"Pretender atrapar a Dios en una red de razonamientos no sólo es blasfemo, sino una tontería de rango excelso, teológico, o sea, lo contrario de lógico, pero pretendiendo serlo". Eso dice Lansky, con cierta intencionalidad provocadora y, la verdad, la frase le queda redonda, dotada de ese atractivo rotundo que acompaña a los aforismos bien formulados; como diría un italiano: se non è vero, en ben trovato. Pero, ¿es verdad?
Nos pregunta Lansky (retóricamente) si conocemos las "famosas y tontorronas pruebas sobre la existencia de Dios del Aquinate. Yo sí (y supongo que todos los de mi quinta o algo mayores a los que nos tocó sufrir el bachillerato tardofranquista). De hecho, guardo todavía un trabajo que hice en sexto sobre la Summa Theologiae, para el profesor de filosofía que era un sacerdote del Opus. Un diez me puso el capullo aquél (don Javier se llamaba, y fumaba compulsivamente encendiendo un cigarro con la colilla del anterior), porque diseccioné con quirúrgico detalle cada una de las cinco vías que desarrollaba el doctor Angélico en su artículo 3 de la cuestión 2 ("sobre la existencia de Dios"). Naturalmente, bien me cuidé de que mi análisis adolescente revelará mi asentimiento a dichas "demostraciones", por más que ya entonces me parecieran argumentaciones bastante endebles. Y eso que por aquel entonces sí creía en la existencia de Dios.
Pero la cuestión (de momento) no es si las cinco vías, todas o al menos alguna de ellas (que ya bastaría), son demostraciones racionalmente válidas de la existencia de Dios, sino si la propia existencia de Dios es o no demostrable (por la razón humana, se entiende), asunto al que justamente dedica el de Aquino (que no era de Aquino, por cierto) el artículo anterior, menos famoso que el de las demostraciones en sí. Lo que nos dice el escolástico es que no podemos conocer a Dios sólo por la razón pues ésta es finita y la naturaleza divina infinita. Por eso necesitamos de la fe (y así de paso salva varias objeciones peligrosas que le acechaban en su intento de "conciliar" (a su modo) filosofía y teología). Sin embargo, sí podemos llegar por la razón natural, a partir del conocimiento de los objetos sensibles (creados) a deducir la existencia de Dios, y tal conclusión (racional) es un "preámbulo" a la fe.
Soy consciente de que suena algo sofista (era necesario hilar fino para no ser declarado hereje), pero lo cierto es que con este matizado distingo Santo Tomás se cuidaba mucho de que no se le acusara de querer "atrapar" a Dios en la razón. Por el contrario, desde una actitud radicalmente opuesta a cualquier intención blasfema, declaraba que la razón es insuficiente para conocer a Dios pero, en tanto dada por Dios mismo, es un instrumento válido para alcanzar a concluir sobre su existencia. Hay que señalar que la idea de que es posible conocer la existencia de Dios con la sola luz de la razón natural (sin la Revelación) no es afirmación original del de Aquino, pues proviene de los Padres de la Iglesia (por ejemplo, Tertuliano, Teófilo de Antioquía, San Ireneo, San Juan Crisóstomo y hasta el propio San Agustín). Basten estos antecesores para comprobar que si la "tontería" de Tomás consiste en atribuir a la razón humana la capacidad de conocer la existencia de Dios (que no su naturaleza), hubo otros santos tan tontos como él que podrían disputarle el título que le otorga Lansky.
Claro que no tuvieron tanto éxito en el pensamiento occidental posterior, ni fueron objeto de tantas glosas, de modo que aceptaré que, siempre que consideremos una suma tontería propugnar la posibilidad racional de demostrar mediante la razón la existencia de Dios (al margen de la calidad de las demostraciones específicas), Santo Tomás es el más excelso representante de la misma en el Santoral cristiano. Sin embargo, quizá esta cuestión no sea tan tonta cuando durante los últimos setecientos años ha sido tema central de las discusiones más acaloradas de la filosofía occidental, ha ocupado a numerosos cerebros de primer orden y ha generado distintas "escuelas", cada una con diversas variantes en sutiles grados de matiz. Maimónides, Pascal, Kant, Comte, Feuerbach, Bergson y muchos más han reflexionado sobre el tema, sea para negarla o confirmarla, que poco importa a estos efectos.
