miércoles, 9 de abril de 2008

Paréntesis a la Nullitatis Matrimonii

Hago un paréntesis en la transcripción de las actas de la causa de nulidad Marincola-Caligiuri, para permitirme algunos comentarios (para eso éste es mi blog). Oídas las declaraciones de ambos cónyuges, hay algunas cosas que me llaman la atención.

Como es sabido, cuando los Tribunales eclesiásticos declaran la nulidad de un matrimonio lo que hacen es decir que tal matrimonio nunca existió porque faltó alguno de los requisitos esenciales según el Derecho Canónico. De acuerdo a su propia lógica jurídica, para declarar la nulidad de un matrimonio ha de probarse en el proceso que alguno de tales requisitos esenciales no se verificó; a este respecto, el canon 1060 del Código Canónico establece que "... en la duda se ha de estar por la validez del matrimonio mientras no se pruebe lo contrario". En el caso que nos ocupa, está claro que el único requisito, de entre todos los contemplados en la legislación eclesiástica, que podía no haberse cumplido se refería al consentimiento. En concreto, Rachele apela al canon 1103 que dice que "es inválido el matrimonio contraído por violencia o por miedo grave proveniente de una causa externa, incluso el no inferido con miras al matrimonio, para librarse del cual alguien se vea obligado a casarse".

He repasado la parte del Código Canónico referida al matrimonio (así como algunas páginas de internet sobre el asunto) y no encuentro otra línea argumental aplicable a este caso que pudiera llevar a buen puerto la demanda. Bueno, hay otra que Rachele llega a insinuar y es la impotencia sexual (curiosamente, la esterilidad no es causa de nulidad). Pero ese era un camino erizado de dificultades probatorias, más cuando había descendencia; incluso tengo la sensación de que mencionarlo no contribuyó a la causa de la demandante (me imagino a los jueces eclesiásticos frunciendo el gesto con desagrado). En todo caso, prescindiendo de ese detalle colateral, lo cierto es que tanto las preguntas como las respuestas tienen mayoritariamente por objeto dilucidar si la contrayente dio el si contra su propia voluntad, forzada por un miedo grave.

Lo sorprendente (o no tanto) es la actitud de Renato. Me resulta bastante claro que, para esas fechas, tantos años después de que su mujer le había abandonado, siente odio hacia ella o, si parece una palabra muy fuerte, digamos que, desde luego, no le guarda ningún cariño. Quiere que el matrimonio se anule; lo dice explícitamente (incluso cuenta que había pensado iniciar él mismo la causa pero que no lo hizo porque le parecía muy costosa) y no deja dudas en cuanto a su negativa a reconciliarse. Hay pues coincidencia en la intención de ambas partes, lo cual desde una óptica racional indicaría que ambos debieran haber avalado el argumento del consentimiento forzado. Sin embargo, Caligiuri, a lo largo de toda su declaración, no cesa de desmontarlo. Sostiene insistentemente que Rachele le amaba y era afectuosa con él, que estaba ilusionada con el matrimonio, que su vida conyugal fue normal (pese a las discusiones por los "contrastes" de caracteres) y que, en suma, sólo la aparición de una tercera persona causó la ruptura de la convivencia. Es evidente, y a él no podía ocultársele, que con esas declaraciones minaba el único motivo suficientemente sólido para alcanzar una declaración de nulidad; prueba de ello es que de su declaración no se deduce ningún otro motivo válido (porque no lo había). Así pues, ¿por qué Renato optó por esa actitud, tan contraria a sus intenciones?

