sábado, 1 de diciembre de 2007

El sexo es sucio

En 1928, en una villa cerca de Florencia y enfermo de tuberculosis, David Herbert Lawrence escribió El Amante de Lady Chatterley. La novela se publicó en ediciones privadas en Florencia y en París y fue desde sus inicios motivo de escándalo. Lawrence siempre negó las acusaciones de pornógrafo y escribió dos ensayos específicos (Pornografía y Obscenidad y A propósito del amante de Lady Chatterley) para explicar que la visión “pornográfica” del sexo deriva de una concepción enfermiza. En Inglaterra la novela se publicó expurgada de sus pasajes más escabrosos, hasta que en 1960, Penguin Books decidió publicar el texto íntegro (para entonces, Lawrence llevaba treinta años muerto). Un año antes, en 1959, el Parlamento Británico había aprobado la Ley sobre Publicaciones Obscenas que, modificando la anterior de 1857, salvaba de la censura por pornografía aquellas obras de “mérito literario”. Pese a ello, la fiscalía llevó a juicio la obra, consciente de que el caso había de sentar jurisprudencia sobre la pornografía. El veredicto del Tribunal fue “no culpable” y supuso no solo que a partir de entonces la novela se publicase libremente (y haya pasado a considerarse una obra importante de la literatura del siglo XX) sino una notable apertura en los criterios de la censura oficial. Se estaban iniciando los 60, y este hecho tiene su importancia en lo que se dio en llamar la “revolución sexual”.

En su defensa, Lawrence sostenía que, a partir de cierto momento (en concreto en Inglaterra, desde el renacimiento y como consecuencia de las epidemias de sífilis), se perdió una relación natural e inocente con el sexo, pasando a considerarlo algo sucio y revistiéndolo de tabúes. No me convence para nada la explicación histórica de Lawrence (por más que hable de una actitud sana ante el sexo previa al reinado de Isabel I, remitiendo a la alegre y franca literatura de Chaucer); sin embargo, sí coincido en que, efectivamente, vemos el sexo como algo sucio en sí mismo. Ciertamente, mucho hemos avanzado desde la moral represiva victoriana, prolongada en España hasta hace relativamente poco. Se han ido removiendo las “prescripciones legales” (por decirlo de alguna forma) respecto a la suciedad del sexo, pero no creo que se pueda negar seriamente que estamos muy lejos de haber “limpiado” nuestra concepción sobre el sexo. Los tabúes vinculados a la sexualidad los llevamos (al menos yo) muy en lo profundo de nuestra personalidad (¿en el inconsciente freudiano?) y por más que los rechazamos desde el análisis racional, ahí siguen, incidiendo notablemente en nuestros comportamientos.

El tabú es algo que no es lícito mencionar. Los tabúes son prohibiciones de las que no se habla porque sacarlas a la luz nos avergüenza. Los tabúes, además, son sociales, son asumidos como tales por la sociedad en su conjunto, por más que individualmente haya quienes no los consideren tales. Ciertamente, si nos comparamos con los días del juicio a la novela de Lawrence, el sexo es ahora menos tabú que entonces. Habrá quien piense, engañado por la abundancia de su exhibición, que ha perdido ya tal condición. Pero no es así. Hablamos mucho de sexo, sí, pero "desde fuera", sin implicarnos personalmente, sin atrevernos a considerarlo algo normal. El sexo, la actividad sexual, no es simplemente lo que es en sí misma, sino que es, además, una complejísima sarta de implicaciones psicológicas que tocan los recovecos oscuros de nuestra intimidad. Si no consideráramos que el sexo es algo sucio, no nos costaría hablar sobre cómo lo practicamos, los aspectos que nos sorprenden o molestan, las eventuales disfunciones ... Tampoco, si no lo consideráramos sucio, habríamos estigmatizado el placer sexual ni a los profesionales que lo procuran.

