Serotonina, agresividad y alcohol
La serotonina es una sustancia química (monoamina) que se encuentra en el cerebro y cuyo nivel está relacionado con aspectos del carácter de cada persona. Por ejemplo, parece bastante probado que hay relación inversa entre los niveles de serotonina y la agresividad.
El ritmo de producción de serotonina, la capacidad de respuesta de los receptores de serotonina y muchos otros factores que influyen en la forma en que la serotonina interviene en nuestro cerebro y, por tanto, en nuestras emociones, dependen de los genes, variando entre distintos individuos. Sin embargo, ello no implica que haya un determinismo unidireccional desde la genética; no es cierto que nuestros genes determinan nuestras emociones y nuestra conducta. No es así, en primer lugar, porque hay tantos genes intervinientes en cualquier emoción que el abanico de posibilidades que se abre es cualquier cosa menos previsible. En segundo lugar, porque muchos de estos genes se “activan” desde la conducta; en otras palabras, la conducta influye sobre los efectos genéticos reales, pasando de la mera posibilidad a lo fáctico.
Tengo entendido que la relación entre la base genética de la serotonina y la agresividad es de este tipo. Resulta que el nivel de serotonina se correlaciona directamente con la autoestima, más como consecuencia que como causa. La química del cerebro influye sobre la autoestima, pero esta química es sensible a las señales sociales que recibe: una persona que aumenta su autoestima (por ejemplo como resultado de un ascenso laboral o de una acertada terapia psicológica) eleva su nivel de serotonina. En sentido inverso, la agresividad se vincula con la baja autoestima.
Otro factor más en la relación entre serotonina y agresividad es el alcohol. Parece que éste reduce sensiblemente el nivel del metabolito de la Serotonina en el líquido céfalo-raquideo, indicador claro de desórdenes de personalidad violentos. Al margen de la explicación biológica, es de siempre conocida la relación entre alcoholismo y comportamientos violentos. Hoy me decía una amiga que, cuando alguien está bajo los efectos del alcohol, no es él, es “otra persona”. No lo creo del todo; pienso que es la misma persona, pero expresando sin las inhibiciones conscientes los rasgos de su carácter que, además, resultan agudizados.
No todos, cuando bebemos, nos ponemos violentos. Puede que no a todos el alcohol nos reduzca en la misma medida los niveles de serotonina o puede que no los tengamos lo suficientemente bajos de partida para acusar tan notoriamente los efectos de su bajada. En todo caso, aunque no crea que la ingestión de alcohol sea el problema de fondo, me es evidente que alguien con tales reacciones al emborracharse debe plantearse como primera medida no beber en absoluto. Claro, que el problema es que le atraiga tanto beber, emborracharse. Lo que nos lleva a un problema de personalidad que está más en el fondo del asunto.
Y éste es cómo conseguir que el sujeto aumente y estabilice sus niveles de serotonina o, por no hablar en términos bioquímicos, alcance un estado de paz y equilibrio interior. Ese es un largo trabajo psicológico que para que valga de algo –intuyo- debe partir de la voluntad del interesado. Aquí hay un serio obstáculo; lamentablemente, cada vez me convenzo más de la veracidad de eso de que nadie aprende en cabeza ajena y –añado yo- algunos ni siquiera en la propia. En todo caso, el objetivo debería ser construir y reforzar la autoestima. En ese proceso largo y “contra natura”, yo no descartaría ayuditas químicas (el prozac y similares, por ejemplo, actúa influyendo sobre el sistema de la serotonina), aunque eso habrán de decirlo quienes saben.
En fin, qué complicado. Y lo dicho no es más que un apunte sobre muchas otras notas caracterológicas que me preocupan. Súmese a ello la sensación de impotencia, que ha ido adueñándose de mí progresivamente durante los últimos 7 años, más o menos. Esa sensación es muy jodida siempre; ver a alguien a quien no puedes (no te deja) ayudar a pesar de que crees que podrías hacerlo. Pero, naturalmente, es tanto más jodida cuanto más quieres a la persona respecto a la cual eres impotente. Aun así, no hay que pecar de omisión ... puede que suene la flauta.
