El Enfado y la Tristeza
Hoy me han contado un cuento. Me lo han contado porque venía a cuento del incidente de ayer. Y me ha gustado el cuento. Así que voy a contar un cuento.
Érase una vez un país donde habitaban las emociones. Eran muchísimas y muy diversas, pero no es en este cuento donde hemos de censarlas. Fijémonos sólo en dos de ellas: el Enfado y la Tristeza. Porque el cuento se refiere a un día en que estas dos emociones se separaron de sus paisanas para dar un paseo por el bosque.
Pasearon, pasearon y llegaron a un lago precioso, de aguas calmas y transparentes en las que flotaban nenúfares brillantes y nadaban pececillos de colores. El Enfado y la Tristeza quedaron extasiados ante la belleza del lugar y pensaron a la vez en lo agradable que sería bañarse en esas aguas.
Entonces, de común acuerdo, se desnudaron, dejaron sus ropas al pie de uno de los gruesos troncos de los frondosos árboles que rodeaban el lago, y corrieron jubilosos hasta la orilla, dando esos saltitos vibrantes tan característicos de las emociones. El agua estaba templada y burbujeaba juguetona en torno a nuestros dos amigos. Era una maravilla.
Pero, como todo el mundo sabe, el Enfado siempre va con prisas, así que, enseguida, se impacientó y decidió irse corriendo a otra parte. La Tristeza, en cambio, es una emoción que cuando llega gusta de permanecer largo rato y por eso se quedó lánguida en el agua, dejándose acariciar por los nenúfares sedosos y los pececillos de escamas irisadas.
Pero hasta la Tristeza, al final, debe irse. Cuando salió del agua y llegó hasta el grueso tronco del frondoso árbol, se dio cuenta de que el Enfado, se había vestido con sus ropas. Este Enfado, se dijo, ya ha vuelto a equivocarse, si no fuera tan apresurado ... ¡Qué se le va a hacer! Y la Tristeza se vistió con las ropas del Enfado.
Por eso, y aquí viene la moraleja, si alguna vez te encuentras con el Enfado, fíjate bien, no vaya a ser que sea la Tristeza con sus ropas. Y tampoco confundas con la Tristeza al Enfado vestido como ella.
Érase una vez un país donde habitaban las emociones. Eran muchísimas y muy diversas, pero no es en este cuento donde hemos de censarlas. Fijémonos sólo en dos de ellas: el Enfado y la Tristeza. Porque el cuento se refiere a un día en que estas dos emociones se separaron de sus paisanas para dar un paseo por el bosque.
Pasearon, pasearon y llegaron a un lago precioso, de aguas calmas y transparentes en las que flotaban nenúfares brillantes y nadaban pececillos de colores. El Enfado y la Tristeza quedaron extasiados ante la belleza del lugar y pensaron a la vez en lo agradable que sería bañarse en esas aguas.
Entonces, de común acuerdo, se desnudaron, dejaron sus ropas al pie de uno de los gruesos troncos de los frondosos árboles que rodeaban el lago, y corrieron jubilosos hasta la orilla, dando esos saltitos vibrantes tan característicos de las emociones. El agua estaba templada y burbujeaba juguetona en torno a nuestros dos amigos. Era una maravilla.
Pero, como todo el mundo sabe, el Enfado siempre va con prisas, así que, enseguida, se impacientó y decidió irse corriendo a otra parte. La Tristeza, en cambio, es una emoción que cuando llega gusta de permanecer largo rato y por eso se quedó lánguida en el agua, dejándose acariciar por los nenúfares sedosos y los pececillos de escamas irisadas.
Pero hasta la Tristeza, al final, debe irse. Cuando salió del agua y llegó hasta el grueso tronco del frondoso árbol, se dio cuenta de que el Enfado, se había vestido con sus ropas. Este Enfado, se dijo, ya ha vuelto a equivocarse, si no fuera tan apresurado ... ¡Qué se le va a hacer! Y la Tristeza se vistió con las ropas del Enfado.
Por eso, y aquí viene la moraleja, si alguna vez te encuentras con el Enfado, fíjate bien, no vaya a ser que sea la Tristeza con sus ropas. Y tampoco confundas con la Tristeza al Enfado vestido como ella.
CATEGORÍA: Reflexiones sobre emociones
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A mi me pierde la tristeza, quizá por la melancolía, porque las miradas son muy profundas, porque yo también me visto de vez en cuando de ella.
ResponderEliminarComentado el Martes, 5 Septiembre 2006 17:33
¿y como sería el enfado vestido de tristeza?
ResponderEliminarComentado el Martes, 5 Septiembre 2006 19:45
onocía este cuento. Soy gran admiradora de los cuentos en general, y siento especial debilidad por los de Jorge Bucay.
ResponderEliminarEste cuento lo utilicé hace unos dos años, en un foro en el que solía escribir. En ese momento me recordaba tanto a alguien...
Gracias por recordármelo.
Comentado el Martes, 12 Septiembre 2006 08:00