Para mí, el más contundente argumento sobre esta apreciación pecaminosa del sexo, es la necesidad (ideológica) de redimirlo con el amor. Hacer el amor (que no follar) con alguien a quien amas, dignifica el sexo, lo eleva desde la inmundicia de su naturaleza. En cambio, follar, entendiéndolo como buscar sólo el placer sexual, es un acto vil (aunque ya no lo condenemos), que en cierto modo nos degrada. La excusa del amor no hace a mi juicio mucho bien, ni al sexo ni al amor. Lo cual no implica negarle al sexo su tremenda capacidad de propiciar comunicaciones afectivas entre las personas; o sea: que hay, sin duda, relaciones entre amor y sexo (de reforzamiento positivo mutuo). Pero, a veces, no ser capaces de asumir el sexo al margen del amor, como acto carnal en sí mismo, es engrosar el tabú oculto, alimentar nuestras vergüenzas necesarias.

Porque ... ¿son necesarios los tabúes, las vergüenzas? Si liberáramos al sexo de todo tabú, si fuéramos capaces de asumirlo con la más absoluta naturalidad y vivirlo, por ende, con plena libertad, ¿no perdería acaso potencia la sexualidad? Hay muchos que piensan que debe preservarse el silencio de lo ilícito, que justamente el que sintamos el sexo como algo "sucio" es parte muy importante de su fuerza excitadora. Si así fuera, la transgresión del tabú, como reclamaba el pobre D.H. Lawrence, quizá en vez de liberarnos nos aguaría nuestra sexualidad. A tal conclusión parecen apuntar quienes de esto saben, cuando hablan, por ejemplo, de la función de las fantasías sexuales. A esta conclusión podemos haber llegado muchos, cuando nos atrevemos a desenmascarar las propias y, a veces, sorprendernos a nosotros mismos.

Sería pues necesario seguir considerando el sexo como algo sucio para, transgrediendo el tabú, excitarnos. De lo cual parecería que tenemos algún mecanismo mental que hace que nos excite la transgresión. No lo sé, pero no termino de querer creérmelo. Prefiero pensar que es un condicionamiento ideológico, implantado ya hasta en lo profundo del inconsciente, resultado de muchos años de deformación cultural, de "ensuciados" de cerebro. Quiero pensar que si fuéramos capaces de limpiar de verdad el sexo, de asumirlo con la inocencia primigenia que reclamaba Lawrence, no por ello sería menos gozosa su práctica. En todo caso, esa es una meta para muy futuras generaciones. Yo ya estoy ensuciado; lo más que puedo hacer es sacar esas suciedades al plano consciente para intentar desarticularlas (aunque sepa que nunca podré alcanzar el éxito).



CATEGORÍA: Sexo, erotismo y etcéteras

12 comentarios:

  1. Aunque quizá no loparezca, expones esta vez un tema complicado. A mí me pasa lo mismo que a tí, tengo el cerebro ensuciado por culpa de prejuicios que, racionalmente, pueden no sustentarse.
    Sin embargo, he intentado que mis hijos se críen en un ambiente más liberal en este aspecto y los resultados me sorprenden.
    Existe un pudor por parte de mis hijos que no comparto pero no me queda más remedio que respetar. Por ello me inclino a pensar que tal vez dichos prejuicios sean condición humana. Vienen de serie y son etapas por las que debemos pasar. Quizá ahora se puede conseguir que ese pudor se racionalice antes y permita disfrutar del sexo de una forma distinta, más natural y, por tanto, más libremente, pero... ¿cómo se mide eso?

