A los políticos electos les encanta traducir los fríos resultados electorales en mensajes imperativos de los españoles. Así, por ejemplo, los del PP nos aseguran que los españoles han querido que el presidente del gobierno sea Mariano Rajoy; por el contrario, los de otros partidos suelen hacer notar que una mayoría de españoles no ha querido que el presidente de Gobierno sea Rajoy. Desde luego no es posible obtener, con una mínima seriedad, ningún mensaje claro de los votos, y eso justamente permite a cada partido arrimar el ascua a su sardina. El ciudadano lo único que hace es dar su voto a un candidato que (salvo en Madrid) no pretende ser presidente de Gobierno. Lo más que podemos aventurar es que, si vota a uno de los “cuatro grandes”, es bastante probable que desee que el correspondiente cabeza de lista sea presidente de gobierno o, al menos, participe en éste, pero ni eso es seguro. Al final, lo único cierto, es que los ciudadanos otorgan su representación (le prestan su voz) a unos señores concretos que se presentan en el Congreso. Como además todos los miembros de cada partido votan lo mismo (disciplina), podemos concluir que todos los votantes de cada partido han cedido su representación al órgano (o persona) de máxima autoridad de dicho partido. En otras palabras, cuando los 137 diputados del PP votan que Rajoy sea presidente, hemos de asumir por respeto a las reglas de este juego que los 7,9 millones de españoles que han votado al PP quieren que Rajoy sea presidente. Del mismo modo, cuando los 85 diputados del PSOE votan unánimemente que Rajoy no sea presidente, hay que suponer que los 5,5 millones de españoles que los han puesto en el Congreso quieren que Rajoy no sea presidente.
En este marco, el de la democracia representativa, lo que han dejado claro las dos sesiones parlamentarias del primer intento (frustrado) de investidura es que hay 11.108.034 españoles que quieren que Rajoy sea presidente, 12.055.883 que quieren que no lo sea, y 11.433.121 que no tienen quien los represente. Es decir, que a la vista de los resultados electorales, a la pregunta “¿quiere usted que Rajoy sea presidente? “, de cada 100 españoles 32 dicen que sí, 35 dicen que no y 33 no saben/no contestan. Pero es más, si atendemos no al escueto voto final sino a las argumentaciones de los portavoces, mientras que todos los que votaron no manifestaron con rotundidad su oposición a que Rajoy sea presidente, de los que le dieron su apoyo sólo el de los del PP fue entusiasta. Creo que estaremos de acuerdo en que tanto los de Ciudadanos como la de Coalición Canaria votaron sí como podrían haber votado no o abstenerse. Con esta apreciación, habría que dividir los 32 españoles de cada centena que antes decíamos que quieren que Rajoy sea presidente en dos grupos: 23 que sí quieren que Rajoy sea presidente y 9 que, por simplificar, les viene a dar un poco lo mismo. Contados así los resultados electorales (y no creo estar distorsionando su interpretación) no está tan claro que un gobierno de Rajoy sea lo que mejor expresa la voluntad de los españoles. Sin duda es la persona que más españoles quieren que sea presidente pero, a la vez, no me parece aventurado asegurar que hay todavía muchos más españoles que quieren que no lo sea, que quieren al PP fuera del gobierno.
Me da la impresión que, al menos en estos momentos, es más decisivo (y hasta más democrático) que el gobierno que se constituya sea el que menos rechazo genere. Y es que ése es el drama de Rajoy y del PP, que no parece ser capaz de reducir el número de rechazos por debajo de la mitad del número de congresistas. Dicho de otra forma, de momento Mariano es el candidato a presidente que más apoyos tiene pero a la vez es el que cuenta con más apoyos para ser el jefe de la oposición. Dicho de otra forma, son más los diputados que quieren echar al PP del gobierno que quienes quieren que esté o estén dispuestos a que esté (180 – 137 – 33, en concreto). Así las cosas, en contra de lo que afirmó Rajoy apelando a la manida táctica del miedo, es perfectamente viable alguna posibilidad de gobierno minoritario que garantice que el PP se quede en la oposición. Que exista ese gobierno pasa, obviamente, porque el PSOE deje de repetir la interpretación que hace de los resultados electorales (tan errónea como la del PP): que los españoles han querido que sea el principal partido de la oposición. No, más correcto sería afirmar que es el PP el partido que más españoles quieren que esté en la oposición y, por tanto, Pedrito estaría obligado a proponer una alternativa de gobierno, como bastante explícitamente se la han pedido casi todos los portavoces, mientras él miraba para otro lado y a veces esbozaba unas sonrisas bastante tontas.
