jueves, 10 de abril de 2008

Nullitatis Matrimonii, una historia calabresa (IV)

El 13 de marzo de 1939 testifican ante el Tribunal de Catanzaro Anna y Ernesto, los padres de Rachele. Lo hacen por separado (primero la madre y después el padre), si bien el cuestionario es el mismo para ambos. No tengo la seguridad, pero empiezo a pensar que la lista de las preguntas se las facilitaban previamente. En este post, aprovechando la coincidencia de las cuestiones, junto ambas declaraciones (en rosado las respuestas de la madre, en violeta las del padre), lo que creo que ayuda a comparar las distintas respuestas.

Interrogatorio a Anna y Ernesto Marincola
Depositio actricis matris/patris (13 de marzo de 1939)

1.- Decid vuestro nombre, apellido, filiación, edad, religión y domicilio.

Anna Marincola, hija de Rafaelle, nacida en Catanzaro en 1868, católica, domiciliada en Roma, calle Antonelli, 50.

Ernesto Marincola, hijo de Antonio, nacido en Catanzaro en 1864, católico, empleado del Estado, domiciliado en calle Antonelli 50, Roma.

2.- ¿Sois pariente de los cónyuges Renato Caligiuri y Rachele Marincola?

Soy la madre de Rachele Marincola.

Soy el padre de Rachele Marincola.

3.- ¿Podéis decir si son buenos cristianos, honestos, incapaces de mentir y de jurar en falso, incluso a favor suyo?

Tanto mi hija como Caligiuri con religiosos, honestos e incapaces de mentir.

Mi hija es religiosa, moral y digna de fe. Ha mantenido siempre una conducta moral sin tacha y vive conmigo. Caligiuri es religioso, moral y merece credibilidad.

4.- ¿Cuándo y cómo se comenzó a hablar del matrimonio de vuestra hija con el señor Caligiuri? ¿Cómo acogió vuestra hija la propuesta de ese matrimonio? ¿Cómo la acogisteis vos?

Mi hija tenía 13 años y jugaba como cualquier niña cuando el doctor Cirillo (ya difunto) le dijo a mi hermano Domenico (también él ya difunto) que Caligiuri deseaba casarse con Rachele. Mi marido, informado por mi hermano, respondió que era demasiado niña. Dos años después, Caligiuri repitió la petición por medio de cierto señor Mannarino de Catanzaro. En aquella época, estando enfermo de tuberculosis mi hijo mayor Antonio (ya muerto), pensamos que sería mejor sacar de casa a la chica y aceptamos la propuesta de Caligiuri. Un día llevamos a Rachele a la casa de mi hermana Concettina para que conociese al joven. Después de este encuentro, Raquel expresó enseguida su contrariedad, porque Caligiri le pareció medio ciego y feo.

Mi hija conoció a Caligiuri a través mío. En 1921 o 1922, fui trasladado como empleado a Catanzaro. Rachele tenía unos catorce años. Se presentó el doctor Mariano Cirillo (ya difunto), encomendado por los padres de Caligiuri para pedir la mano de Rachele. Yo, al principio, respondí que la chica era todavía demasiado joven. Esto sucedería hacia 1923. Después de unos seis o siete meses, el doctor Cirillo volvió a presentar la petición. Entonces di mi consentimiento porque tenía en casa (compuesta sólo de dos habitaciones) un hijo enfermo de tisis (contraída en la guerra) y carecía de medios para aislar a mi hija. Rachele, en un primer momento, accedió a mi deseo, pero cuando conoció a Caligiuri empezó a mostrarse fría. A mí me decía que no quería casarse para no alejarse de su madre.

5.- ¿Hubo un periodo de noviazgo oficial? ¿Cuánto duró y cómo transcurrió? ¿Cómo se comportaban los novios entre ellos?

El encuentro que he descrito en casa de mi hermana fue considerado el compromiso oficial. Era el 21 de diciembre de 1921; el noviazgo así iniciado se prolongaría hasta el 21 de diciembre de 1922. Ambos novios se comportaron fríamente y recuerdo que Caligiuri le escribió a mi hija que había comprendido claramente que ella sentía aversión hacia él.

Rachele mantenía una actitud fría y despectiva. Caligiuri se percataba, tanto que le escribió varias cartas quejándose al respecto.

6.- ¿Cuáles eran los sentimientos y las intenciones de vuestra hija en aquel periodo? ¿Os manifestó abiertamente lo que sentía?

Mi hija me repetía continuamente que no quería casarse con Caligiuri porque no podía soportar ni siquiera su presencia.