Y el asunto dista mucho, a mi juicio, de estar cerrado. De hecho, que es posible conocer la existencia de Dios a través de la razón humana (aunque éste no sea el único medio) es, que yo sepa, dogma de fe para los católicos desde el Concilio Vaticano I. Cierto es que en ese Concilio se proclamaron muchos otros dogmas que a mí al menos me parecen bastante más merecedores de ser calificados como excelsas tonterías, pero en disculpa de Pío Nono hay que decir que bastante jodido andaba el hombre con los progresos del racionalismo (y para colmo por la pérdida de su poder temporal por culpa de esos italianos unitaristas todos carbonarios y masones). Ahora bien, a casi siglo y medio de esos acontecimientos, es de lo más entretenido leer las admoniciones finales de la Filius Dei; por ejemplo: "si alguno dijere que la revelación divina no puede hacerse creíble por signos externos, y que por lo tanto los hombres deben ser movidos a la fe sólo por la experiencia interior de cada uno o por inspiración privada: sea anatema".
La posición actual de la Iglesia poco ha cambiado a este respecto (por más que tienen el buen gusto de evitar referirse a algunos otros dogmas del Vaticano I) y lo cierto es que Pablo VI, Juan Pablo II y el actual Benedicto XVI, se han esforzado, en encíclicas y declaraciones, en sostener la validez de la tontería del Aquinate y procurar conciliarla, a veces de forma que me parece algo patética, con los postulados de la ciencia actual (eso de la reconciliación entre fe y ciencia del vigente sucesor de San Pedro tiene mucha relación con la obra de Santo Tomás, al cual, por cierto, ha glosado en más de una ocasión). Naturalmente, que la Iglesia siga sosteniendo la posibilidad de llegar al convencimiento racional de la existencia de Dios no significa en absoluto que deje de ser una tontería, pero sí reduce mucho, a mi juicio, el mérito del de Aquino para ostentar el título que Lansky le ha otorgado.
Y lo dejo aquí por el momento. Porque lo que quería abordar era si, al margen de los planteamientos religiosos, es de verdad tan tonta la cuestión de la posibilidad de deducir racionalmente la existencia de Dios. Pero eso exige, creo yo, empezar por definir qué entendemos por Dios. Si se trata del Dios del cristianismo, ya me declaro absolutamente escéptico sobre tal posibilidad. Pero si llamamos Dios (como hace Tomás en su segunda vía, la única mínimamente consistente desde la lógica formal) a una Causa primera, quizá las viejas disquisiciones teológicas no sean tan diferentes de las que se plantea la cosmología moderna.
Ocean Grey - Louise Burns (Mellow Drama, 2011)
El sonido de esta canción se me antoja un buen fondo musical para reflexionar sobre la posibilidad de demostrar la existencia de Dios. Se trata de una chiquilla de Vancouver que he descubierto este fin de semana y que no me parece nada mala.
¿Ves? Este post tuyo demuestra que la Red existe y es un hecho, pero Dios, no.
ResponderEliminarExistimos, sí, aunque no sea más que como "nodos" de la Red (¿es la Red Dios?)
ResponderEliminarPero la cuestión que me interesa al hilo de tu post de ayer es si es una tontería plantearse la posibilidad de concluir racionalmente algo mínimamente consistente sobre la existencia de Dios. Me has dado ganas de repasar las principales conclusiones al respecto de los últimos setecientos años.
Entretanto, como buenos y obedientes hijos de la Iglesia, quedémonos con las dogmáticas tonterías del Vaticano I.
Por cierto, Lansky, leyendo ahora los comentarios a tu post de ayer,, advierto que Harazem menciona al más notable antecesor de Santo Tomás en el intento de demostrar la existencia de Dios, el "bueno" de San Anselmo con su argumento ontológico. Tengo para mí que al de Aquino debió de defraudarle ese ejercicio apriorístico (Dios existe porque somos capaz de concebir el concepto) y ello sería una más de sus motivaciones para sistematizar sus argumentos "a posteriori", a fin de cuentas mucho más cercanos a lo que hoy llamaríamos método científico.
ResponderEliminarEn mi opinión, puestos a puntuar el grado de tontería, Anselmo merece más el título que Tomás, y no lo eximas por lo de la lectura en silencio, que no fue él quien primero la practicó sino San Amrosio, el obispo milanés tan admirado por el de Hipona.
si, he confundido a Ambrosio con Anselmo.
