jueves, 20 de septiembre de 2007

Rancheras

Llevo unos días escuchando rancheras. Canciones, la gran mayoría, compuestas en las décadas centrales del siglo pasado y cantadas hoy todavía y no sólo por mexicanos, y no sólo en círculos localistas. La estructura melódica de este género popular es sencilla, sin demasiadas complicaciones; en la instrumentación el predominio arrogante de las trompetas destacándose sobre guitarrones y violines (muy mariachi, vamos). Lo singular no está ahí, sino en las letras y en la forma de cantarlas.

El castellano de México me parece una de las formas más bonitas de recrear nuestro idioma. No sólo por las palabras, con esa sonoridad tan vibrante y cargada de reminiscencias de nuestro siglo de oro, sino especialmente por esos giros tan suyos de la sintaxis. Cuando leo textos mexicanos (incluso blogs, por ejemplo) es frecuente que se me hagan audibles, enroscándoseme con la musicalidad de su acento.

Textos de amor, de amor exagerado y desgraciado, que hay que cantar volcando toda la pasión hiperbólica en la voz. No se puede cantar “Es inútil dejar de quererte / ya no puedo vivir sin tu amor / no me digas que voy a perderte /no me quieras matar corazón” sin la voz desgarrada; ¿Y cómo, sino como tiene que ser, se puede decir a quien te ha roto el corazón “No volveré / te lo juro por Dios que me mira, / te lo digo llorando de rabia: / no volveré”?

Música popular, nacida tras la Revolución y que fue creciendo hasta convertirse en el género más representativo de lo mexicano, tanto dentro como fuera. Recuérdense las grandes figuras, muchas a caballo entre la canción y el cine hollywoodiense: Jorge Negrete, Pedro Infante, Aceves Mejía, Juan Gabriel, Lola Beltrán y, por supuesto, José Alfredo Jiménez, el Rey. A mis padres les encantaban las rancheras; esas melodías, esas letras y esas voces me retrotraen a mis años de niñez, me despiertan recuerdos vagos que me cuesta delinear (estamos hablando de los sesenta). Hubo una guitarra en mi casa que firmó Chavela (había pasado una noche con mis padres y otros amigos en el Distrito Federal), había algunos LPs dedicados por esos artistas míticos (estoy seguro de uno de Aceves Mejía y casi apostaría que también del propio José Alfredo), y en el cutre pick-up Phillips (que teníamos prohibido tocar), las noches en que en mi casa había reuniones de adultos, sonaban mayoritariamente músicas mexicanas.

Quizás por eso, por lo mucho que a mis padres les gustaba, en cuanto llegué a la adolescencia fue ésta una de las músicas rechazadas. Pero esas letras desgarradas, mal que me pesara, se me habían ya colado y encostrado. No volvería a escucharlas voluntariamente durante muchos muchos años (más de veinte, seguro) y, sin embargo, serían varias, muchas las veces, durante ese periodo, en que to mismo me sorprendería tarareando “si te dicen que me vieron muy borracho / orgullosamente díles que es por ti ...”, “con dinero y sin dinero / hago siempre lo que quiero / y mi palabra es la ley ...” o alguna más. Si ahora me pongo a pensar, debió ser hará unos diez años cuando me reconcilié con las rancheras, reconociendo El último trago de José Alfredo en la voz de Calamaro con Los Rodríguez.


Las rancheras expresan una concepción del amor, de la vida, de los sentimientos que se sitúa en el extremo opuesto de lo que pienso y siento. Las rancheras son apología de las pasiones autodestructivas, del machismo más descarnado, de la irracionalidad religiosa y blasfema a la vez. El cantante convoca a nuestras emociones más viscerales, buscando engancharse al sentimiento violento, lleno de vida, fortísimamente adictivo. Ese amor totalitario que todo lo justifica, que todo lo llena, que todo lo puede; por más que con frecuencia se acabe y entonces todo se acabe y nada importe, salvo buscar la muerte. Toma exageración, chute desaforado de endorfinas durante los minutos que dura la canción.

Supongo que letras así (y voces, y músicas y formas de cantar) sólo pueden ser mexicanas, un país que a veces más me parece un estado de ánimo (exacerbado, desde luego) en el que todo es posible, en el que los límites no interesan. Fuerza de la pasión que tanto atrae, por más que yo crea que no es por ahí el camino. No obstante, de vez en cuando, no creo que sea malo volcarse en el desparrame. Y, si no, escuchen esta letra y apiádense del pobre abandonado para quien de hoy en adelante ya el amor no le interesa porque sabe que de ese golpe no va a levantarse y, aunque no lo quisiera, va a morirse de amor.



CATEGORÍA: Canciones y otras líricas

11 comentarios:

  1. Es verdad, racionalmente esas letras me producen rechazo. Pero, ¡qué magnífica manera de expresar esos sentimientos! No hay como llorar una pena de amor al son de esa música. Un beso.

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  2. Seguro que lo intuyes...¡me encantan las rancheras, las adoro!

    Además me recuerdan a un hecho acontecido en mi vida, hace unos cuantitos años ya, en el D.F.

    Quería ponerte mi ranchera favorita cantada por Vicente Fernández (o por su hijo Alejandro aunque es más light pero mucho más guapo), pero no me deja ...

