología es una superstición, me dije, y la adicción emocional nada recomendable. Enseguida imaginé oír esa voz irónica que siempre llevo: intelectuales, pobres ciegos. Pero qué voy a hacer, si cada uno es como es y, en mi caso, Tintín fue mi magdalena de Proust. Pienso entonces en lo complicado que resulta enamorarse de alguien con pareja y hago mi declaración, renegando de toda identidad colectiva porque, al fin y al cabo, caminante, no hay camino y, por más que esté cayéndome de sueño, sigo con el asunto de los caminos mientras me maravillo ante la cambiante belleza de los rostros.
Un amigo me preguntó: ¿la abstención deslegitima los resultados electorales? Una conversación con P en la que acabamos mojándolo todo y ocultándonos mutuamente tras nuestras máscaras masculinas; ¿pudorosos con la intimidad? Y en libros que disfruto y olvido (o casi) brotan más preguntas: ¿compartir el amor? Pero el agobio laboral no da pausa lo que nos obliga a escapar de viaje (ce ne andiamo) para contabilizar tatuajes y ensayar nuevas relaciones amorosas, un poco al estilo Osho, porque es bonito que lo necesiten a uno, pero con alguna infidelidad ocasional. Luego, acallar la mente, y qué mejor que a través del sexo y su dimensión espiritual, pese a que a alguno le saco de quicio por muy fuerte y seguro que se crea. Me tengo que comprar un coche o, quizá, alojarme en una suite francesa. Pero cometo errores de cálculo (más bien trampas del coco), confundo ciencia y creencia (por cierto, riman) y acabo como acabo: ¿escribiendo para uno mismo? Desconfío de mis palabras y suplico: escucha lo que NO te digo, mientras suena Frank Zappa, y me acuerdo de Maricarmen, la tercera de mis relaciones frustradas, colmada de lógica paradójica (una historieta absurda). Y entonces un amigo se despide y, claro, me embarga un cierto desánimo (nada grave, no obstante) que me lleva a perder el tiempo desbarrando sobre el tiempo.
Genes, emociones y comportamiento explican cualquier selección de frases para una ruptura de pareja, la necesidad autodestructiva de ser enemigos, el enfado y la tristeza. Luego, más calmado, reflexiono retomando las frases de hace un par de días desde la teoría de juegos; amor y teoría de juegos, puede ser pero ... ¿Juegos de suma cero? No, gracias, aunque para ello sea necesario distinguir entre términos y conceptos o esperar la caída de un ángel (la chute de l'ange). Definitivamente hay buenos y malos. Luís ha muerto; la noticia me golpea inmisericorde. Aguafuertes y claroscuros en un concierto de órgano. ¿Estoy algo asustado en el fondo? Me indigno con un debate televisivo, me machaco en el gimnasio, asisto a un concierto de Joaquín Sabina, paseo en mi recuerdo por Lima. Me narran fantasías de infidelidades que me traen asombros personales y días después, sin ninguna culpa, sufro un accidente.
Amar y necesidad de ser amado, no es lo mismo; así lo estoy learning from Laura, aprendiendo, también entre las criadas, si mezclo orientación sexual y aversión sexual. Lo pongo a prueba con una princesita en plena rabieta de domingo mientras la corrupción urbanística (y, ya de paso, el problema de la vivienda) me acosa a través de insistentes llamadas telefónicas antes de dormirme. Lali y Lolo (y Tato) me advierten de que ya viene la Navidad (y yo con estos pelos); una muestra más de las infidelidades conyugales (estadísticamente hablando). Qué otra cosa cabía con tantos cuerpos desnudos en la playa en una época que mezcla religiosidad y laicismo. Una casada infiel se regocija en sus pecados capitales abrumada de certezas contradictorias. No son más que las cosas de nuestras vidas, las cosas de nuestra vida revisited mientras canto la zamba de mi esperanza en una reunión con ocho mujeres y escribo una carta a mi ex-mujer a modo de balance de 2006.
Ira Hayes, don't shoot your gun, stand by; así que me calmé e hicimos un viaje a Madrid. Pero como las mujeres cobran menos, se enredan entre histeria femenina, orgasmos terapéuticos y vibradores. Reclamemos la educación de la mujer desde una mejor sexualidad masculina y desintegraciones. Y a cambio desmontemos el falso dilema: ¿un hijoputa que parezca buena persona o una buena persona que parezca un hijoputa? Entre tanto, relaciono los buscadores y mi blog porque se presentan nubes negras, cielos despejados. Por si te roban el móvil,Lilith te susurra seductoramente que estamos huecos y vibramos, azar mágico que te regala la confianza e intimidad de sus palabras. Pero se enfada cuando, en postergadas apostillas postreras al pastoso post pasado, le explicas que hay que empezar a practicar desde pequeñitas. Y te vas, y en el mar dormido me asalta tu recuerdo, recordando pérdidas, los números perfectos de la boda que no fue (Aznar me cae mal). Me pregunto cómo satisfacer a una mujer, recelando de crispación y seguridades. ¿Lo sabes? Pues si aciertas pierdes 8.000 euros, lo han dicho en las noticias del domingo. No existen las almas gemelas por más que hoy mi padre habría cumplido 79 años.
