domingo, 22 de julio de 2007

¿Mató Medea a sus hijos?

Sin duda, Medea es uno de los más terribles personajes de la mitología griega, una figura anti-heroica, hacedora y portadora del mal, demoníaca. No es casualidad que no sea griega sino bárbara, de la lejana y extraña Cólquida, el fin oriental del mundo conocido. Medea se convierte así en la personificación de los desastres funestos a que conducen las pasiones excesivas que, para los griegos, no son propias de los humanos, sino de los dioses. Por si el mensaje no quedara suficientemente claro, Eurípides lo pone explícitamente en la boca de la vieja nodriza, al comienzo de su famosa tragedia.

El tema de esta tragedia es sobradamente conocido. La obra transcurre en Corinto, ciudad en la que Jasón y Medea, con sus hijos, han encontrado refugio tras ser expulsados de Yolcos, en Tesalia. A través de los diálogos, Eurípides recuerda a sus espectadores la historia previa que han compartido Jasón y Medea, atribuyendo a ésta el principal papel criminal para ayudar a su marido a obtener el vellocino de oro, primero, y el trono de Yolcos, después. Pese a esa íntima complicidad, Jasón va a traicionarla, casándose con Glauca, la hija de Creonte, rey de Corinto. Medea, ultrajada, enloquece de odio y orgullo y, con astucia, lleva a cabo su terrible venganza. A través de unas prendas envenenadas mata a Glauca y a su padre y luego, con la espada, asesina a sus dos hijos, privando así a Jasón de la continuidad de su linaje.

Ahora bien, ¿hasta qué punto Eurípides se limita a dramatizar una historia previa o innova el mito incorporando nuevos elementos? Medea, como todas las obras de la edad de oro del teatro griego, fue escrita para concursar en los certámenes dramáticos de Atenas (parece que en el del año 431 aC obtuvo el tercer puesto, triste resultado si tenemos en cuenta que se presentaban tan solo tres autores). Hay que pensar que, para esos años, las fiestas denominadas Grandes Dionisias, por ejemplo, eran un acontecimiento importantísimo, no sólo para la ciudad sino para toda Grecia; Atenas recibía a numerosos visitantes, tanto ciudadanos comunes como altos cargos de otras polis. En ese contexto, la repercusión de las representaciones era tremenda, significando mucho más que el mero entretenimiento. Hay que recordar que hablamos del siglo de Pericles, el impulsor del apogeo ateniense y quien, no inocentemente, favoreció y consolidó el teatro (el propio Pericles hizo su entrada en la vida pública financiando, para su presentación en las Dionisias, Los Persas, la obra de Esquilo). Las piezas dramáticas perseguían objetivos de educación política (o de propaganda, si se prefiere), justificando, a partir de episodios mitológicos bien conocidos por la ciudadanía, los valores que el gobierno (o el privado que financiaba la producción) quería fomentar. No es impensable que, a medida que la repercusión de estas fiestas teatrales fue afectando a toda la Hélade, otras ciudades quisieran financiar la representación en Atenas de obras que rindieran homenaje a sus propios pasados míticos.

Robert Graves, en Los Mitos Griegos, afirma que fueron los corintios quienes, enfurecidos por el asesinato de Creonte y Glauca, se apoderaron de los hijos de Jasón y Medea y los mataron apedreándolos. Posteriormente, representantes de esta ciudad pagaron quince talentos de plata a Eurípides para que modificara la historia e hiciera recaer el crimen sobre la cólquide. Graves cita a Apolodoro, Pausanias, Eliano y Filóstrato en apoyo de la versión de que la lapidación se produjo en una colina en la que se erigía un templo a Hera; en ese templo fueron enterrados los niños por orden del oráculo de Delfos. A partir de entonces, como expiación del crimen, siete niños y siete niñas corintios con las cabezas rapadas habían de pasar un año en el templo. Si bien los autores citados que imputan el crimen a los corintios son todos posteriores a Eurípides (entre los siglos II aC y II dC), sus relatos aparecen en obras descriptivas, lo que haría pensar que recogieron la tradición de la época, sin tener, como pudo ser el caso del dramaturgo, intenciones concretas sobre sus lectores. En apoyo de esta tesis llama la atención que entre los grandes fijadores literarios de la mitología griega anteriores a Eurípides, si bien aparece en varias ocasiones el personaje de Medea, no se encuentran referencias al parricidio (aunque sí a los asesinatos previos a su llegada a Corinto, así como al posterior intento de envenenamiento de Teseo en la corte de Egeo).

De otra parte, ¿cuántos hijos tuvieron Jasón y Medea? Tampoco está totalmente claro. Graves habla de siete: una chica, Eriopis, y los varones Medeo, Mérmero, Tésalo, Alcímenes, Tísandro y Argos. En la versión que imputa el crimen a los corintios, Eriopis y Medeo escaparon de la muerte; este último (también llamado Polixeno) gobernó posteriormente el país de Media. Quienes piensan que fue Medea la asesina, dicen que mató directamente a dos (tal como cuenta Eurípides) y que otros tres perecieron en el incendio del palacio provocado por ella; se salvarían pues otros dos: Tésalo que llegó luego a reinar en Yolcos y dio su nombre a la región (Tesalia) y Feres que continuó la tradición envenenadora de su madre.

