Günter Grass es antisemita. Por fin se nos desvela sin tapujos, por fin vemos meridianamente claro la congruente inmutabilidad del odio a los judíos que ha mantenido durante toda su vida, desde que siendo chaval entró en las SS hasta ahora, octogenario, cuando azuza desde su laureada atalaya, escudándose bajo el disfraz poético, ataques contra el siempre amenazado estado de Israel. Lo peor: que pretende mostrársenos inocente, que intenta convencernos de que sus palabras vienen motivadas por exigencias éticas, que hipócritamente nos llama hipócritas y osa tildar de cómplice el silencio de occidente. Es ahora el momento, de revisar su densa obra para despojarla de tanto lloriqueo falso de introspección en el sentimiento de culpa alemán y dejar desnudo, bien a la vista, el rencor que sin duda siempre ha tenido. Que antes de que el vejestorio se vaya, sepa que el mundo no cree sus fingimientos, que ante todos ha quedado descubierta su verdadera personalidad. Y sí, que se le quite ese Nobel injustamente concedido.
Grass escribe que Israel posee un potente arsenal nuclear y que se niega a toda inspección internacional. Grass escribe que Israel se arroga el derecho a atacar a Irán para evitar que este país cuente con un armas atómicas cuyo destino –no cabe ninguna duda– es destruir el estado judío. Grass escribe que Alemania, casi a escondidas, está facilitando a Israel submarinos preparados para lanzar ojivas aniquiladoras contra sus enemigos. Grass escribe que los alemanes, él mismo, sienten que deben callar ante tan graves amenazas a la paz porque arrastran el estigma imborrable del genocidio nazi.
En algo acierta el escritor de Dánzig: decir "Lo que hay que decir" (como presuntuosamente titula su poema) implica una condena y esa condena se llama antisemitismo. Günter Grass es antisemita, hay que decirlo alto y claro, y así lo han dicho unánimemente las voces autorizadas de Alemania y de Europa. E Israel lo ha declarado persona no grata, desdeñando como merece esa mentirosa y cobarde declaración de que se siente unido al pueblo judío. Por supuesto, la condena no requiere justificarse, ante la descarada evidencia del crimen, y por eso nadie se ha rebajado a discutir tales versos seniles. Cualquier voz de esta naturaleza debe ser aplastada prontamente, descalificada violentamente, para evitar que cause la mínima grieta en el discurso dominante.
No hay que hablar, viejo idiota, y menos tú, aprovechándote de una mal merecida autoridad moral. Eso que llamas hipocresía de occidente no es más que la defensa de nuestra civilización, por la que personas sacrificadas y honestas luchan, conscientes del odio implacable que nos guardan los islamistas. Eso que dices de la necesidad de romper el silencio para que muchos exijan la renuncia al uso de la fuerza y que ambos países permitan el control internacional de sus respectivos potenciales nucleares es una ingenuidad peligrosa, un ataque que, bajo ropajes cínicamente bienintencionados, debilita nuestra justa causa. Eso que concluyes de que sólo así podremos ayudar a los habitantes de esa región ocupada por la demencia y, en suma, ayudarnos a nosotros mismos ... Eso sí es el colmo de la hipocresía arrogante. Deberías haberte callado, viejo tonto, y esperar tu hora en la tranquilidad de tu apacible retiro.
Grass escribe que Israel posee un potente arsenal nuclear y que se niega a toda inspección internacional. Grass escribe que Israel se arroga el derecho a atacar a Irán para evitar que este país cuente con un armas atómicas cuyo destino –no cabe ninguna duda– es destruir el estado judío. Grass escribe que Alemania, casi a escondidas, está facilitando a Israel submarinos preparados para lanzar ojivas aniquiladoras contra sus enemigos. Grass escribe que los alemanes, él mismo, sienten que deben callar ante tan graves amenazas a la paz porque arrastran el estigma imborrable del genocidio nazi.
En algo acierta el escritor de Dánzig: decir "Lo que hay que decir" (como presuntuosamente titula su poema) implica una condena y esa condena se llama antisemitismo. Günter Grass es antisemita, hay que decirlo alto y claro, y así lo han dicho unánimemente las voces autorizadas de Alemania y de Europa. E Israel lo ha declarado persona no grata, desdeñando como merece esa mentirosa y cobarde declaración de que se siente unido al pueblo judío. Por supuesto, la condena no requiere justificarse, ante la descarada evidencia del crimen, y por eso nadie se ha rebajado a discutir tales versos seniles. Cualquier voz de esta naturaleza debe ser aplastada prontamente, descalificada violentamente, para evitar que cause la mínima grieta en el discurso dominante.
No hay que hablar, viejo idiota, y menos tú, aprovechándote de una mal merecida autoridad moral. Eso que llamas hipocresía de occidente no es más que la defensa de nuestra civilización, por la que personas sacrificadas y honestas luchan, conscientes del odio implacable que nos guardan los islamistas. Eso que dices de la necesidad de romper el silencio para que muchos exijan la renuncia al uso de la fuerza y que ambos países permitan el control internacional de sus respectivos potenciales nucleares es una ingenuidad peligrosa, un ataque que, bajo ropajes cínicamente bienintencionados, debilita nuestra justa causa. Eso que concluyes de que sólo así podremos ayudar a los habitantes de esa región ocupada por la demencia y, en suma, ayudarnos a nosotros mismos ... Eso sí es el colmo de la hipocresía arrogante. Deberías haberte callado, viejo tonto, y esperar tu hora en la tranquilidad de tu apacible retiro.
Masters of War - Bob Dylan (The Freewheelin', 1963)
Siempre he mantenido aprecio por Grass (le conocí en Madrid, cuando le invitó a venir Le Monde Diplomatique ed. española y me asignaron el papel de cicerone de nocturnidades: un encanto). Y algo es muy impoprtante, el Holocausto, la Soah que perpetraron los nazis no puede servir permanentemente como patente de corso y coartada para imitar a sus antiguos verdugos con toda impunidad, ni la indudable culpa de la Alemania de entonces es una suerte de pacado original imposible de lavar, ni se pude acusar de antisemita a todo aquel que disienta -y hay poderosos motivos para hacerlo- de la política de un estado, Israel, que se comporta más como una milicia armada que como un Estado democrático. Para mi tengo que los más antisemitas son los halcones ultraortodoxos israelies, y no hay paradoja que valga: son antiárabes (también semitas) y antijudíos puesto que le prestan un flaco favor a sus compatriotas más sensatos y moderados. Los extremos se tocan de Irán a Israel.
ResponderEliminarA mí tambien me cae bien Grass desde hace mucho y, durante una época ya lejana, deslumbrado por el Tambor me dio por leer varias de sus novelas. Luego decayó mi fervir literario, pero no mi respeto al tipo, a quien considero honesto y decente. Qué suerte haber madrileado con él, deberías rememorar esa noche en algún post. Os entenderíais en inglés, imagino ... ¿o hablas alemán?