ResponderEliminarSoy capaz de concebir la energía oscura del universo, luego la energía oscura existe. Soy incapaz de imaginar la velocidad de la luz, ergo no puede viajar tan rápido...sí, argumentos idiotas
(para mí el paréntesis maravilloso de las caderas de una mujer es argumento suficiente)
Para mí el asunto es claro, la existencia de Dios no puede ser demostrada por la razón, ni lo necesita tampoco. Nadie cree en Dios porque se le haya demostrado que existe, ni deja de creer porque no. La cuestión de la fe va por otros caminos.
ResponderEliminarPero, como ya dije en el post de Lansky, creo que Santo Tomás no demostró ser tonto por pretenderlo. Creo que su pretensión y sus intentos son un paso necesario en el proceso que hoy nos permite a muchos creyentes afirmar tranquilamente lo de mi primer párrafo. No creo que con ello atentara contra Dios -que se tratara, como dice Lansky, de un intento "blasfemo"- ni mucho menos creo que atentara contra la razón, a la que coloca, sí, en una posición subalterna, pero desde otra peor, en la que no alcanzaba ni esa categoría. Hay que juzgarle con arreglo a su tiempo, y en él, el tomismo fue un paso adelante.
(Lo que resulta un poco menos admisible es pretender seguir siendo tomista ochocientos años después. Pero en fin...)
"Hay que juzgarle en el contexto de su tiempo.."..estoy de acuerdo en parte, la parte obvia, pero precisamente son los que se salen de ese contexto (los que se adelantan a su época) y lo superan los verdaderos genios y talentos que hacen progresar nuestra especie. Tomás no es uno de ellos, ahora bien, ¿era tonto?, no, tampoco, sólo pretencioso. por cierto lo de blasfemmo era irónico
ResponderEliminary sin embargo a Tomasito este, que ya digo que no era un genio, te lo metían en todas las sopas filosóficas durante siglos, como para fiarse de la posteridad y de los planes de estudio de bachillerato
ResponderEliminarPor cierto, toda esta polémica me la merecía yo en mi blog, eres un oportunista Miroslav (es bormaaaa)
Aun a riesgo de parecer simplista entre tanta argumentación filosófica plantearé una analogía a la demostración de la existencia de Dios. ¿ Como demostraríais racionalmente la existencia de la amistad? ¿ y del amor? ¿ o del odio? A ver...los filósofos....
ResponderEliminarClaro que esa discusión es 'sofistería'.
ResponderEliminarTiene razón Vanbrough. No sé quién dijo que si existiera Dios se mosquearía porque viniera un 'tomasín' a demostrar su existencia con pruebas tan innecesarias como sofísticas.
No obstante, el post de Milos es formidable y de algún modo me recuerda a mis tiempos escolares en que nos hacían estudiar y analizar aquellas pruebas onotológicas del el de Aquino... y uno apenas se atrevía a 'desmontarlas' no sin cierto cachondeo... Pero el temor a ser suspendido en mates o algo serio podía con las ganas de burla.
Lupita, veo tanta necesidad de demostrar racionalmente la existencia de la amistad, el amor o el odio como de demostrar la de Dios. Ninguna, vaya.
ResponderEliminarNi siquiera sería capaz de demostrar racionalmente la existencia de mi mujer, pero es que tampoco me hace ninguna falta. Me basta con vivir con ella.
Vanbrough es como el profesor apócrifo Juan de Mairena. Sutil y complejo pero eficaz y rotundo en sus exposiciones...
ResponderEliminarEl análisis racional de los elementos que integran la triada pre-teológica judeo cristiana, nos permite: ___criticar objetivamente el profetismo judío y la cristología de San Pablo que estructuran la doctrina judaizante de la Iglesia; visualizar nítidamente que el profetismo judío es opuesto a las enseñanzas de Cristo; visualizar la omisión capital que cometió Pablo en sus epístolas al mutilar al cristianismo de la doctrina más importante para la humanidad. Desechando la prueba viviente de la trascendencia humana patente en Cristo, que se alcanza practicando las virtudes opuestas a nuestros defectos hasta adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos). Disciplina que nos da acceso a los contenidos meta concientes, y potencialidades del espíritu__ Y la urgente necesidad de formular un cristianismo laico enmarcado en la doctrina y la teoría de la trascendencia humana (sustentada por filósofos y místicos, y su veracidad comprobada por la trascendencia humana de Cristo); a fin de afrontar con éxito: “el ateismo, el islamismo, el judaísmo, el nihilismo, la nueva Era y la modernidad”, que amenazan con sofocar al cristianismo.
