Justificando "mis" estadísticas de suicidio
Anteayer, mientras buscaba otras cosas en la red, me encontré con un artículo atrasado de El País (del 30 de enero de 2008) sobre estadísticas de defunciones de 2006 que acababa de hacer públicas el INE. El asunto me interesó, así que entré en la página del INE y me puse a hacer numeritos; poco más que eso es el post que publiqué ayer.
Amanda me pone un comentario en cuyo primer párrafo me advierte de que con ese post estoy "normalizando" el suicidio e incluso puedo dar ideas que animen a un depresivo a pegarse un tiro, por lo que me recomienda que lo borre. La verdad es que el comentario me ha impactado y llevo un rato meditando si borrar o no el post. De momento, sin embargo, creo que no voy a hacerlo y, a continuación, expongo mis argumentos.
En primer lugar, creo que mi texto no va mucho más allá de lo que hizo cualquier medio de comunicación de difusión masiva hace unos días: informar de unos datos estadísticos. Lo único que hago de más es "cruzar" datos para relativizar y poder valorar el significado de las magnitudes. Lo hago porque creo que uno de los más notorios defectos de los periodistas es no entender de números (a veces parece que les da igual un cero a la derecha que a la izquierda). Sin entrar a juicios "éticos" sobre el suicidio, me interesaba resaltar su real peso cuantitativo. Para un psiquiatra o un psicólogo (y para todos) cada suicida importa pero, desde una mirada sociológica, no es lo mismo un país donde se suicida uno de cada 14.000 habitantes (España) que otro en el que lo hace uno cada 2.500 (Lituania).
Con mi post lo que quería hacer era entender el alcance cuantitativo real de las magnitudes (para lo cual lo mejor es compararlas) a fin de ser capaz de hacerme correctamente las preguntas. Porque, obviamente, lo que me interesa no son los datos fríos sino las causas que los producen. Ahora bien, repito, sólo presentaba unas cifras estadísticas como han hecho multitud de medios de información. Teniendo en cuenta la difusión de este blog, me parece que es prácticamente nula la probabilidad de que un depresivo se entere por mi post del número de suicidios en España y su distribución por edades y sexo y no por cualquiera de los otros medios que han dado la noticia (con mucha más carga demagógica, por cierto). Así que, en términos de riesgo absoluto ...
Pero la cuestión importante no es esa, sino si lo que escribí tiene algún contenido que pueda animar al suicidio. Lo releo de nuevo y, de verdad, lo que más se aproxima a ello me parece que es el video de Les Luthiers. Dice Amanda que puedo dar ideas; parece que dar a conocer formas de suicidarse es el mejor estímulo para que otros las copien. Pero en mi post no hablo de métodos de suicidio. Tampoco, es cierto, me refiero al suicidio como si fuera malo. Ni como si fuera bueno; simplemente es un hecho y analizo (poco y mal) sus cifras. De otra parte, me cuesta creer que los sermones moralistas sobre el suicidio puedan disuadir a un suicida. En todo caso, ninguna de esas teclas las tocaba, por más que admito que escribí con un ligero barniz frivolón e irónico (desde luego mucho menor que el genial cuadro de Les Luthiers).
Por tanto, pienso honestamente que mi post no es nada "peligroso", ni por su difusión (mínima frente a otros medios de comunicación que han tratado lo mismo) ni por su contenido. Aparte de ello, hay otro aspecto sobre el que me ha hecho reflexionar el comentario de Amanda y es el de la conveniencia de no hablar sobre ciertos temas ante el riesgo de que hacerlo suponga efectos indeseados. Como siempre, es difícil adoptar posturas radicales. Naturalmente, no defiendo que cabe todo y, por el contrario, estoy convencido de que uno ha de hablar con responsabilidad y que esa responsabilidad aumenta proporcionalmente a la autoridad de su opinión. Ahora bien, lo que sí me parece peligroso es la "censura" para evitar que otros (normalmente gente con facultades intelectivas limitadas o distorsionadas; y no me refiero sólo a los suicidas) se sientan impulsados a comportamientos "no deseados". Dentro de los límites de un discurso racional que tiene por objeto el debate y el conocimiento (excluyo, por supuesto, aquellos mendaces y sofistas que buscan justamente la manipulación e inducción de comportamientos ajenos favorables a sus fines) no creo que uno sea responsable (o culpable) de las interpretaciones de sus lectores u oyentes. Cada uno ha de apechugar con su vida. En el caso concreto del suicidio (como en cualquier otro "tema sensible") es evidente, como no podía ser de otra manera, que la abundantísima producción de literatura y reflexión (desde las más variadas ópticas, no sólo la psiquiátrica) no se ha limitado por miedo a contribuir al aumento de suicidios.
