martes, 3 de julio de 2007

El Santo del día

Con éste pretendo iniciar una serie de posts inspirados en el riquísimo Santoral de nuestra Unam, Sanctam, Catholicam et Apostolicam Ecclesiam. Como enseñaba el catecismo de mi época escolar, los Santos son, junto con los Ángeles, nuestros mediadores e intercesores y deben ser objeto de nuestra veneración porque fueron templos vivos de Dios. Conocer la vida de los Santos es uno de los más eficaces remedios de que disponemos para prevenir las tentaciones y evitar el pecado. De hecho, la verdadera finalidad de las canonizaciones eclesiásticas no es otra que presentarnos modelos de conducta, ejemplos a seguir posibles desde nuestra pobre humana naturaleza.

La Iglesia conmemora cada día varios Santos, porque –benditos sean- muchos más hay que jornadas tiene el año. Lamentablemente, la costumbre entrañable de consultar el santoral está hoy día casi extinguida. Tampoco son habituales esas lecturas piadosas de vidas ejemplares que, por muy simplonas que fueran, casi al estilo reader’s digest, nos aportaban anécdotas de saludable moralidad, amén de tiernas emociones infantiles. Recuerdo mi ansiedad por Teresita escapando de su casa abulense para convertir infieles, mi santa ira al descubrir la impía depravación de Nerón con aquellos mártires de los primeros tiempos, y así tantas y tantas …

Creo pues que, en esta época de relativismo moral que hemos de sobrellevar, bien ha de estar recuperar viejas devociones o, cuando menos, aportar breves pinceladas de esos congéneres que con sus vidas supieron mostrar a sus contemporáneos y a los que hemos llegado después la luz de la Verdad. Para ello, por más que carezca de toda originalidad, qué mejor que aprovechar el Santo del día para trazar la correspondiente semblanza. Aprovecho los recursos de la maravillosa Red (tan frecuentemente empleada para actos de sulfuroso hedor) y buceo en varias páginas a tal fin. Cierto es que no me queda del todo claro cuál es el Santoral oficial, pues encuentro muchas divergencias; perdónenseme los involuntarios errores en que pueda incurrir (procuraré, poco a poco, mejorar en esta tarea).

Hoy, tres de julio, conmemoramos las santas vidas de Tomás Apóstol, Raymundo Gayrard, León II papa, Jacinto, Heliodoro obispo, Trifón y otros doce mártires de Alejandría, Eulogio y otros mártires de Constantinopla, Ireneo y Mustiola, Marco y Mucio, también mártires y Dato obispo. Once personajes para un solo día (y eso sin contar a los mártires anónimos que acompañaron a dos de ellos): hay donde escoger. Y hoy escojo a Tomás, porque creo que es su ejemplo el que ahora puede resultarnos más provechoso. No voy a extenderme en la glosa, baste consultar alguna página al efecto.

Resaltaré, eso sí, que alguna tradición lo supone arquitecto y por ello el gremio al que pertenezco lo ha erigido en su Patrón. Ciertamente, es usual en su iconografía hacerle portador de una escuadra, pero creo más verosímil que fuera un pescador de familia humilde que, junto a otros compañeros, oyó la llamada de Jesús y, abandonándolo todo, le siguió. Era, en todo caso, un hombre fornido, valiente, impetuoso (nada políticamente correcto, diríamos hoy) y de tremenda fidelidad a Nuestro Señor. Es él quien arenga a los apóstoles para acompañar a Cristo a Betania cuando Lázaro muere, para defenderlo de los más que probables apedreamientos y, si era preciso, morir junto a Él. Con este carácter no ha de costarnos entender el durísimo golpe que tuvo que sufrir por la Pasión y Crucifixión; debió de quedar en un estado de total abatimiento. Seguramente por eso no se encontraba con sus compañeros en la primera aparición de Jesús; y también me parece muy humana su famosa incredulidad cuando éstos se lo contaron. Pero puede (y así debemos creerlo) que no se tratara tanto de falta de fe como de una protesta airada del hijo dolido por no haber visto al Padre, una amorosa exigencia al divino amigo para que volviera a visitarle. Y Jesús lo hace, ofreciéndole las heridas de sus manos y su costado para que las palpase. Intentemos concebir la turbación emocionada del Santo, tratemos de vivir esa escena: Tomás cayendo de rodillas, el rostro anegado en lágrimas de alegría, mientras, entrecortadamente, musita la bellísima fórmula que hasta hoy nos ha llegado: “Señor Mío y Dios Mío”. Qué acertadamente proclamó San Gregorio, uno de los Padres de la Iglesia, que la incredulidad de Tomás ha sido más beneficiosa para nuestra Fe que la fe de los apóstoles que fácilmente creyeron.