La única explicación que se me ocurre es el orgullo, el que Caligiuri se sentía herido en su mal entendida dignidad. No estaba dispuesto a admitir que Rachele se había casado con él sin amarle, insiste varias veces que no tenía ninguna duda de ello porque, de haberlas tenido, habría roto inmediatamente su compromiso, debido a su carácter. ¿A su carácter? ¿Qué pretendía decir? Pues, supongo, que consideraba indigno esforzarse en que la niña cambiase sus sentimientos, en tratar de enamorarla. En su vanidad decimonónica (por más que ya estuviésemos en el XX) no concebía que Rachele no pudiera amarle; o mejor, no se permitía aparentar que pudiese concebirlo, ante los demás y, me temo, que incluso ante sí mismo. Me pregunto si ese orgullo vacuo sería lo suficientemente intenso como para cegarle tanto que no viese los sentimientos de su novia. Cuesta creerlo y, sin embargo, no debía ser algo demasiado extraño en esos tiempos.

Intuyo que dudas parecidas debieron albergar los jueces eclesiásticos y por eso preguntan a Rachele si le dejó suficientemente claro al novio su aversión y contrariedad. La chica responde afirmativamente, pero no termina de convencerme (y probablemente tampoco convencería a los jueces). Porque parece coherente con la personalidad que le imagino al Caligiuri que, si hubiese tenido claros los sentimientos de su prometida, habría roto el compromiso, como él mismo afirma. Conste que no dudo de la veracidad de las emociones de Rachele, sino de que se las expresara con suficiente rotundidad. Hay que pensar que, tanto las coerciones a las que la sometían como las mínimas normas de educación de la época, lo obstaculizarían. Así, puedo admitir que el Caligiuri, a causa de su ridícula vanidad, pudiera casarse sin siquiera pararse a considerar que su mujer no le amaba; la venda autoimpuesta impediría que llegaran a su consciencia las seguramente más que abundantes señales en tal sentido. Por supuesto, el que el pánfilo del novio no fuera del todo consciente de los sentimientos de su novia no niega que el consentimiento de ella fuera forzado; pero, qué duda cabe que debilita la credibilidad de Rachele porque (pensarían los jueces) ¿cómo, si tanto le repugnaba el matrimonio, no logró dejárselo suficientemente claro?

Sea como fuere, es más que obvio que a Caligiuri le importaba más salvaguardar su ridícula (para nosotros) concepción de la dignidad que sus propios intereses objetivos (quedar libre del vínculo) y tal prevalencia se detecta en casi todas las contradicciones que se observan a las preguntas comunes a ambos. En las relativas al noviazgo, tales contradicciones se centran siempre en las distintas interpretaciones de uno y otra sobre los sentimientos de Rachele y, por tanto, entran en el terreno de la subjetividad. Sin embargo, hay al menos tres distintas versiones sobre cuestiones que son de hecho, lo cual lleva a concluir que alguno de los dos miente. En primer lugar está el asunto de las relaciones sexuales. Según Rachele, éstas ocurrían con gran resistencia por su parte, fueron muy pocas veces y hasta llega a insinuar que sin que llegara a haber penetraciones completas. Por contra, Renato dice que se desarrollaron con naturalidad (sólo se refiere al "pudor" lógico en una jovencita virgen) y que la noche de bodas llego a consumarlas (vaya machote) hasta tres veces. En segundo lugar, la cuestión de la separación de camas y habitaciones, lo que, según ella ocurrió tras el nacimiento de la hija; sin embargo, Caligiuri lo niega, asegurando al Tribunal que siguieron durmiendo en el mismo lecho hasta que Rachele se fugó. En ambos casos, independientemente de la veracidad de las palabras de Renato, lo que vuelve a manifestarse es su empeño en proclamar la que él considera que debe ser la imagen digna de un marido que incluye, por supuesto, el señorío sobre el cuerpo de su esposa.