ResponderEliminarSi no antisemitas (aunque ciertamente los árabes son semitas), estoy totalmente de acuerdo que son esos halcones israelís los que más contribuyen al antisionismo. De hecho, los amigos judíos que tengo, sensatos todos ellos, deploran ciertas políticas de Israel.
Él chapurreaba algo de español, como yo inglés
ResponderEliminarSiempre me parecio un tipo bastante decente. Entiendo que "El tambor de hojalta" es una lectura recomendable.
ResponderEliminarUn saludo.
Me puede explicar alguno de vosotros cúal sería la respuesta democrática correcta de un país como Israel ante "su entorno" y lo que ello le ha supuesto. No sé, porque desde todos los frentes se oyen críticas a su comportamiento, incluso de los judíos privilegiados que viven de puta madre en occidente. Por eso quiero saber cuál sería la respuesta de un país democrático ante dicha situación.
ResponderEliminarAmaranta.
¿Poner la otra mejilla?
ResponderEliminarAmaranta.
Amaranta, haces una pregunta (no sé cuánto de retórica) demasiado amplia y compleja que, en todo caso, desborda de lejos el asunto del post. Yo, desde luego, no sabría contestarla. Desde que la declaración Balfour de 1917animó a los judíos europeos a emigrar al protectorado británico de Palestina, hubo rechazos violentos por parte de los árabes que allí vivían. El Estado de Israel nació en una situación de conflicto irreconciliable entre árabes y judíos que, desde entonces, no ha hecho sino recrudecerse. En ambos bandos han ido predominando las posiciones intransigentes (los llamados halcones, en el caso de Israel), explicables por el enconamiento del rencor, sin duda, pero que desde luego no han contribuido en nada a alumbrar salidas de convivencia pacífica en esa maltratada tierra. ¿Cuál debería ser la respuesta democrática del gobierno israelí a su entorno? No sé si el adjetivo "democrática" es el más pertinente. Tampoco sé qué debe hacer Israel (o los palestinos y el resto de países árabes) a estas alturas. Lo que sí me parece bastante poco discutible es que muchas de las cosas que hacen no son las más convenientes para que el conflicto se suavice, sino más bien tienen efectos contrarios. Y, desde luego, es fácil (o cómodo) decirlo desde fuera y también natural que los judíos que viven en Europa (no tanto los de USA) sean por lo general más críticos con las políticas gubernamentales israelíes que los que allí viven.
ResponderEliminarPero, en todo caso, el asunto del post no es ése tan genérico. Simplemente trata de la reacción de los israelíes y, sobre todo, del mundo oficial alemán ante un poema publicado por un anciano escritor alemán con prestigio moral en Europa. Lo que denuncia Grass, con razón, es que los alemanes no se permiten hablar por su complejo de culpa (complicidad como pueblo con el holocausto nazi) y que ese silencio puede ser cómplice de otros crímenes. A este respecto sí creo que es pertinente de calificar las reacciones que ha habido como nada democráticas.
Leí en su día El tambor de hojalata, y no me gustó. Lo intenté también con El rodaballo (¿se llamaba así? Creo que sí...), y tampoco. Hace un porrón de tiempo, el suficiente como para no poder decir si el desencuentro fue culpa de los libros o mía. Pero durante mucho tiempo, claro, le eché la culpa a Gunther, del que no sabía mucho más que que los había escrito.
ResponderEliminarLuego me fueron llegando algunas declaraciones suyas que, quizás mediatizadas por esta previa antipatía, me lo hicieron más antipático aún. Se me aparecía en ellas, no sé, como el típico santón de izquierdas que decreta lo que está bien y lo que está mal desde la altura de su autonombrada indiscutible excelencia ética, una especie de Saramago versión alemana. Es gente que siempre me hace pensar en aquella sentencia de McLuhan: la indignación moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota.
Ojo, no digo que tenga razón, cuento sólo lo que me pasa, con razón o sin ella, con el amigo Grass.
Debo admitir que su extraña concepción de lo que es un poema y para qué sirve, y el hecho de que en su justa condena de Israel no le importe mucho, al parecer, alinearse con gente tan ilustrada y recomendable como los allatolahs persas que predican el genocidio israelí son dos circunstancias que no han contribuido en exceso a hacérmelo más simpático.
Imagino que en un alemán de su edad es fácil haber sido nazi, o algo a lo que ahora se pueda llamar así, y reprochárselo ignorando su trayectoria posterior me ha parecido siempre una bajeza, en su caso y en ciualquier otro similar. Acusarlo de antisemitismo, también como en otros casos similares, me parece la guinda de la bajeza.
"Cómplices" en los crímenes contra el pueblo judío fue Europa entera, ¿sabes a cuántos judíos se le prohibió la entrada en el protectorado británico de Palestina justo antes del holocausto nazi??. !¿Cómplices dice este señor?! como si la soberanía de Israel como país, la responsabilidad que tienen como país y la que se pueda deribar de sus actos como gobierno fuera menor o prestada por Europa entera en un acto "bondadoso" para paliar todos aquellos crímenes que cometimos contra ellos desde que Cristo murió en la cruz o desde que a Constantino se le ocurrió hacer oficial la religión católica.
ResponderEliminarIsrael es un país tan soberano como cualquier otro y no necesita "cómplices". Y mucho menos permiso para hacer lo que cualquier país soberano hace, que no es otra cosa que "decidir" sobre su futuro.
Lo que no entiendo muy bien es qué parte de "defenderse" tiene que ver con solucionar un conflicto. Estamos hablando de países árabes, donde los americanos han solucionado conflictos a base de matar a todo quisqui y sin embargo queremos, pretendemos que Israel invoque a Dios para que divida los mares y solucione lo que no tiene solución. Pues qué quieres que te diga, a mi todo esto me suena a que nos "jode" y nos seguirá "jodiendo" todo lo que tiene que ver con lo judío. Y no lo digo por mi. Pero nos metemos todos y que se salve quien pueda.
Amaranta.
Amaranta, no caigas en la exageración fácil metiendo todo en un mismo caso. Tampoco uses abusivamente el nosotros. Yo, al menos, nunca he cometido ningún crimen contra los judíos y, desde luego, no me siento heredero de quiens lo cometieron ni creo en culpabilidades colectivas. Más bien al contrario, algunos de mis más queridos amigos son judíos y desde siempre admiro la extraordinaría valía de los judíos, tanto como pueblo como la desproporcionada cantidad de individualidades brillantes que ha dado.
ResponderEliminarIsrael es un país tan soberano como cualquier otro, sí. Pero sí necesita, si no permiso, si apoyos para hacer lo que hace (y los tiene). Israel no sólo es un país tan soberano como cualquier otro, si no más soberano que la mayoría, porque se arroga el derecho de hacer lo que ellos dicen que deben hacer para defenderse, al margen de las decisiones de organismos internacionales, y no admiten ni siquiera que se les pida que den pruebas de las amenazas concretas contra las que dicen defenderse.
