En el discurso pronunciado con motivo de la inauguración del primer foro internacional Reinvención del mundo árabe el presidente francés, François Hollande, ha asegurado que el Islam es compatible con la democracia. Naturalmente, no iba a decir –y menos en estos momentos y en ese lugar– que no lo es, si bien una frase como ésa deja bastantes dudas sobre qué entiende por Islam, por democracia y, sobre todo, cómo se establece el grado de compatibilidad entre ambos conceptos.
El Islam es una religión monoteísta, fuertemente emparentada con el judaísmo y el cristianismo (las tres religiones del libro) y parece que, en la actualidad, es la que tiene el mayor número de creyentes. En tanto religión, lo fundamental de la misma es un conjunto de creencias que, en el fondo, no son muy diferentes de las de sus primas hermanas. En principio, cualquier creencia –mientras se quede ahí– es perfectamente compatible con las bases de la democracia tal como la entendemos, y éstas no son tanto lo de votar a los representantes políticos cuanto unas libertades individuales que en Occidente (algunos) consideramos fundamentales. Por eso, si las creencias religiosas de cualquiera no implican comportamientos activos que afecten a ese marco de libertades, su fe –sea cual sea– sería compatible con la democracia.
El problema estriba, naturalmente, en que la mayoría de las religiones –al menos las tres principales monoteístas– no se limitan a aportar al creyente un conjunto de creencias para su uso personal (básicamente para encontrar un sentido a lo que no entiende y le asusta, las eternas preguntas trascendentales). Resulta que, con mayor o menor grado de congruencia lógica, cada dogmática religiosa lleva aparejada una serie de normas de comportamiento que han de cumplirse para "salvarse" en la vida eterna (el esquema es siempre el mismo). Además, esas normas –que han ido evolucionando históricamente– no se limitan a regir el comportamiento del creyente hacia sí mismo, sino que con frecuencia le imponen incidir sobre los demás. Ahí empieza la incompatibilidad entre religión y democracia, cuyo grado depende de la intensidad de esas incidencias.
Por ejemplo, la obligación de los creyentes monoteístas de predicar la fe, de convertir a los que no son creyentes, que va desde el nivel –mayoritariamente aceptable en la actualidad– de transmitir a los hijos la dogmática propia hasta obligar a los infieles a darse de alta en la religión, so pena de ser ejecutados. Tampoco es compatible con la democracia una religión que pretende –también con distinto grado de intensidad– que las normas de comportamiento de los creyentes rijan sobre los que no lo son, algo que ha ido unido a las religiones monoteístas, pues parece que su Dios (que en teoría es el mismo para las tres) aborrece que existan quienes no creen en Él o quienes no cumplen sus mandamientos. Bien es verdad que judíos y cristianos –en su mayoría– ya han dejado de creer eso, aunque desde luego no totalmente (no hay más que ver las presiones de grupos católicos sobre la regulación civil de ciertos asuntos). En el Islam, sin embargo, hay demasiados creyentes que siguen pensando que han de imponer su fe y sus normas a los infieles y, en congruencia con esa concepción, actúan en consecuencia.
Referirse pues a la compatibilidad entre religión y democracia exige pues dos planos de análisis. En el primero, el limitado estrictamente al conjunto de creencias que define el contenido de una religión concreta, se concluiría que ésta es compatible cuando ninguna de aquéllas requiere del creyente que incida sobre las libertades de los demás. Claramente este requisito no lo cumplen ni el judaísmo, ni el cristianismo ni el Islam, por lo que –en mi opinión– decir que el Islam es compatible con la democracia no es más que una declaración buenista y políticamente interesada pero que dista de ser cierta; como tampoco lo sería la afirmación más genérica de que cualquiera de las otras dos religiones del Libro son compatibles con la democracia. De hecho, para que una religión fuera radicalmente compatible con la democracia debería contar entre sus mandamientos la prohibición de imponer a los demás sus creencias y normas de comportamiento.
Ahora bien, siendo importante el análisis del contenido "teórico" de cualquier religión concreto, lo verdaderamente importante a efectos de valorar su grado de compatibilidad con la democracia es el comportamiento de sus fieles en lo que respecta a la imposición de sus creencias sobre el resto de la sociedad. Porque al final, si bien el "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos 16) contiene el germen de la incompatibilidad del cristianismo con la democracia, lo cierto es que de ese mensaje evangélico los cristianos actuales sacan consecuencias muy distintas que los del siglo XVI, por ejemplo. Y así, en la práctica, el comportamiento de muchos cristianos (no de todos, desde luego) es compatible con la democracia. O quizá habría que decir que han encontrado una interpretación de sus creencias que hace que las mismas, aunque no sean radicalmente compatibles con los principios democráticos, son tolerables. Al fin y al cabo, las creencias no tienen existencia propia, por más que estén escritas en libros sagrados, y por tanto lo importante es cómo las crean (y las lleven a la práctica) sus fieles. En este plano "real" del análisis, habría que concluir que el cristianismo (y cualquier otra religión) ha cambiado mucho a lo largo de la historia.