    En fín... que me ponen los pelos de punta

    Besos

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  3. Exactamente lo mismo que dices de las letras de las rancheras se podría decir de muchas coplas españolas:

    Si tú me pidieras que fuera descalza,
    pidiendo limosna, descalza yo iría.
    Si tú me dijeras que abriese mis venas,
    un río de sangre me salpicaría.
    Si tú me pidieras que al fuego me echase,
    igual que madera me consumiría,
    que yo soy tu esclava y tú el absoluto
    señor de mi cuerpo, mi sangre y mi vida.
    Y a cambio de esto,
    que bien poco es,
    oye lo que quiero
    pedirte a mi vez:

    Dime que me quieres, dímelo por Dios,
    aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
    pero dímelo.
    Dímelo bajito,
    te será más fácil decírmelo así,
    y el "te quiero" tuyo será "pa" mis penas
    lo mismo que lluvia de mayo y abril.
    Ten misericordia de mi corazón,
    dime que me quieres, dime que me quieres,
    dímelo por Dios.

    Tremendo, ¿verdad? Yo tampoco podría hacer míos esos sentimientos jamás, pero sin embargo me gusta escuchar esas letras.

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  4. Y qué me dices de la ranchera X-Type de Jaguar? Todo un lujo...

    Besos

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  5. Jajajajja, después de leer el comentario anterior ya no sé qué leches iba a comentarte yo, es que todo lo que diga ya podrá ser utilizado en mi contra en este blog. Ahhh sí que yo me eclipso con la voz de Ana Gabriel y no me centro en la letra, porque entonces pienso que qué tonterías dice, pero es que esas voces rotas y esa música me encanta.

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  6. Alicia R y Amy: Desde luego, a veces conviene apartar la razón y disfrutar de los desgarros pasionales. Lo malo es cuando uno (o una) se vuelve adicto/a al apasionamiento.

    Marguerite: Sí que intuía (más bien, estaba seguro) tu adortación por las rancheras. A veces pienso que quizás las oyes demasiado ... Pero no me hagas ni caso. En todo caso, cuenta tus aventuras en el DF. Un beso grande.

    Koti: La verdad no soy para nada de coplas. No oigo nunca ese género y, a diferencia de las rancheras, no pertenece a mis recuerdos de infancia. Leo la letra que pones y, desde luego, es tremenda. Sin duda, pertenece al mismo "universo ideológico" que el de las rancheras, pero creo que hay unas diferencias de matiz importantes, como una distinta actitud que quizás enlacen con diferencias significativas entre lo mexicano y lo español. Aunque tengo una intuición bastante clara sobre esto, lo cierto es que cuesta explicarlo.

    Zafferano: Sólo tú has entendido de qué va este post. Y, sí, desde luego que es un lujazo :)

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  7. Vaya, pues aquí llegó la oveja negra: no soy nada aficionada a las rancheras. Sin embargo, el bolero que tanto rechacé allá en la adolescencia por esos motivos que tan tontos luego los redescubrí y escuché de una manera distinta. Pero, mira, con las rancheras como que aún no lo he conseguido.

    Besos

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  8. 1.-Mmm Miro ¿denoto cierta reprobación en tus palabras? ;P
    2.-¿Cual es la diferencia entre adicción al apasionamiento o ser simplemente apasionado? ¿Son compatibles racionamiento y apasionamiento?
    3.- ¿Puede ser la diferencia de actitud entre ranchera y copla en que la actitud de la primera es reivindicativa, (suele ser cantada habitualmente por hombres) y la de la segunda es más doliente, resignada (suele ser cantada habitualmente por mujeres)?
    4.- ¿Acaso a Nanny no le gustan las rancheras porque no ha oído alguna de las verdaderamente hermosas? (No..."el rey" no es una de ellas)
    5.- Y por último...¿qué coño es una ranchera X no sé qué?

    Fdo.

    Pequeña Preguntona

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  9. Fé de erratas:
    "cambiar racionamiento por razonamiento"

    Evidentemente racionamiento y apasionamiento son perfectamente compatibles.

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  10. Marguerite:
    1. Ni denotes ni notes, porque te aseguro que no repruebo an absoluto. Confío en que me creas.
    2. Creo que, simultáneamente, NO son compatibles. Obviamente hay una gran diferencia entre ser apasionado y la adicción al apasionamiento. Pero explicarme sería largo.
    3. Puede ser. Yo había pensado en otras cosas, pero al leer lo que dices me doy cuenta de que están bastante relacionadas con las tuyas. Entre las dos formas de enfrentarse a lo trágico, me atrae bastante más la mexicana que la "andaluza" (o es la española).
    4. Que responda Nanny. El Rey no está mal, eh, que le tengo cariño; pero te admito que hay otras mucho más hermosas.
    5. http://elmundomotor.elmundo.es/elmundomotor/2004/02/20/coches/1077291863.html
    6. ¿Y por qué no escribes tú un largo artículo sobre las rancheras (que sabes mucho más que yo) y de paso lo ornas con tus aventuras mexicanas? Besos

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  11. Nanny: A mi ex le pasó como a ti con los boleros. Yo, en cambio, los veo demasiado melosos para que me gusten; les falta ese punto de desgarro de las rancheras. De todas maneras, tampoco los boleros pertenecen a mis recuerdos infantiles (aunque desde luego, más que las coplas). Un beso.

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