7.- ¿Cómo se comportaba vuestra hija en vuestras relaciones? ¿Era dócil, afectuosa, obediente? ¿Cuáles eran vuestros sentimientos hacia ella?

Mi hija era un ángel, dócil, afectuosa y obediente. Yo siempre he sido muy afectuosa con ella.

Yo amenacé a Rachele con echarla de casa y cuando se negaba a hablar con el novio, llegaba a abofetearla, encerrarla en la habitación y dejarla sin comida.

8.- ¿Cómo es el carácter de vuestro cónyuge?

Mi marido, si bien habitualmente era bueno y afectuoso, en lo relativo al matrimonio de Rachele se mostró duro e inamovible. Mi marido deseaba a toda costa el matrimonio, tanto por sacar a la chica de casa como por no poder asignarle una dote suficiente. De otra parte, Caligiuri nos fue presentado y recomendado por las amistades como una óptima persona.

Mi mujer defendía a la hija, pero yo le hacía comprender que el matrimonio era necesario para evitar que se contagiase de la enfermedad del hijo, y también porque Caligiuri tomaba a Rachele sin dote, mientras que cualquier otro partido nos hubiese exigido una dote de la cual no disponíamos.

9.- ¿Sabríais decir si vuestra hija se casó espontáneamente y a su gusto con Caligiuri? En caso negativo, ¿por qué no fue así?

Mi hija no se casó voluntariamente con Caligiuri; lo hizo sólo por la imposición de su padre.

Rachele no se casó libremente.

10.- ¿Es verdad que impusisteis a vuestra hija duras amenazas con la finalidad de inducirla a casarse con Caligiuri? En caso afirmativo, ¿cuándo y cuántas veces lo habéis hecho?

Es absolutamente verdad que mi marido muchas veces dirigió palabras muy duras a la muchacha para forzarla a casarse y no le ahorró bofetones, así como amenazas de dejarla sin comer y echarla de casa.

Ya he respondido.

11.- ¿En qué consistían y qué gravedad tenían esas amenazas? ¿Las hubieseis realmente llevado a cabo? ¿No habría podido vuestra hija superarla sin graves riesgos? En caso negativo, ¿cómo es posible conciliar vuestro afecto hacia ella con un tratamiento tan duro?

Mi hija no podía de ninguna manera sustraerse a estas amenazas; y yo no podía defenderla, porque entonces también yo las habría recibido. Me limitaba a pasarle a escondidas algunos alimentos, cuando su padre la castigaba sin comer.

12.- ¿Qué os decía y como se comportaba vuestra hija ante las amenazas?

Mi hija lloraba y mostraba su obstinación diciendo: «No quiero alejarme de mi madre ni de mi hermano; soy pequeña y no quiero casarme».

13.- ¿Qué notasteis de particular en el comportamiento de vuestra hija inmediatamente antes del matrimonio y durante la celebración?

Mi hija, en las vísperas del matrimonio, estuvo muy triste y durante la ceremonia lloró. La ceremonia se celebró en casa de mi hermano. Mi hija no quería subir al automóvil que había de llevarla a la casa del marido.

El matrimonio se celebró por la tarde, en casa de mi cuñado; Rachele se encerró en el cuarto de baño de su tío porque no quería presentarse ante el Obispo para la ceremonia.

14.- ¿Tuvisteis dudas sobre la validez del consentimiento dado por vuestra hija a su matrimonio? En caso afirmativo, ¿cómo se puede eso conciliar con el afecto que le teníais y con el pensamiento de la vida infeliz a la que le condenabais?

Estaba tan afligida por el dolor que no tuve el ánimo de pensar sobre las consecuencias de ese matrimonio.

Yo no tuve dudas sobre la validez del matrimonio. Si forcé a mi hija fue por su bien, para poner a salvo su salud y para procurarle un marido, a pesar de la ausencia de dote.

15.- ¿Cómo comenzaron su vida en común ambos cónyuges? ¿Tuvieron peleas? En caso afirmativo, ¿cuándo, por actos de quién y por cuáles motivos comenzaron las peleas?

Empezaron inmediatamente la vida conyugal, pero ya desde el principio nunca estuvieron de acuerdo. Él era muy avaro y le imponía muchas restricciones, tratándola sin atenciones ni delicadeza.

Cuando acompañé a mi hija a casa de su marido, ella se resistió a quedarse allí y quería volver conmigo. Las peleas comenzaron de inmediato, dada la mutua incompatibilidad.

16.- ¿Qué os decía vuestra hija en los primeros días del matrimonio y posteriormente?

Mi hija se lamentaba constantemente con nosotros, sus padres, acusándonos de haberla hecho desgraciada. Se enfadaba especialmente conmigo porque decía que tenía que haberla defendido.