La tercera contradicción es, a mi juicio, la más relevante y se refiere al tiempo que duró la convivencia. Caligiuri fecha con exactitud el día en que su mujer abandonó el domicilio conyugal: 12 de mayo de 1930; es decir, ocho años y casi cinco meses después de la boda. Sin embargo, Rachele dice que la convivencia marital duró unos seis años y medio; o sea, que abandonó la casa hacia mediados de 1928. ¿A qué obedece esta diferencia de casi dos años? Tengo el pálpito que tiene que ver con el tercer personaje de esta historia, Carlo Davanzo. Conjeturo que a Caligiuri le interesaría dar a entender que las relaciones "ilegítimas" de su esposa se mantuvieron largo tiempo mientras vivía en el domicilio conyugal, presentándola como una mujer falsa, ducha en el engaño. Por el contrario, Rachele defendería implícitamente que, en cuanto se decidió a vivir su amor con Davanzo, abandonó la casa de su marido. La consistencia de esta hipótesis mía requeriría que en esos años (entre 1928 y 1930) hubiera ocurrido algo suficientemente conocido por terceros que hiciera conveniente justificar, según los intereses divergentes de cada parte, con dataciones distintas de la salida de Rachele. No lo sé. Lo que sí me resulta sorprendente es que los jueces no intentaran aclarar este extremo. También me resulta curioso que en el proceso no se mencionara que Rachele había tenido un hijo con Davanzo; entiendo que quisiera ocultárselo al Tribunal, pero ¿lo desconocía Caligiuri? ¿Podría haber estado relacionado este embarazo con la fuga de Rachele? Falta información y lo que a uno le apetece es empezar a novelar, pero si lo hiciera traicionaría el relato.

Y, para acabar, algunos comentarios sobre los jueces. De entrada, se supone que su interés habría de ser determinar con suficiente grado de convicción si el consentimiento fue forzado y debe quedarnos claro que, si no lograban tal convencimiento, si albergaban alguna duda, venían obligados a no anular el matrimonio. Dicho esto, me quedo con la sensación de que, al menos en estos dos primeros interrogatorios, no se esforzaron demasiado en dilucidar el que era evidentemente el quid del asunto. Además, tengo la desagradable impresión de que esos jueces eran reacios a tomar cualquier decisión que pudiese "mancillar" la reputación del marido. No sé, pero intuyo que si el proceso lo hubiese iniciado Caligiuri habría partido con mayores probabilidades de éxito. Pese a estas prevenciones, habrá que esperar a la sentencia y, entre tanto, estar atentos a las declaraciones de los varios testigos que pasaron por el Tribunal de Catanzaro.

CATEGORÍA: Personas y personajes

11 comentarios:

  1. A mí también me dio la impresión de que el marido no estaba dispuesto a quedar mal ante el tribunal (vamos, que no quería que le vieran como un calzonazos), y que estaba dispuesto a mentir por ello.

    Asímismo, ella también está contando sólo lo que le interesa (y supongo que puede estar también dispuesta a mentir un poquillo).

    Pero luego pienso... ¿en aquella época el temor de Dios no sería lo suficientemente fuerte como para pensarse dos veces mentir a un tribunal eclesiástico? La motivación para hacerlo ha de ser superior a ese temor.

    Besazos.

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  2. A mí, en esta interesante historia, lo que más me llama la atención (independientemente del resultado final y los avatares intermedios) es la fuerza de una mujer que le echó dos ovarios y se puso el mundo por montera saltándose prejucios y "normas" sociales, para tratar de conseguir algo básico a lo que todos aspiramos: libertad para decidir y controlar nuestra propia vida.

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  3. Muy bien Malvaloca! Me has quitado las palabras de la boca. Y mira, rima y todo...

    Qué motivación mayor puede haber que la propia libertad...

    Besos

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  4. Pues mira yo no estoy de acuerdo con lo que dice Malvaloca y con lo que afirma Zaffe. Más que nada porque esos dos ovarios se los echa simplemente porque quiere vivir una vida con arreglo a las normas sociales de la época y no porque quiera contravenirlas. Seguramente el hecho de que viviera con un señor en "pecado" la haría pasar ante la sociedad como una mala mujer y eso es lo que ella quería evitar, no oponerse a las normas sociales. Pero que duda cabe que este tipo de actuaciones y de mujeres son las que han hecho que los cimientos del mundo cambien, muy a pesar de sus intenciones.