ResponderEliminarVanbrugh: Pues qué bien que lo tengas claro. Yo tiendo a pensar que, en efecto, no es posible demostrar la existencia de Dios mediante la razón, al menos no la de un Dios como el del cristianismo; sin embargo, no me atrevo a decir que lo tengo claro. Cuestión distinta (aunque las juntes) es que sea necesaria tal demostración para creer en Él (o Ella, que hay que ser políticamente correcto). Desde el lado de la fe, desde luego que no es necesario y, es más, coincido contigo en que nadie cree en Dios porque se le haya demostrado que existe (entre otras cosas porque, que yo sepa, no hay demostración mínimamente convincente hasta la fecha). De hecho, se puede creer en casi cualquier cosa sin tener ningún argumento racional sobre su existencia e incluso teniéndolos en contra de ésta (basta con negarse a considerarlos, actitud de lo más habitual, como estarás harto de comprobar). Lo cierto es que, por lo general, las creencias (no me refiero sólo a las religiosas) poco tienen que ver con la razón y mucho más con las necesidades emocionales.
ResponderEliminarEn lo que disiento es en que, desde el lado de la especulación filosófica (que es todo menos necesaria), no sea necesario discutir y elucubrar sobre la capacidad de la razón humana de “demostrar” la existencia de Dios. Admitiendo Dios como concepto producto de la mente humano (que lo es, exista o no como Ser independiente), se trata de uno de los conceptos claves de la construcción ideológica de la humanidad, con unas consecuencias abrumadoramente tremendas sobre el devenir de la historia de nuestra especie. En ese sentido, me parece un tema apasionante y, como digo en el post, son dignos de repaso los múltiples y variados ejercicios que los mejores pensadores de nuestra cultura han hecho al respecto.
En cuanto a tu valoración sobre las opiniones de Lansky respecto de Santo Tomás, estoy totalmente de acuerdo. De todos modos, ya Lansky las ha aclarado en los comentarios posteriores.
Lupita: Pues fíjate que me parece mucho más fácil demostrar la existencia de esos sentimientos/emociones que citas que la de Dios. Entre otra cosas porque, una vez definidos (y se pueden definir con mucho mayor grado de precisión y consenso que el concepto de Dios) podemos hasta encontrar “pruebas” con base orgánica (neurológica) de los mismos. Vanbrugh te contesta que no ve la necesidad de demostrar su existencia, pero es que en estos días está muy contingente y se sale del tiesto, porque no es eso lo que le preguntas. Tampoco tiene necesidad de escribir en su blog y yo al menos le agradezco mucho que lo haga. Ya puesto, las cosas que verdaderamente valen la pena no se hacen por necesidad.
Grillo: Me alegro de verte por aquí, que últimamente me tenías muy abandonado. Y sí, tienes razón en que es pura sofistería, pero pocas cosas hay más divertidas que el elucubrar por elucubrar y aprender de los que tantos han elucubrado antes que uno. Conste que, como digo en el post, yo también me abstuve cuando colegial de criticar más de la cuenta las vías tomasianas, por miedo a las represalias.
Rodolfo Plata: Te he tenido que leer tres veces para asegurarme bien de que no entiendo lo que comentas, lo cual sin duda se debe a mi ignorancia. Verás, es que desconozco cuál es la triada pre-teológica judeo cristiana y, por ende, me siento incapaz de analizar racionalmente sus elementos, lo cual me impide criticar objetivamente el profetismo judío y la cristología de San Pablo. De hecho, tampoco tengo muy claro a qué te refieres con el profetismo judío, pero intuyo que debe ser uno de los factores determinantes de que el de Tarso mutilara la trascendencia humana patente en Cristo. Ya puestos, no estaría de más que me ilustraras sobre el alcance que le das a eso de la trascendencia humana, porque tu discurso me huele un poquillo a arrianismo, y yo pensaba que ya habíamos superado esa nefanda herejía. Ahora bien, sí creo comprender que si practicamos la virtudes opuestas a nuestros defectos adquiriremos el perfil de humanos perfectos (se trata de una suma algebraica de negativos y positivos, claro). Dices que para ello hay que ser disciplinado, y también comparto ese criterio; sin embargo vuelves a sumirme en un mar de dudas cuando añades que entonces (cuando estemos a cero en el balance defectos/virtudes) tendremos acceso a los contenidos meta-con(s)cientes y potencialidades del espíritu. En fin, que me has rayado un poco, lo que también puede deberse a que a estas horas finales de un día de mucho trabajo tengo el cerebro bastante embotado. Pero, pese a todo, la duda que más me atormenta es: ¿qué tiene que ver tu comentario con el contenido de este post?