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  2. El tema del sexo se complica porque no sólo depende de la concepción que cada cual haya adquirido con respecto al sexo. A mi por ejemplo en casa no me hablaron de sexo ni para bien ni para mal. No es que no se hicieran comentarios, desde bien pequeñita me recuerdo haciéndole preguntas a mi madre de sexo, sí supongo que desde los seis años que mi profesora embarazada se dedicó a explicarnos cómo se concebía un hijo. La cuestión es que mi madre siempre quería que no comentase nada más pero era inútil. Supongo que dada la diferencia de edad entre mi madre y yo, treinta y cinco años, demasiado hizo ella no introduciendo valores de moral negativos a las dudas que a mi me iban surgiendo con la edad, que todas se las comentaba a ella. Y ahora que sí me los hace me doy cuenta que tiene muchos y negativos y que si en aquella edad se hubiera dedicado a contaminármelos me hubiera influido bastante.

    La cuestión es que en el sexo no sólo depende la contaminación que cada cual tiene ante el sexo sino la que tiene la persona con la que se supone que vamos a compartilos. Yo por ejemplo no estoy dispuesta a tener sexo con un hombre que tiene un alto grado de contaminación y según observo (por lo menos aquí) hay muchos más que mujeres. Y eso reduce bastante el círculo. Luego está lo que cada cual quiere para su vida, lo que cada cual decide hacer independientemente de sus necesidades y todo esto va complicando el círculo y las relaciones. Así que mejor no pensar en estas cosas.

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  3. Vaya Miro...tocando donde duele ;)

    En este momento hay una guerra entre Marguerite y el sexo con demasiadas variables por medio para saber cómo acabará. Una guerra más complicada de lo que resultaría asumir simplemente que tengo acaso la mente "ensuciada" por deformación cultural. Que también.

    Tu que eres un aficionado a la astrología ¿que opinas de una leo, luna piscis, ascendente escorpio?

    ¿Demasiadas pulsiones tirando cada una hacia su rincón?

    çe la vie

    Un beso

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  4. Uys Marguerite ni leo ni escorpio se puede decir que tengas remilgos ni hagan guerras contra el sexo.

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  5. Amy yo no he dicho que tenga remilgos, ni tampoco en qué consistía la guerra ;)

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  6. Creo que si se limpiara el sexo de tabúes y de suciedad se seguiría disfrutando de él igual o quizás más que ahora. Una menta limpia de tabúes culturales se atreverá a explorar en lugares que antes ni habría soñado.

    Yo no tuve educación sexual de ningún tipo. Como a Amy ni me hablaron de sexo para bien ni para mal. Sencillamente, no se hablaba y punto (luego, ya más mayor supe que no se hablaba porque era considerado algo sucio, claro). En el fondo, eso me ayudo a que mi mente estuviera más libre de prejuicios que las de otras personas y creo que, en ese sentido, quizás no estoy tan "sucia" pero lo dejo en quizás no vaya a ser que esté equivocad :)

    (Y la vecina que me ha dejao a mí intrigá con esa guerra... :D

    Besos

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  7. Uf-uf-uf... A ver.
    El sexo ha sido ensuciado culturalmente. Fuera del matrimonio todos sabemos que es pecado. Eso es lo único que se nos dijo cuando empezamos a preguntar en casa. Así que, aunque racionalmente seamos capaces de desvestirlo de esa túnica, lo cierto es que tenemos tan metido en el sentido, tan interiorizados, esos dogmas, que a algunos les cuesta la vida dejar atrás pudor y prejuicios. Lo bueno es aceptar esos dogmas y hacerse el firme propósito de saltárselos a la torera.

    Míster Proper, ven a limpiar mi concepción del sexo...!!!!!!!!!!!

    Besazos.

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  8. Pues yo no creo que la "suciedad" que impregna al sexo le beneficie en absoluto.

    Hace poco un tío me comentaba que era ya bastante mayorcito cuando se empezó a dar cuenta de que la culpabilidad que sentía cuando se masturbaba no era lógica. Y aún a día de hoy admite que la gente con una vida sexual muy activa y sin pareja estable le parecen un pelín "guarros". Obvia decir que esto le sucede más con las mujeres que con los hombres.