El ritmo de producción de serotonina, la capacidad de respuesta de los receptores de serotonina y muchos otros factores que influyen en la forma en que la serotonina interviene en nuestro cerebro y, por tanto, en nuestras emociones, dependen de los genes, variando entre distintos individuos. Sin embargo, ello no implica que haya un determinismo unidireccional desde la genética; no es cierto que nuestros genes determinan nuestras emociones y nuestra conducta. No es así, en primer lugar, porque hay tantos genes intervinientes en cualquier emoción que el abanico de posibilidades que se abre es cualquier cosa menos previsible. En segundo lugar, porque muchos de estos genes se “activan” desde la conducta; en otras palabras, la conducta influye sobre los efectos genéticos reales, pasando de la mera posibilidad a lo fáctico.
Tengo entendido que la relación entre la base genética de la serotonina y la agresividad es de este tipo. Resulta que el nivel de serotonina se correlaciona directamente con la autoestima, más como consecuencia que como causa. La química del cerebro influye sobre la autoestima, pero esta química es sensible a las señales sociales que recibe: una persona que aumenta su autoestima (por ejemplo como resultado de un ascenso laboral o de una acertada terapia psicológica) eleva su nivel de serotonina. En sentido inverso, la agresividad se vincula con la baja autoestima.
Otro factor más en la relación entre serotonina y agresividad es el alcohol. Parece que éste reduce sensiblemente el nivel del metabolito de la Serotonina en el líquido céfalo-raquideo, indicador claro de desórdenes de personalidad violentos. Al margen de la explicación biológica, es de siempre conocida la relación entre alcoholismo y comportamientos violentos. Hoy me decía una amiga que, cuando alguien está bajo los efectos del alcohol, no es él, es “otra persona”. No lo creo del todo; pienso que es la misma persona, pero expresando sin las inhibiciones conscientes los rasgos de su carácter que, además, resultan agudizados.
No todos, cuando bebemos, nos ponemos violentos. Puede que no a todos el alcohol nos reduzca en la misma medida los niveles de serotonina o puede que no los tengamos lo suficientemente bajos de partida para acusar tan notoriamente los efectos de su bajada. En todo caso, aunque no crea que la ingestión de alcohol sea el problema de fondo, me es evidente que alguien con tales reacciones al emborracharse debe plantearse como primera medida no beber en absoluto. Claro, que el problema es que le atraiga tanto beber, emborracharse. Lo que nos lleva a un problema de personalidad que está más en el fondo del asunto.
Y éste es cómo conseguir que el sujeto aumente y estabilice sus niveles de serotonina o, por no hablar en términos bioquímicos, alcance un estado de paz y equilibrio interior. Ese es un largo trabajo psicológico que para que valga de algo –intuyo- debe partir de la voluntad del interesado. Aquí hay un serio obstáculo; lamentablemente, cada vez me convenzo más de la veracidad de eso de que nadie aprende en cabeza ajena y –añado yo- algunos ni siquiera en la propia. En todo caso, el objetivo debería ser construir y reforzar la autoestima. En ese proceso largo y “contra natura”, yo no descartaría ayuditas químicas (el prozac y similares, por ejemplo, actúa influyendo sobre el sistema de la serotonina), aunque eso habrán de decirlo quienes saben.
En fin, qué complicado. Y lo dicho no es más que un apunte sobre muchas otras notas caracterológicas que me preocupan. Súmese a ello la sensación de impotencia, que ha ido adueñándose de mí progresivamente durante los últimos 7 años, más o menos. Esa sensación es muy jodida siempre; ver a alguien a quien no puedes (no te deja) ayudar a pesar de que crees que podrías hacerlo. Pero, naturalmente, es tanto más jodida cuanto más quieres a la persona respecto a la cual eres impotente. Aun así, no hay que pecar de omisión ... puede que suene la flauta.
CATEGORÍA: Todavía no la he decidido
A veces ocurre Miroslav, a veces estas situaciones sirven de aviso a determinadas personas. Esperemos que así sea.
ResponderEliminarDe todas formas con respecto a lo que dices en el post sobre la agresividad, hay un factor mucho más importante que la serotonina, es el sexo. Según el libro del cerebro femenino, la agresividad es algo que está patente en los hombres, la forma de procesar la información os hace agresivos. Evidentemente ahora que lo pienso la serotonina es la encargada de procesar esa información. El caso es que vuestra naturaleza es agresiva. Y las quejas a la doctora que escribió el libro en todo caso, a mi no.