Que los americanos hagan también lo que les dé la gana, no es ninguna justificación (¿acaso apoyo la política exterior estadounidense?). Grass lo único que ha dicho es que sería mejor para la paz (no la panacea) que Israel e Irán permitiesen la inspección internacional de sus arsenales nucleares. Postura ingenua, desde luego, pero a mí no me parece antisemita.
Vanbrugh: A mí el Tambor me encantó; las demás (ncluyendo el Rodaballo) bastante menos. Con lo que no estoy de acuerdo es con tu opinión de Grass se alinee con nadie y, mucho menos, con que hayamos de callar nuestra opinión cuando ésta coincide, probablemente por motivos absolutamente distintos, con la de personajes deleznables. Mi impresión es que lo que ha dicho Grass (el estilo poético es hasta una forma de escudo ante las críticas que ya esperaba) lo ha dicho desde su conciencia, honsta y decentemente. Cosa que no pienso respecto a la sdeclaraciones de los capitostes alemanes, israelíes ni, por supuesto, árabes.
Pero Grass sabe perfectamente que Iran "bajo ningún concepto" va a permitir diche inspección. Con lo cual su postura tiene de todo menos ingenuidad. Él sabe que esto es "tirito" para Israel, donde se les está diciendo "ehh tú no eres tan diferente de los iraníes". Y si lo eres deja que se produzca la inspección. Es un chantaje moral en toda regla. Quien no quiera verlo que cierre los ojos.
ResponderEliminarCuando hablo de nosotros, no estoy hablando aquí y ahora, hablo de todos los eurpeos durante toda la edad media. Y cuando digo que los americanos hicieron lo mismo, no lo digo en el sentido de que lo que EEUU haga está bien hecho, lo digo porque "solucionar conflictos" en países árabes es el una gran utopía. Estamos hablando de personas que lo que quieren es "crearlos". Y los meto a todos y que salve el que pueda. Que sí que soy una exagerada. Pero ese "buenismo" del señor Grass ¿acaso no lo es también?.
Amaranta.
No creo que Grass haga ningún chantaje moral. En cuanto a las probabilidades de que Irán permita la inspección son muy bajas, desde luego, pero no menores de que lo haga Israel. Me temo, Amarante, que a estas alturas del conflicto no es nada fácil distinguir entre "buenos" y "malos", ni tampoco tiene sentido. Sólo se pueden juzgar actos concretos e intentar, incluso ingenuamente, contribuir a la distensión.
ResponderEliminarMal podrías estar de acuerdo con mi opinión de que hayamos de callar nuestra postura si coincide con la de personajes deleznables. Mal podrías porque, naturalmente , no he mantenido ni mantengo semejante opinión. Si la mantuviera no estaría ahora hablando más o menos mal de Grass, en lo que coincido con un altísimo número de personajes deleznables. O sea, que en ningún momento he dicho que Grass deba callar su postura.
ResponderEliminarPero no puedo dejar de coincidir bastante con el primer párrafo del último comentario de Amaranta (el de las 9:32). A mí no me parece que Israel e Irán, en particular; o que Israel y sus enemigos musulmanes, en general, sean estados comparables, ni me es fácil considerar honesto a quien diga, contra lo que a mí me parece la evidencia, que sí lo son. Que Grass se pronuncie sobre el asunto sin dejar clara esta diferencia que creo fundamental y que, en mi opinión, solo de mala fe puede negarse; y, es más, pretendiendo sugerir que si en un aspecto en concreto -la negativa a dejar supervisar sus armamentos nucleares- se comportan igual es porque son en todo equiparables, es lo que hace que no me sea posible elevar gran cosa mi opinión sobre la buena fe de Grass.
Miraslov por ponerte un ejemplo de lo mal que plantea Grass el asunto voy a hacerte una comparación, para Grass es muy fácil decir que Israel podría adoptar posturas que favorezcan la paz y la conciliación, tan fácil como para mi decir que Grass se podía haber opuesto a entrar en las SS en su tiempo ¿o no?. Aquí no se trata tanto de adoptar medidas que favorezcan la paz como el hecho de que las circunstancias mandan y no podemos hablar sin tener en cuenta esas circunstancias, la perspectiva debe ser objetiva.
ResponderEliminarY creo que hemos de tener siempre en cuenta quién es quien se defiende y quién el que ataca, a estas alturas del conflicto también. Si desdibujamos esa línea nos negamos a nosotros mismos ese derecho. Cosa que pasa últimamente en nuestra sociedad, donde los que sufren bulling, moving, etc, siempre se encuentran en indefensión total. Y si no imaginemos a un niño en el colegio al cual sus compañeros acosan, si él utiliza la fuerza física, en el caso de que tenga esa posibilidad, lo meten en el mismo saco que a los agresores. Si se lo cuenta a los mayores, su entorno lo tacha de chivato, "gran pecado donde los haya".
Lo que quiero decir es que para alguien religioso y para quien no lo sea defender la vida debe ser su primer mandamiento. Y ese mandamiento nos lo estamos cargando con esta moral laica.
Amaranta.
El tambor de hojalata es una gran novela.
ResponderEliminarA Israel el Holocausto no le debería servir como patente de corso para reproducir la actitud de sus verdugos del pasado; el hecho es que no se comporta como un estado democrático sino como una milicia armada que actúa como si el que pegase primero siempre pegase dos veces. El que los países árabes de su entorno sean a su diferente modo igualmente salvajes y antidemocráticos no hace sino retroalimentar tal encono, como lo GAL no legitimaron a ETA pero la dieron aire, por poner un ejemplo más cercano a nosotros.
Crímenes son crímenes, y las víctimas de crímenes anteriores o sus descendientes no están legitimados para perpetrar los suyos propios años después
El Estado de Israel se comporta muy salvajemente, en efecto.
ResponderEliminarEn primer lugar, solo para negarla he oído nunca mencionar la posibilidad de que el Holocausto sea un justificante legítimo de ese salvajismo. Es decir, que jamás he oído que nadie pretenda realmente invocar el Holocausto como patente de corso para el salvajismo de Israel. Es decir, que insistir en negar que el Holocausto legitime a Israel para comportarse salvajemente es más un brindis al sol y un recurso retórico emocional que un argumento real en contra de nada que nadie haya dicho nunca. Opino.
En segundo lugar, y admitido el comportamiento salvaje de Israel, personalmente me niego a admitir afirmaciones como la que despreocupadamente hace Lansky: "que los paises árabes de su entorno son a su modo igualmente salvajes y antidemocráticos".
Es precisamente este género de afirmaciones, explícitas, como en el caso de Lansky, o más o menos implícitas, como en el de Grass y tantos otros, lo que hace para mí imposible compartir en sus términos, ni mirar siquiera con simpatía, las condenas más frecuentes y aireadas del salvajismo de Israel. En mi opinión los estados árabes de su entorno son aproximadamente unas cinco veces más salvajes que Israel, y entre diez y veinte veces menos democráticos -estos números son, sí, mera retórica por mi parte, también yo tengo derecho; sustituyan, si quieren, ambos por "muchas"- por lo que condenar el salvajismo y la falta de democracia de Israel sin, simultáneamente, condenar, en la debidamente aumentada proporción, el salvajismo y la falta de democracia de sus enemigos musulmanes, es una operación que jamás merecerá mi aprobación, ni mi apoyo ni mi simpatía. Ni aún hecha en verso.
