sábado, 26 de abril de 2008

Curas en la sanidad pública

En estos días se ha armado un pequeño revuelo a propósito de un convenio firmado entre el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Guedes, y el Obispo Auxiliar de Madrid, en representación de los obispos de las diócesis que se localizan en dicha provincia. La polémica surge porque en dicho convenio, se acuerda que el Servicio de Asistencia Religiosa Católica (SARC) de cada hospital público formará parte del Comité de Ética y del Equipo Interdisciplinar de Cuidados Paliativos. La Cadena Ser (que creo que es la que "destapó" la noticia) informa que estos "comités se encargan de decisiones tan trascendentales como dar o no sedación terminal a un enfermo, practicar un aborto a una mujer o decidir si se reanima o no a un bebé con malformaciones en la unidad de neonatología". "Así que -sigue diciendo- los capellanes, además de visitar a los enfermos y oficiar misa intervendrán en cuestiones morales que afectan a los pacientes". Luego me entero que la Asociación El Defensor del Paciente recurrirá ante el Tribunal Constitucional este convenio al considerar que "afecta al derecho constitucional a decidir en el ámbito sanitario; la citada asociación afirma que ninguna administración puede por capricho imponer sus ideas a los ciudadanos sin consultarles (de lo que se deduce que piensan que con el convenio el gobierno derechón de Madrid está imponiendo sus ideas a los ciudadanos). Por último, en El País de ayer, leo que "el Gobierno ha pedido a la Fiscalía y a la Agencia de Protección de Datos que estudien si procede emprender acciones legales contra el convenio ... que permite la presencia de sacerdotes en los comités de ética de los hospitales públicos". Dice además el periódico que María Teresa Fernández de la Vega, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, ha explicado que "los servicios públicos de salud no pueden imponer a los pacientes criterios basados en creencias religiosas" (de lo que se vuelve a deducir lo mismo que con las declaraciones de la anterior asociación).

Por esta vez, y sin que sirva de precedente (no simpatizo ni con los obispos ni con el gobierno madrileño), opino que ni la Comunidad de Madrid ni la Iglesia han hecho nada reprochable y opino además que se está aprovechando un hecho bastante inane para montar una bronca desmesurada y demagógica, cayendo en la manipulación informativa (cuando no en la mentira descarada). Me molesta personalmente porque creo que este tipo de actitudes desprestigian las posiciones laicistas serias y contribuyen justamente a lo que se supone que quieren combatir.

De entrada, hay que decir que esos "comités éticos" son meramente asesores, orientativos, en ningún caso toman decisiones sanitarias. La historia de estos comités, sus funciones y otros aspectos están explicados en varias páginas de internet (por ejemplo, en esta). En España, la primera comunidad autónoma que reguló su funcionamiento fue la catalana; en el caso de la Comunidad de Madrid, la norma reguladora es el Decreto 61/2003, de 8 de mayo, que en su artículo primero define al Comité de Ética para la Asistencia Sanitaria (CEAS) como aquel comité consultivo e interdisciplinar, cuya finalidad es asesorar sobre posibles conflictos éticos que se pueden producir en la práctica clínica asistencial en el ámbito de las organizaciones e instituciones sanitarias, con el objetivo de mejorar la calidad de la asistencia sanitaria y proteger los derechos de los pacientes". Las funciones de los CEAS son las de proponer al hospital medidas para la protección de los derechos de los pacientes, asesorar a los profesionales y a los ciudadanos en la toma de decisiones que planteen conflictos éticos, analizar y proponer, si procede, soluciones a tales conflictos, proponer a la institución protocolos de actuación ante aquellas situaciones frecuentes que generen conflictos éticos, y colaborar y promover la formación en bioética. Dice también el citado decreto madrileño las que, en ningún caso, son funciones de los CEAS y, entre ellas, destaco las de emitir juicios sobre la ética de los profesionales o las conductas de los pacientes y familiares, tomar ninguna decisión vinculante, o asumir responsabilidades que son de los profesionales sanitarios. Por tanto, al menos en el marco legal madrileño, no es verdad, como afirma la SER, que estos comités se encarguen de ninguna decisión médica, sea o no trascendental.

