jueves, 4 de enero de 2007

Ira Hayes

Ayer fui a ver "Banderas de nuestros padres", la última peli de Clint Eastwood. Técnicamente es perfecta pero, para mi gusto, se hace algo pesada. Seguramente no estaba con la disposición adecuada para absorber el tono algo melancólico, introspectivo que le da Eastwood, no sé. La historia es sencilla: desde principios de 1945, los americanos deciden tomar Iwo Jima, una pequeña isla en el Pacífico al sur del Japón, de gran importancia estratégica en el curso de la guerra. Comienzan a bombardearla (16 a 18 de febrero) e iniciaron el desembarco el día 19. Tras tres o cuatro días de duros combates (los japoneses habían permitido el desembarco para acribillarles desde dentro), el 23 un grupo de marines logró ascender al monte Suribachi y plantar la bandera norteamericana, lo que generó una enorme euforia. Sin embargo, la batalla continuó hasta el 26 de marzo, con casi 7.000 muertos estadounidenses y 18.000 japoneses.

La anterior es la "historia oficial" (en este caso, tomada de Wikipedia). Pero resulta que una vez alzada la bandera, y cuando la cima del Suribachi estaba en calma, se quitó y se izó una segunda, por un grupo de 6 marines distintos. Este segundo alzamiento fue el que se "inmortalizó" en una foto que se ha convertido en una de las más famosas de la galería de imágenes bélicas (asociada al heroísmo, patriotismo, etc). Aclaro que del primer izamiento también había una foto, pero ciertamente no es tan "estéticamente contundente" (Compruébese lo anterior comparando las dos fotografías: la primera y la segunda bandera).


Tres de los marines del segundo grupo (los otros tres murieron en Iwo Jima) fueron paseados poco después de la batalla en una gira por todo Estados Unidos a fin de recaudar fondos para la guerra. Si bien desde el principio los organizadores saben que ellos no levantaron la primera bandera, nada de eso importa y se mantiene el show mientras interesa.

En 2000, James Bradley, hijo de uno de los tres "héroes", escribió el libro que da origen a la película con la finalidad, según se dice en la peli, de conocer a su propio padre, quien nunca hablaba con su familia de la guerra. Los derechos del libro los compró Spielberg que acordó con Esatwood que dirigiera la película.

No sé si hasta el 2000 se seguía manteniendo la versión oficial o no. En todo caso, carece de importancia, ya que el asunto es lo suficiente lejano en el tiempo como para que -imagino- a la mayoría de los actuales norteamericanos les deje fríos. En todo caso, es otro ejemplo de la relativa importancia de la verdad histórica, de su utilidad política. Pone de manifiesto la conveniencia de los mensajes simples, carentes de matices, coherentes en su integridad: tenemos una foto estupenda (qué más simple que una imagen), ahora contemos una historia perfecta.

Los tres protagonistas de esta historia, según se ve en el film, no se sentían muy a gusto en el paripé publicitario; es natural. Pero había uno más incómodo que los demás: un indio (nativo norteamericano) llamado Ira Hayes. Tanto que protagoniza diversos incidentes y finalmente es retirado de la gira patriótica. Ira vivió entristecido los diez años siguientes, alcoholizado y con frecuentes problemas con la policía. El 24 de enero de 1955, con 32 años recién cumplidos, le encontraron muerto boca abajo, hundido en sus propios vómitos y sangre, cerca de la Reserva india del río Gila, donde vivía.

Toda esta historia ni me va ni me viene, la verdad. Salvo que, mientras veía la peli, el nombre de Ira Hayes disparó una sinapsis y me trajo a la memoria una canción de Dylan de su extraño album de 1973: The Ballad of Ira Hayes. Y recordé el estribillo (la letra nunca llegué a entenderla del todo) que hablaba de un indio borracho de wkisky o algo así. Así que me volví a casa con ganas de buscar en internet; y compruebo que, como todas las canciones de ese album menos una (la de Sarah Jane), ésta no es de Bobby, sino de un tal Peter LaFarge, un cantante folk, quien la compuso a principios de los 60. La canción la han cantado, además de su autor, el inevitable Johnny Cash y otros "country singers". Pues resulta que ese LaFarge era de raza india (adoptado a los nueve años por un novelista blanco) y había vivido la época mágica del Greenwich Village neoyorkino, coincidiendo en esos "años de la inocencia" con Dylan, entre otros. Murió muy joven, a los 34 años, de un derrame cerebral.

La letra de la canción da por supuesto que Ira Hayes levantó la bandera original; o, para ser más precisos, no alude siquiera a que hubiera habido otra bandera. Así que supongo que LaFarge, cuando la escribió, conocía sólo la versión "oficial". Dylan la canta en el 70, en las sesiones de estudio de las que salieron los albumes Selfportrait y New Morning, pero se publica en el 73 en el ya citado album que sacó la CBS para "vengarse" del abandono de uno de sus artistas preferidos (había fichado por Asylum). Dicen algunos críticos que Dylan canta esta canción "convincentemente", creyéndosela (aunque lo único que canta es el estribillo). Imagino que el tema era de los que le atraían por esa época; imagino también que influiría el haber conocido al autor.

En fin, que sin esperármelo, a estas alturas "lleno" de contenido un recuerdo de hace treinta y pico años: yo de adolescente oyendo la balada de Ira Hayes, sin tener ni puñetera idea de quien era ese "indio borracho". Y ahora vuelvo a oír la canción en su versión dylanesca.


The ballad of Ira Hayes - Bob Dylan (Dylan, 1973)

POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM

1 comentario:

  1. muy interesante lo que cuentas, y muy bien contado,
    sabia muy poco sobre la historia de esa fotografia, ahora se algo mas ... gracias, me dieron ganas de ver la peli...
    un beso,

    Publicado Jueves, 4 Enero 2007 19:08

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