Hay algo que se llama “uso desproporcionado de la fuerza” y que convierte el derecho de defensa en una monstruosidad, y es esa inmoralidad de lo desproporcionado lo que hace que cualquiera que la perciba no pueda dejar de oponerse inmediata y rotundamente a ella. En este conflicto tenemos fuerza contra demografía, como en la masacre ocurrida entre hutus y tutsis durante el genocidio de Ruanda o entre españoles e indígenas durante la conquista de América. Yo, como en otros casos similares, pongo toda la responsabilidad de los crímenes sobre los poderosos y me solidarizo con los más débiles, aunque éstos no siempre tengan la razón. Si hablamos de democracia —un hombre un voto— habríamos de reconocer que en una supuesta votación entre los implicados, los partidarios del sentir árabe arrasarían por mayoría. Pero sin llegar a ese referéndum regional, bastaría que se resolvieran las resoluciones de la ONU y se respetara el derecho internacional (que Israel se pasa sistemáticamente por el forro) para rebajar considerablemente la tensión.
ResponderEliminarTu aportación me resulta muy clarificadora, Atman. Una frase de ella: Yo, como en otros casos similares, pongo toda la responsabilidad de los crímenes sobre los poderosos y me solidarizo con los más débiles, aunque éstos no siempre tengan la razón, dibuja muy precisamente la clase de postura con la que jamás podré estar de acuerdo.
ResponderEliminarIncluso aunque admitiera, cosa que no hago, que el Irán de los ayatollahs, por ejemplo, pueda ser caracterizado como "los más débiles" sin un notable ejercicio de ignorancia más o menos voluntaria, o de cinismo.
Sí yo también me solidarizo con lo más débiles, eso niños palestinos que se ponen en primera línea de fuego porque sus padres saben que en el mundo occidental como no se cree en Dios se cree en cualquier cosa que se les cuente sobre todo si es un niño esparcido en pedacitos.
ResponderEliminarDe todas formas me estáis haciendo ver la historia de una forma distinta, no sé por ejemplo me pregunto yo, porqué en la 2ª guerra mundial Inglaterra y todos los demás aliados no se doblegaron ante los nazis (qué más da que los aliados se defendieran y los jodidos nazis les diera por invadir territorios que no eran de ellos) para crear así un clima de paz y mostrar las ganas de conciliación...jajaja.
Bueno que si en este lío Israel, Palestina no hay un sentimiento profundo de antisemitismo que venga Dios y lo vea. La cuestión principal es que si Israel no hiciera de tapón, ya estaríamos abrazondo mucho de nosotros el corán. Y claro en España los primeros que tenemos muchas ganas de paz.
Amaranta.
Parece que nuestras posturas son tan irreconciliables como la de los propios implicados. No me creo para nada el poder militar de Irán. Si por un casual (y parece que vamos preparando a la opinión pública para ello) se desencadenara una nueva guerra en el Golfo Pérsico, ocurriría más o menos lo que ya aconteció en la guerra de Irak, país sobre el que se dijo representaba la cuarta potencia militar del mundo y que fue barrido de un plumazo, una guerra que no fue tal sino más bien una extraña y sangrienta “feria universal de armamento”. Y si existiera algún paralelismo entre los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, yo desde luego emparejaría los bandos justo al revés que lo hace Amaranta.
ResponderEliminarPronunciarse a favor de un bando o de otro no por la razón que uno crea que le asiste, sino por que sea más o menos 'poderoso' -y me da lo mismo si el criterio es apoyar al más poderoso o al menos- me parece una abdicación moral patética y, personalmente, me resulta inadmisible. No puedo respetar ni intelectual ni éticamente, lo siento, al que hace tal cosa. Me encaja por completo dentro de la clarividente frase de McLuhan que ya cité: la indignación moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota.
ResponderEliminarSi te sientes ofendido por que te aplique esta frase, Atman, créeme que lo lamento. También yo podría sentirme ofendido por que me atribuyas la intención de preparar a la opinión pública -en cuya existencia creo solo muy débil y metafóricamente, por cierto- para una futura intervención militar contra Irán. Aunque creo que es mejor que ninguno de los dos nos demos por particularmente ofendidos, sino simplemente por enterados de cuáles son las opiniones del otro. Por mi parte así lo hago, con todo mi respeto hacia las tuyas, pero deplorándolas muy sincera y profundamente.
No me ofendes, Vanbrugh. Este debate ya lo tuvimos en lo de CC con el velo islámico ¿te acuerdas? Yo mantengo, que los pueblos más adelantados son y serán responsables del daño que pudieran causar a los más atrasados. Nuestra innegable superioridad económica, militar y cultural, debería traducirse en un paternalismo positivista y respetuoso, por ejemplo: nuestro apoyo a las revoluciones árabes como fue el caso del auxilio prestado a los libios en su reciente sublevación contra Gadafi, lo de Israel por el contrario me parece puro sometimiento al dictado del más fuerte: “Vais a pasar por aquí os guste o no”.
ResponderEliminarAmaranta: Tu comparación no me parece pertinente en ninguno de sus dos términos. Grass lo que dice (no sé si has leído el poema) es que Occidente debe insistir ante Israel e Irán, ante ambos, para que permitan “el control permanente y sin trabas por una instancia internacional” de sus respectivos arsenales nucleares. Y eso que dice (que no es exactamente que sea sólo Israel quien adopte posturas propiciadoras de la paz) no le es nada fácil decirlo. De hecho, de eso va el poema, de la dificultad del escritor para romper su silencio, de la presión que siente, como todos sus compatriotas, de decir nada que pueda ser interpretado como antisemitismo, cuando declara sentirse muy cercano al pueblo judío. Por supuesto, puedes no creértelo y tildarlo de hipócrita, pero conociendo su trayectoria, su edad y sus escritos no creo que haya motivos fundados para esa conclusión; más bien para la contraria, que es la que yo tengo: que dice la verdad, que es una persona honesta y que no le ha sido nada fácil escribir ese poema.
ResponderEliminarEn segundo lugar, a lo mejor para ti es muy fácil decir que Grass (un chaval de dieciséis años entonces) podía haberse opuesto a entrar en las SS. Pero me da la impresión de que una cosa nada tiene que ver con la otra y, desde luego, la autonomía decisoria del gobierno israelí nada tiene que ver con la del joven Grass, como tampoco los entornos respectivos. En todo caso, supongo que sabes que fue el propio Grass el que hizo saber al mundo ese breve paso suyo, casi obligado, por las SS y que lo hizo, en cierto modo, como acto expiatorio. También puedes pensar que fue otra muestra de cinismo; yo, en cambio, pienso que lo hizo impulsado por su conciencia y me parece una muestra de honestidad.