De otra parte, el Decreto regulador de los CEAS ya señalaba que "podrán también incorporarse las personas que presten asistencia religiosa", así como incluso "personas ajenas a la institución con interés acreditado en ética". El Convenio lo que viene a hacer es generalizar a todos los hospitales públicos madrileños esta posibilidad, así como la existencia en cada uno de ellos del Servicio de Asistencia Religiosa Católica. A mi modo de ver, lo que se ha hecho es posibilitar el ejercicio de un "derecho" previamente concedido a la Iglesia (dar asistencia religiosa a los enfermos y formar parte de los CEAS), convirtiéndolo en una obligación para la administración hospitalaria. Es un matiz (importante o no) que, en todo caso, me parece consecuente con el texto legal. Si ya se reconocía a los capellanes hospitalarios el participar en estos comités, lo que se hace ahora es "impedir" que la dirección no les dejase participar en el CEAS.

Hay una razón evidente para pensar que tiene sentido que haya presencia católica en estos comités: las implicaciones éticas de las decisiones sanitarias en muchos casos se relacionan con la creencias religiosas, tanto de los profesionales como de los pacientes y familiares; y un porcentaje muy significativo de estas personas, en España, tienen creencias católicas. No creo que sea descabellado, manteniendo una elemental ecuanimidad, que entre todos los miembros de un CEAS (en Madrid, un mínimo de 10) haya alguien que exprese los criterios éticos católicos. Además, quiero pensar que los capellanes de hospital, con sus experiencias en el dolor y la muerte, sabrán por lo general conjugar la doctrina cristiana con la compasión humana (más me preocuparía que en esos comités estuvieran algunos obispos). Y, repito, todo ello dentro de los estrictos límites que establece la Ley para los CEAS: opinar y valorar en el seno del comité, como uno más; no imponer decisiones ni presionar a pacientes o familiares.

Así que a mí no me escandaliza que haya curas en los CEAS. De hecho, parece que es habitual, con o sin convenio con la Iglesia, en muchos hospitales fuera de Madrid y fuera de España. Lo que me preocuparía es que esos CEAS se extralimitasen de sus funciones asesoras, lo haga el cura o quien fuese. Porque, aunque este tema daría para discutir mucho (pero excede el objeto de este post), una cosa es que pueda ser buena la reflexión genérica y específica sobre las implicaciones éticas de la sanidad y otra muy distinta que, sea desde ámbitos religiosos o laicos, se nos impongan las decisiones. Lo grave de las palabras de la vicepresidenta del Gobierno es que insinúan presupuestos peligrosos. "Los servicios públicos de salud no pueden imponer a los pacientes criterios basados en creencias religiosas": Pero, ¿es que acaso sí pueden imponer criterios basados en otras consideraciones éticas? Pero, ¿piensa la vicepresidenta que los CEAS pueden imponer algo, haya o no curas? Porque ahí está el meollo: que por mucha regulación legal, resulte que, en la práctica, los CEAS puedan imponer que se haga o no un aborto, que se faciliten o no cuidados paliativos, que se reanime o no a un bebé. Y, si tanto escándalo se monta a raíz del convenio madrileño, el comportamiento de quienes protestan sólo es explicable bien porque saben que los CEAS influyen activamente en la toma de decisiones (y no les parece mal siempre que no intervengan criterios religiosos) o bien porque aprovechan la excusa para arremeter demagógicamente contra la Iglesia errando en esta ocasión, a mi juicio, en el blanco (y mira que hay asuntos en los que criticar a la Iglesia) y, de rebote, fortaleciendo las posiciones eclesiásticas. Tiendo a pensar que la segunda explicación es la más cercana a la verdad.

Actualización (28 de abril): Este fin de semana estuve curioseando diversas opiniones en internet sobre el asunto de este post. Entre otros, leí el blog de Pepe Blanco que ha escrito un artículo muy representativo de la demagogia que me motivó a escribir el presente. Dice, por ejemplo, que "ahora resulta que la presidenta de la comunidad de Madrid, aprovechando el ruido de sables que estos días ensordece a su partido y a la opinión pública, ha firmado un convenio con el cardenal Rouco Varela para que sean los sacerdotes quienes decidan en los hospitales a quién, cuándo, y cómo, se suministra un cuidado paliativo". Es falso que el convenio sea de ahora (sino de enero), que los firmantes sean los que dice, o que los sacerdotes vayan a decidir nada (ya que el propio CEAS carece legalmente de capacidad decisoria). Le puse un comentario a ese post, señalándole educadamente la falta de rigor en lo que había escrito. El señor Blanco tiene activada la opción de "moderación de comentarios", así que no se publica si él no lo aprueba. Acabo de comprobar que mi comentario ya lo ha leído (porque hay alguno que no estaba cuando se lo envié), pero ha decidido no publicarlo. Los siete comentarios que sí han pasado su censura son -qué raro- descaradamente acordes con el tono del post. ¿Cuántos más no habrá dejado que aparezcan? En fin, nunca me ha gustado demasiado este individuo, pero ahora ya tengo una razón concreta para poner en duda su honestidad intelectual y su capacidad de aceptar la crítica.

