domingo, 23 de septiembre de 2007

Reiki (2)

Llevaba mucho tiempo sin practicarlo; ocho o nueve meses. Recientemente había descubierto el blog de alguien que hablaba sobre Reiki; a una amiga, enredada en mil bloqueos, le había comentado de hacer una sesión; a K le vendría bien relajarse, pensó también.

Tarde noche de fin de semana: prepara mínimamente el ambiente. Piensa que debería comprarse una camilla; ya había visto algunas fantásticas en Internet. La mesa de la cocina, desdoblada, se queda en apenas 150 centímetros; la única disponible es la de su despacho: cristal reforzado sobre estructura de acero. Piensa que tanto metal (además está la librería) no es lo más adecuado, pero no hay otra opción. La persiana casi completamente baja; una vela (debería comprar más) y la bombilla del cuarto de baño aportan una luz tenue. Música de Anand Ajad especialmente compuesta para Reiki.

Se les había ocurrido fumar un poco de maría para probar a intensificar la percepción, la sensibilidad. Muy poco, apenas tres caladas cada uno; pero es una yerba muy buena; enseguida se notan sus efectos. Ella se sube a la mesa y se echa boca arriba sobre la colchoneta de yoga que cubre el cristal. Él le pide que cierre los ojos y que no piense en nada, que se concentre en dejar que cada parte de su cuerpo se vaya “desparramándose”, cayéndose sobre la base que lo soporta como si perdiera su consistencia, como si quisiera disolverse y separarse del conjunto.

Están un rato en silencio; ella, yacente, buscando la relajación muscular, el abandono físico; él, sentado en un taburete con ruedas, con la espalda erguida, los brazos ligeramente caídos, las palmas de las manos abiertas: relajándose a la espera de la sintonía. Cuando nota que le vienen las palabras (no son las que, antes de empezar, había pensado), empieza a hablar despacio. Vamos a mirar, cada uno, dentro de nuestra boca y vamos a sentir que somos una partícula diminuta y liviana, sin apenas peso, una especie de pelusa, de mota. Somos esa pelusa y estamos dentro de una caverna inmensa, flotando en la lengua, que es un lago. ¿Lo ves? Sí. ¿Te ves a ti?¿Sientes que eres esa mota minúscula? Sí. Veo las aguas verdosas en las que floto, se mueven despacio hacia el final de la boca, un arco que cierra esta caverna. Me lleva la corriente, despacio pero sin parar; el agua la veo cada vez más negra, como negro es el agujero grande que se abre y hacia el que me dirijo. Intuyo … No, no intuyo, sé que al llegar a ese horizonte de la lengua las aguas se precipitan en cascada y que caeré por la garganta. Pero no tengo miedo. ¿Te estás acercando tú también? Sí. ¿Notas el agua cada vez más negra? Sí ¿Tienes miedo? No.

Ya hemos llegado y ahora, muy despacio, caemos. Caemos flotando, muy muy despacio. Estamos en una especie de tubo transparente, con mucha luz, que nos deja ver hacia su exterior. Y ese exterior es el interior del cuerpo, del cuerpo de cada uno, que es una especie de molde hueco en el que, suspendidos, se disponen los órganos. Estamos viendo nuestro cuerpo por dentro, como algo ajeno a nosotros, porque somos una minúscula pelusa que está cayendo, flotando suavemente, por este tubo que es la garganta. ¿Lo estás viendo? ¿Ves los dos pulmones? Sí. ¿De que color son? Lilas. ¿Sí? Los míos, en cambio, son azulados, un azul muy flojo, casi blanco.