Pero no debe olvidarse que el proceso evolutivo de las creencias religiosas para compatibilizarlas con los principios democráticos no ha obedecido en absoluto a dinámicas internas de las correspondientes religiones. Al contrario, éstas han sido "forzadas" a modificarse para ir suavizando sus incompatibilidades hasta niveles aceptables sin que –no nos engañemos– pueda afirmarse que tal compatibilidad (el compromiso radical de no incidir sobre los demás) esté interiorizado por la mayoría de los fieles. En el caso del cristianismo –al menos en Europa– sólo ocasionalmente (aborto, homosexualidad, etc) se pone de manifiesto que un número significativo de sus fieles no asumen de verdad ese compromiso de no injerencia que considero la prueba del nueve de la compatibilidad entre democracia y religión. En el caso del Islam tenemos en cambio demasiados ejemplos de que la incompatibilidad es mucho mayor; vaya en su descargo que llegaron seis siglos después y recordemos lo que se pensaba en el mundo cristiano del siglo XV sobre estos asuntos. Así que, aunque entienda que dice lo que tiene que decir, permítame monsieur Hollande que discrepe.
Laudate hominem - Fabrizio de André (La Buona Novella, 1970)
La afirmación de Hollande es más táctica que otra cosa, y más pragmática que cierta, más un deseo que una realidad hoy por hoy. En mi opinión sería deseable que religión y democracia fueran variables mutuamente independientes, pero no lo son, interaccionan y generan conflictos o, más raramente, refuerzos. No debemos confundir nuestros deseos: un laicismo respetuoso con la religión, unas religiones respetuosas con los derechos civiles, con la realidad. Y la realidad con todos los matices que se quiera es que el multiculturalismo ha fracasado en Europa con los inmigrantes musulmanes, y que el modelo integracionista de Estados Unidos ha funcionado mejor: todos norteamericanos (o “americanos”, como ellos dicen). Y lo cierto es que el islam es una religión anclada en el pasado medieval. No es que al surgir seis siglos más tarde que el cristianismo lleve ese retraso —eso es una tontería, Miroslav, discúlpame— como si esto fuera un recorrido cronológico a velocidad uniforme; de hecho, en ciertas épocas y partes del mundo, como la Península Ibérica, el Islam estuvo por delante y no por detrás en el avance de libertades y tolerancia, pero el hecho es que ahora es una fuerza retrograda, y no hablo del fundamentalismo ni del integrismo, hablo de los musulmanes en su conjunto, incluso de los más moderados. Y la razón es que el islam no solo dictamina cómo comportarse hacia su Dios y sus semejantes, como el cristianismo, sino cómo comportarse con la sociedad en su conjunto, incluyendo la ciencia, la enseñanza, la sexualidad, como el cristianismo en el pasado, y esa es su rémora. Es el islam el que debe cambiar, no la sociedad de acogida, que no puede dar ni un paso atrás en la defensa de los valores que encarnan los derechos humanos. El que quiera ser europeo que se comporte en lo esencial como europeo y mantenga su religión en el interior de su, digamos, corazón o espíritu y de sus templos, pero lo saque de nuestras calles (y de paso pido lo mismo para las puñeteras y atroces procesiones de la Semana Santa católica española)
ResponderEliminarCreo, Lansky, que en lo fundamental estamos de acuerdo: sólo puede haber democracia en una sociedad laicista, en la que la religión quede confinada a la esfera de lo privado, sin que las creencias y normas que conforman su contenido interfieran sobre la vida civil. Ciertamente, el Islam "no solo dictamina cómo comportarse hacia su Dios y sus semejantes, como el cristianismo, sino cómo comportarse con la sociedad en su conjunto, incluyendo la ciencia, la enseñanza, la sexualidad", como hacía y hace (en muchísima menor medida en la actualidad) el cristianismo.
EliminarPor cierto, lo de los seis siglos de retraso era una broma ...
A lo que dice Lansky, añadiría que Voltaire alababa mucho el Reino Unido y, ocasionalmente, al Imperio Otomano por ser mucho más tolerante para su época que la Francia que conoció, y mucho más que la España de entonces.