CATEGORÍA: Política y Sociedad

18 comentarios:

  1. Hace tiempo que leo su blog y es la primera ocasión que escribo un comentario. Habla usted sobre Temas siempre interesantes y polémicos, en los que a nadie deja indiferente y en los que se manifiesta su afinidad ideológica, tratados con ironía y sin concesiones a lo políticamente correcto o a la descalificación frívola o meramente insultante. Por esto leer su blog es un raro placer a degustar en los tiempos que corren de libertad "tan sabiamente" orientada, por el bien de todos los ciudadanos (claro está) a quienes en muchas ocasiones se nos considera menores de edad. Un pequeño matiz quería añadir, nada más, sobre los Curas en los Comités de ética. No debemos perder de vista que los derechos de asistencia religiosa en hospitales o centros públicos son siempre de las personas y nunca de las instituciones o confesiones. Las normas y los convenios son instrumento para mejor facilitar el ejercicio de la libertad de conciencia, ideológica o religiosa de todos los ciudadanos. No se trata de mera terminología, a mi juicio las palabras a veces ocultan cargas inherentes a su contexto, los medios de comunicación y los políticos son descuidados cuando no profundamente tergibersadores, olvidan que la persona está antes que la idea abstracta de Dios o Patria, como ya recordaba Júbilo Matinal en el Post de "Morir por las Ideas". Como la neutralidad ideológica es tan humanamente imposible como deseable, sólo queda asesorar lo más ecuánimemente a quien se halla en situaciones de desamparo y difíciles, pero siempre con humildad excluyendo todo intento de manipulación. Lo cierto es que el conocimiento profesional y práctico, la reflexión sosegada, no pueden ocultar que la muerte o las decisiones trascendentales sobre la vida, incorporan fundamentos emotivos tanto, al menos, como racionales o cognoscitivos. Cuando apareció la película Mar Adentro, además de los gritos estridentes más ultrarreligiosos, pocos se atrevieron a contradecir la opinión que se manifestaba en los escritos y en la trama. Es al menos interesante saber que a Sanpedro le hubiera valido la pena el intento de curarse para lograr el suicidio sin auxilio de nadie dada su lesión medular. Pocas voces se alzaron mesuradamente con excepción del también tetraplégico y no precisamente católico, J. Romañach. La película de las Alas de la Vida también ahonda en lo importante de evitar manipular las decisiones de quien se encuentra en una situación de debilidad. No manejo aún lo de las Identidades para firmar comentarios, aunque aparezca como Anónimo, pero le mando recuerdos desde un punto cualquiera de la blogosfera virtual, Festinalente.

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  2. vale, miroslav, son sólo comités "meramente" asesores, pero entonces me parecen obvias dos cosas: 1) lo asesor nunca es mero, es influencia, aunque no sea de obligado comumplimento, y 2) habrá que incluir como asesores a "doctores" del resto de iglesias: rabinos, ayatolas, chamanes, ´lérigos protestantes, porque no es de recibo, por mucho que se invoque su mayoritaria presencia, el elegir sólo representantesde una de las iglesias en un Estado aconfesional. Y además, hay que tener mucho cuidado con estos asuntos después del caso Leganés/Lamela. Por alguna razón la ética para la jerraquía católica sólo se ocuopa del principio (sexo) y el final (muerte) de nuestras vidas, podían dedicarse a dar ejemplo de lo que transcurre en medio, de la vida.

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  3. Qué tan "meros" sean, Lansky, es algo que desconozco (habría que ver cómo funcionan en la práctica). Creo que el debate interesante es sobre la conveniencia o no de esos comités. La presencia de curas en ellos, al menos en Madrid, no pasa del 10%. Si escribí este post no fue, obviamente, porque defienda que hayan de estar representantes católicos en los CEAS, aunque no me parece mal que se les pueda oír (también estaría bien oír a otras religiones). Lo escribí porque las declaraciones contrarias me parecieron descaradamente demagógicas.