Ella está muy relajada, los ojos cerrados por unos párpados suaves, una ligera sonrisa en sus labios entreabiertos; él se coloca detrás y extiende sus dos manos hasta detenerlas sobre los ojos de la mujer, un poco por encima de la cara, sin tocarla. Muy pronto empieza a notar un calor vibrante en las palmas de las manos; le sorprende su intensidad y, sobre todo, la premura con que lo nota. Tras un ratito (tres minutos, más o menos) mueve las manos para cubrir la coronaria; nada más acercarlas a la cabeza percibe la materialidad del aura, como hecha de un gel semigaseoso que se esponja. La acaricia con ambas manos como comprobando su dimensión; es bastante grande, al menos en comparación con anteriores experiencias. Él acerca y aleja las manos buscando la distancia justa en la que sienta el equilibrio del aura; más o menos lo nota a unos ocho-diez centímetros de la cabeza y ahí deja las manos. Se mantiene ahí un rato largo porque se nota a gusto; siente que las energías se están moviendo con plácida alegría, percibe en sí mismo el bienestar de ella.

Siempre siguiendo el contorno del aura desplaza las manos, despacio y simétricamente, para cubrir los laterales bajos de la cara y la mandíbula. Quizás aquí la dimensión del aura sea algo menor y por eso acerca las manos; pero el calor es mayor. Pasa las manos a la cuarta posición: sujetándole la cabeza por detrás, desde la nuca. Se la ha levantado muy suavemente, sin que ella opusiera ninguna resistencia; está casi totalmente abandonada, pero no del todo. Hasta ese momento él ha impuesto las manos en silencio; ahora le vienen solas las palabras. Tu cabeza se vuelca hacia mis manos y todos tus pensamientos, todo lo que tienes dentro, se resbala, se cae hacia atrás y sale de ti, ¿notas cómo el cerebro se te va vaciando? Ella dice que sí, aunque él percibe una mínima, ligerísima resistencia. Da miedo acallar la mente porque significa renunciar a controlar. Él insiste y, cada vez más, cree notar la intensificación del calor que viene desde dentro de la cabeza de ella; cada vez más le va pareciendo que esa cabeza que sostiene pierde peso, se hace liviana. Al mismo tiempo, él la mira; mira su rostro al revés que dibuja rasgos distintos de otra cara que también es la de ella aunque sea distinta. Esa cara extraña le transmite paz. Ahora te voy a soltar la cabeza, le dice, y no te pesará nada porque la has vaciado, te has quedado sin preocupaciones, sin pensamientos, has dejado de ser, has abandonado tu cuerpo; y ahora vas a ser sólo sensación, vas a ser la propia energía que hay entre tu cuerpo y yo.

Bueno, tampoco voy a ir describiendo detalladamente cada posición. En todas era común la extrema sensibilidad de él, mucho más que en las otras ocasiones en que había dado Reiki. Supongo que tenía que ver con las caladas de maría; el cannabis exacerba la sensibilidad. Pero también, pienso, obedecía al amor que sentía por ella; creo que el amor facilitaba la intensificación de la percepción de unidad, el conocimiento de lo que ella sentía, la sincronía de las sensaciones de ambos (de eso hablaron luego, acabada la sesión). En la séptima posición, con las manos sobre el chakra del corazón, ella sintió un presión dulce que se le hundía en el pecho, un flujo continuado que le quemaba sin dolor.

Axilas, hígado, bazo, cintura … Él nota cómo ella está abandonada, cómo tiende a ser sólo energía y la conciencia de esa energía. Él le habla, quiere que esa conciencia radique en aquella minúscula pelusa que está en el interior del cuerpo hueco. Y, mientras mantiene una posición, le pide que vaya a su encuentro, que se sitúe simétrica a sus manos (éstas en el exterior, rozando el aura; ella, motita, en el interior, bajo la piel). Él nota cómo ella se acerca porque el calor aumenta, y los flujos de energía se confunden en su dirección, como si se mezclaran abrazándose. Cuando tiene las manos sobre el ombligo, él le dice que está atravesándole un cilindro de luz, que se ponga debajo para recibirlo y empaparse de él. Y enseguida ambos notan que ese cilindro sube y baja, yendo y viniendo, un intercambio energético entre las manos y la pelusilla que es ella. Cuando sitúa las manos sobre el bajo vientre, él percibe una fuerte corriente que tira desde la vagina; nota, además, que ella sufre ligeros espasmos reflejos. Luego ella le diría que, durante esa posición, sintió una fortísima concentración de todo lo que era en su sexo.
Muslos, rodillas, pantorrillas, tobillos … Las manos sobre las distintas partes de las piernas: una en cada extremidad, manteniendo la simetría. La pelusa se desdobla y es a la vez dos que llega simultáneamente a la parte correspondiente del interior de cada extremidad. Se repiten las sensaciones. Al sujetarle los tobillos, él se da cuenta de que ella tarda en bajar hasta ahí: no estás, le dice, y ella por fin desciende: aparece el intenso calor.

