miércoles, 16 de abril de 2008

Las hordas de la noche

Las hordas llegaron de noche, envueltas de bruma. Acaso eran la bruma, la bruma más espesa. Noche brumosa sin luna, oscuridad vacía. Llegaron sin ser vistas ni oídas, las hordas, de noche.

El poblado dormía sus últimos sueños. Acaso del sueño vinieron, las hordas. Acaso su feroz tarea acaeció en los campos yermos de allí, el otro lado. Muerte sin sangre, ni gritos, ni consecuencias. Fémures descarnados asomarían entre las sábanas, órbitas huecas arrojando sus miradas a los techos, cadáveres rasgados por las zarpas. Lo vimos todo, sin ojos y sin tiempo; y mientras tanto, siempre el silencio.

Éramos pocos y soberbios. Habíamos olvidado las reglas de ellos, los legítimos dueños.

Llegó la luz del alba y nos levantamos, ya muertos. Espectros de cuerpos desgarrados, muecas macabras por rostros. Luego pasaron los días, meses y años. Vinieron forasteros y se quedaron, porque no nos distinguieron. De los vientres exangües de nuestras hembras nacieron niños condenados, pero ignoraron su naturaleza porque se la ocultamos. Y sin embargo ...

El hábito anestesia la consciencia, induce el sopor sin sueños: no hay tragedia. Pero yo he vivido muerto y sin amnesias, maldita lucidez de los recuerdos. Balbuceo jaculatorias inventadas en idiomas que no existen. Las hordas, las hordas, tartamudeo con la voz del miedo y luego la jerga que me invade, abundante de consonantes velares, ininteligible hasta para mí, por más que intuya su mensaje funesto.

No asustes a los críos, abuelo, me dicen quienes se aferran al silencio. Pero de la bruma del silencio nació el horror, y yo lo sigo viendo. No es recordarlo la mayor de mis tragedias, sino saber que se acerca la fecha de cumplir el pacto. No falta mucho para que la bruma vuelva y yo sea parte de ella.

Llegaremos de noche, otra vez, infinitas repeticiones. Desgarraremos las carnes de ilusiones para mostrar el sinsentido absurdo de la muerte, vaciaremos las cuencas oculares de mis hermanos para enseñarles a ver sin ojos, desecaremos los líquidos de sus cuerpos para ahogarles en el polvo eterno que sofoca. Y sé, sabemos, que no valdrá de nada, pues el miedo a la verdad mantiene ahí la raya.

Percibo el olor acre de la bruma, los tiempos están próximos a cruzarse. No he tenido suerte desde entonces pero para qué lamentarse. Mataré viviendo una nueva muerte. Envueltos de bruma, llegaremos de nuevo, las hordas de la noche.


CATEGORÍA: Ficciones

6 comentarios:

  1. Es aterrador amigo. Dime que hordas son esas. O si es que yo ya estoy engullida por ellas.

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  2. Este relato es... impactante. Impactante y escalofriante. Vamos, que me ha encantado.

    Besos

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  3. Que las gordas llegaron de noche...? Qué espanto! Y cómo durmieron los flacos...!?

    Besos

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  4. Inquietante, muchacho. Para dulcificarlo me encanta el comentario de Zafferano.

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  5. Tiene fuerza, mucha fuerza. Bello en la escritura, soy incapaz de entenderlo y sin embargo envuelve.

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  6. Sólo por tranquilizarme del terror tengo a todas mis neuronas trabajando en busca de la metáfora tras la narración... hablas de ZP y de lo que tendrá que empeñar para pagar los 400 euros, ¿verdad?

    ¿Sabes cómo llamaría ZP a las hordas de la muerte? Viajes del imserso para todos.

    Besazos.

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