    Realmente pienso como Illyakin, el temor a dios en aquella época, creo que dejaba poco margen al hecho de que alguien pudiera llegar a mentir. Y siento que en esta ocasión, el que menos mentiras pudo llegar a decir fue el marido. En sus dotes de amante, pues supongo que como todos, omitiría lo que no le interesaba, pero dado el sometimiento que en aquellos años una mujer sentía como deber, me parece a mi que es mucho más lógico que se mostrara fría en las relaciones sexuales al hecho de que se resistiera a no consentir el acto.

    Uno de los puntos claves para mi para llegar a opinar así de la situación es el tema de la hija. Ella acepta de buen grado que su hija se quede con el marido. Pero el buen grado no es sino la conciencia de que dada la reputación social que tendría debido a sus actos, no tenía nada que hacer ante tal hecho. Primera mentira ante un tribunal eclesiástico, todo lo demás no me merece mucha credibilidad, sin decir con ésto que no esté plenamente convencida de que sus padres la obligasen a casarse con ese hombre, cosa que creo firmemente. Pero de la cual creo que ningún tribunal eclesiástico haría caso, porque mejor que ellos no iban a saber que estas situaciones eran el pan nuestro de cada día, aunque ya empezasen a estar mal vistas.

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  5. Ha sido una excelente idea hacer estas aclaraciones porque al menos para mí, abren otras perspectivas al asunto e invita a adentrarse en él. Estoy convencida de que efectivamente el marido "apaña" sus declaraciones, influído sobre todo por su propias emociones ante el evidente rechazo que manifiesta la esposa. Independientemente de la vanidad, sentirse rechazado y después abandonado duele mucho cuando se está tan evidentemente interesado en una mujer y enciende todo tipo de pasiones negativas. Añádase el tremendo sentido del rídiculo que debía tener ese hombre en la Italia de entonces. Parece impensable que los jueces no estuvieran predispuestos hacia el marido. Incluso si la hubiera matado (a ella y al adúltero)quizás hubiera sido absuelto, por lo que comentas de "mancillar", no ya la reputación del marido, sino su honor. Pero esta idea abre otras: ¿qué les acosejarían los respectivos abogados? Con esto, como dices, se podría fabular hasta el infinito. Una vez más, gracias por no hacernos esperar con las entregas. Saludos

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  6. Libertad no es sinónimo de oposición, Amy. Supongo que esta mujer quería tener la oportunidad de tomar sus propias decisiones , que de paso, no sabemos cuáles eran, libre de una atadura impuesta. No encuentro en ningún lado que haya renunciado a su hija de buen grado. Supongo que no le quedó otro remedio. Los magistrados no ahondan en el tema tampoco, lo dan por hecho. Ninguna madre abandona a una hija de buen grado, y tú lo sabes. No sabemos qué pasó realmente, cuál fue su lucha.
    Besos

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  7. Zaffe me refiero a lo que ella declara al tribunal y sus declaraciones o por lo menos lo que yo he leido al respecto de su hija, son muy conformistas. Entiendo perfectamente que as� lo sean, porque destapar ante un tribunal eclesi�stico el pastel de que est� viviendo en pecado con otro hombre que no es su esposo, es contraproducente para sus intereses.