Supongo que mis argumentos no convencerán del todo a Amanda, pero a mí me valen. La segunda parte de su comentario me ha resultado muy instructiva, una buena síntesis de datos que conocía desordenadamente. No voy a discutir lo que dice porque carezco de formación. No obstante sí me gustaría apostillar un par de cosillas.
En primer lugar me ofrecen algunas dudas esos porcentajes que da, sobre todo porque desconfío del rigor de las mediciones y de las fuentes. La propia distinción entre suicidios secundarios y primarios no deja de parecerme meramente académica, una especie de "ficción clínica". Puede haber quien llegue a opinar que todo el que se suicida lo hace como consecuencia de una enfermedad mental; pero también parece claro que de ese 81% de suicidas que sufren una depresión mayor (90% x 90%) habrá un porcentaje significativo que tienen "causas objetivas" para suicidarse. El tema daría para larguísimas discusiones pero, de lo que estoy seguro, es de que es difícil establecer conclusiones cuantitativas debido a la imposibilidad práctica de cumplir los requisitos del análisis estadístico. No así en cuanto a las conclusiones cualitativas que, de otra parte, me parecen mucho más interesantes y útiles.
Mi segunda apostilla se refiere a la explicación que esboza Amanda sobre la gran diferencia cualitativa entre los suicidios masculinos y los femeninos. Dice que, si consideramos el número total tanto de intentos de suicidio como de suicidios consumados, predominan de largo las mujeres. Debido a mi formación de ciencias me cuesta creer esto (aunque puede ser verdad). Lamentablemente los datos de intentos de suicidio que publica el INE no son creíbles. Representan un porcentaje muy pequeño de los consumados, lo que hace pensar que la gran mayoría de las tentativas, dado que no acaban en muerte, no aparecen en las estadísticas. Así que no puedo sino elucubrar. Para que la proporción de mujeres suicidas sea mucho mayor que la de hombres (pongamos el doble, que es bastante inferior a la que favorece a los hombres en suicidios consumados), el número de intentos frustrados femeninos en 2006 tendría que haber sido de unos 4.300 más el doble de intentos frustrados masculinos. Aun suponiendo, como dice Amanda, que la "efectividad" de los suicidas varones es bastante alta, habrá que admitir un pequeño porcentaje de tentativas sin éxito; qué menos que un 20% (seguro que es mucho mayor), equivalente a unos 500 intentos no letales. Con estos supuestos, la cifra de tentativas femeninas se sitúa en torno a las 5.300 en 2006 frente a los 730 suicidios consumados. En esta elucubración (para dar coherencia cuantitativa a la afirmación de Amanda) resultaría que anualmente intentan suicidarse unas 6.000 mujeres frente a unos 3.000 hombres; las primeras tendrían un grado de "éxito" del 12% mientras que los varones del 83%. En términos de efectividad sale una relación 7 a 1 favorable a los varones. Es decir, diferencias mucho mayores todavía que las que había en la distribución de suicidios consumados por sexo. Si las primeras diferencias, al ser tan llamativas, requerían una explicación, la explicación que sugiere Amanda genera diferencias aun mayores que, por tanto, requieren con más motivo ser explicadas. De ahí mis recelos.
Conste que, con lo anterior, no pretendo defender una tesis u otra. También yo tenía la idea de que las mujeres se suicidaban más pero los datos estadísticos, en principio, no parecen abonarla. A lo mejor los datos están mal (no me extrañaría), pero lo llamativo es que los errores tendrían que ser de grandísima magnitud. Con lo cual, pese al interesantísimo comentario de Amanda, sigo manteniendo mi desconcierto respecto al punto concreto de la desproporción sexual en los suicidios. Y acabo ya, agradeciendo a Amanda su aportación que me ha animado a intentar aprender algo más (para quien le interese he encontrado un artículo sobre suicidio y riesgo de suicidio que me parece, desde mi ignorancia, una buena y sencilla exposición del tema).
