Hace tres cuartos de siglo nació en Duluth, Minnesota, Shabtai Zisl ben Avraham, inscrito en el Registro como Robert Allen Zimmerman y conocido en todo el mundo como Bob Dylan. Protagonista de una de las más dilatadas e intensas carreras de la música popular, todavía sigue dando guerra: acaba de publicar un nuevo disco (Fallen Angels), el trigésimo séptimo de estudio, y sigue dando conciertos. Leo en un periódico que su figura cubre los últimos cincuenta y cinco años, ya que el articulista data el origen en los primeros días de 1961, cuando un chaval de 19 años llega a Nueva York. Pero lo cierto es que la carrera de Dylan ronda ya las seis décadas pues de 1956, cuando era un crío de sólo 15, datan sus primeras sesiones documentadas. En realidad, Dylan era músico desde siempre, desde antes incluso de saberlo. Quizá, leyendo lo que cuenta Howard Sounes, haya que hablar de siete décadas, remitiéndonos a su debut en 1946 en una fiesta familiar en la que cantó a su abuela dos canciones populares de la época y que llenó de orgullo a Beatty, su madre.
Man on the street - Bob Dylan (Bob Dylan 1962 remastered 2016)
En estos últimos meses llevo dedicados bastantes ratos sueltos a ordenar grabaciones de Dylan, lo que supone escucharlas, tratar de completar algunos vacíos, buscar datos, leer en los varios libros que tengo y en la red ... Lo hago, claro está, porque me divierte, porque si me lo planteara como una obligación y marcándome plazos me condenaría a la frustración. Es increíble el material que existe, la información disponible, imposible de abarcar. De hecho, llevo varias semanas atascado en lo que podríamos llamar la prehistoria de Dylan, antes del contrato con Columbia y la publicación en 1962 de su primer álbum. Son los años de formación adolescente: Hibbing, Minneapolis, el Greenwich Village neoyorkino. Cuanto más leo y oigo de esa época más me sorprende la determinación de ese crío, lo claro que lo tenía y el morro que le echaba. Demostró sin duda una extraordinaria habilidad instintiva para autopromocionarse, que no habría dado mejores resultados si hubiese estado asesorado por los más expertos publicistas. Para mí (y no soy el único que lo piensa, claro), Bob Dylan es un genio pero ciertamente aquel chaval todavía no lo había demostrado, ni siquiera daba pistas claras de su calidad. Entonces necesitaba encontrar su hueco, crearse sus oportunidades, y lo consiguió con su seguridad en sí mismo, con su desparpajo, haciéndose simpático a quienes podían ayudarlo. Que Bobby Zimmerman se convirtiera en Bob Dylan se debe fundamentalmente a su propia voluntad.
When the night comes down from the sky - Bob Dylan (The Bootleg Series volume 3)
Supongo que, con todas las variantes que se quiera, esta determinación, seguridad en la propia valía, convencimiento vocacional, es común en los inicios de cualquiera de los que consideramos genios. Lo que equivale a decir que muchos otros que podrían tener las mismas o mayores capacidades artísticas o intelectuales no han pasado a engrosar el elenco de los genios por carecer de estas notas en su carácter. Notas, dicho sea de paso, que no suelen dar personalidades amables (a los genios se les admira pero no se les ama). Al fin y al cabo, los que llamamos genios pueden corresponderse con los héroes de la cultura clásica; es decir, no son del todo humanos, viven entre nosotros pero no son del todo parte de nosotros. Hay una separación, un apartamiento, que opera en ambos sentidos: la insoportable (o quizá no tanto) soledad del genio. Dylan probablemente no sea muy simpático (la imagen pública que transmite es, desde luego, la de un tipo bastante huraño). Pero, al fin y al cabo, nunca he pretendido ser su amigo (imposible, además, con mi desastroso inglés), así que no me importa si es o no amable. Pero, eso sí, le estoy enormemente agradecido por haber sido capaz de hacerse su hueco; gracias a las estrategias descaradas de aquel crío pudieron nacer canciones que son fundamentales en la banda sonora de mi vida. Por eso hoy, veinticuatro de mayo de 2016, me sumo a los tantos que desean felicitar al músico estadounidense. Feliz cumpleaños, Bob (esto es lo que tiene ser famoso y admirado, que te felicitan desconocidos).
Melancholy mood - Bob Dylan (Fallen Angels, 2016)
PS: Fotos de Dylan en tres etapas de su vida: adolescente en Hibbing con 16 añitos, superada su etapa cristiana a mediados de los ochenta y cuarentón, y más o menos en la actualidad. Subo una canción correpsondiente más o menos a cada una de esas edades. Una de las primeras que compuso, cuando acababa de llegar a Nueva York y bajo la clarísima influencia de Woody Guthrie: folk ortodoxo y un pelín aburrido. Una versión de la noche que cae desde el cielo (no la que aparece en el Empire Burlesque de 1985), grabada con el acompañamiento de músicos de la E Street Band de Springsteen: sonido potente para letras apocalípticas. Y el tema que ha elegido para promocionar su recentísimo último disco, reptiendo en la senda del anterior; de nuevo versiones de los estándares norteamericanos de los cuarenta y de los cincuenta: no me mola demasiado, pero a estas alturas se le puede permitir cualquier cosa.
Andaba esperando este post onomástico tuyo, como aguardó los antitaurinos de manuel Vicent, sabía que sucedería. Como 'Dylanólogo'seguro que los sabes, pero:
ResponderEliminarBob Dylan recibió en el 2008 el premio Pulitzer otorgado por la Universidad de Columbia, los periódicos Washington Post y New York Times y la agencia Reuters "por su profundo impacto en la música y la cultura popular americana, gracias al poder poético de sus composiciones".
http://bobdylan.com/news/dylan-wins-pulitzer-prize/
El único caso en un músico de rock
Hasta el punto de que lo de “boberías que se me ocurren” de tu cabecera, deberías sustituirlas de vez en cuando por “bobdylanerias”
Eliminar¿Cabe celebrar el cumpleaños de Dylan como versión? Llevo un par de horas escuchando ésta, que me parece maravillosa y (casi) tan buena como la original:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Y89rmBlNAx4
Fe de erratas:
ResponderEliminarYa es tarde para enmendar un comentario de hace días, pero en vez de "como versión" quería decir "con una versión".
Como a Lansky, he de pedirte "disculpas" -las comillas son importantes: se trata de disculpas metafóricas, solo- por mi absentismo comentatorio de los últimos tiempos. En tu caso, a los motivos de falta de tiempo y de energía mental que a él le aduzco hay que añadir que, como sabes, tu amigo Bob no cuenta ni entre mis músicos ni entre mis asuntos favoritos. Me parece respetabilísima y muy fructífera tu dedicación a él, pero no la comparto en absoluto. Es más, sin dudar de que, para quienes tengáis los conocimientos y los criterios necesarios, pueda ser calificado de genio, a mí nunca me lo ha parecido.(Lo único de genio que le aprecio es, efectivamente, una falta de "amabilidad" que no me lo hace nada simpático). Musicalmente, digo, de sus letras no puedo apenas opinar. No dudo de su profundo impacto en la cultura y la música popular americanas, que le valió el Pulitzer de que habla Lansky, pero la verdad es que la música y la cultura popular americanas, que gozan de todos mis respetos, me caen, emocional y culturalmente, francamente lejos. Lo cual no impide que, aunque tarde, me sume a tus felicitaciones por su cumple. Feliz cumpleaños, señor Zimmerman, si puedo llamarlo así. (Ya sabe, es que, como no tengo confianza...)
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