En cuanto a lo que debemos tener claro quién es el que ataca y quién el que se defiende, lo que veo es que tú sí lo tienes muy claro. Yo no. Sospecho, además, que esa diferencia, a estas alturas (probablemente desde el origen del Estado de Israel) no es posible deslindarla con la claridad que reclamas. Pero discutir sobre esto no puede hacerse en los comentarios.
Por último, quiero insistirte (que es de lo que iba mi post), que toda esta bronca parte de la calificación como antisemita de un poema de Grass que, a mi juicio, no tiene nada, absolutamente nada, de antisemita. Él mismo anunciaba que iba a ser condenado como antisemita y lo escribe con tremenda delicadeza y reiteradas protestas de su amor a Israel. Que todas las airadas reacciones que ha surgido, sin que ninguna de ellas señale qué versos concretos son antisemitas (porque yo no acierto a descubrirlos), viene a demostrar la tesis clave del poema, que en Alemania (y en Israel y en gran parte de Europa y en Estados Unidos) el mero hecho de cuestionar (y ni siquiera frontalmente) la política de Israel en relación con sus vecinos árabes es antisemitismo. Y eso sí me parece peligroso, demagógico y malvado.
Lansky: Nada que comentarte porque estoy totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarVanbrugh: El Holocausto, aunque rara vez se haga explícito, está en la base de la creación del Estado de Israel independiente. Tienes razón en que ni siquiera los halcones del Likud recurren a ese argumento, pero habría que saber hasta qué punto no está impreso en sus conciencias (lo cual, por otra parte, sería de lo más comprensible). Lo que sí que admite poca duda es que el holocausto supuso (y creo que sigue) un impacto brutal para los alemanes tras la guerra, que les condiciona (difícilmente podría ser de otra forma) su objetividad ante Israel. Se ha escrito mucho sobre el tema del sentimiento colectivo alemán de culpabilidad (seguramente el libro más famoso es el de Jaspers) y el propio Grass lo ha hecho.
En cuanto a si los países árabes del entorno de Israel son, como dice Lansky, “igualmente salvajes”, pues no estaría yo tan seguro de negarlo, si el “salvajismo” lo acotamos a los respectivos comportamientos contra el enemigo en el conflicto. Aún así, me inclino a calificar de más salvajes a los árabes, pero no 5 veces más, sino 1,2. En cambio, si los comparamos en su calidad democrática (o antidemocrática), ahí sí te doy la razón. Ahora bien, me gustaría que me dijeras de qué versos concretos del poema de Grass deduces que “implícitamente” se afirma lo que dice Lansky. Y me sorprende que digas eso tú, tan desconfiado con los significados “implícitos”. En mi opinión, interpretar que el poema de Grass pone en pie de igualdad el democratismo de islamistas e israelitas, es hacer una lectura desde el pre-juicio de que cualquier crítica a Israel es ilegítima, cuando no antisemita, y, de nuevo (como ya le he contestado a Amaranta), refuerza la propia tesis del poema.
Atman: No estoy muy de acuerdo con lo que dices, tanto por lo que te contesta Vanbrugh (que suscribo) como porque pareciera que ante un conflicto hay que tomar partido. En todo caso, crímenes son crímenes, como decía Lansky.
ResponderEliminarAmaranta: Tu último comentario me parece excesivamente caricaturesco e interesadamente manipulador. Lamentablemente, las cosas (y la historia) no son negras y blancas y, como le he dicho a Lansky, no necesariamente hay que tomar partido entre dos injusticias. De todas maneras, por más que los comentarios parezcan haber derivado hacia la discusión sobre quienes son los buenos y los malos (judíos o árabes), el tema del post, y lo que me gustaría que se discutiera, es si criticar a Israel es igual a antisemitismo. Algún día escribiré sobre el antisemitismo, asunto que desde hace mucho me interesa.
Atman y Vanbrugh: Opto por no entrar en el debate, bastándome con la que ya he contestado al primer comentario de Atman. Y os insto, si os apetece, a que opinéis sobre el presunto antisemitismo del poema de Grass.
"En mi opinión, interpretar que el poema de Grass pone en pie de igualdad el democratismo de islamistas e israelitas, es hacer una lectura desde el pre-juicio de que cualquier crítica a Israel es ilegítima, cuando no antisemita"
ResponderEliminarBien, pues, en la mía, afirmar, -como hace tu anterior frase, Miroslav- que las interpretaciones del poema de Grass según las cuales este equipara a islamistas e israelitas, implican considearlo, a él o a cualquier crítica a Israel, ilegítimos cuando no antisemitas, supone un prejuicio perfectamente simétrico y no más legítimo.
Sin duda Grass puede disentir de la politica de Israel sin tener por ello que ser acusado de antisemita. Y sin duda yo puedo disentir de las críticas de Grass sin tener por ello que ser acusado de estar acusándolo de antisemita.
No he llamado a nadie antisemita. No creo que Grass lo sea. He dicho claramente que considero una bajeza decir que lo es. Me parece que la cuestión del antisemitismo debería haber quedado clara, hace ya rato, y fuera de cualquier discusión sobre este tema que cualquiera quiera tener conmigo. Sinceramente, no ha lugar. Creo yo.
El antisemitismo es solo una de las muchas variedades posibles de injusticia. Parece ser la única de la que a Grass le preocupa ser acusado, la única, en todo caso, que nombra en su poema. Quizás porque sea la que más fácil le resulta refutar, y porque le sirve para distraernos de cualquier otra: 'no es antisemita, luego no es injusto'. Bien, pues yo no creo que sea antisemita, pero sí creo que su crítica a Israel es injusta.
Ya he dicho por qué, pero no tengo inconveniente en repetirlo: porque condena la actitud de Israel sin condenar al tiempo con igual o mayor energía la tan condenable o más actitud de los enemigos a los que Israel se enfrenta. Efectivamente, no equipara a israelitas e islamistas; se dirige especialmente contra los israelíes. Los iraníes aparecen en él solo como pobres comparsas 'subyugados por un fanfarrón', cuya bomba atómica 'se sospecha', mientras que la de Israel se da por segura. 'Israel, potencia nuclear, pone en peligro la paz mundial'. Muy cierto. Si hay o no en la zona otras potencias nucleares que supongan un peligro igual o mayor, Grass debe de contarlo en otro poema. Aunque son los gobernantes iraníes los que hablan sin empacho de borrar del mapa a Israel y arrojar al mar a sus habitantes, eso al poema de Grass no le preocupa. Sí, en cambio, el 'supuesto derecho a un ataque preventivo que podría exterminar al pueblo iraní'. Hay planes, nada supuestos sino ampliamente expuestos, para exterminar al pueblo israelí, pero sobre ellos no tiene Grass, al parecer, nada que decir. Como a los alemanes nadie va a acusarlos de antiarianismo -curioso, ¿verdad? que Irán sea, precisamente, el país de los arios- sobre ellos puede, por lo visto, callar sin problemas de conciencia. Y si alguno tuviera, para tranquilizarse y mostrarse justo y ecuánime debe de bastarle con pedir 'que los gobiernos de ambos países permitan el control permanente y sin trabas por una instancia internacional del potencial nuclear israelí y de las instalaciones nucleares iraníes.' ¿Equiparándolos, por fin? Pues no, tampoco ahora: el de Israel es 'potencial nuclear', agresivo y peligroso. Las de Irán, meras 'instalaciones nucleares', pacíficas e inocuas. No obstante, Grass es tan equitativo que consiente en pedir que se controlen ambos.