Aparece Ludovico (presentación) acompañado de Iñaki de Juana Chaos. Ambos están contando manifestantes, verificando la presencia equilibrada de hombres y mujeres y dolidos por los sueldos éticamente discutibles. Ehhhh ... que también nosotros reformamos el Estatuto, aclara el primero. Y en el fondo no saben si es niño o niña (ya llegó el primer post del nuevo blog) pues así de equívoca es la narración de nuestro pasado. Poner archivos de audio en el blog es como soplar burbujas personales, diría Julio Cortázar, cuando explota el universo. Tras unas notas desordenadas y confusas sobre nuestra relación concluyo que nadie da duros a cuatro pesetas pero me niego a luchar por el amor, a convertirla en un Viernes Santo. Buscamos más que palabras (more than words), huímos de las relaciones jerárquicas de derechas e izquierdas y nos empantanamos en recuerdos de emociones viejas, siguiendo la cadena hasta el infinito. En eso unos monjes lógicos que parecían articulistas dominicales me enseñan el reloj mágico e intrigados me preguntan ¿cuántos Agapitos hay por ahí? Me han abordado en un país vecino (París, je t'aime) para censurar mis escritos porque, es sabido, la buena literatura se escribe a mano. Sus candorosas admoniciones evocan preocupaciones maternales por el rapto de la poesía.
Libre te quiero, pero no mía, exclamo mientras doy esquinazo veraniego a la vieja dama. Pero no, este post no lo he escrito yo, sino esa a quien quiero, pese a las colisiones tectónicas entre nuestras estructuras ideológicas. Me planteo tácticas electoralistas basadas en el azar y la necesidad que confronto con mis impresiones post-electorales. Soy, a esas alturas, un viandante entre funcionarios, con la desgracia de estar falto de serotonina, alcohol y agresividad y de que le encarguen, sobre la fidelidad, un muestreo de opiniones. La ira me embarga porque va a caer la Real a segunda, me temo. Y entonces asisto pasmado a una triste historia de sexo, mentiras y messenger, sin que a la protagonista la pueda ayudar ni Bob Dylan. La historia sigue con un capítulo II y luego un III y por fin un IV. Acaba con el orgullo perdido, como una aguja en el pajar, en un cúmulo de heces virtuales.
Es de mañana (aunque amaneció hace rato) y a estas horas qué asquito de cerebros tenemos. Celebro el santo del día dopo far l'amore pero antes de probar la escala de Dawkins y escribir mis comentarios a los comentarios del post anterior. Huyo de espectáculos banales y estupidez generalizada para enfrascarme en conversaciones teológicas, alguna anécdota trivial y más conversaciones teológicas con Medea y Jasón sobre el derecho al honor e injurias a la corona. Mas me corroe la duda: ¿Mató Medea a sus hijos? Llevo a cabo sesudas estadísticas de nombres y apellidos y descubro sorprendido que la culpa es de Kotinussa. Todo se origina por confundir salchichas y leyes (error en el que Cani jamás habría incurrido) y basta eso para que pedantes anacoretas en la tele proclamen que éste es el siglo de las luces y pontifiquen sobre mi vida y la vida de quienes quiero. Por suerte, de los muertos no se habla mal.
La dignidad ficticia abunda más que la dignidad, sobre todo en los crossroads (Don McLean) y también prima di partire per un lungo viaggio. Pero un catálogo personal de comportamientos urbanos que anegan mi corazón de ternura abre la brecha generacional que me distancia de Antonino Jaramillo en cantidad y calidad. Fue una decisión equivocada hacer la mili en África con el loco Tito, a quien encontré en nuestra escapada a la Gomera. La pasión, ansia de certidumbre, me abandonó mientras estuve desintoxicándome hasta que tropecé con Ludovico en el burdel. Me recomendó dos culebrones para este sábado atrabiliario; para que no te aburras, me dijo, y dejes de darme la murga con los pronombres personales.
Se discutió mucho sobre el carné de identidad chipuno, hubo opiniones tajantes con música de rancheras (y yo con estos pelos hallando en el reiki su sugestión). Quiero aprender mexicano, me dije mientras esos diputados blogueros peroraban sobre hojas de ruta y consultas habilitantes, disimulando su amor pasional al dinero (m'an premiaó) y provocando un escándalo parlamentario similar al de las tragedias griegas. Identifico almas y mariposas porque estoy orgulloso de ser chipuno y porque así es la pasión según J.Winterson, desaparecida en esta pasividad ciudadana rebosante de incongruencias (yo me entiendo), que calla ante un vecino que putea pero protesta el premio de Mario Bengoechea. En la intimidad del sábado, lectura de El País y los dibujos de Syd Barrett, retirado en Hedonia Park, tan lejos del tráfico.
Tengo que dar una conferencia explicando la receta para cocinar pastel de sueño de muertos; es compleja así que habrá una segunda antes de una charla, Palacio Real y unos días de descanso. Luego seguirá una tercera en mi club de fans, con reparto de libros incluido. Me preguntarán, lo sé, si es bueno alejarse (o no) tras la separación y anunciaré una buena noticia: que habrá una cuarta y última charla sobre la receta. No diré en cambio que el sexo es sucio según afirma Sergei Gennadiyevich Nechayev pero, como ZP censura internet, nunca nos enteraremos de que hay orgasmos feraces y argumentos falaces. Decidió morir sin avisarme y no pude sino recordar fragmentos de conversaciones el día que um arquiteto apaga cem velinhas en pleno calentamiento global. Habla Gabriela al otro lado del espejo de felicidad e inconsciencia, personal y colectiva, busco en los diarios de Fabián Weacock sus críticas a la doctrina del shock y cambio climático y me sorpende así el fin de año (leyendo una entrada en los diarios de Fabian Weacock) ... Al final, creemos lo que queremos creer.