    Lo que esta mujer hace a mi me parece fenomenal pero no lo encuadrar�a yo precisamente en la lucha contra las normas sociales, cuando ella no lucha contra ese matrimonio impuesto hasta que no encuentra otro hombre que la cobije. A esto me refer�a, no a que no sintiera dolor por dejar a su hija, o a que no tuviera raz�n en sus demandas, o a que yo considere amoral que abandonara su matrimonio por otro. Yo, como comprender�s, estoy a favor de Rachele, aunque no la hubieran obligado a casarse su familia y lo hubiera hecho ella por amor. Otra cosa es que piense que ella manipul� m�s en sus declaraciones que lo que el marido hiciera. M�s que nada, porque vuelvo a repetir, en aquellos d�as, por mucho se considerase como motivo de anulaci�n el no consentimiento, todos los matrimonios en ese nivel social estaban basados en conveniencias sociales y la iglesia mejor que nadie sab�a estos tejemanejes con lo cual, ya se aguardar�an ellos a dar pie a que cualquier mujer pudiera usar ese supuesto para liberarse de un matrimonio que a ella no le acomodase. El hombre por supuesto siempre tuvo la posibilidad de hacerlo sin ning�n problema.

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  8. Pero y si ella dice todo eso y en el fondo no es así? Y si se casa y luego al conocer a otra persona decide abandonar al esposo y este no le permite llevarse a la hija y pasado un tiempo quiere la nulidad y como sólo te la dan bajo (como dice Miroslav) determinados argumentos, pone uno de ellos?
    Yo creo que en los procesos de nulidad se miente muchísimo porque es la única manera de que te den la nulidad y la Iglesia tiene poca verguenza por, por un lado permitir disolver lo que ellos consideran indisoluble y por otro, por permitir que esto se haga basandose en mentiras y falsedades (no digo que en Todos los casos, pero si en muchos).
    La historia es muy interesante y tu italiano no puede ser malo para traducirla tan bien.

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  9. Como no tengo nada que añadir a todo lo que por aquí se ha dicho, yo sigo esperando el resto de la historia y esos testimonios que nos anuncias :)

    Besos

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  10. Si no me equivoco, la causa se inicia unos ocho años después de que Rachele abandona a su marido por otro. No te parece suficiente el desafío? Yo creo que las normas sociales fueron lo de menos para ella. Desde el momento en que se va, Rachele está sentenciada. No hace falta que pasen ocho años para saberlo. Si te das cuenta, en el proceso no hay nada que destapar, todos conocen la situación. Y todos están conformes con el castigo: quedarse sin su hija. De hecho, insisto, los magistrados no abordan el tema de la niña, sólo la nombran como motivo de reconciliación del matrimonio. Y si no hay preguntas... no hay respuestas...
    Por otro lado, dices que ella no lucha contra ese matrimonio impuesto hasta que encuentra otro hombre. Amy, estamos hablando de una niña de catorce años... Conozco muchísimos casos de adultos, hoy en día, que han necesitado conocer una tercera persona para ser capaces de reaccionar y tomar una decisión respecto a su matrimonio. Te hablo de adultos y en esta época. Una niña de catorce años a principios del siglo pasado, qué armas podía tener? Llantos y alguna que otra pataleta... Y me da que no le sirvieron...

    Un beso preciosa!

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  11. Sigo estando de acuerdo con Zaffe. Y sigo pensando que esta niña luchó, en la medida de sus posibilidades, para no contraer ese matrimonio. Ella lo dice abiertamente, él lo deja entrever en esos episodios de conflicto previos a la boda a los que, evidentemente, da otra explicación.

    Con 14 años, en el momento en que transcurre la historia, el miedo grave a lo que el padre imponía está más que claro. Por otra parte, me pregunto qué capacidad de discernimiento podía tener esa criatura para saber lo que quería y a lo que se enfrentaba, cuando yo con muchos más años no la he encontrado aún y, por lo tanto, no me he atrevido a casarme.

    Creo que fue valiente. Dió un paso que, en aquel momento pocas mujeres, por temor y sometimiento, daban. Y eso venía impuesto por las "normas sociales" del momento.

    Como guiño, y para terminar, os cuento lo que me dijo la abuela de un amigo a la que obligaron a casarse, no la dejaron separarse y tuvo que aguantar hasta el final: "Diviértete y no te dejes someter por nadie. Si a mí me hubiera tocado "vivir" ahora, como a tí, además de no casarme sería más puta que las gallinas".

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