ResponderEliminarTampoco olvidemos que gran parte de la violencia del Islam afecta a los musulmanes, instigado por Arabia Saudí, que quiere borrar de un plumazo la variedad que el tiempo y la geografía han causado sobre el Islam.
Sobre este punto me gustó lo que dice Sebastián Zírpolo en http://ar.bastiondigital.com/notas/una-democracia-liberal-desde-abajo-para-medio-oriente.
ResponderEliminarLamento traerte a la tertulia una opinion discordante en cierto punto, pero al recordarnos la existencia de democracias en el mundo Musulmán y al ilustrar la acción disolvente de democracias árabes por parte de potencias occidentales le da una vuelta de tuerca al tema que creo te gustará.
Los países musulmanes, en su mayoría han sufrido hasta época muy reciente la colonización y explotación del Primer Mundo, ¿y qué? o bien, ¿y qué más?
EliminarDos niños nacen en una favela brasileña, juegan jutos de pequeños, luego uno se convierte en sicario asesino, el otro en poeta y director de cine
En realidad, Chofer, no me parece que lo que se dice en el artículo que enlazas contradiga la tesis que sostengo en este post. De hecho, el autor afirma que el desarrollo de las libertades en Occidente va en paralelo al proceso de liberarse de la moral cristiana. Los ejemplos de democracias en países con población musulmana se caracterizan precisamente porque la ley islámica no condiciona (o condiciona hasta niveles tolerables) la regulación social. En todo caso, coincido en que la democratización de los países de Oriente Medio vendrá desde abajo (como siempre ha sido), pero ello será a medida que los musulmanes vayan separando sus creencias de la vida social.
EliminarDe otra parte, creo bastante probable que la radicalización islámica (que equivale a ir en la dirección contraria a la democratización) tenga causa en cierto grado en la reacción frente a las acciones (encubiertas y a la vista) de los gobiernos occidentales contra ellos. Pero, aunque así sea, ello no quita que para que esos pueblos alcancen un aceptable grado de libertades han de desembarazarse de la incidencia de la Ley islámica sobre sus sociedades.
Aunque suelo coincidir bastante con tus argumentos, esta vez hay mas discrepancias de las acostumbradas. Para empezar la, a mi juicio, más obvia: el proselitismo. La obligación a convertirse SÍ es contraria a la democracia, pero el invitarte a hacerlo NO lo es. Proselitismo hacen todas las sociedades humanas, desde la Cruz Roja hasta los partidos políticos y eso no lo hacen ni menos respetables, ni menos democráticos. Hasta donde sé, no hay ningún pasaje de los Evangelios que indiquen que hay que ejecutar a los no creyentes, cosa que si sucede en el Corán.
ResponderEliminar¿Impone el cristianismo sus creencias sobre los demás? Tampoco lo creo. De hecho el pasaje evangélico al que hacía referencia en un post anterior deja bien claro que Jesús separa los deberes hacia el Estado y hacia Dios. No encuentro, tampoco soy experto en los Evangelios, ningún pasaje que entre en contradicción con el anterior. De nuevo en el Corán si que encontramos legislación del ámbito, digamos, civil.
Hay un punto que no has tratado y que, bajo mi punto de vista, debería tenerse en consideración y es cómo tratan las religiones a la mujer. De nuevo el Islam sale perdiendo ya que de las tres es la única que permite la poligamia.
En fin que, por mal que les pese a muchos, veo que el cristianismo es mucho más asimilable a la democracia, mientras que el islamismo, mientras que, para empezar, no solucione este último punto jamás podrá ser compatible con la democracia.
No, no hay ningún pasaje de los evangelios que ordenen ejecutar a los no creyentes, pero, ¿estás seguro de que sí lo hay en el Corán? Conozco muy poco de la fe islámica, pero algunos conocidos he tenido que me aseguran que lo que afirmas no es verdad. Intuyo que lo de ejecutar a los no creyentes es una interpretación del Corán que hacen determinados musulmanes, de la misma forma que cuando los cristianos quemaban a los herejes o infieles lo hacían, según ellos, en cumplimiento de la doctrina de Cristo.
EliminarLo mismo podría contestarte sobre la imposición del cristianismo y, en este caso, sí lo tenían más fácil los "evangelizadores a la fuerza" para encontrar en el Nuevo Testamento citas en base a las cuales sostener su comportamiento como acorde a la doctrina; sin ir más lejos, el que cito en el post de "id y predicad ...", del cual no se desprende ciertamente que haya que imponer la fe, claro, pero a ellos les bastaba. ¿Hay en el Corán algún precepto que obligue a convertir a la fuerza? Lo dudo, pero probablemente habra más de uno que pida la predicación y en base a él pueden haber justificado los más radicales la bondad de hacerlo.