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  4. Yo no tengo particular interés en que haya curas en los CEAS, de cuya existencia, por otra parte, no tenía noticia, y cuyo papel imagino tan ornamental e inútil como el de la mayoría de los organismos consultivos de ese género. Si existen, y han de pronunciarse sobre aspectos éticos, me parece lógico que se oiga en ellos la voz de la que de momento es la religión mayoritaria de la población de este país. Hablar de que estén también representadas otras religiones me parece inviable: evidentemente deberían estarlo con criterios proporcionales, y puesto que la más minoritaria no podría tener menos de un representante (¿medio imam?), la católica, para mantener la proporción, debería tener entre veinte y treinta. ¿O deberíamos hacer como el pastel de liebre y caballo, a partes iguales: una liebre, un caballo, una liebre, un caballo..? Me sorprende la facilidad con que - por parte todos, me imagino; no me excluyo- brotan las tonterías en cuanto la religión está de por medio.

    Por eso mismo me ha sorprendido, esta vez muy agradablemente, este post: acostumbrado a que la demagogia y la irracionalidad asomen -por ambas partes, insisto- en cuanto se habla de cualquier clase de actividad o presencia social de la Iglesia católica, escuchar una voz como la de Misrolav, poniendo las cosas en su punto y reconociendo la demagogia y la estupidez donde cree advertirlas, sin preocuparse de si es "su" campo o el ajeno, reconforta no poco. Le devolveré un elogio que alguna vez me ha hecho él a mí: si todos los anticlericales fueran como él el anticlericalismo sería un ejercicio de higiene social recomendable, y no el lamentable envés del clericalismo que en la práctica suele ser.

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  5. Ya sé que es inviable, Vanbrugh, pero es una cuestión de principios, nada menos: si está el cura católico, que esté el imán, el rabino, el chamán y el animista y el anglicano y el budista y el ateo...y, y nada de argumentos mayoritarios que no se trata de votar a mano alzada sino de respetar a todos, hasta la minoría más minoritaria.

    Lo que no quita para que esté de acuerdo en lo fundamental con Miroslav, es decir, el uso demagógico que de este quizá inane hecho (pero es, insisto, una cuestión de principios) por parte de la oposición. Claro que esto, insisto también, es un piojo tuerto, como dicen en Bolivia, comparado con la indigna campaña contra los médicos de urgencias de Leganés.

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  6. La verdad, Lansky, no sé qué principio dice que deba oirse con igual fuerza la voz de diez millones de católicos que la de medio de musulmanes, la de doscientos mil protestantes, la de treinta mil budistas y la de cinco mil animistas. Me resulta un "principio" bastante sorprendente. Y si se trata de "respetar" a todas las minorías, equiparar medio millón de musulmanes, por no hablar ya de católicos, con treinta o cuarenta mil hinduistas, me parece una injustificable falta de respeto... para con los musulmanes. En cualquier caso, decidir que como no pueden estar todos no debe estar ninguno sería una forma evidentemente absurda de resolver la cuestión, que tú mismo criticarías, con argumentos tan evidentes como los que acabo de invocar, si la cuestión de la que se tratase fuera otra. No deja de sorprenderme el celoso ardor con que los humanistas ateos defendéis los derechos de religiones tan ilustradas y cercanas a vuestros planteamientos como la musulmana, siempre que esta defensa pueda usarse para molestar o perjudicar en algo a la católica, en la que normalmente os habéis criado y con la que hasta los más alejados compartís el setenta u ochenta por ciento de los presupuestos éticos básicos. Siendo los que son los fundamentos de vuestra beligerancia antirreligiosa, entendería que la aplicarais con más virulencia a las religiones que, objetivamente, más chocan con esos fundamentos. Pero no, el Islam, por ejemplo, diez veces más irracional, fanático y violento que ningún cristianismo de ninguna época, y especialmente que casi todos los cristianismos contemporáneos, os merece una indulgencia casi plenaria... siempre que se le pueda dar con él en las narices al católico más cercano. Francamente, no lo entiendo. Como ateo teórico, Lansky, mereces todas mis simpatías, pero como anticatólico práctico temo que compartes muchos de los peores clichés del género.

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  7. Esta es la típica noticia que cuando la escuchas o la lees te indignas por lo que han hecho en un bando y cuando te informas un poco te indignas mucho más por lo que han hecho en el otro.

    En cuanto a la cuestión práctica de la iglesia en este tipo de comités yo tengo una opinión muy egoísta. Creo que debería ser uno mismo el que, según sus principios, escogiese a los miembros asesores que debatiesen su caso. En el mío particular no habría ningún cura ni ningún miembro de otra religión, pero entendería que en otros casos fueran la parte con mayor porcentaje de voz y voto si así lo decidiese el paciente implicado.