Mi hija decía continuamente que no soportaba a su marido.

17.- ¿Es verdad que ella se escapó del domicilio conyugal? En caso afirmativo, ¿cuántas veces lo hizo y por cuáles motivos?

Mi hija se fugó de la casa del marido varias veces, a causa de desacuerdos y peleas con él. La primera vez que ocurrió creo que fue pasado un año aproximadamente desde la boda.

Rachele escapó cuatro o cinco veces de la casa del marido y vino a refugiarse a la mía. La primera vez fue unos dos meses después de la boda.

18.- ¿Por obra de quién regresó, tras estas fugas, junto al marido?

Era siempre su padre quien la devolvía junto al marido.

Yo siempre me ocupaba de reunir y reconciliar a los cónyuges.

19.- ¿Cuánto tiempo permanecieron juntos los dos cónyuges? ¿Quién fue el primero que dejó el domicilio conyugal y por cuál motivo?

Mi hija abandonó definitivamente el domicilio conyugal el 12 de mayo de 1930. El suegro, que había ejercido siempre una buena influencia sobre los dos esposos, había muerto el año anterior.

La convivencia duró seis años. Rachele fue quien definitivamente la rompió y, comprendiendo que habría sido inútil venirse a mi casa, partió sola para Roma. Me dejó una carta en la cual me advertía que, si no la hubiese acogido, se habría envenenado.

20.- ¿Cómo fue acogido el nacimiento del primer hijo? ¿No se mostró vuestra hija, a partir de ese momento, más afectuosa con el marido?

Cuando nació la única hija, Rachele hubo de ser desvirgada quirúrgicamente. Mi hija me confió, durante las épocas de las peleas, que a menudo el marido, durante el acto sexual, sufría de impotencia. El nacimiento de la niña no contribuyó a unir a mi hija con su marido.

El nacimiento de la niña no contribuyó a que la esposa se volviera más afectuosa. Mi yerno me confesó que dejaron de tener relaciones íntimas.

21.- ¿Trató vuestra hija a Caligiuri como un verdadero marido? En caso negativo, ¿cómo pudo convivir con él durante tantos años y cómo pudisteis vos tolerarlo?

Mi hija nunca faltó a los deberes de una esposa e intentaba tratar bien a su marido, pero no podía evitar sentir una gran repulsión hacia él. Pudo resistir tantos años, intentando vencerse a sí misma, gracias a las buenas influencias de mi marido y del padre de Caligiuri.

Ya he dicho lo que llegué a saber de Caligiuri. En cuanto a mí, siempre intenté actos de pacificación y de reunión de los cónyuges, pero siempre fueron inútiles.

22.- ¿Os parece posible la reconciliación?

La reconciliación es imposible.

Considero imposible la reconciliación.

23.- ¿Cuándo, cómo y a través de quién ha llegado al conocimiento de vuestra hija que su matrimonio pudiera ser declarado nulo por la Autoridad Eclesiástica?

El primero que tuvo la idea de la anulación fue el propio Caligiuri, quien envió al abogado Paolo Squillace a hablar con mi marido porque quería que mi hija corriese con la mitad de los gastos. No aceptamos porque no estábamos en condiciones de desembolsar tanto dinero.

Mi mujer y yo, tras leer en los periódicos los resultados de procesos de nulidad, pensamos que también mi hija podría conseguirlo.

24.- ¿Por qué ha tardado tanto en iniciar la presente causa?

Porque sólo ahora, con grandes sacrificios, mi marido ha podido afrontar los gastos de la causa.

Hace unos tres años, el abogado Squillace, en nombre de mi yerno, nos propuso iniciar la causa pagando la mitad cada una de las partes. Pero en ese entonces yo no podía asumir los costes, porque carecía de medios.

25.-¿Tenéis algo que añadir, corregir o cambiar?

Nada.

Nada.
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A la fecha de estas declaraciones, los padres de Rachele son dos ancianos de 71 y 75 años y cabe suponer que ya han perdido toda autoridad sobre su hija, una mujer de 31 años. Seguramente viajarían a Catanzaro aleccionados por Rachele, aceptando sumisamente, sobre todo el padre, confesar sin paños calientes, lo mal que la trataron y cuánto la forzaron a casarse. Sin poner en duda que fuera verdad, no dejan de parecerme estas declaraciones las penitencias que los padres han de cumplir por haber "causado" la infelicidad de su hija.