Y en cuanto al tratamiento de la mujer, mucho habría que hablar, partiendo del principio de que ninguna religión la considera demasiado.
En resumen, creo que mezclas el contenido de las doctrinas religiosas con la interpretación que hacen de ellas los creyentes en cada momento histórico. No hay duda de que, en la actualidad, el cristianismo es más compatible con la democracia que el islam, pero no diría yo que por el contenido de sus respectivos textos sagrados (la evaluación de lo cual sería larga y, al fin y al cabo, irrelevante) sino sobre todo porque en las sociedades mayoritariamente cristianas se ha ido aceptando que las creencias religiosas no deben inmiscuirse en la regulación de la vida civil, que –en suma– deben confinarse al ámbito privado de cada cual. Por tanto, difiero en tu última afirmación de que el islamismo jamás podrá ser compatible con la democracia; en mi opinión, lo podrá ser cuando, igual que han hecho muchos cristianos, la mayoría de los musulmanes no pretenda imponer sus creencias a los demás (y mucho menos a la organización de la sociedad). ¿Que entonces dejarían de ser musulmanes por estar incumpliendo preceptos de su fe? Pues de la misma manera que, si es así, habremos de concluir que los cristianos han dejado de serlo cuando admiten que en la sociedad democrática se permiten cosas contrarias a su fe.
Sin buscar mucho mira lo que aparece en el Corán:
Eliminar[4:89] Querrían que, como ellos, no creyerais, para ser iguales que ellos. No hagáis, pues, amigos entre ellos hasta que hayan emigrado por Alá. Si cambian de propósito, apoderaos de ellos y matadles donde les encontréis. No aceptéis su amistad ni auxilio,
[4:90] a menos que sean aliados de gente con la que os una un pacto, o que vengan a vosotros con el ánimo oprimido por tener que combatir contra vosotros o contra su propia gente. Si Alá hubiera querido, les habría dado poder sobre vosotros y habrían combatido contra vosotros. Si se mantienen aparte, si no combaten contra vosotros y os ofrecen someterse, entonces no tendréis justificación ante Alá contra ellos.
[4:91] Hallaréis a otros que desean vivir en paz con vosotros y con su propia gente. Siempre que se les invita a la apostasía, caen en ella. Si no se mantienen aparte, si no os ofrecen someterse, si no deponen las armas, apoderaos de ellos y matadles donde deis con ellos. Os hemos dado pleno poder sobre ellos.
Jamás, no. No lo será mientras, de entrada, no equipare la mujer al hombre suprimiendo la poligamia (o permitiendo la poliandria)
EliminarA mayor abundamiento, y perdón por ser pesado, aquí (y aquí la misma historia aunque en otra página web) está el tratamiento que el Profeta dio al adulterio, y en San Juan 8, 1-11 como trató Jesús a la mujer adúltera.
EliminarMal que les pese a muchos, no todas las religiones son iguales.
Decir que el cristianismo es (más) asimilable a la democracia y decirlo, además, en España con toda la historia que tenemos detrás, suena bastante fuerte y suena fuerte porque no es verdad. El cristianismo ha tenido, más que adaptarse, tragar la democracia política, es decir, fuera de sí mismo, porque en su interior sigue siendo tan autoritario como en los orígenes, ¿o acaso los cargos dentro de la Iglesia son por elección? La democracia, o mejor, la separación de la sociedad civil del cristianismo en Europa, que es donde se ventiló principalmente este asunto, ha costado mucha sangre, mucho sufrimiento y mucho atraso científico, entre otros, como para trivializarla de este modo. En ello tuvo que ver bastante el nacionalismo, ya que los habitantes de cada país se consideraban y se consideran españoles, o franceses, o ingleses, etc. antes que cristianos. Lo de la poligamia me parece una mera anécdota. Lo fundamental es la posición que ocupan las mujeres en las tres religiones y es evidente que en las tres su lugar se encuentra enteramente subordinado al hombre. Solamente este hecho, absolutamente antidemocrático, ya invalida a las tres religiones para la democracia.
