jueves, 14 de junio de 2007

Bob Dylan

Ayer, un jurado de 20 personas, concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes a Bob Dylan. El Acta del fallo es escueta: le califican de “mito viviente en la historia de la música popular y faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo” Además, dicen que “austero en las formas y profundo en los mensajes, Dylan conjuga la canción y la poesía en una obra que crea escuela y determina la educación sentimental de muchos millones de personas”.

Poz zí, al menos en mi caso. Empecé a escuchar al señor Zimmerman allá por el 73, gracias a un compañero de colegio con hermanos mayores que conseguían los discos en Londres. Para cuando yo descubrí a Dylan, había publicado ya 15 LPs y desconcertado varias veces a sus seguidores con cambios estilísticos en una constante negación a dejarse encasillar, tanto musicalmente como en cualquier otro aspecto. En 1973 Dylan se acercaba a la treintena y hacía ya tiempo que era un mito.

Así pues, no soy en absoluto un dylaniano de la primera época. Teniendo en cuenta que cuando empecé era bastante jovencito (14 años), puedo imaginar que sus seguidores “from the beginning” son ahora señores de la generación anterior, digamos que cincuentones avanzados y de ahí en adelante. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los discos de Bobby llegaron bastante tarde a España y, en sus inicios, apenas tuvieron difusión masiva (si bien sí influyeron notablemente en determinados músicos, sobre todo en Barcelona y Madrid). Leo en un librito que adquirí por esos años del final de mi bachillerato que “hasta prácticamente hoy (1974) no podemos decir que se tenga una imagen total del cantante americano”. En fin, que creo que a estas alturas y en el entorno que me tocó vivir, puedo considerarme dylaniano con cierta solera.

Y eso que, siendo sinceros, nunca tuve el sueño de cambiar el mundo o, si acaso, más que sueño pudo ser un breve e ilusorio destello. Pero sí que, indudablemente, Dylan determinó mi educación sentimental y encauzó en precisas direcciones muchos de mis intereses y preocupaciones. Me viene ahora a la cabeza una imagen mía acostado en mi habitación familiar, en penumbra, mientras sonaba en el cassette la grabación de Blood on the Tracks; mi padre entró de repente (nunca llamaba a la puerta) y me vio en esa especie de trance: pareces feliz, me dijo, y se fue. Tendría unos dieciséis años, estaba en plena etapa de conflicto interior y negación de las referencias “oficiales”; Dylan (su voz nasal, sus letras, sus canciones) aportaba parte de los materiales con los que ensayaba la construcción de mi propia individualidad.

He seguido escuchando a Dylan desde esas épocas adolescentes, así que son unos 35 años de “fidelidad” (no hace falta amar para ser fiel). No soy para nada mitómano, pero, si he de elegir el personaje cuya influencia ha sido más prolongada imagino que habría de señalar al de Minnesota; lo cual no quiere decir que esa influencia haya sido la más intensa.Tengo, por supuesto, todos sus discos (ahora CDs) oficiales, unos cuantos piratas, bastantes versiones de sus canciones por otros artistas, siete u ocho libros sobre su vida y obra; he asistido a tres actuaciones suyas y visto varias por televisión ... En fin, que, aunque para nada un especialista, dylaniano he de aceptar que soy y, por tanto, me parece muy bien que le concedan el Príncipe de Asturias.

Aunque, desde luego, el premio no añade nada a lo que pienso y siento sobre el enigmático Dylan. Ya veremos si pasa a recogerlo; supongo que, a estas alturas de su vida (66 años hace unos días), lo más probable es que sí. En todo caso (y pensando en algo que hace unos meses “conversé” con Kotinussa), por más que me guste Dylan y sea un personaje importante en mi historia personal, no diría que lo admiro (al menos no con esa variante de admiración que tanto se parece al arrobo) y estoy bastante seguro de que si lo conociera me resultaría antipático.


CATEGORÍA: Personas y personajes

5 comentarios:

  1. Yo lo empecé a escuchar de pequeñita, tenía un vecino mucho mayor que yo, jajaaj de tu edad (ahora me matas) y yo estaba locamente enamorada de él, es que yo con cinco años estaba locamente enamorada, cada semana cambiaba de objeto de enamoramiento, y en uno de esos cambios le tocó a mi vecino. Total que entre sus gustos musicales estaba Dylan.

    ResponderEliminar
  2. Pues yo no puedo decir que Dylan me influyera en nada. En realidad, ni Dylan ni ningún otro cantante. Ahora me doy cuenta de que yo debía ser una especie de bicho raro, porque en los años de adolescencia y primera juventud la música y los cantantes de la época me daban exactamente lo mismo, los ignoraba a todos por igual. Jamás fui de pasarme horas muertas (ni minutos muertos, siquiera) oyendo música. Lo que hacía era leer mucho, pero tampoco me gustaba tener música de fondo para leer. Rarita, rarita, en suma.

    ResponderEliminar
  3. Eso mismo comentaban en la radio al dar la noticia de la concesión del premio, decía mi buen Herrera Carlos que, conociendo al premiado y lo borrrrrrrrrrde que es, dudaba mucho que asistiera a recogerlo.
    En fin, con tan buenas credenciales, voy a culturizarme este finde con su música (yo también soy heredera musical de mis hermanos mayores, pero es que a ellos nunca les dio por Dylan, más bien Beatles, Supertramp, Pink Floyd...). Para empezar bien, ahora mismo procedo a ver el vídeo que has puesto, que me he lanzao a contestar antes de que se me fuera la idea.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. pues yo no estoy tan segura que el premio este bien adjudicado.
    Asumo la importancia de Dylan en la música pero tambien hay otros muchos.
    No se. este año no estoy muy convencida..
    un beso

    ResponderEliminar
  5. últimamente estoy muy de acuerdo con los premios que concede la comisión del principito sí señor!

    ResponderEliminar