Amanda me pone un comentario en cuyo primer párrafo me advierte de que con ese post estoy "normalizando" el suicidio e incluso puedo dar ideas que animen a un depresivo a pegarse un tiro, por lo que me recomienda que lo borre. La verdad es que el comentario me ha impactado y llevo un rato meditando si borrar o no el post. De momento, sin embargo, creo que no voy a hacerlo y, a continuación, expongo mis argumentos.
En primer lugar, creo que mi texto no va mucho más allá de lo que hizo cualquier medio de comunicación de difusión masiva hace unos días: informar de unos datos estadísticos. Lo único que hago de más es "cruzar" datos para relativizar y poder valorar el significado de las magnitudes. Lo hago porque creo que uno de los más notorios defectos de los periodistas es no entender de números (a veces parece que les da igual un cero a la derecha que a la izquierda). Sin entrar a juicios "éticos" sobre el suicidio, me interesaba resaltar su real peso cuantitativo. Para un psiquiatra o un psicólogo (y para todos) cada suicida importa pero, desde una mirada sociológica, no es lo mismo un país donde se suicida uno de cada 14.000 habitantes (España) que otro en el que lo hace uno cada 2.500 (Lituania).
Con mi post lo que quería hacer era entender el alcance cuantitativo real de las magnitudes (para lo cual lo mejor es compararlas) a fin de ser capaz de hacerme correctamente las preguntas. Porque, obviamente, lo que me interesa no son los datos fríos sino las causas que los producen. Ahora bien, repito, sólo presentaba unas cifras estadísticas como han hecho multitud de medios de información. Teniendo en cuenta la difusión de este blog, me parece que es prácticamente nula la probabilidad de que un depresivo se entere por mi post del número de suicidios en España y su distribución por edades y sexo y no por cualquiera de los otros medios que han dado la noticia (con mucha más carga demagógica, por cierto). Así que, en términos de riesgo absoluto ...
Pero la cuestión importante no es esa, sino si lo que escribí tiene algún contenido que pueda animar al suicidio. Lo releo de nuevo y, de verdad, lo que más se aproxima a ello me parece que es el video de Les Luthiers. Dice Amanda que puedo dar ideas; parece que dar a conocer formas de suicidarse es el mejor estímulo para que otros las copien. Pero en mi post no hablo de métodos de suicidio. Tampoco, es cierto, me refiero al suicidio como si fuera malo. Ni como si fuera bueno; simplemente es un hecho y analizo (poco y mal) sus cifras. De otra parte, me cuesta creer que los sermones moralistas sobre el suicidio puedan disuadir a un suicida. En todo caso, ninguna de esas teclas las tocaba, por más que admito que escribí con un ligero barniz frivolón e irónico (desde luego mucho menor que el genial cuadro de Les Luthiers).
Por tanto, pienso honestamente que mi post no es nada "peligroso", ni por su difusión (mínima frente a otros medios de comunicación que han tratado lo mismo) ni por su contenido. Aparte de ello, hay otro aspecto sobre el que me ha hecho reflexionar el comentario de Amanda y es el de la conveniencia de no hablar sobre ciertos temas ante el riesgo de que hacerlo suponga efectos indeseados. Como siempre, es difícil adoptar posturas radicales. Naturalmente, no defiendo que cabe todo y, por el contrario, estoy convencido de que uno ha de hablar con responsabilidad y que esa responsabilidad aumenta proporcionalmente a la autoridad de su opinión. Ahora bien, lo que sí me parece peligroso es la "censura" para evitar que otros (normalmente gente con facultades intelectivas limitadas o distorsionadas; y no me refiero sólo a los suicidas) se sientan impulsados a comportamientos "no deseados". Dentro de los límites de un discurso racional que tiene por objeto el debate y el conocimiento (excluyo, por supuesto, aquellos mendaces y sofistas que buscan justamente la manipulación e inducción de comportamientos ajenos favorables a sus fines) no creo que uno sea responsable (o culpable) de las interpretaciones de sus lectores u oyentes. Cada uno ha de apechugar con su vida. En el caso concreto del suicidio (como en cualquier otro "tema sensible") es evidente, como no podía ser de otra manera, que la abundantísima producción de literatura y reflexión (desde las más variadas ópticas, no sólo la psiquiátrica) no se ha limitado por miedo a contribuir al aumento de suicidios.
