Nada altera la legendaria impasibilidad de Amando Kalinas. La gente del Norte ya se sabe, se dice aludiendo al origen del empresario, tienen la sangre más fría, helada algunos. Pero la procesión va por dentro. Ubaldo Pachulero ha caído antes de resolver la apuesta más importante de la azarosa carrera profesional del lituano. Una apuesta a doble o nada llamada Hedonia Park; que el proyecto se apruebe o no en el plazo máximo de unos meses es para Amando la diferencia entre la quiebra o multiplicar su ya inmensa fortuna. Y, aunque Kalinas no quiere ni pensarlo, arruinarse podía no ser lo peor, porque los antecedentes de sus socios (unos italoamericanos que controlan hoteles y casinos en Las Vegas) no son nada tranquilizadores. Demasiado en juego, desde luego. Cómo haberlo imaginado hace apenas año y medio, cuando tras la discusión del proyecto en el Comité del PICHi, el propio Pachulero le había prometido que el Gobierno lo calificaría de singular interés público para eludir la moratoria turística y permitir su ejecución. Sin embargo, en vez de cumplir ese trámite con la debida diligencia –habría bastado la propuesta de la Consejera de Turismo, Cruci Estupiñán, en Consejo de Gobierno–, Ubaldo le había convencido de seguir una táctica retorcida a fin de garantizar un mayor apoyo y, al mismo tiempo, ventajas políticas para el PICHi. En síntesis, lo que pretendía el entonces presidente es que el informe jurídico de la Consejería se le filtrara a Ahmed Pi de la Rosa, portavoz parlamentario del FLiPA, quien enseguida comprendería que la construcción del Hedonia Park suponía un duro golpe para Juvenal Barriles, el empresario hotelero más importante de la región, muy vinculado al Partido Moralista de Cascaterra. Como Pachulero bien sabía, los dirigentes del partido socialista cascaterrano llevaban tiempo insistiendo a sus socios chipunos (el FLiPA) para que erosionaran los intereses de Barriles, de modo que si el PICHi se quedaba quieto sería Pi de la Rosa quien, con toda seguridad, reclamaría la aprobación del proyecto. Así, los nacionalistas no se quemarían aunque obviamente, adoptando un respetuoso (y cínico) legalismo, votarían a favor de la iniciativa de Kalinas.
Pero las cosas no ocurrieron como estaba previsto. El congreso del PICHi en el que se defenestró a Pachulero significó un cambio de rumbo, aunque Kalinas no lo valoró en su justa medida al principio. Como es natural, el empresario se había preocupado de conocer y engatusar a Surquillo desde que su figura emergió entre los críticos del partido como la más clara alternativa al liderazgo de Ubaldo. Y lo cierto es que Amando pensó que había logrado la amistad y confianza del joven político. De hecho, había sido el lituano quien, dos meses antes del congreso del PICHi, organizó en la Fundación de Estudios Chipunos, institución que financiaba, la conferencia-debate “Nuevos retos del nacionalismo chipuno”, acto que fue considerado como la presentación en sociedad, con máximos honores, de David Surquillo. A Kalinas le constaba que David le estaba muy agradecido por ese gesto, máxime cuando conocía su amistad con Pachulero y, en efecto, en los meses siguientes se habían encontrado amistosamente en más de una ocasión e incluso alguna vez había sido convocado a reuniones con “asesores de confianza” para discutir asuntos concretos de la economía regional en la preparación del programa electoral. Así pues, con vistas a un futuro próximo, nada hacía sospechar al empresario que su notable influencia política en el PICHi variara como consecuencia del cambio de equipo dirigente. Verdad que, en sus conversaciones con Surquillo, nunca se había tratado del Hedonia Park, ni siquiera en aquel cónclave al que fue invitado para discutir sobre las estrategias de política turística y en el que, como siempre, se insistió en la necesidad de recualificar y diversificar la oferta alojativa chipuna, excesivamente orientada al sector sol y playa. Habría sido un buen momento, piensa Kalinas, para que el joven político sacara a colación el proyecto del complejo dedicado al sexo, como ejemplo de establecimientos de nuevo cuño capaces de singularizar el destino chipuno a escala internacional, pero ni lo mencionó pese a que tenía que estar perfectamente al tanto de que el expediente estaba en tramitación en la Consejería. Pero aún así, en esos primeros meses tampoco quiso ver ninguna sombra. Creyó en lo que declaró Surquillo al ser elegido nuevo presidente del PICHi: "en los meses que restan de legislatura, el gobierno de Chipunia, presidido por Ubaldo, seguirá teniendo el absoluto apoyo y la lealtad ciega del partido, para lograr que alcance sus objetivos que –nadie lo dude– son también los nuestros".