Comienzo entonces una historia verdadera de amor y sexo, y la sigo, y la sigo. Pero muere Ángel González y un aroma de ácido sulfúrico tiñe la cuarta entrega de la historia y también, probre Dorothy, la quinta. Falto de recursos morales y homenajes, no me queda sino zanjar el erotismo (à propos de Bataille) de la historia de amor y sexo aunque la atracción entre los dos hermanos me haga confundir personas y personajes. Ya parece una manía esto de las estadísticas, primero las de sucidio (que tengo que estar justificando) y luego sobre sobre la homosexualidad. Y vienen las preguntas: ¿Cuántos contactos tienes en la agenda del móvil? ¿Se puede educar al cerebro para ser feliz? No sé contestar y me siguen interrogando: que qué opino sobre la adopción por homosexuales, si acaso es que soy anticlericalista, por qué escribí aquella historia verdadera de amor y sexo. Acorralado, me veo desbarrando sobre la evolución de las palabras en vano intento de enseñar al que no sabe, pero son como autómatas medievales sin ningún respeto a las opiniones ajenas empeñados en ridiculizar una de mis muchas virtudes. Afortunadamente, después de las elecciones, salgo de viaje pronosticándoles que también a ellos les llegará la tormenta por más que se refugien en la plaza de Sigüenza.
La herencia de los Papas está repleta de peleas de gallos, una cultura de la crueldad que hace incompatibles la Iglesia y la búsqueda de la verdad. Por ejemplo, las Nullitatis Matrimonii (una historia Calabresa) que, como otras, transcurre en varias escenas: una primera, segunda, tercera, un paréntesis, la cuarta, la quinta (ay, vanitas vanitatis et omnia vanitas) y por fin la sexta. Son las hordas de las noches que ignoran que sólo hay dos tipos de personas: las que saben binario y las que no; son los que claman patriotismo, ¿refugio de canallas o basura incombustible? Si hay que construir en Ronchamp solo callarse es sincero, lo que no obsta para que aboguemos por la creación del instituto volcanológico de Canarias y despotriquemos de los curas en la sanidad pública. Llega así un cierre de etapa pero no el fin porque ¿querrías conocer la fecha de tu muerte? (No respondas, te lo pregunto otra vez: ¿querrías conocer la fecha de tu muerte?) Se trata más bien de una encrucijada (crossroads, by Robert Johnson) de telarañas que se me presenta mientras los chipunos legislan contra el cambio climático.
El robo de la Mona Lisa, por dos o tres días, me sumió en una crisis de negatividad. Para superarla, vi una película y su arquitectura la hizo añicos como un aborto (aunque para ello hube de verla una segunda vez) retrotrayéndome a aquél viaje a Italia de mi juventud. Apareció entonces el intransigente (el que no está conmigo, está contra mi) para exigirme pasar por el aro respetando el orden de las calles. Algo así le tocó a Adriana Milá en primero de bachiller (más o menos) cuando John Templeton, para probar su resiliencia, le asestó una patada en la boca y nos dejó a todos con el silencio del miedo, asustados de que por una desconocida regla combinatoria se desminitiera eso de que lo bueno si breve, dos veces bueno. En todo caso, siempre queda el sexo de pago.
Vas a hacer que me sienta solo cuando te vayas, que escuche incesantemente canciones tristes de amor, que desenvuelva las geometrías de la ignorancia, esas que ni con el Corominas se entienden. Me empujarás al sexo con el diablo; sí, aunque sólo sea para olvidar el odio de las masas en un breve paréntesis vacacional, caeré en el sexo con el diablo. Te dije que la felicidad es materialista y además peca de impuntualidad, pero no me creíste y te encomendaste al Santo Niño de La Guardia dos veces y solicitaste la baja de Canal Satélite Digital, harta de transitar los universos paralelos de tus antepasados. No habrá ya eros y anarquía ni ensaladas amorosas; pasarán éstas a ser pirámides y ensaladas. No me preocuparé más por el origen del café ni te quitaré delicadamente tus anillos de plata. Ignoraré definitivamente quién es y qué quiere Andreas Gursky y no volveremos a tener un día perfecto en Roma. Quizá huya a Auvers-sur-Oise para practicar mis egzersis de ladino y allí tome un tren a Munster de ida y vuelta.
Walther Hirsch sueña un sueño asesino; Walther Hirsch canta el huevo de Colón con tangos, lunfardo y la Chicana, enseña el huevo de Juanelo a Roldán en Telecinco. Al mismo tiempo, hermafroditas y andróginos, entre plataneras, juegan un partido de fútbol para los marcianos. Les Luthiers me siguen apasionando aunque empiezo ya a no tener edad para soportar a universitarios cuya verborrea de palabras afónicas no respeto y tiendo a juzgar y condenar. La parábola de los ciegos se predica entre las castas coloniales, de forma que las coincidencias entre mi vida y una novela se repiten hasta tres veces. Feliz año nuevo, me desean (chi scopa a capo d'anno...), me llegan regalos navideños con los que pretenden disimular intrigas electorales. Pero no pasan el test de parafilia y, desengañado, me uno a Beckmann, Dix, Grosz ... y la guerra. Adios, Cani; por cada una de las tres puertas vinieron a despedirte la bella, el músico y el arquitecto recitando las confesiones de un italiano. No, miento, fueron la bella, el arquitecto y el pintor.