No me gusta generalizar. No todos los hombres son agresivos. Por suerte, si yo me he cruzado con algún caso grave, no lo recuerdo. Y hay formas sutiles de violencia, usadas por las mujeres, que acaban haciendo mucho más daño que la violencia física. Con o sin alcóhol por medio.
ResponderEliminarLo que sí he vivido es la impotencia de querer ayudar a alguien y no conseguirlo. Fue algo de lo que hablamos hace poco en el blog de Mari Carmen.(http://conpastoenlalenguadeagua.wordpress.com/2007/05/22/trampa-sagrada/) Claro que si la persona es tu hijo, tu padre, tu pareja... no es tan fácil eso de decir "Vale, veo que necesitas tropezar y hacerte daño para aprender. Yo me retiro". No hay fórmulas infalibles para nada.
Ali no confundas violencia con agresividad. La agresividad es algo que se siente que se manifestar en forma de violencia o no dependiendo de tu forma de asimilarla simplemente. De todas formas esas formas sutiles de violencia a falta de capacidad física, que desarrollan las mujeres (supongo que te referirás a esto) son igualmente utilizadas por los hombres. De todas formas y aunque no esté de acuerdo con ese discursillo que todo el mundo tararea para minimizar la violencia física o justificarla por la utilización de la violencia psicológica, supongo que el tema de la agresividad y que era tratado por esta doctora en ese libro que comento, no lo trata desde el punto de vista social y sus consecuencias sino desde el punto de vista científico y fisiológico y si es así poco podemos hacer para revatirlo y sí mucho al saberlo para poder evitar que la agresividad se traduzca en violencia.
ResponderEliminar"La agresividad es algo que se siente que se puede manifestar..." vaya siempre me como las palabras al escribir.
ResponderEliminarYo no creo que la serotonina tenga mucho que ver con la violencia y sí con el "humor". Luego de depende de cada individuo como se manifiesta ese humor. Hay gente que llora a mares, otros se vuelven violentos y otros sonríen...
ResponderEliminarCreo que el prozac y demás sustancias, sólo mantienen en nuestro organismo unos niveles óptimos de serotonina, pero no controlan nuestro carácter y nuestra forma de manifestar nuestros sentimientos.
Al igual que no todo el mundo es igualmente susceptible de caer en una adicción, no todo el mundo tiene las mismas respuestas a similares concentraciones hormonales en sangre.
Por ejemplo, el simple hecho de tomar el sol incrementa la secregación de serotonina. Eso no significa que todo el mundo al sentir un rayito de sol se ponga de buen humor, ni que todo el mundo durante el invierno esté amargado.
Y en cuanto a lo importante, yo creo que es complicado acertar a la hora de ayudar a alguien que no se deja, pero lo que no se puede hacer es rendirse.
Hablando desde la distancia... pero como bien dice Miroslav Panciutti ¿cómo reaccionamos cuando lo tenemos en casa?
ResponderEliminarBesos de una maia.
A mí los niveles de serotonina se me bajan en cantidades industriales cuando consumo alcohol. Y al bajarse los niveles de serotonina,y con la tendencia a la depresión... además dentro de los estados depresivos está la agresividad. BAH!! Me imaginaría que en mayores cantidades de alcohol, con consumos en mayor frecuencia, menores niveles de serotonina y un estado depresivo agudo habría estados violentos.
ResponderEliminarY sí, todo depende de uno, y no se aprende en cabeza ajena. Cambiar estos patrones o no y saber como manejar la depresión depende totalmente de cuán cómodo se esté en ese "estado". hay algunos que aunque digan lo contrario, se quieren quedar ahí, porque es más fácil estar ahí que el doloroso proceso ( en eso ando) de salir.
Veo violencia de genero por parte de algunos acá, que pasa, tienen baja serotonina???
ResponderEliminarA mi cuando bebo sin haber probado bocado, como mi pareja (chico, soy una chica) me toque temas q ya en estado normal me ponen nerviosa, me entra una mezcla de ira, rabia e impotencia que a veces me entran ganas de darle un bofeton... Hace tiempo ya me sentaban mal esos temas, pero con el tiempo me he ido encenciendo mas cada vez, y el no se da cuenta que esos temas deben ser tabues, debe olvidarlos, ya que no aportan nada bueno a lo nuestro y sacan lo peor de mi, cada vez mas...
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