Han sido diecisiete posiciones y llevan casi una hora. Quedarían al menos diez posiciones de espaldas, pero ella es incapaz de moverse, tal es su grado de abandono. Él decide pues dejar aquí la sesión y comienza a reacomodar el aura, a limpiar las energías. Entre medias, pequeños movimientos sobre los tobillos, muñecas, dedos de pies y manos, codos. Nuevo repaso y limpieza energética y él se coloca detrás de ella, con los ojos cerrados, se siente bien, limpio y agradecido; sopla suavemente, inclina la cabeza, le da un ligero beso en la frente. Justo entonces, la música se acaba. Él se levanta y le coge la mano: vete abriendo los ojos despacio, le dice. Ella, poco a poco, va saliendo de esa especie de trance dulce de sensaciones, vuelve a ocupar su cuerpo y su mente. Él le ayuda a enderezarse, gira el torso y deja caer las piernas hacia afuera; apoyándose en él pisa el suelo. Se acabó.

Luego ambos comentarían la experiencia. Ella está encantada, se ha sentido muy bien, maravillosamente en paz y percibiendo muy intensamente las energías que le llegaban a través de las manos de él. Él también se siente muy bien, muy relajado; esta es la vez en que más ha percibido las energías (tampoco es que haya dado muchas sesiones; ésta es su sexta, sin contar los autotratamientos) y eso que hacía bastante que no practicaba. Pero lo que más ha sorprendido a ambos es el grado de sincronía que han mantenido; lo que cada uno sentía en cada momento era los mismo que sentía el otro y, además, lo sabían. Puede que esa energía que se percibe con clara materialidad no sea más que una alucinación subjetiva, pero, en todo caso, es una alucinación simultáneamente compartida.


PS: Hace diecinueve meses publiqué un primer post sobre reiki, por si a alguien le interesa.

CATEGORÍA: Auras, chakras y demás orientalidades

7 comentarios:

  1. Me interesa muchísimo el Reiki y tengo la intención de iniciarme, pero tiene que ser en algún sitio y con alguien que me convenza.

    Como ya comenté yo hago biodanza y en su variante biodanza en masaje, que sólo he practicado una vez, cuando coloqué mis manos en la cabeza y vientre de mi compañera para equilibrar las energías sentí un fuerte flujo de energía recorrerme. Increíble hasta que uno mismo no lo siente.

    Gracias por compartir con nosotros la experiencia.

    Besos

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  2. Me vas a perdonar. Yo, que soy escéptica absoluta de estas cosas, llamo a todo este tipo de experiencias sugestión. Pero si te deja relajao, oye, estupendo.

    Besotes.

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  3. No solo soy escéptica para estas cosas, te cuento en respuesta a tu "sorpresa". No creo en ninguna religión y sucedáneos, ni en ningún político, no me creo nada, sé de antemano que me están mintiendo, consciente o inconscientemente. Pretenden de mí que me comporte de determinada manera, y eso hace saltar todas mis alarmas y florece mi rebeldía. Esa actitud de salvó, con sólo 17 años, de caer en una secta (el hijo de un compañero de mi padre no tuvo tanta suerte, cayó en ella, y de qué modo). No quiero vivir en una nube, no lo necesito, al contrario, lo único que me mantiene cuerda es apoyar firmemente los pies en tierra. Sólo me permito volar cuando conozco la máquina y al piloto.