    Por otro lado, he de decir que he visto entrar en una habitación de un enfermo a un cura a dar la extremaunción sin el permiso de los familiares y dando al enfermo el disgusto de su vida. Y esto considero que es algo inadmisible que me consta que ocurre muy a menudo.

    Creo que deberían limitarse muy mucho las funciones de los curas a las peticiones personales de la gente a la que pueden dar un servicio y no darles tanta cancha como para que crean que están ahí para "ayudarnos" a todos.

    Nunca acabaré de entender cómo se permite que la religión siga marcando tanto la vida de un país supuestamente aconfesional.

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  8. Jajaja Raquel! Recuerdo que cuando estuve ingresada, y fue durante un buen tiempo, un cura venía a verme todas las mañanas. No sé por qué venía, porque no me decía nada. Y además, yo tampoco podía hablar... Me parecía de lo más surrealista. Lo que sí es verdad es que yo lo asociaba con mi muerte, y no me hacía ninguna gracia.

    Besos

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  9. Piénsalo bien, Vanbrugh: aquí los porcentajes no valen. Te pondré una reducción al absurdo cmo último ejemplo. Sólo hay un 10% de homosexuales en la población; por tanto, hay que respetar sólo y dar derechos sólo y pensar sólo en el 90% que no lo son. Precisamente, un indicador de la madurez de una democracia es el respeto a las minorías, sin por ello perjidicar a la mayoría. Para mí es un argumento evidente, aunque tu no lo veas así.

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  10. Piénsalo bien, Lansky: no estamos hablando ni de respetar, ni de dar derechos ni de pensar "solo en": estamos hablando de dar voz a unos colectivos en un órgano consultor que informa sobre cuestiones que afectan a toda la población y en las que estos colectivos tienen posturas propias y específicas. A mi juicio es evidentemente injusto y absurdo hacer que tenga igual peso la opinión que representa a un 1 % de la población que la que representa al 40 %. Y puesto que el comité tiene un número limitado y reducido de miembros; y puesto que la unidad mínima de representación es irreductible; y puesto que, en consecuencia, no es posible dar al del 40 % cuarenta veces más representación que al del 1%, la única solución lógica es la adoptada: que esté representada, mínimamente, por otra parte, la religión correspondiente a una mayoría claramente significativa de la población. Del mismo modo que si te obligaran a elegir un número limitado de libros representativos de la Literatura Universal, y por muy deseoso que estuvieras de respetar todas las literaturas, aún miniritarias, no sería lógico que incluyeras en la elección igual número de libros en tagalo que en inglés, y probablemente habría varios ingleses contra ninguno tagalo. Sinceramente, no me parece que la cuestión sea muy discutible, ni dé mucho más de sí.

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  11. Pues si no hay cabida para todas las minorías esta claro, que no haya ninguna mayoria. Cada familiar o enfermo puede acudir a su cura, iman, rabino o lo que sea. A mi, por ser española,por lo tanto sospechosa de ser cristiana, no me gustaría nada que un cura diera ni siquiera opinión sobre mi, y lo digo con motivo, porque no se donde me puede llevar mi enfermedad.

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  12. Lo que no quita, >Vanbrugh, para que me hayas puesto a caldo en tu penúltimo comentario; ese en que me respetas como tórico del ateismo, pero me mandas al saco en mi anticatolicismo de a pie.

    Los derechos pueden perfectamente comenzar, precisamente, por dar voz y permitir oir; el debate no da para nada, en efecto, porqu llevo razón y tu no. Hala.

    Y estoy de acuerdo con la última comunicante, que espero se mejore: los curas y asimilados, como las flores y los bombones, que cada enfermo, o sus próximos, lleve los suyos

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  13. Mi impresión era, en realidad, que la cuestión no daba para más porque tenía YO razón y tú no, pero sin duda todo depende de los puntos de vista.

    A cualquier cosa llamas tú poner a caldo. Me he limitado a opinar que algunas de tus posturas me parecían compartir tópicos anticlericales que deploro.

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  14. A mi, en cambio, me encantan los anticlericales, siempre que no quemen conventos de valor artístico ni ermitas románicas. En cuanto a fusilar curas, tampoco soy partidario, pero de ser inevitable y ya que estamos con los festejos del 2 de Mayo de 1808, que se empieza por los que van con trabuco, o sea, toda la Conferencia Episcopal.

    ¿Te parece suficientemente tópico? Pues eso.

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  15. A mí también me gustan los anticlericales. Modestamente me considero uno de ellos, sui generis, pero anticlerical. (Creyente, especie rara: los de más mérito.)