Si una mujer es estúpida y no queda más remedio que indicárselo puede que a uno le acusen de machista (anti feminista), y si uno critica la política 'defensiva' del estado de Israel por desproporcionada es antisemita y necesariamente alineado con los terroristas árabes, qué bien, todo en blanco y negro.Lo de siempre, conmigo o contra mí: elige.
ResponderEliminarLo de cuantificar el salvajismo en 5 veces (o hasta en el 1,2) me parece una chorrada.
Yo sí he leído el poema dichoso y no me parece antisemita sino un valiente intento de reincvindicar a contracorriente el derecho de cualquiera, icluidos los alemanes a criticar las políticas de Estado israelíes
Vanbrugh:
ResponderEliminar"afirmaciones como la que despreocupadamente hace Lansky"
Te cito textual. ¿Cómo sabes que son despreocupadas mis afirmaciones? Yo creo que es al revés, que son 'preocupadas' Y te pregunto yo a tí: ¿tu afirmación sobre mis afirmaciones son un juicio de intenciones o tienes otros elementos de juicio?
Vale, Vanbrugh, el poema de Grass no es antisemita. Que sea injusta su crítica a Israel es otra cuestión, digna de debate, sin duda, y sobre la que aportas argumentos pertinentes. Grass puede haber sido injusto en su crítica, pero la polvareda que han levantado no se debe a que hayan sido injustas, sino antisemitas y para mí (y para el propio Grass) el meollo del asunto es si en Alemania se puede criticar a Israel sin ser antisemita. En realidad, el poema va mucho más de los condicionantes psicológicos colectivos de los alemanes que del reparto de culpas entre Israel y los árabes. Y justamente, como Grass preveía, el que se haya reaccionado en términos de antisemitismo es lo que impide discutir racionalmente sobre la "justicia" de las opiniones del escritor.
ResponderEliminarLansky: mi afirmación sobre tus afirmaciones es un adjetivo retórico, innecesario y, por lo que veo, erróneo, que no tengo el menor inconveniente en retirar. Me retracto. Tu afirmación de que árabes e israelíes son igualmente salvajes y antidemocráticos no es despreocupada, y yo hice mal en afirmarlo así. Sí sigue pareciéndome, y por ello sigo afirmando que lo es, errónea e injusta. ¿Aclarado?
ResponderEliminarIntroducir el antisemitismo en esta cuestión, hágalo quien lo haga, es un claro recurso para desvirtuarla y para dificultar su solución.
ResponderEliminarLo es cuando los israelíes y sus partidarios acusan de antisemitismo a quienes critican a Israel.
Pero lo es también cuando los críticos de Israel se quejan preventivamente, como Grass hace en el poema, de que no pueden hablar con libertad porque si lo hacen serán acusados de antisemitismo.
Los dos recursos me parecen perfectamente simétricos, improcedentes y maliciosamente dirigidos a enturbiar el problema y hacerlo aún más insoluble.
No consigo que me caiga bien nadie que use ninguno de los dos, ni puedo estar de acuerdo con la postura de nadie que parta de cualquiera de las dos premisas.
Ya comerás de tu propia hierba, Grass... ya sonará otra vez el tambor para ti y todos los tuyos, aún para aquellos que esconden su profundo antijudaísmo (una forma como otras muchas de atacar al distinto) tiñéndolo de justicia y progresía.
ResponderEliminarVanbrugh: En cuanto a tu primera frase, nada que añadir pues estoy totalmente de acuerdo. Lo que me parece muy sugerente es tu distinción y comparación entre dos situaciones distintas, que ciertamente lo son.
ResponderEliminarEl primer término me parece correcto. Quien critica a Israel puede ser antisemita o no serlo. Lo que hay que hacer es analizar y valorar el contenido de esa crítica y ver, en todo caso, si responde al antisemitismo. Incluso aunque sea "injusta" no necesariamente ha de ser antisemita. Lo cierto es que, en este caso, no ha habido apenas ninguna valoración del contenido de la crítica de Grass y en cambio sí una indignada calificación de antisemitismo sin que, que yo sepa, se haya señalado de qué concreto contenido del poema se deduce que la opinión de Grass revela su antisemitismo. Este "recurso" (como lo llamas) no lo admites ni tú ni tampoco yo.
Ahora bien consideras simétrico el inverso, el que quien disienta de cualquier política israelí (en particular su política respecto a los palestinos y países árabes) se queje de que no puede hablar con libertad porque si lo hace será acusado de antisemitismo. Grass cae en este "recurso", tienes razón; de hecho, para mí, el meollo del poema es justamente ése, que cree que debe hablar aún cuando vaya a ser acusado de antisemita (como efectivamente así ha sido). ¿Puede que adelantando esa prevención haya Grass provocado la acusación generalizada de antisemita? Francamente, no lo creo.
Yo creo que, en Alemania sobre todo, hay un pacto de silencio debido a la mala conciencia histórica, a su gravísima responsabilidad (y sentimiento de culpabilidad) colectiva por el holocausto. Y es verdad que quien critica a Israel, por el simple hecho de hacerlo y al margen de la justicia o no de sus críticas, es enseguida acusado de antisemita. Si el poema de Grass lo hubiese escrito un judío alemán (y ciertamente su contenido puede ser suscrito por muchos judíos críticos con la política de los halcones del Likud; yo mismo tengo dos amigos cercanos que así me lo han dicho), nunca se le habría llamado antisionista.
Creo que, en el fondo, Grass lo que quería resaltar era que ese "pacto de silencio" con amenaza de condena a quien lo rompa, existe en Alemania y que sería sano para los europeos poder criticar a Israel, como a cualquier otro país, y que dichas críticas se discutieran en los términos de su contenido, y no se ahogaran con descalificaciones apriorísticas de antisemitismo. Por eso, no termino de entender la simetría que atribuyes a las dos posiciones.
Dante: Amenazador tu comentario. A lo mejor tú conoces a Grass y te consta que, en efecto, esconde un profundo antijudaísmo. Si no es así, me gustaría que me explicases qué parte del poema te revela a ti que tales son los sentimientos del alemán. Me remito, en todo caso, a lo que le he comentado a Vanbrugh.
Vamos a ver: 'ser antisemita' significa, estrictamente, estar en contra de los judíos por el hecho de que son judíos, y no por lo que hagan o dejen de hacer. Cuando los israelíes o sus partidarios -los que lo hacen, que no son todos, ni siempre- acusan a sus detractores de antisemitismo, lo que pretenden con ello es negar que Israel haya hecho nada por lo que merezca ser criticado, y atribuir las críticas que recibe a mero sentimiento antijudío de quien las formula. Es un recurso para desviar la atención y la crítica desde la conducta de Israel hacia la de sus adversarios.