Gerhard Kretschmar estuvo presente el segundo y tercer día de los debates preliminares entre colegas, aunque se molestó cuando mi cumpleaños bloguero fue publicado en las noticias del domingo provocando los consiguientes llantos laborales. Estuvieron los Beatles en Madrid y en Canarias y debido a algunas recientes e irrelevantes peripecias personales pasé esa primera noche con Brian, cuya peculiar idiosincrasia lo asemejaba al primer hombre encarcelado a causa de la marihuana. Una mujer joven y su hijo fueron a un concierto de los Beatles y la marihuana corrió en abundancia. Los Beatles, Dylan y la marihuana: difícil equilibrio entre el ser y el olvido. Desde Aguascalientes, en cambio, se expandía el universo elegante, tan opuesto al purgatorio en el que transcurrió la aventura de Owein y de Tristan da Cunha. Oigo un diálogo en el tranvía sobre piratería internáutica después de haber jugado al beer-pong que me ha machacado los pies, los pies que casi ni siento bajo el peso de las consecuencias. Fazal Sheikh y Sophie Zelmani alquilan una pensión por horas para celebrar su reconciliación resolviendo un acertijo literario; acertijo literario cuyas soluciones resultan tan inquietantes como la espiritualidad nazi.
Vivo nuevas aventuras en el tranvía y, como si de un acertijo cinematográfico se tratara, me ofrecen una sesión de jazz y cine en París (if it be your will, me dicen). Pero no estoy educado para matar y por eso el espejo y el gorrión me desasosiegan. ¿Me das un par de plátanos? Así se inicia una cita accidentada en la que aprendo a amar desde nuestro punto de vista a cuatro mujeres. Tomo apuntes recordatorios para no olvidar que puede ser más barato matar a una persona que desvirgar a una chica a la vez que recreo el viaje imaginario de un preso del que Trini nunca supo nada. Entonces surgen nuevas aventuras con Canal Satélite Digital y me refugio en la terraza para huir del cansancio de tantos empalamientos y del calor, como si fuera the simple lover ensayando distintas opciones para un insomnio. Viene María y dudo pues, cuando todo da lo mismo, ¿por qué no submarinismo? Mientras, Lansky versus Kotinussa discuten en un tren plateado acerca de una ley virginiana que, para entenderla, hay que remontarse hasta Galton. Y aburrida con su inútil lector de e-books, sigue Penélope en el pueblo blanco. Yo, en cambio, me maldigo por haber dejado pasar el mayor negocio de la historia y me dedico a echarte de menos.
Y con éste son quinientos.
Evoqué a Adela, otra de mis relaciones frustradas, casi al mismo tiempo que leía a Eduardo Galeano. Pero volví a comprobar lo difícil que es no hacer daño, evitar cualquier tarde de dolores. Mucho ayudan en ese afán los besos de chocolate, recrear una fantasía erótica o extasiarse con la belleza de tu rostro (de tu alma). Cuántas diferencias entre lo que estaba viviendo y el sexo en mi crisis de pareja. Y aunque llevaba poco tiempo, ya quise hacer un primer balance del blog. La muñeca viajera de Kafka me emocionó en un momento en que estaba algo apático (no escribo en el blog); pero recibí un impúdico y enternecedor correo de K y me volvieron las ganas. La astrología es una superstición, me dije, y la adicción emocional nada recomendable. Enseguida imaginé oír esa voz irónica que siempre llevo: intelectuales, pobres ciegos. Pero qué voy a hacer, si cada uno es como es y, en mi caso, Tintín fue mi magdalena de Proust. Pienso entonces en lo complicado que resulta enamorarse de alguien con pareja y hago mi declaración, renegando de toda identidad colectiva porque, al fin y al cabo, caminante, no hay camino y, por más que esté cayéndome de sueño, sigo con el asunto de los caminos mientras me maravillo ante la cambiante belleza de los rostros.
Un amigo me preguntó: ¿la abstención deslegitima los resultados electorales? Una conversación con P en la que acabamos mojándolo todo y ocultándonos mutuamente tras nuestras máscaras masculinas; ¿pudorosos con la intimidad? Y en libros que disfruto y olvido (o casi) brotan más preguntas: ¿compartir el amor? Pero el agobio laboral no da pausa lo que nos obliga a escapar de viaje (ce ne andiamo) para contabilizar tatuajes y ensayar nuevas relaciones amorosas, un poco al estilo Osho, porque es bonito que lo necesiten a uno, pero con alguna infidelidad ocasional. Luego, acallar la mente, y qué mejor que a través del sexo y su dimensión espiritual, pese a que a alguno le saco de quicio por muy fuerte y seguro que se crea. Me tengo que comprar un coche o, quizá, alojarme en una suite francesa. Pero cometo errores de cálculo (más bien trampas del coco), confundo ciencia y creencia (por cierto, riman) y acabo como acabo: ¿escribiendo para uno mismo? Desconfío de mis palabras y suplico: escucha lo que NO te digo, mientras suena Frank Zappa, y me acuerdo de Maricarmen, la tercera de mis relaciones frustradas, colmada de lógica paradójica (una historieta absurda). Y entonces un amigo se despide y, claro, me embarga un cierto desánimo (nada grave, no obstante) que me lleva a perder el tiempo desbarrando sobre el tiempo.