Así que no tengo nada claro ni cuántos hijos tenían Jasón y Medea, ni tampoco si ésta los asesinó. Aun a riesgo de desviarme de Eurípides, me inclino por absolver a Medea del crimen, lo que, por otra parte, hace más fácil actualizar el relato mitológico. Ciertamente ha habido madres parricidas en todas las épocas, pero resulta poco creíble que una dama de la alta sociedad andaluza (según mi ejercicio de los posts anteriores) asesine a sus hijos en venganza contra su marido. De todas maneras, habrá que matar al menos a un par de chiquillos si se quiere mantener el tono trágico … o quizás pueda encontrarse alguna metáfora al crimen que no sea tan brutal.

Exonerar a Medea de la muerte de sus hijos (aunque sea por falta de pruebas suficientes) no la hace en absoluto un angelito. Respecto al resto de sus crímenes no parece que haya divergencias en las diversas fuentes que recogen la mitología griega. O sea, que era un bicho peligroso, del que había que cuidarse muy mucho. Seguramente, siendo como era, no le debió costar mucho a Eurípides sumar a sus “virtudes” la del parricidio de sus hijos (ya lo había cometido con su hermano). Pero creo que, sobre todo, ayudó el que fuera extranjera, ajena a la cultura y los valores de los griegos. Imagino que, entonces como ahora, debía haber abundantes dosis de xenofobia en las polis de Hélade y, más que en ninguna, en la altanera Atenas. Ahora bien, tampoco tengo del todo claro que Medea fuera cólquide de pura cepa; según Robert Graves (otra vez) su padre Eetes había sido el rey legítimo de Corinto y cuando Jasón y Medea llegan a esa ciudad, ésta reclama el trono para su marido. En esta versión (cuyas fuentes no he verificado), Creonte es el rey de Tebas … En fin, nuevo lío.

¿Y qué más dará todo esto si, al fin y al cabo, la mitología no es verdad? Pues tengo que disentir. Estos mitos conformaron durante muchos siglos un sistema cosmogónico coherente y complejo (¡vaya que si era complejo!) que era verdad para griegos y latinos, al menos en un sentido pragmático del término verdad (no voy a explicar a qué me refiero porque me enrollaría demasiado). Y ese sistema mitológico ha imbuido la civilización cristiana e influido mucho en la conformación de nuestra ética. Pero, sobre todo, la mitología es “verdad” en cuanto a creación de arquetipos psicológicos, como prueba la pervivencia de los caracteres de sus personajes a lo largo de la literatura occidental (y de la propia historia). Y, en última instancia, porque me apetecía recuperar viejas aficiones, la que, sin duda, es mi razón primordial.



CATEGORÍA: Personas y personajes

5 comentarios:

  1. Pues sí, me gustó leerlo.
    La mitología me encanta y tu forma de narrar unas historias tan rebuscadamente liadas, de un modo sencillo, claro y ameno, hace que me quede con ganas de más.
    Besos

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  2. A mí la Medea infanticida me encaja perfectamente en el personaje. Es un exceso, de acuerdo, sobre todo para tu intención de contar la historia adaptada a otro lugar y época, pero es que Medea es excesiva. Y para la mentalidad griega, es la mejor venganza contra Jasón, que es el único que existe para ella, por encima de hijos o de cualquier otra persona.

    Ahora mismo me he acordado de Juana la Loca, que no mata a sus hijos, pero condena a su hija pequeña a una vida terrible, encerrada con ella años y años, algo que bastaría para desequilibrar a cualquiera. No se hizo así porque nadie la obligara a ello, fue voluntad de Juana. Es que ella, como Medea, no tiene lugar para querer a nadie más, ni hijos, ni padre ni nadie.

    También Leonor de Aquitania que, en su afán de vengarse de su marido, utiliza a sus hijos contra él, aunque para ello les destroce la vida.

    Aunque no sean casos iguales, son un ejemplo de que la Medea infanticida es una posibilidad como otra.

    Aquí te dejo un artículo sobre Medea, explicando el personaje en el contexto de la Guerra del Peloponeso, que empieza el mismo año en que se estrena la obra: www.gipuzkoakultura.net/ediciones/antiqua/sala.pdf

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  3. Creo que la función de la historia de Medea, en la línea de otras obras griegas, no era otra que la de explorar los límites de la naturaleza humana. Así como Edipo investiga el incesto, (como prohibición atávica), Medea exploraría los límites del instinto maternal frente a otras pasiones....si ha tenido pervivencia y se ha mantenido como un referente cultural creo que es porque en realidad habla de algo posible...avisa que en la especie humana hay instintos que pueden verse debilitados. Nietzche parte, para su crítica de Socrates diciendo que era feo ("El crepúsculo de los ídolos")...esto además de lo chocante que pueda parecer, lo que significa es que detectaba a través de ese hecho una pulsión hacia el abandono a las pasiones...tal vez lo que Nietzche percibió es el temor que una obra como Medea delata.

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  4. Y yo una vez leí que existe algo llamado el "síndrome de Medea" que ataca a las mujeres abandonadas o maltratadas por el padre de sus hijos y que las lleva a vengarse de él en ellos. Siempre tuve mucho miedo a que me toque...

    Me encanta su blog, Miroslav.

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  5. Medea no es solo la que mata a sus hijos para fastidiar al padre .... Medea también es Bretón y medea está muy presente en la vida de los divorciados españoles, aunque jueces fiscales y psicólogos inquisitoriales miren hacia otro lado. Aquí tenéis a Medea en accion

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