ResponderEliminarA quien tiene claro que la conducta de Israel es criticable en sí misma, obsérvenla judíos o adventistas del séptimo día, este recurso tiene que darle igual. Si estás acusando a Israel por un bombardeo indiscriminado de civiles, y tienes claro que ese bombardeo es criminal y merece ser condenado, que te responda acusándote de antisemita te tiene que parecer evidentemente estúpido e inútil, y lo lógico y respetable es que no prestes la menor atención a tal respuesta. Si, a pesar de ello, decides prestársela -más aún si se la empiezas a prestar antes de que se te formule- le estás haciendo el juego a quien responde, porque estás propiciando con ello que se deje de hablar de su innegable bombardeo para pasar a hablar de tu supuesto antisemitismo. Que es justo lo que Israel pretendía al llamarte antisemita.
Si no estás tan seguro de que tu crítica a Israel sea legítima e incontestable; porque, por ejemplo, tengas cierta conciencia de que para serlo debería ir acompañada de la simétrica crítica a los enemigos de Israel que se comportan igual o peor que él, simétrica y aconsejable crítica que por algún motivo sin duda excelente tú hayas preferido omitir; entonces, digo, es posible que también a tí comience a interesarte que la atención se desvíe desde esa crítica tuya no del todo inatacable hacia la interesante cuestión de si eres o no antisemita y de si obra o no bien quien te lo llama.
En ambos casos la cuestión del antisemitismo sirve a quien la suscita para que se hable de lo malo que es el otro -siendo antisemita o acusándole a uno de serlo- y no de si uno tiene o no razón al hacer lo que hace y decir lo que dice.
¿Simetría? A mí me parece especular, vamos. Quiero decir, propia de un espejo.
A Grass, de hecho, que habla de su terrible complejo de antisemita, por el que todos estos años se ha tenido, el pobre, que abstener de criticar a Israel; y que lo hace ya en su poema -que va de eso, de hecho-, es decir, antes de que el poema haya podido suscitar ninguna reacción, ni que le tilden de antisemita ni que vitoreen a la madre que le parió... a Grass, digo, el recurso del antisemitismo le ha venido de puta madre. Aquí estás tú, Miroslav, sin ir más lejos, dejando de lado la 'secundaria' cuestión de si sus críticas a Israel son o no justas, para reclamar que nos centremos en la mucho más interesante de si será o no justo quien, por formularlas, le llame antisemita, como de antemano él teme, y se apresura a señalar quejumbrosamente que seguro que pasa.
He leído el poema y me ha parecido, amén de injusto y parcial, como ya he dicho y argumentado, repelentemente quejumbroso. Obscenamente, de hecho. Bien está decidir que, pasados más de sesenta años, los alemanes pueden y deben dejar de sentirse colectivamente culpables por el Holocausto; pero de ahí a empezar a sugerir, como en mi opnión hace aquí Grass, que ya pueden empezar a sentirse víctimas por haberse tenido que sentir culpables del Holocausto...
Vanbrugh: Parece que coincidimos en que el poema va, de hecho, de que los alemanes (no sólo Grass, que también) se autocensuran las críticas a Israel, por su sentimiento de culpabilidad colectiva. Además, el poema contiene críticas a Israel (no a los judíos "por el hecho de ser judíos" sino por lo que ese estado concreto "hace o deja de hacer") y, desde luego, es pertinente discutir si son justas, proporcionadas y lo que queramos. No lo hago en el post pero de ello no debes deducir que considere dicha discusión una "cuestión secundaria", como con cierta ironía pareces imputarme.
ResponderEliminarPero es que la "noticia" generada por el poemita de marras no fue el grado de justicia de las críticas de Grass, sino el hecho de que las hiciera, calificado como antisemitismo. Y, en efecto, que criticar en Alemania a Israel sea "per se" antisemitismo todavía hoy es algo que me resulta interesante. He leído bastante sobre el "trauma colectivo de culpabilidad" de los alemanes, he hablado de ello con amigos alemanes (gente culta de nuestra edad, hijos por tanto de quienes fueron jóvenes durante el nazismo) ... En fin, que me interesa. Como, de paso te digo, también me interesa mucho la singular historia de los judíos y del antisemitismo.
Lo que no me atrevería a decir con tu seguridad es que a quien tenga claro que una actuación concreta de Israel es criticable le tiene que dar igual que le acusen de antisemita. Afirmar eso equivale a reclamar una valentía ética que, siendo muy loable, no siempre es fácil de mantener; es desdeñar el peso de la presión social que hace que nos callemos en muchas ocasiones. Supongamos que haya más gente en Alemania que comparta las críticas de Grass a Israel y las calle para evitar ser estigmatizados de antisemitas (y las posibles consecuencias); creo que es ese silencio (si existe, repito, que yo sí lo creo) el que hace el juego a la dogmatización de la ecuación "críticas a Israel = antisemitismo".
No termino de ver, en cambio, por qué si criticas a Israel advirtiendo que sabes que te arriesgas a que te llamen antisemita propicias, como dices, que se te llame antisemita. Pienso más bien lo contrario, que estás animando a que quienes no estén de acuerdo con tus críticas se centren en ellas, para negar que se usa el antisemitismo como arma arrojadiza, para justamente demostrar que estás equivocado. Al no haber sido así, al no haberse argumentado sobre la injusticia de las críticas (y si se ha hecho, ha quedado ahogado en el alboroto de la descalificación antisemita), se le está dando la razón a Grass. Coincido contigo, no obstante, en que la acusación de antisemita a todo crítico de Israel, al desviar la atención de la crítica, conviene a Israel. Lo que me parece excesivo (imputas mucha malevolencia a Grass) es que a él le convenga. Prefiero creer que, ingenua y quejumbrosamente, pretendía que se levantara la veda o, al menos, dar un primer paso en ese sentido. De otra parte, si Grass hubiera hecho un poema sin "quejarse" a priori de que lo iban a acusar de antisemita, de "denunciar" que en Alemania no se puede criticar a Israel, limitándose a exponer sus críticas, ¿crees acaso que no lo habrían acusado, más virulentamente incluso, de antisemita? Por eso no alcanzo a entender por qué, para ti, esa prevención "propicia" la acusación. Pienso (seré un ingenuo) que lo que buscaba Grass era atenuarla.
Por último, en cuanto a la injusticia y parcialidad del poema (que no es cuestión secundaria, pero no la del post), puedo estar de acuerdo, aunque, como ya le dije a Amaranta, me siento incapaz de identificar "buenos" y "malos" en este lamentable larguísimo conflicto (lo que te aseguro es que no albergo ningún sentimiento antisemita, más bien al contrario). Y también coincido con tu calificación de "quejumbroso", si bien tus adverbios ("repelentemente" y "obscenamente") me parecen excesivos; pero, al fin y al cabo, eso depende de la sensibilidad de cada uno.