Supongo que mis argumentos no convencerán del todo a Amanda, pero a mí me valen. La segunda parte de su comentario me ha resultado muy instructiva, una buena síntesis de datos que conocía desordenadamente. No voy a discutir lo que dice porque carezco de formación. No obstante sí me gustaría apostillar un par de cosillas.
En primer lugar me ofrecen algunas dudas esos porcentajes que da, sobre todo porque desconfío del rigor de las mediciones y de las fuentes. La propia distinción entre suicidios secundarios y primarios no deja de parecerme meramente académica, una especie de "ficción clínica". Puede haber quien llegue a opinar que todo el que se suicida lo hace como consecuencia de una enfermedad mental; pero también parece claro que de ese 81% de suicidas que sufren una depresión mayor (90% x 90%) habrá un porcentaje significativo que tienen "causas objetivas" para suicidarse. El tema daría para larguísimas discusiones pero, de lo que estoy seguro, es de que es difícil establecer conclusiones cuantitativas debido a la imposibilidad práctica de cumplir los requisitos del análisis estadístico. No así en cuanto a las conclusiones cualitativas que, de otra parte, me parecen mucho más interesantes y útiles.
Mi segunda apostilla se refiere a la explicación que esboza Amanda sobre la gran diferencia cualitativa entre los suicidios masculinos y los femeninos. Dice que, si consideramos el número total tanto de intentos de suicidio como de suicidios consumados, predominan de largo las mujeres. Debido a mi formación de ciencias me cuesta creer esto (aunque puede ser verdad). Lamentablemente los datos de intentos de suicidio que publica el INE no son creíbles. Representan un porcentaje muy pequeño de los consumados, lo que hace pensar que la gran mayoría de las tentativas, dado que no acaban en muerte, no aparecen en las estadísticas. Así que no puedo sino elucubrar. Para que la proporción de mujeres suicidas sea mucho mayor que la de hombres (pongamos el doble, que es bastante inferior a la que favorece a los hombres en suicidios consumados), el número de intentos frustrados femeninos en 2006 tendría que haber sido de unos 4.300 más el doble de intentos frustrados masculinos. Aun suponiendo, como dice Amanda, que la "efectividad" de los suicidas varones es bastante alta, habrá que admitir un pequeño porcentaje de tentativas sin éxito; qué menos que un 20% (seguro que es mucho mayor), equivalente a unos 500 intentos no letales. Con estos supuestos, la cifra de tentativas femeninas se sitúa en torno a las 5.300 en 2006 frente a los 730 suicidios consumados. En esta elucubración (para dar coherencia cuantitativa a la afirmación de Amanda) resultaría que anualmente intentan suicidarse unas 6.000 mujeres frente a unos 3.000 hombres; las primeras tendrían un grado de "éxito" del 12% mientras que los varones del 83%. En términos de efectividad sale una relación 7 a 1 favorable a los varones. Es decir, diferencias mucho mayores todavía que las que había en la distribución de suicidios consumados por sexo. Si las primeras diferencias, al ser tan llamativas, requerían una explicación, la explicación que sugiere Amanda genera diferencias aun mayores que, por tanto, requieren con más motivo ser explicadas. De ahí mis recelos.
Conste que, con lo anterior, no pretendo defender una tesis u otra. También yo tenía la idea de que las mujeres se suicidaban más pero los datos estadísticos, en principio, no parecen abonarla. A lo mejor los datos están mal (no me extrañaría), pero lo llamativo es que los errores tendrían que ser de grandísima magnitud. Con lo cual, pese al interesantísimo comentario de Amanda, sigo manteniendo mi desconcierto respecto al punto concreto de la desproporción sexual en los suicidios. Y acabo ya, agradeciendo a Amanda su aportación que me ha animado a intentar aprender algo más (para quien le interese he encontrado un artículo sobre suicidio y riesgo de suicidio que me parece, desde mi ignorancia, una buena y sencilla exposición del tema).