Sin embargo, vistos los acontecimientos, se diría que la apertura de un resort como el Hedonia no formaba parte de esos objetivos comunes. Pi de la Rosa, confirmando las previsiones de Pachulero, planteó una moción parlamentaria en la que reclamaba al gobierno que impulsara la aprobación del nuevo establecimiento, al que calificaba como “magnífica oportunidad para iniciar con paso firme la recualificación de la oferta turística chipuna”. Los socialistas del FLiPA esperaban que los diputados del PMC (Partido Moralista de Cascaterra) se opusieran a la propuesta por considerar el proyecto un atentado a las buenas costumbres, una iniciativa que de ejecutarse sería la vergüenza de Chipunia. Con esa idea, Pi de la Rosa tenía preparado un discurso en el que ridiculizaba los “valores decimonónicos del PMC” y, sobre todo, les acusaba de querer imponer una ética retrógrada contraria al progreso y bienestar de la sociedad chipuna. Contra todo pronóstico, fue Alexis Cachango, alcalde de Valleñocos, el parlamentario más controvertido del PMC, protagonista de no pocos escándalos, el que intervino en respuesta a la moción del FLiPA. Y también contra todo pronóstico, dada su conocida actitud despectiva hacia el ecologismo, la oposición al proyecto la argumentó en los gravísimos daños ambientales que supondría la implantación del establecimiento en un espacio de altísimos valores naturales, un área a la que calificó de “sumo santuario de la biodiversidad chipuna”. Al acabar la que fue una de sus más brillantes intervenciones parlamentarias se podía percibir en el hemiciclo el impacto que había causado entre los diputados. Raiza Cálajan, la portavoz del heterogéneo Bloque Ecologista-Anarquista (BEA), habló desde el estrado visiblemente molesta de que el protagonismo en la defensa medioambiental se lo hubiera arrebatado nada menos que el odiado Cachango; aún así, como era previsible, se sumó a la oposición al proyecto. Así las cosas, en la sesión de tarde, Kalinas escuchó preocupado cómo la Consejera Estupiñán, en nombre del gobierno, informaba a los diputados que el proyecto estaba siendo estudiado por los técnicos de su departamento y que, desde luego, “las consideraciones ambientales primarían sobre cualesquiera otras, como ha sido siempre el criterio de este gobierno”.