Genes, emociones y comportamiento explican cualquier selección de frases para una ruptura de pareja, la necesidad autodestructiva de ser enemigos, el enfado y la tristeza. Luego, más calmado, reflexiono retomando las frases de hace un par de días desde la teoría de juegos; amor y teoría de juegos, puede ser pero ... ¿Juegos de suma cero? No, gracias, aunque para ello sea necesario distinguir entre términos y conceptos o esperar la caída de un ángel (la chute de l'ange). Definitivamente hay buenos y malos. Luís ha muerto; la noticia me golpea inmisericorde. Aguafuertes y claroscuros en un concierto de órgano. ¿Estoy algo asustado en el fondo? Me indigno con un debate televisivo, me machaco en el gimnasio, asisto a un concierto de Joaquín Sabina, paseo en mi recuerdo por Lima. Me narran fantasías de infidelidades que me traen asombros personales y días después, sin ninguna culpa, sufro un accidente.
Amar y necesidad de ser amado, no es lo mismo; así lo estoy learning from Laura, aprendiendo, también entre las criadas, si mezclo orientación sexual y aversión sexual. Lo pongo a prueba con una princesita en plena rabieta de domingo mientras la corrupción urbanística (y, ya de paso, el problema de la vivienda) me acosa a través de insistentes llamadas telefónicas antes de dormirme. Lali y Lolo (y Tato) me advierten de que ya viene la Navidad (y yo con estos pelos); una muestra más de las infidelidades conyugales (estadísticamente hablando). Qué otra cosa cabía con tantos cuerpos desnudos en la playa en una época que mezcla religiosidad y laicismo. Una casada infiel se regocija en sus pecados capitales abrumada de certezas contradictorias. No son más que las cosas de nuestras vidas, las cosas de nuestra vida revisited mientras canto la zamba de mi esperanza en una reunión con ocho mujeres y escribo una carta a mi ex-mujer a modo de balance de 2006.
Ira Hayes, don't shoot your gun, stand by; así que me calmé e hicimos un viaje a Madrid. Pero como las mujeres cobran menos, se enredan entre histeria femenina, orgasmos terapéuticos y vibradores. Reclamemos la educación de la mujer desde una mejor sexualidad masculina y desintegraciones. Y a cambio desmontemos el falso dilema: ¿un hijoputa que parezca buena persona o una buena persona que parezca un hijoputa? Entre tanto, relaciono los buscadores y mi blog porque se presentan nubes negras, cielos despejados. Por si te roban el móvil,Lilith te susurra seductoramente que estamos huecos y vibramos, azar mágico que te regala la confianza e intimidad de sus palabras. Pero se enfada cuando, en postergadas apostillas postreras al pastoso post pasado, le explicas que hay que empezar a practicar desde pequeñitas. Y te vas, y en el mar dormido me asalta tu recuerdo, recordando pérdidas, los números perfectos de la boda que no fue (Aznar me cae mal). Me pregunto cómo satisfacer a una mujer, recelando de crispación y seguridades. ¿Lo sabes? Pues si aciertas pierdes 8.000 euros, lo han dicho en las noticias del domingo. No existen las almas gemelas por más que hoy mi padre habría cumplido 79 años.
Aparece Ludovico (presentación) acompañado de Iñaki de Juana Chaos. Ambos están contando manifestantes, verificando la presencia equilibrada de hombres y mujeres y dolidos por los sueldos éticamente discutibles. Ehhhh ... que también nosotros reformamos el Estatuto, aclara el primero. Y en el fondo no saben si es niño o niña (ya llegó el primer post del nuevo blog) pues así de equívoca es la narración de nuestro pasado. Poner archivos de audio en el blog es como soplar burbujas personales, diría Julio Cortázar, cuando explota el universo. Tras unas notas desordenadas y confusas sobre nuestra relación concluyo que nadie da duros a cuatro pesetas pero me niego a luchar por el amor, a convertirla en un Viernes Santo. Buscamos más que palabras (more than words), huímos de las relaciones jerárquicas de derechas e izquierdas y nos empantanamos en recuerdos de emociones viejas, siguiendo la cadena hasta el infinito. En eso unos monjes lógicos que parecían articulistas dominicales me enseñan el reloj mágico e intrigados me preguntan ¿cuántos Agapitos hay por ahí? Me han abordado en un país vecino (París, je t'aime) para censurar mis escritos porque, es sabido, la buena literatura se escribe a mano. Sus candorosas admoniciones evocan preocupaciones maternales por el rapto de la poesía.
Libre te quiero, pero no mía, exclamo mientras doy esquinazo veraniego a la vieja dama. Pero no, este post no lo he escrito yo, sino esa a quien quiero, pese a las colisiones tectónicas entre nuestras estructuras ideológicas. Me planteo tácticas electoralistas basadas en el azar y la necesidad que confronto con mis impresiones post-electorales. Soy, a esas alturas, un viandante entre funcionarios, con la desgracia de estar falto de serotonina, alcohol y agresividad y de que le encarguen, sobre la fidelidad, un muestreo de opiniones. La ira me embarga porque va a caer la Real a segunda, me temo. Y entonces asisto pasmado a una triste historia de sexo, mentiras y messenger, sin que a la protagonista la pueda ayudar ni Bob Dylan. La historia sigue con un capítulo II y luego un III y por fin un IV. Acaba con el orgullo perdido, como una aguja en el pajar, en un cúmulo de heces virtuales.