CATEGORÍA: Todavía no la he decidido
Hay una cosa que no me termina de cuadrar, y no es que sea cuadriculada.
ResponderEliminarLos videojuegos y las películas del género violento-gratuito siempre me han parecido un buen método para que muchos se inicien en la violencia, y siempre he pensado que incitan a ella. Sólo ver la publicidad de algunos juegos (cojo una metralleta y me lío a tiros contra la población civil, estrello mi coche o le prendo fuego... ese tipo de cosas) se me ponen los pelos de punta. Pero resulta que luego te sacan una estadística que dice DEMOSTRAR que no hay relación directa (o no es demostrable) entre jugar a esos juegos y desarrollar un comportamiento violento. Me lo tengo que creer porque lo dicen los expertos... los expertos en hacer estadísticas...
También pienso que muchos hombres matan a sus mujeres (para luego suicidarse u olvidarse de hacerlo) por que "han pillao ideas" sólo de escuchar el cuenteo por la tele ("ya van X en lo que va de año..."). No sé si hay alguna estadística que demuestre que esto no es así. Y me lo tendré que creer si aparece.
¿Pero con el suicidio no pasa? Mi triste y analfabeta opinión es que o todo se ve influido o nada se ve influido. ¿Unos comportamientos son copiados y otros no? No me parece una afirmación lógica. Más bien creo que a las fuerzas que mueven el negocio de los videojuegos no les interesa tener estadísticas desfavorables (qué mal pensada debo ser); porque yo sí creo que un suicida puede encontrar el empujón que le falta con el factor imitación. Pero de ahí a que la exposición de unos datos estadísticos incite a ello... es como si me dices que las estadísticas sobre longitudes de penes y número de orgasmos femeninos nos pone cachondos sólo de verlas; yo más bien creo que te puede poner cachondo un relato erótico y no las estadísticas. Más bien creo que el empujón al suicidio viene de la descripción de otro suicidio, y no de los números objetivos sin carga de emotividad.
Besazos.
Precisamente el tema del suicidio es uno de los que se trataron esta semana pasada en unas Jornadas de Avances en Psiquiatría que se celebraron en Madrid.
ResponderEliminarY no parece que nada esté claro, porque los médicos están como divididos en dos bandos, los que opinan que algunos antidepresivos y antiepilépticos de última generación son contraproducentes y otros que no tienen nada que ver. Se refieren sobre todo a niños.
Échale un vistazo al artículo, a ver si sacas algo en claro: http://www.elmundo.es/suplementos/salud/2008/745/1203116403.html
En cuanto a cifras por grupos de edad y esas cosas, yo creo que sólo sirven si se comparan con las de otros momentos. Por ejemplo, en ese artículo se dice que los suicidios de personas entre 18 y 31 años está aumentando bastante con respecto a épocas anteriores. Y también la existencia de ideas suicidas en niños, aunque no los suicidios en sí.
En resumen, que es muy difícil extraer conclusiones y que los mismos especialistas no se ponen de acuerdo.
Bien, no quise decir "incitar", conste, si utilicé ese adjetivo lo retiro desde ya.
ResponderEliminarTe hablaré del suicidio clínico, que es el que yo conozco (soy no sólo suicidóloga, sino que a parte de colaborar en seis tesis al respecto, soy lo que se llama "primer reclamo en intento autolítico" es decir, que tras el intento de suicidio y cuando el paciente está clínicamente estable se me llama a mí para hacer la primera visita en el hospital.) De estadísticas no tengo capacidad argumentativa, porque no he hecho un estudio hace años, pero sí la tengo respecto al suicidio en sí.
En el suicidio se dan una serie de pasos previos (seguramente no siempre, pero en mis doce años ejerciendo, siempre ha sido así). La escala te la resumo en boca de Beck, la eminencia en estos temas:
1. pensamiento de "la vida no vale la pena".
2. pensamiento de "sé que la vida no vale la pena y además sé que si yo estuviera muerto todo sería más fácil para los que están a mi alrededor. Les haría un favor a todos."
3. pensamiento de "quiero matarme."
4. pensamiento de "quiero matarme de esta manera, este día y lo haré así."