La tradición nos cuenta que Tomás marchó hacia Oriente para apostolizar a los partos, medas y persas; incluso se le hace llegar hasta la India, tras atravesar Pakistán y el Tíbet. Murió martirizado en Calamina, ciudad indostánica de ignota localización, en un día como hoy del año 72.

Mucho creo que podemos aprender de este hombre humilde y santo, ajeno a vanidades y componendas. Confío que estas breves líneas despierten algún corazón dormido y basten para animar a profundizar en el estudio de su ejemplo. Aprovecho para felicitar a los Tomases que puedan leerme, siempre claro está, que su cristiano bautizo no obedezca a la advocación de otros venerables homónimos, como el Doctor Angélico de Aquino (1226-1274) o Santo Tomás Moro (1478-1535), cuyo honesto y valiente enfrentamiento al impúdico y hereje Enrique VIII le costó ser decapitado. Es importante saber que con nuestros nombres nos pone la Iglesia bajo la protección de tan eficaces intercesores. Merece pues la pena conocerlos y venerarlos, incluso ahora en que se olvidan estas prácticas y abundan vocativos paganos cuando no simplemente baladíes. Qué lejos ha quedado esa tradición de poner al infante el nombre del santo del día (yo mismo porto, como segundo, el que se conmemora en mi onomástica).

No tengo apenas tiempo para más. Sin embargo, no quiero acabar sin recordar a San Raimundo, impulsor decidido de la construcción de la basílica tolosana de San Sernín y, por ello, otro de los que se invoca como patrono de los arquitectos. Muerto santamente el tres de julio de 1118, desde su tumba fue hacedor de numerosos milagros, llegando a aplacar una cruenta epidemia. Pareciera que el día de hoy santifica la arquitectura. Lástima que Gaudí, devoto católico y autor, como San Raimundo, de otra de las grandes obras sacras de la cristiandad, muriera algunos días antes de esta fecha.


CATEGORÍA: Creencias y descreencias

12 comentarios:

  1. necesitas vacaciones ya, si empiezas a escribir sobre los santos o es verdaderamente te interesa investigar sobre ellos'???
    si es lo primero a por ello, y si es lo segundo tambien :)
    un beso

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  2. Ironías de santo, o no??

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  3. ay Dios mío, todos mis rezos han dado su fruto y estás abandonando el ateísmo ! Loado sea díos.

    Besos

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  4. Sin olvidarnos del dicho....
    "Una y no más Santo Tomas".

    Saluditos

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  5. Miros, ¿Qué te has tomado hoy?
    Si te invito a un Té Verde hecho por una amiga mia marroquí, ¿Será suficiente para volver a tu cuerpo original?

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  6. gracias por tu visita....y tal y como lo has explicado se entendería siempre mucha gente...
    Un abrazo

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  7. Sorrrrrrrrry, pero no puedol, no puedol, es demasié, yo quiero leer vidas de blogueros, que no son precisamente unos santos :P

    Besos.

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  8. Ostras, Miro ¿te nos has vuelto religioso de golpe? Lo que nos faltaba.... Jajajaja

    Besos

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  9. Uno de los que nombras, Tomás Moro, siempre me ha parecido un personaje muy interesante. Un hombre que era el segundo más poderoso de Inglaterra, y al mismo tiempo inmune a toda corrupción, capaz de mantener sus principios hasta el final de su vida.

    Leí la "Utopía" en la carrera, pero creo que con las prisas propias del momento y los pocos años no disfruté de esa lectura lo suficiente. Tengo que volver a leerla.

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  10. Aquí aparece la que lleva la contra... pues a mi me ha gustado el post.

    (EStoy con Koti, siempre me atrajo Tomás Moro)

    Besos de una maia.

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  11. Miroslav!!!! a sido interesante, pero seguro que tu vida lo es más....

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  12. Pues me ha gustado tu semblanza, es una original forma de acabar el dia, aprendiendo y, ¿porqué no?, de los Santos...de algunos de ellos no me hubiese importado saber de su blog.

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