Los meses siguientes, los previos a las elecciones, la tramitación del Hedonia se estancó. En un encuentro discreto entre Kalinas y Pachulero, el todavía presidente intentó tranquilizar al empresario. El debate parlamentario ha hecho mucho daño, le dijo, ahora conviene esperar a que se calmen las aguas; pero no te preocupes, Cruci está volcada en el asunto, ya ha encargado una evaluación ambiental que demuestre que los efectos del hotel son mínimos, incluso beneficiosos. Las aguas, sin embargo, no se calmaban: Hoy, el periódico de Gobelio Gil, impulsó una serie de “reportajes de investigación” en los que insinuaba tramas mafiosas detrás del Hedonia Park (también en otras iniciativas turísticas recientes), amén de machacar con los daños ambientales que supondría su ejecución. Por esas fechas, Crucifixión Estupiñán dejó de contestar las llamadas de Kalinas y le hizo saber a través de un amigo común que había comenzado una relación sentimental con una persona extremadamente celosa, especialmente del lituano, por lo que, de momento, prefería cortar toda comunicación con él. Amando se quedó estupefacto; esta pendona, a la que he tratado como una reina, va y me sale con tamaña tontería. La siguiente sorpresa, pocos días después, fue la dimisión de la Consejera de Turismo por “motivos personales” y su fulminante desaparición de Chipunia. A partir de ahí, los sucesos se precipitaron, todos en peligrosa cuesta abajo. El congreso del FLiPA, como un par de meses antes había hecho el del PICHi, llevó a cabo una renovación integral y Pi de la Rosa fue apartado de la dirección. Enseguida, primero en foros de Internet y poco después en los principales diarios de Chipunia, circularon rumores sobre negocios inmobiliarios conjuntos del ex–líder socialista y el presidente Pachulero, aprovechándose de sus cargos gubernamentales. Probablemente, pensó Kalinas, no serían sino calumnias vertidas con intención política, para borrar de la escena a esos dos viejos dinosaurios, incómodos para los nuevos dirigentes de sus respectivos partidos. Si tal era el objetivo, tuvo éxito. Pi de la Rosa anunció que el próximo curso se desplazaría a una universidad americana para impartir un máster de economía política. Pachulero, por su parte, actuó durante los últimos meses de su presidencia como si lo único que le importara fuera pasar desapercibido. Pero el cambio más notorio fue que los dos partidos que compartían el gobierno, el PICHi y el FLiPA, a través de sus nuevos equipos dirigentes, se dedicaron a repetir hasta la saciedad promesas de renovación moral y a asegurar al irritado electorado chipuno que el próximo gobierno significaría un cambio radical en la forma de hacer política.
Y así fueron pasando los días, las semanas, los meses hasta que acabó el gobierno de Ubaldo sin que la tramitación del expediente del Hedonia avanzara en lo más mínimo. Poco después de las elecciones, Kalinas tuvo que viajar a Las Vegas para entrevistarse con Jimmy Lorzone, uno de los socios en el proyecto. La conversación fue breve y tensa. Lorzone se limitó a recordarle los compromisos adquiridos y la cada vez más perentoria necesidad de mover el mucho dinero que se había puesto en juego. Naturalmente, Amando se cuidó de dar al yanqui cumplida información del negro panorama político en Chipunia (para los intereses de ambos). Pero luego, en el regreso al aeropuerto a bordo de una limusina ofrecida por Lorzone, le acompañó un tipo que había asistido a la reunión completamente en silencio –Kalinas creía que era algún asesor jurídico– y quien con pocas palabras le dio a entender que los socios americanos sabían bastante bien lo que se cocía en su tierra. Tienes que desactivar a Barriles, él está detrás de todo y cada vez controla más a nombres clave tanto del PICHi como del FLiPA. De pronto, como un fogonazo, Amando comprendió que Barriles había tanteado a Lorzone pero éste, al menos de momento, prefería mantener el acuerdo. Estaban a punto de llegar al aeropuerto de Las Vegas. Entonces, dijo Kalinas intentando que la voz no delatara su angustia, ¿qué debo hacer? Nosotros pensamos que Josué Yanguas es una excelente baza para desbloquear el proyecto. ¿El Director General de Urbanismo? Amando siempre lo había considerado un cero a la izquierda, un inútil que solo descollaba en la adulación vil, como demostraba su cambio de bando tras el congreso del PICHi, traicionando sin ningún pudor a Pachulero. Yanguas va a ser el hombre fuerte del urbanismo chipuno, le aseguró su enigmático interlocutor, y tenemos un amigo que puede ayudarte a convencerle para que apruebe el proyecto. Esperaremos a que el nuevo gobierno tome posesión, y a partir de entonces habrá que forzar la máquina. Buen viaje. La limusina estaba parada frente a Salidas Internacionales. Kalinas se despidió del americano; ya tenía bastante que pensar durante las doce horas de vuelo.
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