Como no somos capaces (aun) de saber qué piensan los demás, existen dos maneras de saber si estamos en la escala dos o más y hemos de tomar medidas: una, que la persona lo verbalice. Generalmente son verbalizaciones del tipo "esto se me hace muy duro y quizás estaría mejor muerto" o "voy a matarme". Hasta ese momento, debemos evaluar la conducta más que la verbalización. Pero a partir del momento en que se menciona el método ("lo haré con pastillas en mi casa a las ocho de la tarde") tenemos que poner en marcha una compleja maquinaria de contención que no puedo relatarte aquí por ser muy extensa.
Si alguien me lee y siente alarmas, por favor que contacte conmigo.
Bien. Seguimos con el tema "hombres y mujeres". Las mujeres verbalizan mucho más (eso es una evidencia que no necesita ni estadísticas siquiera) por lo que la contención es más fácil. Si te lo dicen, tienes pistas, y sabes actúar. Los hombres callan, pero el pensamiento puede seguir la evolución hasta el suicidio sin que ni su mujer se de cuenta.
Por otra parte, la mujer usa métodos como he dicho, poco cruentos: generalmente pastillas y el clásico cortarse las venas, cosa harto difícil, que no suelen llegar a realizar correctamente, pudiendo ser salvadas a tiempo.
El hombre usa:
1. defenestración
2. disparo.
3. colgarse.
En menor medida:
- coche o moto
- tirarse al metro.
Son métodos resolutivos.
Por último incidir en la conducta de imitación. Existe un código tácito entre asociaciones contra el suicidio y periodistas para no dar fe de este tipo de noticias porque se generaron suicidios masivos tras noticias aparecidas de suicidios consumados. Por ponerte un ejemplo: si en Barcelona hubo unos cuantas veces en que el metro se paró por un suicida, no se divulgó y se maquilló la noticia con "hubo una avería." Yo he visto a tres pacientes este año que lo intentaron así sin resultado de muerte. Te reto a buscar la noticia.
Y cualquier cosa que tenga que ver con publicitar el suicidio, ni que sea estadísticamente, yo sé que es un riesgo. Especialmente en estos lares, Miro, en donde conozco y sé de gente que lo está pensando.
(sin crítica alguna, esto no es más que una opinión profesional.)
Es eterna la discusión de si el contar lo que ocurre hace que ocurra más. Terrorismo, Violencia Doméstica, ...
ResponderEliminarSi alguien piensa que no merece la pena seguir viviendo, podrá leer este post, podra ver la T.V. podrá leer un periódico,... la solución no es no hablar de lo que ocurre sino evitar que ocurra.
Desde hace años venimos siguiendo la moda americana, hace años veíamos extraño que todos fueran a su sicoanalista, hoy en dia esa cultura se va genralizando, lo curioso es que cuanto mas sicólogos y uso de ellos se hace los problemas no van a menos sino a más. Hay un libro "Mas Platon y menos Prozac"
Las anteriores generaciones que tuvieron que lidiar con más problemas que las actuales parece que no tuvieron tanto tiempo para deprimirse, sin embargo con la vida cada vez más acomodada cada vez hay más depresíones.
La gente en cuanto tiene un problema acude al sicólogo, no es por criticar a los sicólogos ni muchísimos menos, pero al margen de todo lo que saben de teoría, no dejan de ser personas no infalibles con sus problemas y sin tener las soluciones para todo. Que el niño no estudia, al sicólogo, que mi novio me ha dejado, al sicologo, que se ha muerto un ser querido, al sicologo...
Tenemos que tener los recursos para afrontar las situaciones difícles de nuestra vida sin agarrarnos a los antidepresivos o a las pastillas para dormir tan recetadas al día de hoy.
Si se muere alguien estas triste, no estas deprimido... Si no puedes dormir, busca disciplinas y rutinas que te ayuden aunque sea mas facil zamparte una pastilla.
No se suicida quien mas problemas tiene sino quien menos ve salida a los que tiene y eso ademas de llamarse depresion por los sicólogos se puede evitar educando a reaccionar y buscar soluciones desde pequeños sin embargo estamos haciendo todo lo contrario.
La depresión no tiene nada que ver con los problemas, y si no pregúntate cuántas personas has conocido que incomprensiblemente no son felices teniéndolo todo. Es un fallo en los neurotransmisores serotoninérgicos que cursa con delirios y en muchos casos con psicosis.