Que a quien tiene la conciencia tranquila le tiene que dar igual lo que le digan me parece una verdad bastante evidente. Los insultos y las descalificaciones nos afectan en la medida en la que no estemos del todo seguros de no merecerlos. No creo que aguantar que te llamen antisemita requiera una ‘valentía ética’ especial, ni creo tampoco que resistir la ‘presión social’ por decir lo que piensas sea una hazaña insólita que no pueda y deba reclamarse como parte normal de la conducta de un intelectual conocido, y aún de cualquier ciudadano que se respete mínimamente. Tanta bullanga sobre si te llaman o no antisemita, en Grass o en cualquier otro que la monte, alemán o birmano, a mí solo me habla de una mala conciencia considerable, que él sabrá a qué se debe. Por mi parte insisto: los insultos nos afectan, creo, justo en la medida en que no estamos seguros de no merecerlos.
ResponderEliminarNo he dicho que ‘si criticas a Israel advirtiendo que sabes que te arriesgas a que te llamen antisemita propicias que se te llame antisemita’. Lo que he dicho que propicias con esa advertencia, que en Grass, más que advertencia, es plañido preventivo, es que de lo que se hable después no sea ya de tu denuncia, sino de tu posible antisemitismo. De tu terrible situación, tan digna de compasión, por la que no puedes criticar tranquilamente a Israel sin que alguien te cause insoportables dolores llamándote antisemita. Cosa espantosa que les pasa a los pobres alemanes, por lo visto, y que los hace colectivamente casi tan dignos de compasión como a los judíos: a estos los masacraron injustamente, a aquellos los acusan injustamente de antisemitismo… qué injusto todo, qué terrible. Pobres alemanes, pobre Grass.
En fin, no quería caer en el sarcasmo, pero la verdad es que es exactamente lo que me provoca el poema de Grass cada vez que lo leo.
Vanbrugh>: Tu reafirmación de que "a quien tiene la conciencia tranquila le tiene que dar igual lo que le digan me parece una verdad bastante evidente" me sigue pareciendo que peca de una cierta dosis de ingenuidad sobre la condición humana y de la sociedad. Tienes razón en que "los insultos y las descalificaciones nos afectan en la medida en la que no estemos del todo seguros de no merecerlos" pero, añado yo, no sólo. Cambiando de tercio, me has hecho recordar el caso de un amigo, muy cercano, que vivió durante varios meses una situación muy desagradable "acusado" (no lo fue explícitamente, lo cual casi fue peor) de acoso sexual a una alumna suya del instituto. Te aseguro que era absolutamente inocente y también que tenía la conciencia tranquila (al menos, al principio). También te aseguro, sin embargo, que todo eso le afecto y mucho, pese a estar completamente seguro de no merecerlo. Tanto que se derrumbó. En mi opinión (y simplificando mucho) no tuvo la suficiente "valentía ética" para aguantar la presión y conste que no lo juzgo porque, conociendo lo que vivió, no me atrevo a decir que yo la habría tenido. Así que no puedo compartir tu generalización de que deba reclamarse como algo que no requiere esfuerzo una conducta autónoma de la presión social ni tampoco que siempre que no ocurre haya que presumir que se debe, sólo o mayoritariamente, a la mala conciencia de quien se ha doblegado a dicha presión. Cuestión distinta es discernir en el caso de Grass, en una situación social privilegiada sin duda, cuánto hay, en el presunto silencio que ha roto, de mala conciencia y cuánto de presión "insuperable". Yo prefiero darle el beneficio de la duda.
ResponderEliminarEn cuanto a tu segundo párrafo, me has aclarado lo que no había terminado de entender de tu posición. Entendida, no te la discuto en términos teóricos, si bien de lo que menos se ha hablado tras el poema de Grass lo menos ha sido la incapacidad de los alemanes de criticar a Israel por miedo a ser tildados de antisemitas. De otra parte, sarcasmos y poema de Grass aparte, que el sentimiento de culpa colectiva por la masacre de los judíos existe entre los alemanes es verdad. No se trata de que sean dignos de compasión y mucho menos de que hayan de serlo tanto como los judíos masacrados (eso estaba fuera de lugar). Se trata, simplemente, de saber que existe un factor psicológico colectivo que ha condicionado (y no sé en qué medida sigue condicionando) la historia reciente de Alemania y que afecta, en distintos grados y manifestaciones, a los alemanes individualmente. Esas manifestaciones son diversas e incluso (típico proceso psicoanalítico de transferencia de la culpa) en algunos individuos conducen al antisemitismo.
No sé si conoces las palabras de Hans Frank, jerarca nazi condenado a la horca en Nüremberg (y el único, junto con Speer que mostró arrepentimiento): "pasarán mil años y todavía la culpa de Alemania no se habrá borrado". A mí, la verdad, me cuesta entender que un individuo pueda hacer suyos sentimientos (de culpabilidad en este caso) colectivos, máxime cuando es inocente de los crímenes. Y no lo justifico, como tampoco los presuntos derechos colectivos. Pero parece que existen, que esos sentimientos colectivos (favorecedores o desfavorables) pasan a las psicologías individuales, que los mecanismos de "pertenencia" a un colectivo son un componente fundamental de la psique de muchísimos individuos. Entre nosotros, los españoles, no se da, desde luego.
Temo estarme poniendo ya demasiado pesado con este asunto, pero el ejemplo de tu amigo no me sirve. El acoso sexual es un delito, y ser acusado de él es bastante más grave que que un halcón proisraelí te tilde de antisemita. Lo que he dicho es que con la conciencia tranquila deben darte igual los insultos, no las acciones penales. Hay presiones sociales y presiones sociales. A Gunter Grass, ni a ningún otro alemán, nadie ha amenazado con meterlo en la cárcel por criticar a Israel, que yo sepa.
ResponderEliminarEfectivamente, la comparación entre la compasión que deben suscitar los alemanes y los judíos estaba fuera de lugar. Fue un recurso retórico más bien feo, pero es que el amigo Grass y sus gimoteos éticos me tocan un poco las narices.
No creo en las culpabilidades colectivas. De hecho no creo gran cosa en los colectivos. Pero si yo perteneciera a una sociedad cuyos integrantes consintieron que el gobierno al que habían votado mayoritariamente asesinara a buena parte de sus vecinos por pertenecer a determinada raza, creo que también tendría alguna clase de sensación rara. Me parece lógico, explicable y hasta saludable que ese complejo de cupabilidad exista entre los alemanes. Habla bien de ellos que lo padezcan. Me preocuparía más que no lo padecieran, sinceramente. Espero que aprendan a controlarlo y a vivir con él, y que padecerlo no les impida opinar libremente sobre lo que les parezca bien. Pero preferiría, la verdad, que no empezaran a contarme lo que sufren por padecerlo, ni a quejarse de no haber podido opinar libremente por su culpa, ni a alardear en verso de lo valientes que son por atreverse a opinar a pesar de sus complejos. Resulta, a mi juicio, bastante antiestético.