ResponderEliminarCreo que el adjetivo asimilable que ha usado Números es muy poco afortunado. Ninguna religión se asimila (ni poco ni mucho) a la democracia porque operan en esferas completamente disjuntas. Yo entiendo que –en congruencia con mi post– quería decir "más compatible". Como le he comentado a él, valorar el grado de compatibilidad con la democracia de las creencias y preceptos que conforman el contenido de cada religión me parece una tarea, además de ardua y que requiere un importante grado de conocimiento, bastante inútil. Porque, en el fondo, esa compatibilidad no se mide tanto en base al contenido "objetivo" sino de acuerdo a la interpretación de ese contenido que en cada momento histórico hacen sus fieles para justificar comportamientos concretos. Como digo en el post, a mi modo de ver cualquiera de las tres religiones monoteístas es incompatible con la democracia, la práctica de las mismas puede ser compatible si sus fieles la limitan a la esfera privada, sin intentar que sus creencias condicionen la ordenación laica de la sociedad.
EliminarDesde ese punto de vista (que sostengo), el cristianismo expresado en el comportamiento de sus fieles ha sido durante muchos siglos absolutamente incompatible con cualquier concepción de libertades y en ciertas épocas más incompatible que el islam. También estoy de acuerdo que no sólo era incompatible sino que se constituía, al menos en Occidente, en el mayor obstáculo para que la sociedad avanzara democráticamente y que superarlo " ha costado mucha sangre, mucho sufrimiento y mucho atraso científico". Y conste que el nacionalismo –que acertadamente consideras una ideología sustitutiva en gran medida de la religiosa– por más que en sus inicios impulsara la conquista de libertades, pasó en poco tiempo a convertirse también en un factor no precisamente democratizador. Por último, como ya he dicho en el post, también coincido contigo (puede que no en el mismo grado) en que la aceptación de muchos cristianos de los valores democráticos no es totalmente sincera, sino un poco una aceptación "a la fuerza" y que en el fondo siguen pensando que sí que habría que imponer algunas de sus creencias religiosas al conjunto de la sociedad.
En cuanto a la organización interna de cada religión –jerárquica y autoritaria y para nada democrática– no considero que sea un factor relevante en cuanto a la compatibilidad de sus fieles con los valores democráticos. Al fin y al cabo, uno puede creer que es bueno que la Iglesia sea jerárquica –porque así lo quiso Dios y/o los Santos Padres– y sin embargo estar convencido de que la sociedad debe ser democrática.
Cierto el adjetivo asimilable es totalmente inadecuado. Lo correcto es compatible.
EliminarLo que si me gustaría diferenciar es el cristianismo/islamismo como doctrina que se extrae de la lectura de los Evangelios/Corán y la interpretación que de ella se ha hecho a lo largo de los siglos. ¿En qué parte de los Evangelios se sitúa a la mujer como inferior al hombre? ¿En qué parte de los Evangelios se incita a la violencia contra los infieles?
Otra copla completamente diferente es el uso que se ha hecho de las religiones (de todas) a lo largo de los siglos. Hay mucho cabestro suelto que hace la ecuación
cristianismo = catolicisimo
sin darse cuenta que tan cristiano es un católico como un copto o un nestoriano, de manera que juzgar al cristianismo por lo que ha hecho la Iglesia Católica (o los Testigos de Jehová) es de un analfabetismo que asusta.
En ese sentido coincido que la estructura de cualquier religión (ya sea monoteísta, animista o politeísta) es profundamente antidemocrática; puesto que se basa en la existencia de unas personas (curas, imanes, chamanes, sacerdotes, ... ) que son los únicos capacitados para hablar con Dios, los dioses o la madre naturaleza.
MolónLo de la poligamia me parece una mera anécdota. Genial. Anda y se lo preguntas a las mujeres.
La posición de la mujer a lo largo de la historia ha sido de sumisión al hombre más por razones de tipo antropológico que de tipo religioso. Si bien la religión, cualquier religión, se utilizaba como excusa y justificación para dicha sumisión hay algunas, como la musulmana, que lo reflejan explícitamente.
Lo ha hecho para quedar bien pero a veces no se puede ser tan guay. Puf, las religiones y la democracia, es como intentar conjugar fantasía y ciencia, mucho esfuerzo para ordenar algo tan inestable. Un saludo, :)
ResponderEliminarToda religión es una rémora, puesto que se enfrenta a lo que sabemos del mundo y de nosotros desde el mito, que es una forma útil de negociar con la ignorancia cuando el conocimiento no es suficiente, pero ese es un asunto y otro bien distinto es el engarce real de la religión en la sociedad, y en ese sentido las sociedades con religiones mayoritariamente cristianas ( por laicas), mayoritariamente “occidentales”, han sabido relegar sabiamente la religión a un lugar privado o de intimidad que no distorsiona tanto como las religiones que siguen erigiéndose en dominadoras de todos los aspectos de la vida de las gentes, públicas y privadas, personales y comunitarias, y en ese sentido el Islam está en una fase más problemática, más retrasada, más… feroz, como en su día el cristianismo.
ResponderEliminar