Es de mañana (aunque amaneció hace rato) y a estas horas qué asquito de cerebros tenemos. Celebro el santo del día dopo far l'amore pero antes de probar la escala de Dawkins y escribir mis comentarios a los comentarios del post anterior. Huyo de espectáculos banales y estupidez generalizada para enfrascarme en conversaciones teológicas, alguna anécdota trivial y más conversaciones teológicas con Medea y Jasón sobre el derecho al honor e injurias a la corona. Mas me corroe la duda: ¿Mató Medea a sus hijos? Llevo a cabo sesudas estadísticas de nombres y apellidos y descubro sorprendido que la culpa es de Kotinussa. Todo se origina por confundir salchichas y leyes (error en el que Cani jamás habría incurrido) y basta eso para que pedantes anacoretas en la tele proclamen que éste es el siglo de las luces y pontifiquen sobre mi vida y la vida de quienes quiero. Por suerte, de los muertos no se habla mal.
La dignidad ficticia abunda más que la dignidad, sobre todo en los crossroads (Don McLean) y también prima di partire per un lungo viaggio. Pero un catálogo personal de comportamientos urbanos que anegan mi corazón de ternura abre la brecha generacional que me distancia de Antonino Jaramillo en cantidad y calidad. Fue una decisión equivocada hacer la mili en África con el loco Tito, a quien encontré en nuestra escapada a la Gomera. La pasión, ansia de certidumbre, me abandonó mientras estuve desintoxicándome hasta que tropecé con Ludovico en el burdel. Me recomendó dos culebrones para este sábado atrabiliario; para que no te aburras, me dijo, y dejes de darme la murga con los pronombres personales.
Se discutió mucho sobre el carné de identidad chipuno, hubo opiniones tajantes con música de rancheras (y yo con estos pelos hallando en el reiki su sugestión). Quiero aprender mexicano, me dije mientras esos diputados blogueros peroraban sobre hojas de ruta y consultas habilitantes, disimulando su amor pasional al dinero (m'an premiaó) y provocando un escándalo parlamentario similar al de las tragedias griegas. Identifico almas y mariposas porque estoy orgulloso de ser chipuno y porque así es la pasión según J.Winterson, desaparecida en esta pasividad ciudadana rebosante de incongruencias (yo me entiendo), que calla ante un vecino que putea pero protesta el premio de Mario Bengoechea. En la intimidad del sábado, lectura de El País y los dibujos de Syd Barrett, retirado en Hedonia Park, tan lejos del tráfico.
Tengo que dar una conferencia explicando la receta para cocinar pastel de sueño de muertos; es compleja así que habrá una segunda antes de una charla, Palacio Real y unos días de descanso. Luego seguirá una tercera en mi club de fans, con reparto de libros incluido. Me preguntarán, lo sé, si es bueno alejarse (o no) tras la separación y anunciaré una buena noticia: que habrá una cuarta y última charla sobre la receta. No diré en cambio que el sexo es sucio según afirma Sergei Gennadiyevich Nechayev pero, como ZP censura internet, nunca nos enteraremos de que hay orgasmos feraces y argumentos falaces. Decidió morir sin avisarme y no pude sino recordar fragmentos de conversaciones el día que um arquiteto apaga cem velinhas en pleno calentamiento global. Habla Gabriela al otro lado del espejo de felicidad e inconsciencia, personal y colectiva, busco en los diarios de Fabián Weacock sus críticas a la doctrina del shock y cambio climático y me sorpende así el fin de año (leyendo una entrada en los diarios de Fabian Weacock) ... Al final, creemos lo que queremos creer.
Comienzo entonces una historia verdadera de amor y sexo, y la sigo, y la sigo. Pero muere Ángel González y un aroma de ácido sulfúrico tiñe la cuarta entrega de la historia y también, probre Dorothy, la quinta. Falto de recursos morales y homenajes, no me queda sino zanjar el erotismo (à propos de Bataille) de la historia de amor y sexo aunque la atracción entre los dos hermanos me haga confundir personas y personajes. Ya parece una manía esto de las estadísticas, primero las de sucidio (que tengo que estar justificando) y luego sobre sobre la homosexualidad. Y vienen las preguntas: ¿Cuántos contactos tienes en la agenda del móvil? ¿Se puede educar al cerebro para ser feliz? No sé contestar y me siguen interrogando: que qué opino sobre la adopción por homosexuales, si acaso es que soy anticlericalista, por qué escribí aquella historia verdadera de amor y sexo. Acorralado, me veo desbarrando sobre la evolución de las palabras en vano intento de enseñar al que no sabe, pero son como autómatas medievales sin ningún respeto a las opiniones ajenas empeñados en ridiculizar una de mis muchas virtudes. Afortunadamente, después de las elecciones, salgo de viaje pronosticándoles que también a ellos les llegará la tormenta por más que se refugien en la plaza de Sigüenza.
La herencia de los Papas está repleta de peleas de gallos, una cultura de la crueldad que hace incompatibles la Iglesia y la búsqueda de la verdad. Por ejemplo, las Nullitatis Matrimonii (una historia Calabresa) que, como otras, transcurre en varias escenas: una primera, segunda, tercera, un paréntesis, la cuarta, la quinta (ay, vanitas vanitatis et omnia vanitas) y por fin la sexta. Son las hordas de las noches que ignoran que sólo hay dos tipos de personas: las que saben binario y las que no; son los que claman patriotismo, ¿refugio de canallas o basura incombustible? Si hay que construir en Ronchamp solo callarse es sincero, lo que no obsta para que aboguemos por la creación del instituto volcanológico de Canarias y despotriquemos de los curas en la sanidad pública. Llega así un cierre de etapa pero no el fin porque ¿querrías conocer la fecha de tu muerte? (No respondas, te lo pregunto otra vez: ¿querrías conocer la fecha de tu muerte?) Se trata más bien de una encrucijada (crossroads, by Robert Johnson) de telarañas que se me presenta mientras los chipunos legislan contra el cambio climático.