ResponderEliminarMiroslav:
ResponderEliminarBuenoooo, pues el post, pese a los intentos de Ozanu, no va de niebla ni de invernadero ni de fotos, sino d ela religión...de Vanbrugh.
Temá en sí, intelectualmente interesante, y Vanbrugh lo sabe, precisamente por su falta de coherencia (¿virtud sobrevalorada?) entre su buen arte de razonar (con desviaciones sofistas, eso sí, en muchos casos) y su empecinamiento dogmático religioso. Mi opinión es que, como bien dice Grillo, la religión es una forma de ser bueno de V., una forma de estar en el mundo con los demás, diría yo, y en eso a V. y a mí no nos diferencia tanto. Por otra parte, estoy convencido que el ser humano necesita una cuota de irracionalidad en su vida, algunos la cumplen con el diseño de su propia vida o con creencias absurdas como señalaba Chesterton para la astrología y otras (a base de no creer en Dios se acaba creyendo en cualquier cosa, decía el muy demagogo); y hay otra cosa más: a V. le gusta, como a mí, ir a veces a contracorriente, no adocenarse ni seguir consigna alguna, y sin embargo ha decidido seguir las muy absurdas consignas de una institución perversa. Menos mal que su propia vida le contradice y le dignifica
diciembre 14, 2011 7:48 AM
(Hasta aquí de mi blog donde comentas)
Miros,
ResponderEliminarTampoco yo estoy muy seguro de haber captado bien lo que dice Rodolfo Plata. Sin mucho ánimo de faltar creo que debe ser cura o argentino. Si es las dos cosas me gustaría confesarme con él si promete decirme con total claridad que me absuelve.
Todo lo demás que quede por enmedio entre la entradilla 'Ave maría Purísima' hasta el 'Ego te absolvo...' me dará igual, porque no estoy capacitado para conversar ni confesar con un adorable Cantinflas de la teología.
Perdón, Rodolfo. De repente seguro que sós grande.
Miroslav: A) La triada pre teológica esta integrada por: 1: la fenología o descripción neutra del fenómeno espiritual (Vg. El encuentro cercano de dios); 2: la explicación del fenómeno (racional o fantástica); 3: la aplicación práctica del fenómeno (las prescripciones terapéuticas clínicas o místicas).B) El profetismo judío o profecías bíblicas, son el objetivo de la crítica. C) Tienes razón al decir que la intención de Pablo en sus epístolas fue la de dar una explicación de Cristo conforme al profetismo judío. D) La teoría de la trascendencia humana fue formulada por Aristóteles al abordar el alma truncada, y pronosticar: “los defectos no están incrustados en el fondo del alma, solo son sintomáticos de la falta de ejercicio de las virtudes opuestas. Y la prescripción de la practica de las virtudes opuestas a nuestros defectos fue el objetivo de la educación en la paideia griega a fin de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta. Dicha Teoría que no pudo ser comprobada hasta que los sabios alejandrinos encontraron a Cristo. Espero haber aclarado tus dudas, te mando un fuerte abrazo, por favor salúdame al simpático grillo
ResponderEliminarMe doy por saludado y agradecido, Rodolfo.
ResponderEliminarY claro que te entiendo (no con facilidad), lo que pasa es que actualmente me empacho un poco con la/s toelogía/s.
Te pido excusas por lo siguiente: Pablo de Tarso fue un traidor si bien se mira. Sintió el avenate iluminado en el fragor de la batalla, se reviró y la emprendió a sablazos contra los suyos.
Unos sablazos que continuó con ferocidad en sus posteriores Epístolas. Sua cartas corintias me parecen de un gusto dudoso.
Y ya más en serio ¿Que biblia sigues? ¿Qué opinas de las otras muchas anteriores a la que se dio por fetén en Trento?
Ya te tengo un respeto. Por lo que has escrito aquí - no por auto chispazo a lo Pablo.