    La sugestión compartida, comunal, me preguntas si la creo posible... pues claro que sí. ¿De qué otra manera catalogarías las histerias colectivas cuando surgen las apariciones marianas (y señalaré sólo aquellas que han sido descubiertos los fraudes, por no herir susceptibilidades)?

    Creo firmemente que los humanos tenemos la mente hecha de blandiblup, tan maleables, tan manejeras, tan ilusas... y a todas las edades, no se salva nadie. Vamos, que ni yo misma estoy libre de caer en manos manipuladoras, pero al menos presentaré toda la resistencia que pueda.

    Por darle un toque de humor, del que me es muy difícil prescindir, y por supuesto sin ánimo de ofender, sólo de chinchar... ¿no has probado a ver si consigues el mismo "efecto calor" imponiendo una almohadilla eléctrica en los chakras?

    Bueno, he leído tu antiguo artículo sobre el reiki, y voy a leerme enterita una página web divulgativa a ese respecto, pero sólo porque te respeto mucho y me interesa saber más de lo que te inquieta (o mejor dicho, de lo que te tranquiliza).

    Besotes.

    PS: no encuentras mi correo porque no lo tengo publicado; te envío yo uno para que lo tengas. ;)

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  4. Bueno, yo no voy a soltar un discurso como el de illyakin pero, aunque curiosa hacia ciertos temas, me considero bastante escéptica. No niego nada pero tampoco creo.

    Supongo que tendría que probarlo y luego opinar :)

    Besos

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  5. Illakin, aunque por mis escritos en el blog no lo parezca ;) yo he sido hasta hace año y pico la persona más escéptica / racional del mundo y de hecho me sigo considerando escéptica del estilo : "si no lo veo no me lo creo o al menos si mi razón no me da una certeza basada en algo concreto".

    Mi hermana me habló hace años de los beneficios de la reflexoterapia léase "masaje en los puntos reflejos de los pies" que a ella le venía muy bien y yo fuí básicamente a que me aliviara los dolores menstruales (cosa que hizo..y eso es fácilmente cuantificable) . Hasta ahí todo muy físico. Un día como cualquier otro, sin previo aviso de que fuera a hacer nada fuera de lo común ni sugestión de ningún tipo, Javi (el terapeuta) hizo algo que provocó como una descarga desde la base de los pies a la cabeza, yo que soy muy preguntona le pregunté qué había pasado y él me contestó que me había recolocado no sé qué energías.

    Cuando no es necesario tener fé para que algo funcione es cuando yo creo que puede ocurrir. La fé es irracional, los hechos no. Ahora no me considero crédula pero me permito estar abierta a nuevas posibilidades, sin dejar de cuestionarlas por supuesto.

    Tengo unas cuantas experiencias inexplicables...iba a hacer un post pero estoy llegando de natación y el sádico me ha dejado muerta... a ver si mañana.

    Besos

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  6. Espero tu post con mucho interés, Marguerite. Yo no dudo de los hechos, ciertamente ocurren esas cosas porque a tí te han pasado y eres buena testigo. Lo que no me creo es que se deba a que me hayan recolocado las energías; yo pienso que me han tocado la punta de un nervio y por eso he sentido un latigazo, como cuando te golpeas el codo y te sube el dolor hasta el hombro. Y tampoco digo que ellos mientan en lo que hacen, pienso que también caen en sus propios argumentos y creen que han hecho algo espiritual cuando lo que han hecho es física pura. Soy escéptica con las explicaciones que les dan, en el 95% de los casos, la explicación es mucho más sencilla. Prejuiciando el reiki (porque aún no me he leído la página que he encontrado, paciencia, dadme tiempo), la primera impresión que tengo es que usa técnicas de relajación, y les cambia el nombre y las viste de misticismo; yo creo en la relajación, pero todo lo demás...

    Paciencia, chicos, mañana postjuiciaré sobre el tema, cuando me haya documentado mejor ;)

    Besotes a todos, que me encanta leeros.

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  7. Pues desde ahora me pondré a investigar por mi ciudad a ver si puedo experimentar una sesión de Reiki similar. Un beso.

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