jueves, 12 de julio de 2007

Anécdota trivial

Trivial e irrelevante, sí; pero como me ha ocurrido hace un rato y me ha divertido, pues voy y la cuento.

Salía del hospital. La puerta principal se abre a un pequeño rellano exterior, a un nivel algo más alto que la urbanización de la parcela. Desde ese rellano se baja, bien por la izquierda mediante una rampa estrecha, bien por la derecha a través de unos seis o siete escalones. Lo natural, al salir del edificio, es girar hacia la izquierda y tomar la rampa, porque en esa dirección hay que seguir caminando hasta llegar a la calle. Pero justamente por eso, es por ahí por donde entra más gente y se suele formar un pequeño tumulto entre los que llegan y los que están quietos fumándose el cigarrillo prohibido en el interior. Entre estos fumadores, sentados en el murete que cierra el rellano, de frente a las puertas del hospital, había una pareja en torno a la treintena.

¿Situados? Salía yo del hospital, veo el remolino humano a la izquierda, doblo hacia la derecha y desciendo los seis o siete escalones, ya abajo giro 180 grados enfilando mis pasos hacia la calle, estoy caminando con mi costado izquierdo paralelo y cercano al muro frontal del rellano superior. Justo entonces, la mujer allí sentada voltea la cabeza y casi en el mismo movimiento dispara un escupitajo. Como en cámara lenta veo el proyectil líquido y la pernera izquierda de mi pantalón acercándose entre sí. Pero, afortunadamente, el salivazo iba más rápido y cruza antes el espacio de aire que en apenas una décima iba a ocupar mi pierna.

La mujer, a la vez que escupía mira … y me ve, cuando ya estaba expulsando sus babas. Inmediatamente, supongo que sin saber si me había salpicado o no, dice perdón. Yo voy con la vista baja, la oigo, pero opto por callar y seguir caminando (en ningún momento mi ritmo se había modificado). Ya los he pasado y escucho de nuevo su voz, ahora más alta: perdón. Hay un sol de justicia (¿o de injusticia?), no tengo ganas de contestar; además, ¿qué habría de decir? ¿No te preocupes, no ha pasado nada o,coño tía, fíjate antes de escupir? Sigo pues caminando, la vista baja como si estuviera absorto en profundas preocupaciones.

Estoy ya a la altura de la rampa, a cuatro o cinco metros de la pareja, y ahora es la voz del hombre, mucho más alta, casi un grito: Eh, ¿es que no oyes que te están hablando? Me detengo, me giro, los miro. El tío se ha levantado y desde su posición superior (pongamos 110 centímetros respecto a la mía) me está mirando con cara de cabreo. ¿Es a mí? Pregunta absurda, pero útil para valorar por donde podían ir los tiros. ¿No has oído que mi mujer te ha pedido perdón? El tono parecía indicar que consideraba que había sido objeto de una gracia inmerecida. Ah, disculpa, no lo había oído. ¿Y por qué me ha pedido perdón?

La réplica me vino sin pensar. Imagino que mi cerebro hizo de forma automática un velocísimo cálculo de probabilidades y valoraciones de las posibles derivas de la situación a fin de decidir la mejor opción. Y no fue nada mala. El tipo me miró desconcertado con la cara de bobo que se nos pone cuando parece que el tiempo se suspende. La mujer aprovechó el lapsus. Como un resorte se levantó y me dijo: no, por nada, perdona me he equivocado. La miré y le sonreí levemente (a lo mejor en los ojos se me notaba un regocijo más burlón). Me di la vuelta y seguí caminando. Fin del incidente.

Noticia relacionada (con la didáctica intención de que la trivial anécdota del autor aporte información de actualidad que contribuya al enriquecimiento cultural de los sufridos lectores): El gobierno pekinés desde hace ya más de un año (la noticia no es muy actual, lo siento) ha iniciado una campaña para lograr que, antes de las Olimpiadas de 2008, sus ciudadanos abandonen el arraigado hábito de escupir. En Pekín se escupe con fruición y abundancia; y no sólo en los espacios abiertos; los pisos de los locales comerciales, restaurantes, etc suelen estar adornados con densas flemas orientales. Para erradicar este apreciado hábito (¿qué pasa con las señas de identidad culturales?), la Oficina de Desarrollo Ético de Pekín (¿para cuándo una institución así entre nosotros?) ha dado órdenes a la policía de rastrear a los infractores y colocado cámaras de vigilancia para sorprenderlos en el acto. Pero no todo va a ser reprender, hay que ayudar a desprenderse de este tan adictivo hábito. Para ello, se han reclutado a cientos de monitores que patrullan las calles entregando a los transeúntes, de forma absolutamente gratuita, unas bolsas en las que escupir. Luego, informa Zhang Huiguang (el director de la citada Oficina), debe ser el propio escupidor quien deposite la bolsa en una papelera.



CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas

10 comentarios:

  1. Buena táctica, ya lo decía aquel, que sólo hay dos maneras de ser feliz: o ser completamente idiota, o hacer ver que lo eres.

    Valga desde aquí mi total repulsa a los marranos, cerdos, incultos, y guarros que escupen. Creo que hay pocas faltas de educación que me produzcan mayor repugnancia. Esa, y la de no ducharse por las mañanas.

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  2. Ayss que la mujer querría que le dieras las gracias por la buena educación que te estaba demostrando. Cachis.

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  3. Exacto: la mujer pretendía demostrar que no era tan garrula como parecía, y el hombre incluso estaba dispuesto a pegarte para dejarlo claro. Se nace garrulo o no.

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  4. Buajj... ¡la de microbios que tiene un escupitajo!.

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  5. me alegro que en Pekin esten tomando esas medidas, porque es verdaderamente dificil de tolerar esa cultura de los chinos para quien va como turista ... aunque no va a se tarea facil, estos chinos estan tienen muy arraigada esa mania,
    besos,

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  6. Buena agilidad mental la tuya. Genial salida y qué tía más asquerosa por dioshh :D

    Fíjate que yo siempre he considerado eso de escupir una manía más bien masculina... se ve que estaba equivocada :)

    Besos

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  7. muy buena la asociacion con la noticia al final :P

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  8. La que dijo que creía que esa "es una costumbre masculina"... nada que ver. Cada vez más mujeres lo hacen.

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  9. Yo me llamo David, soy de Argentina, y veo que existe gente maleducada (como ustedes llaman garrula) en todas partes del mundo. Quizás, lo que cuente yo, no tenga tanto que ver con la anécdota del principio, porque lo que sufrí yo una vez, no fue un escupitajo intencional (sino saliva salpicada en la cara), pero las consecuencias fueron similares. Yo, hace un par de años, practicaba Tae Kwon Do. Para los que no saben: Hay una disciplina dentro de ese deporte, que se llama "media lucha". Es decir: Lucha sin contacto (realizando sólo los movimientos de los golpes, como si golpearas a tu oponente, pero tirás los golpes al aire, y tenés que hacerlo rápido e ininterrumpido). También en Tae Kwon Do, se suele hacer la "exalación": es decir, acompañar los golpes (de la lucha, o la media lucha) con una especie de chasquido horrible, que si no tenés la boca bien seca, y encima usás protector bucal, es difícil que no escupas a tu oponente. Nunca me pasó con nadie, aunque yo me la veía venir. Hasta que sucedió. Una compañera (que no voy a delatarla por caballero, pero tendría que hacerlo, por si alguna vez entra acá, ya que conozco el nombre y el apellido), cuando me tocó practicar media lucha con ella, exala, y me escupe. Ella ni se dio cuenta, pero se le escaparon de la boca, tres o cuatro gotas de saliva, es decir, una pequeña lluvia en mi cara, cerca de los ojos. Yo no le dije nada (no interrumpí lo que teníamos q hacer) hasta el final. Luego, me acerqué a ella, y le dije: "(su nombre), tené un poco más de cuidado cuando exalás, porque se te escaparon un par de pollos en mi cara". Ella me respondió, de mala manera, como gastándome (o como si la ofendida fuese ella, no me quedó claro):"es saliva. Los pollos están en la granja". Yo me quedé atónito a esa respuesta... más bien esparaba una pequeña disculpa, o que al menos, no diga nada. Luego, cuando reaccioné, porque no podía creer lo que escuchaba, le dije: "me parece que vos te estás llendo al carajo. Encima que me salpicás saliva, o como te guste llamarla, en mi cara, me decís esa pelotudez (y otras cosas más le dije)". Ella, tozuda, seguía: "lo q pasa, es q a veces con el protector bucal, se escapa, vos estás hilando muy fino (y otras boludeces más)". Yo voy a lo siguiente: ¿es tan difícil ser educado y saber pedir disculpas cuando corresponde? ¿Qué hubiese esperado si fuese ELLA la que hubiese recibido gotas de saliva en una exalación, de otra persona?. Y nunca se me acercó luego, otro día, para decirme: "estuve mal ese día, disculpame" o algo así. Es así: En todo el Planeta, de Norte a Sur, de Este a Oeste (aguante el Oeste, ya que estamos): Cuando se nace "cabeza"/"garrulo", se muere "cabeza"/"garrulo".

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  10. Pollos: en Argentina (además de a las crías de las gallinas) se les dice a los escupitajos así. Aclaro, por si en España, no se sabe lo que es. Y "compro" la palabra "garrulo" jajaja. La adopto.

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