    Lo que me molestan son los tópicos. Singularmente, el de echar mano de la defensa del Islam cada vez que se quiere molestar a los curas. Y no me molesta tanto por tópico, en realidad -los tópicos, que son siempre antiestéticos, son muchas veces ineludibles- como por incoherente. Recurrir al Islam para chinchar a la Iglesia me parece como echar mano del cáncer para curarse la gripe.

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  16. Comento el comentario de Raquel (a Vanbrugh y Lansky, no les hago caso, que bastante crecidos están ya): digo yo que aquel cura, al moribundo no le daría "el disgusto de su vida" sino "el de su muerte" (ja, ja)

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  17. Es que mi islamismo, Vanbrugh, es el del rito sufí, que es muy fino.

    Ciagarra, yo no estoy muy crecido (1.80): tengo más raíces que copa.

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  18. Con más que retraso llego a esta impecable entrada con la que nos regalas, amigo Miroslav, sobre un tema que a mí me ha retorcido las tripas (no es grave, es mi condición). Desde luego yo parto de la base de que muchos de los temas en los que actualmente se ve involucrada la religión en este país provienen de la absoluta inoperancia de un partido-estafa que tuvo en sus manos el colocar (o al menos el intentar) el hecho religioso, católico fundamentalmente, en el lugar que le corresponde en un momento perita para ello. Me refiero, claro al PSOE y a los 80. Así que lo que yo veo en el caso de la existencia de representantes de una determinada confesión en esos comités de ética es una cuestión de una mala praxis legislativa. Como bien te reprochaba el primer interviniente en los comentarios, no puedes hacer portadora de derechos a la asistencia a los enfermos a la Iglesia, sino que son los enfermos los portadores del derecho a esa asistencia. Y por supuesto el derecho de esos enfermos a recibir esa asistencia no tiene porque incluir el deber a ser financiada por quienes ni la necesitamos ni nos parece saludable. Y es jodidamente cara. Y nos e me diga que no todo el mundo necesita ciertas pruebas médicas pero que las pagamos entre todos, porque entonces jugamos con distinta baraja. Así, que aparte de una legislación que distorsiona preceptos constitucionales tenemos una financiación irregular. Ese es el problema. Claro que el PSOE, la SER usan la demagogia. No pueden usar otra cosa. Son los responsables del actual estado del asunto.

    Desde mi punto de vista los curas tienen que limitarse a asistir a los enfermos que lo soliciten y exclusivamente con los dineros que el estado les proporcione de la casilla de los católicos y no mediante sueldos, hasta que la Iglesia tenga ovarios de autofinanciarse de una vez. Y los políticos dejen de hacerlo. Lo que es un despropósito democrático es que se considere a los curas dignos de pertenecer a comités de asesoría ética de ningún tipo, por la sencilla razón de que la institución a la que pertenecen tiene como uno de sus fines programáticos la conculcación de una serie de derechos que los no creyentes consideramos como inalienables. Por puro sentido de la imparcialidad. Y desde luego no me sirve lo que dices, amigo Miroslav, sobre los capellanes que pueden mostrar más compasión que sus jerarquías porque están indisolublemente atados por lazos de obediencia a las mismas. Su asesoría tendría que atenerse a la estricta doctrina oficial de la Iglesia a riesgo de caer en una mala praxis profesional. O sea, el cura que sea comprensivo con la eutanasia es un chapuza indigno de ser mantenido en su puesto.

    Por otra parte has de reconocer que la alarma que ha causado la noticia, por muy torticeramente que haya sido manipulada, responde a hechos muy graves que han ocurrido en esa Comunidad. El indecente, inmoderado, fundamentalista ataque de índole católica contra un equipo médico de impecable trayectoria es como para acojonarse un poco ¿no te parece? Y hay sospechas más que fundadas de los responsables obedecían órdenes del Obispero.

    En cuanto al despropósito que suelta el amigo Vanbraugh, tan anticlerical a la violeta como suele, de que el Islam es y ha sido siempre “diez veces más irracional, fanático y violento que ningún cristianismo de ninguna época” sólo decirle que me encanta esa mirada de Peter Pan con que es capaz de contemplar la historia de los infinitos crímenes del cristianismo: desde el genocido de paganos tras su entronización como religión oficial de Roma hasta los fusilamientos de ateos y la brutalidad física y sicológica que los curas ejercieron durante el franquismo, pasando por los gracietas de la Inquisición. Una ricura de religión.

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