ResponderEliminarMe parece que llamáis "depresión" a cualquier cosa.
Y un intento de suicidio (o siquiera un pensamiento) me parece lo suficientemente grave como para acudir a un profesional.
Yo ya he contado que caí en la enfermedad que llevo años curando y estudiando y si no llega a ser porque mi jefe se dio cuenta muy posiblemente sería una de las estadísticas de Miros. Frivolizar nuestro trabajo me parece un topicazo en mi caso muy injusto, puesto que mi entrega con estos pacientes es exagerada y creo, honestamente, que le he salvado la vida a mucha gente.
Dos hombres cercanos a mi han intentado suicidarse, uno lo consiguió, el otro no. Ambos lo intentaron en más de una ocasión. El que sigue vivo dejó una carta para mi, gracias a dios nunca la llegué a leer porque no hizo falta. El que murió dejó una carta que no iba dirigida a nadie, simplemente explicaba con toda frialdad lo que había ingerido para conseguir el resultado. Es escalofriante leer la carta, no hace referencia a ser alguno que no sea él mismo, no hay sentimiento alguno por ningún lado. E incluso hace mención de la vez que lo intentó y no lo consiguió. Aquella vez yo estuve a su lado y fui yo la que avisó a la policía, la que tramitó la denuncia para que abrieran la casa y la que lo acompañó más de dos meses en el hospital hasta su recuperación. Fue muy duro, pero su problema iba mucho más allá de una depresión y estaba claro que lo volvería a intentar aunque en aquella ocasión ya estaba fuera de mi alcance.
ResponderEliminarLa persona que sigue viva está muy bien, yo diría que incluso se le ve feliz. Nunca supe exactamente cuál era el problema que lo llevó al suicidio, habían varios en los que se les veía herido cuando hablaba conmigo, una dependencia muy fuerte de su madre, de la que no sabía cómo escapar, una violación que a mi se me escapaba de las manos, yo le insistía en que fuera a ver un profesional, pero él decía que no. Mis consejos nunca eran bien recibidos por él, de hecho puso mucha distancia entre los dos, una distancia enorme.
Amy.
Yo he leído todo esto con mucho interés. Un par de veces me he leído ambos posts (Miro empiezo a necesitar esquemas para tus posts, toma nota). Pero como no me gusta hablar de cosas que no sé, omito mis comentarios al respecto.
ResponderEliminarYo tengo una persona muy cercana que tuvo un intento de suicidio. No estaba cerca mío cuando ocurrió. Es a día de hoy que no sé por qué lo hizo ni sé si podría intentarlo de nuevo. No lo parece, pero no lo sé. Intuyo que el suicidio va relacionado con una autoestima muy baja y seguramente con otra serie de puntos que se me escapan.
Por cierto me ha preocupado en cierta forma el comment de Amanda, porque yo sí he pensado alguna vez que la vida es una mierda y qué no sé qué demonios hago aquí. No sabía que según protocolo esos eran los primeros pasos de un mecanismo suicida. Eso sí el punto 3 no lo he tocado nunca, ni ganas.
(pues para no opinar..menurdo rollo estoy soltando)
Besitos Miro
Por mi parte no creo que tus post puedan incitar al suicidio en absoluto. Aportas datos, opiniones tuyas, nada mas.
ResponderEliminarUn beso y sigue así. Mery
Yo tampoco creo que una observación estadística pueda incitar al suicidio. Otra cosa sería una novela o una película que lo describiera en detalle, o lo justificara.
ResponderEliminarY disiento de Marta, no me parece que vayamos al psicólogo más de lo necesario. Antes al contrario, creo que es muy bueno que se haya desmitificado su papel, y ya no se mire al que va al psicólogo como si estuviera loco. Las únicas enfermedades de verdad graves son las de la cabeza, y no todos tienen los recursos anímicos, o el apoyo en su entorno o la fuerza vital para encontrar las soluciones por cuenta propia. ¿Que antes no se recurría a los especialistas? Porque no existían, no porque no hicieran falta. Tampoco antes había tanto cáncer. Porque no se vivía lo suficiente como para desarrollarlo.