El robo de la Mona Lisa, por dos o tres días, me sumió en una crisis de negatividad. Para superarla, vi una película y su arquitectura la hizo añicos como un aborto (aunque para ello hube de verla una segunda vez) retrotrayéndome a aquél viaje a Italia de mi juventud. Apareció entonces el intransigente (el que no está conmigo, está contra mi) para exigirme pasar por el aro respetando el orden de las calles. Algo así le tocó a Adriana Milá en primero de bachiller (más o menos) cuando John Templeton, para probar su resiliencia, le asestó una patada en la boca y nos dejó a todos con el silencio del miedo, asustados de que por una desconocida regla combinatoria se desminitiera eso de que lo bueno si breve, dos veces bueno. En todo caso, siempre queda el sexo de pago.
Vas a hacer que me sienta solo cuando te vayas, que escuche incesantemente canciones tristes de amor, que desenvuelva las geometrías de la ignorancia, esas que ni con el Corominas se entienden. Me empujarás al sexo con el diablo; sí, aunque sólo sea para olvidar el odio de las masas en un breve paréntesis vacacional, caeré en el sexo con el diablo. Te dije que la felicidad es materialista y además peca de impuntualidad, pero no me creíste y te encomendaste al Santo Niño de La Guardia dos veces y solicitaste la baja de Canal Satélite Digital, harta de transitar los universos paralelos de tus antepasados. No habrá ya eros y anarquía ni ensaladas amorosas; pasarán éstas a ser pirámides y ensaladas. No me preocuparé más por el origen del café ni te quitaré delicadamente tus anillos de plata. Ignoraré definitivamente quién es y qué quiere Andreas Gursky y no volveremos a tener un día perfecto en Roma. Quizá huya a Auvers-sur-Oise para practicar mis egzersis de ladino y allí tome un tren a Munster de ida y vuelta.
Walther Hirsch sueña un sueño asesino; Walther Hirsch canta el huevo de Colón con tangos, lunfardo y la Chicana, enseña el huevo de Juanelo a Roldán en Telecinco. Al mismo tiempo, hermafroditas y andróginos, entre plataneras, juegan un partido de fútbol para los marcianos. Les Luthiers me siguen apasionando aunque empiezo ya a no tener edad para soportar a universitarios cuya verborrea de palabras afónicas no respeto y tiendo a juzgar y condenar. La parábola de los ciegos se predica entre las castas coloniales, de forma que las coincidencias entre mi vida y una novela se repiten hasta tres veces. Feliz año nuevo, me desean (chi scopa a capo d'anno...), me llegan regalos navideños con los que pretenden disimular intrigas electorales. Pero no pasan el test de parafilia y, desengañado, me uno a Beckmann, Dix, Grosz ... y la guerra. Adios, Cani; por cada una de las tres puertas vinieron a despedirte la bella, el músico y el arquitecto recitando las confesiones de un italiano. No, miento, fueron la bella, el arquitecto y el pintor.
Gerhard Kretschmar estuvo presente el segundo y tercer día de los debates preliminares entre colegas, aunque se molestó cuando mi cumpleaños bloguero fue publicado en las noticias del domingo provocando los consiguientes llantos laborales. Estuvieron los Beatles en Madrid y en Canarias y debido a algunas recientes e irrelevantes peripecias personales pasé esa primera noche con Brian, cuya peculiar idiosincrasia lo asemejaba al primer hombre encarcelado a causa de la marihuana. Una mujer joven y su hijo fueron a un concierto de los Beatles y la marihuana corrió en abundancia. Los Beatles, Dylan y la marihuana: difícil equilibrio entre el ser y el olvido. Desde Aguascalientes, en cambio, se expandía el universo elegante, tan opuesto al purgatorio en el que transcurrió la aventura de Owein y de Tristan da Cunha. Oigo un diálogo en el tranvía sobre piratería internáutica después de haber jugado al beer-pong que me ha machacado los pies, los pies que casi ni siento bajo el peso de las consecuencias. Fazal Sheikh y Sophie Zelmani alquilan una pensión por horas para celebrar su reconciliación resolviendo un acertijo literario; acertijo literario cuyas soluciones resultan tan inquietantes como la espiritualidad nazi.
Vivo nuevas aventuras en el tranvía y, como si de un acertijo cinematográfico se tratara, me ofrecen una sesión de jazz y cine en París (if it be your will, me dicen). Pero no estoy educado para matar y por eso el espejo y el gorrión me desasosiegan. ¿Me das un par de plátanos? Así se inicia una cita accidentada en la que aprendo a amar desde nuestro punto de vista a cuatro mujeres. Tomo apuntes recordatorios para no olvidar que puede ser más barato matar a una persona que desvirgar a una chica a la vez que recreo el viaje imaginario de un preso del que Trini nunca supo nada. Entonces surgen nuevas aventuras con Canal Satélite Digital y me refugio en la terraza para huir del cansancio de tantos empalamientos y del calor, como si fuera the simple lover ensayando distintas opciones para un insomnio. Viene María y dudo pues, cuando todo da lo mismo, ¿por qué no submarinismo? Mientras, Lansky versus Kotinussa discuten en un tren plateado acerca de una ley virginiana que, para entenderla, hay que remontarse hasta Galton. Y aburrida con su inútil lector de e-books, sigue Penélope en el pueblo blanco. Yo, en cambio, me maldigo por haber dejado pasar el mayor negocio de la historia y me dedico a echarte de menos.