    Él es consciente de que la culpa es de haber estudiado siempre en instituciones religiosas donde les inculcaban estas ideas y reconoce que, a pesar de que intenta eliminarlas, siempre hay algo que queda ahí.

    Yo nunca he llegado a esos extremos, pero seguiré limpiando mi concepción del sexo, que todavía no lo veo yo muy limpia.

    Un beso.

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  9. Qué curioso, a mí el sexo me parece algo casi sagrado, metafísico, incluso bien separado del amor, es decir, siempre me parece que el entendimiento físico, la máxima intimidad significa algo, porque el cuerpo "sabe" más allá de la cabeza y no necesita sentimientos otros para dignificarse, sobre todo porque ya genera unos. A mí, si es buen sexo, siempre me produce gratitud y me conmueve. No me parece ninguna tontería. Incluso los encuentros de sólo sexo me dejan afecto y gratitud.

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  10. Olvidé decirlo. A mí me caía bien DH Lawrence, y su porno victoriano dejó unos personajes arquetítpicos, tuvo su gracia. Hay muchos jardineros salvajes y maridos negados por ahí... y lady chatterley es el propio autor

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  11. Bella Cobarde: Es un tema complicado o, al menos, lo es para mí. No estoy muy convencido de que esos prejuicios ante el sexo formen parte de la "condición humana"; piensa que por más que tú seas natural ante tus hijos, no eres su única referencia.

    Amy: Ciertamente el sexo es cosa de dos (o de más :) y de poco valdría que uno fuera lo más natural posible si no lo es el otro. Y todo es muy complicado sí, pero ¿por qué no pensar en ello? Aunque no sea más que pensar por pensar, o para conversarlo. Esa es una buena forma, también, de sexo oral.

    Marguerite: Pues a ver si detalla usted las circunstancias de esa guerra, que luego va y dice que no es pudorosa. En cuanto a tus tres vértices astrológicos, qué decirte; así, a primera vista, que bien tensionadita debes tener la personalidad. El Sol y la Luna deberían sentirse cómodos en sus signos (fuego y agua respectivamente); intuyo que debe ser el ascendente el que te revoluciona (y mucho tiene que ver escorpio con el sexo). Mándame fecha, hora y lugar de nacimiento.

    Nanny: La "suciedad" más insidiosa es la más profunda, porque no podemos distinguirla como tal. En cuanto a disfrutar del sexo sin tabúes yo también pienso que sería posible; lo cual no niega que, existiendo éstos, el transgredirlos tiene en sí mismo una fortísima carga erótica.
    Illyakin: Jo, qué claro lo tienes. Pues sí, estoy de acuerdo contigo, aunque yo no me atrevería a ser tan tajante.

    Raquel: Mujer, tanto como ni un poquito ... Pienso, como tú, que en un balance global que hayamos ensuciado el sexo es negativo para éste y para el amor. No obstante, transgredir los tabúes es un componente fundamental de las fantasías eróticas y, por tanto, contribuye en muchos casos a cualificar las relaciones sexuales. ¿Cuántas mujeres no se excitan sintiéndose "guarras" (y oyéndoselo llamar por sus parejas) mientras follan?

    Zbelnu: Comparto plenamente tu concepción del sexo y me encanta que lo califiques de "casi sagrado", "metafísico". Así, efectivamente, lo siento yo en muchas ocasiones (sobre todo en los últimos dos años). También a mí, una buena sesión de sexo, me conmueve y me llena de gratitud. Todo eso, sin embargo, no es incompatible con que, al menos yo, reconozca en mi interior que también lo siento como algo sucio; y no digamos lo que descubro en tantas otras personas, que ni siquiera se lo plantean e imagino que son bastante incapaces de vivir las experiencias mágicas que refieres. En cuanto a DHL, a mí también me cae bien, aunque sólo fuera porque me recuerda épocas que me enternecen. Por cierto, supongo que él se enfadaría contigo por llamarle porno y victoriano.

    Un beso a todas.

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