Estas declaraciones aclaran algunas dudas que me habían dejado las dos anteriores. Por ejemplo, que la boda no se celebró en la pequeñísima y mísera vivienda de los padres, sino en la casa del tío de Rachele. Entonces sí podemos creer que fuera con mucha pompa y tiene sentido que la ceremonia la oficiase el Obispo. Probablemente, este tío pertenecería a la rama acaudalada de los Marincola, familia, como dije, de las más importantes de la historia de Catanzaro.

Por otra parte, siguen apreciándose contradicciones e incluso aparecen otras nuevas. Vuelve a surgir la divergencia respecto a la duración de la vida conyugal: la madre da como fin de la convivencia la misma fecha que dijo Caligiuri (tanta coincidencia hace pensar que sea verdad), mientras que el padre habla de apenas seis años (menos incluso de lo que dijo Rachele). También es distinto el tiempo que cada uno de los progenitores dice que pasó entre las dos propuestas de matrimonio. Además, otra importante resulta de la afirmación del padre de que Rachele se trasladó sola a Roma, cuando ella había dicho que fue a casa de sus padres (sin que sepamos cuando éstos se mudaron a Roma) y Caligiuri que había huído con Davanzo. Obviamente, este asunto resultaba poco conveniente para los intereses de los Marincola.

Por último, los dos aluden a las relaciones sexuales del matrimonio, en base a presuntas confidencias de la hija a la madre y del yerno al padre. Ambos comentarios los hacen sin que tengan demasiado que ver con la pregunta. Todo ello genera desconfianza, pareciera más que habían acordado previamente meter tales afirmaciones (seguramente a instancias de Rachele) para insinuar otra causa de nulidad. Como ya dije, creo que siguiendo una estrategia equivocada.


CATEGORÍA: Personas y personajes

5 comentarios:

  1. ¿Las preguntas 11 y 12 sólo tienen la respuesta de uno de los padres?

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  2. Malvaloca: en el legajo que estoy transcribiendo, en el caso de los padres (así como de algunos grupos de testigos posteriores), los enunciados de las preguntas comunes vienen todos seguidos primero y luego las respuestas de cada uno antecedidas del número de la pregunta a que corresponden. A veces, a un párrafo de respuesta le anteceden dos o tres números de preguntas y, en esos casos lo que he hecho ha sido separar la respuesta para asignar cada parte a la pregunta correspondiente. Así, la madre responde en un solo párrafo a las preguntas 10, 11 y 12 y ese texto lo he dividido entre la 10 y la 11, porque no se refiere explícitamente al contenido de la pregunta 12. En el caso del padre simplemente falta un texto con el número 11. Espero haberme explicado. Un beso.

    en la transcripción de cada interrogatorio, es

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  3. ¿A donde quieres ir a parar?
    La nulidad es un invento de la iglesia para cancelar un contrato que como ellos dicen no se puede acabar, decidieron que no había existido para dar una salida....

    Me parece más coherente el divorcio, el contrato se acaba pero reconoce su existencia.

    Puede haber todo tipo de contratos que no se han perfeccionado por unas u otras causas pero dejar como única salida del matrimonio la nulidad me parece una hipocresía.

    La mayoría de los matrimonios anulados, existieron, no fueron perfectos como muchos otros, pero se firmó un contrato y se aceptaron sus clúsulas, despues a la hora de decidir separarse deciden que es que nunca se aceptó.... ¿acaso se pueden borrar tantas cosas....??

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  4. Marta:

    ¿Que a dónde quiero ir a parar? A ningún sitio, no trato de demostrar nada; simplemente estoy transcribiendo las actas de una causa de nulidad eclesiástica de hace setenta años. ¿Qué pretendo? Entretenerme y, de paso, aprender cómo funcionaban las cosas en esos años y en ese entorno.

    Me parece totalmente legítimo que te parezca más coherente el divorcio que la nulidad eclesiástica, pero aquí no se trata de comparar ambos, y mucho menos de juzgar sobre la idoneidad de la nulidad matrimonial. Es, por supuesto, una ficción jurídica (en el fondo, la misma que existe en el Derecho general cuando los Tribunales, por ejemplo, declaran la nulidad de cualquier acto). Pero, repito, aquí no se trata de eso.

    Como dije en el primer post de esta serie, me parece interesante (a mí, comprendo que a muchos no les ocurra lo mismo) examinar detalladamente el proceso y su propia lógica, tanto por lo curioso que me resulta en sí mismo como, sobre todo, por la información “viva” que, tras ese formalismo jurídico aparentemente tan seco, deja traslucir de unas personas reales, de una época, de unas circunstancias históricas. Eso es todo.

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  5. Te has explicado muy bien, al menos yo lo he entendido. Gracias y un beso

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