Y con éste son quinientos.
CATEGORÍA: Blogs e Internet
Veo que soy la primera en comentar este post conmemorativo de tu post número 500 y en disfrutar de este espléndido balance que has hecho. He leído, si no me equivoco, la mayor parte de estas quinientas entradas y espero seguir leyendo otras tantas (y más). Felicidades por seguir, felicidades por el camino que llevas recorrido y me felicito a mí misma por tener la oportunidad y el placer de leerte.
ResponderEliminarAhora, con permiso, voy a hacer mis deberes y leer lo que has escrito durante mis mini vacaciones :)
Besos
Impresionante.
ResponderEliminarY ahora... a por los 1000.
Besos.
¡Wow! No sé por qué debo felicitarte más: si por las 500 entradas o por ésta última en la que entrelazas todas esas entradas de manera magistral.
ResponderEliminarUn beso
Que producción Miroslav! y que síntesis. Yo, que he llegado después, creo que voy a usar el nro. 500 para remontarme un poco en su obra...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo bien sabes, querido Miroslav, soy estrictamente analógico en fin de semana, así que no he visto esta conmemoración hasta ahora mismo. Hoy hay luna llena y se ve hasta bien avanzado el día hacia el oeste; si coges los prismáticos y enfocas el Mar de la Tranquilidad verás que en las cenizas del fondo he estampado un 'Quinientos' en tu honor. Habrá algún día que ya no lo comience leyéndote, bien por deserción tuya o mía, pero puedes creerme si te digo que de momento estas contribuciones tuyas han hecho algo más ricas mis jornadas. Gracias.
ResponderEliminarFelices 500!
ResponderEliminarNo se te notan nada , nada :)
bss
Marguerite
Felicidades por tus 500 post.
ResponderEliminarIMpresionante!!!
ResponderEliminarNo he podido hacer todo el recorrido, necesitaría varios días, pero te felicito por este y por los 500.
Salut!
Muchas felicidades, Miroslav. Y mi enhorabuena. Por ese impresionante número de posts, por la calidad de todos ellos y por la asombrosa variedad de asuntos e intereses que traslucen.
ResponderEliminarMuchas felicidades.
ResponderEliminarMuy original el post, bueno como todos los que te he leido.
Y creo que repito lo que han dicho los demás, pero tú no te repites!!!
Realmente genial.
ResponderEliminarEncantada de volver a encontarte, es cierto que hacía mucho tiempo.
Besitos.
Enhorabuena...no solo por los 500, si no como ya ha dicho Strika por la forma de enlazarlas.
ResponderEliminarLeyendo y releyendo me he encontrado con este post, que sin duda me perdí en su día:
"Lunes 18 de febrero de 2008
Estadísticas sobre homosexualidad"
Mi interés está en la estadística, más concretamente en como preguntar sin que el interlocutor se sienta amenazado por la respuesta.
Supongamos un pregunta comprometida tipo ¿Ha consumido alguna vez droga? o ¿Ha robado alguna vez en una tienda?, o como en el caso del post ¿Ha mantenido alguna vez relaciones homosexuales?
En este tipo de casos se le pide al interlocutor que lance una moneda y si sale cara que conteste que SÍ, con independencia de la verdad, y en caso de que salga cruz conteste la verdad.
De esta manera el interlocutor puede contestar sin temor, ya que en caso de ser descubierto siempre puede decir "Salió cara" :-)
Muchas gracias a todos. Me planteé este post como un divertimento y el ejercicio me llevó bastante más tiempo del que imaginaba. Ese es uno de mis defectos de siempre, pensar que las cosas se hacen en bastante menos tiempo del que luego llevan. En todo caso, me ha servido para repasar las boberías escritas durante estos últimos tres años y medio. Repito, gracias a todos.
ResponderEliminarLlego un poco tarde, aunque antes de la 501. Más que felicidades, enhorabuena; los años se cumplen por inercia, sin que haya que hacer nada más que sobrevivir día tras día. Pero escribir 500 entradas en el blog... eso sí que tiene mérito :-)
ResponderEliminarCreo que este es 50.0
ResponderEliminarCosas de gente madurita pero...
Todo un monumento a la perseverancia bloguera en este mundillo donde es tan fácil desertar. Mis felicitaciones y mi deseo de que veamos los próximos 500.
ResponderEliminarMe obligarás a dedicarte toda una mañana... ¡con las cosas que tengo que hacer! ... pero te aseguro que la daré por bien empleada. Por cierto. ¡Yo no llevo cómputo de los míos!
ResponderEliminarVoy a volver a leerlo, en esta primera lectura no lo he disfrutado pensando que el balance era la antesala de la despedida. Ahora que se que seguirás escribiendo voy a disfrutar de este magnfico resumen de tres años en el que has entrelazado historias, sentimientos, sueños y vivencias de manera suave, sin extridencias, sin priorizar, ni olvidar. Es una gozada leerte, me alegra que sigas, gracias.
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