Para que esa alternativa sea viable, la aritmética obliga a que voten sí, además de los diputados socialistas, los de Podemos. Habría así 156 apoyos, más que los 137 seguros votos negativos de los peperos. Sé de sobra que Sánchez no quiere pactar nada con Iglesias, que en el PSOE prefieren terceras elecciones (¿y hundirse más?) a asociarse. Bien, que Podemos renuncie a entrar en ese gobierno, que rebaje al mínimo indispensable, casi simbólico, el precio de sus 71 votos afirmativos. En mi opinión, Iglesias y los suyos tienen que saber que aún no ha llegado su momento y, en las actuales circunstancias, el máximo rendimiento que pueden obtener es aparecer ante la ciudadanía como quienes propician el cambio de gobierno y el fin de las políticas de recortes del PP. Han de hacerle a Pedro Sánchez una oferta que no puedan rechazar, no darle ninguna excusa para escaquearse. Si a esos 156 síes se suman los de Ciudadanos, Sánchez sería inevitablemente investido, porque alcanzaría los 188 apoyos, cifra impensable para el PP. No me parece que sea muy difícil conseguir un acuerdo de investidura entre PSOE y C’s, pues al fin y al cabo ya lo alcanzaron hace unos meses. Pero, si Albert(ito) no estuviera dispuesto a decir que sí, por lo menos debería podérsele convencer (apelando a su sentido de Estado como hizo el otro día el portavoz de Compromís) de que se abstuviera, ya que Podemos que es su bestia negra no iba a estar en el Gobierno. Absteniéndose Ciudadanos, incluso con los votos en contra de los catalanes “rupturistas” y EH Bildu (que votarían lo mismo que el PP), sólo necesitaría un apoyo y cinco abstenciones de los seis escaños que restan. Coalición Canaria votaría a favor a cambio de los elementales compromisos de lo que aquí se llama la “agenda canaria”. En cuanto al PNV no me parece nada difícil conseguir la abstención y hasta veo bastante sencillo el apoyo en positivo.
En resumen, que siempre que Pedro Sánchez asuma que sí dan las cifras y que debe intentar un gobierno alternativo y los de Pablito se conformen con estar fuera de ese gobierno y pasar esta legislatura legislando y no gobernando, creo que es relativamente sencillo conformar un gobierno en minoría del PSOE. En el pero de los casos, Sánchez saldría investido en segunda ronda con 157 votos a favor (PSOE, Podemos y Coalición Canarias), 156 en contra (PP, Esquerra, Convergencia y HB Bildu) y 37 abstenciones (Ciudadanos y PNV). En una hipótesis más optimista (y no demasiado improbable) podría salir en primera ronda con 189 votos a favor (sumamos a los anteriores los de C’s) o incluso 194 (también los del PNV), 137 en contra (los del PP) y 19 abstenciones (los catalanes y Bildu). Así pues, a la vista de la absoluta oposición mayoritaria de todos los grupos (salvo PP, C’s y CCa) a que Rajoy sea presidente, Pedro Sánchez debería rectificar dos de las frases que viene repitiendo desde que conoció los resultados del 26J: ni es claro que la voluntad mayoritaria de los españoles sea que el PSOE pase a la oposición ni tampoco es verdad que no den las cifras para presentar una candidatura alternativa a Rajoy (incluso sin contar con los catalanes). Que logre obtener en una próxima votación de investidura resultados como los calculados depende de su habilidad negociadora y, sobre todo, de la responsabilidad de Podemos y de Ciudadanos. Pero, lo que me parece evidente es que eso, no siendo sencillo, le es al PSOE infinitamente más fácil que al PP. Por tanto, si de verdad no quieren que haya terceras elecciones, he aquí la tarea, sobradamente posible.
Everybody's got to change sometime - Taj Mahal (Taj Mahal, 1968)
Como no has dicho nada que no sea cierto, yo, por mi parte, lo suscribo al ciento por ciento. Pero como en este país... lo sencillo está tan desprestigiado y lo que es obvio se escruta como un arcano -basta con escuchar a los "politólogos" ¡ja, ja,ja! me descojono- pues ¡quién sabe! Pero, vamos, que todo lo que dices es de cajón de madera de árbol. ¡Un abrazo, miniño!
ResponderEliminarEl "mi niño" hay que saber usarlo, Julián.
EliminarCojona. Debe ser que como a mí me lo llamaban todo el rato,he sido incapaz de captar los matices. Después de oirte, seguro que alguno me lo tuvo que llamar "mal".
EliminarTiempo al tiempo. Que con el tema de la selección, estoy canarizándome. Un abrazo!
Y, por cierto, que si ahora mismo no hay gobierno es porque Albertito no quería estar con Pablito ni Pablito quería estar con Albertito. O sea que estos dos no nos vendan la burra diciendo justo lo contrario a lo que ha sucedido. Que dan más miedo ya que un nublao, de lo trafullas que son, y eso que no han tocado todavía "pelo" en condiciones.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Ahora, cada vez soporto peor al Albert(ito) con su milonga de que son ellos los únicos que quieren resolver los problemas; pesadito está ...
Eliminar"Sé de sobra que Sánchez no quiere pactar nada con Iglesias, que en el PSOE prefieren terceras elecciones".Yo no lo sé de sobra ni lo tengo tan claro. El PSOe sabe que empeorará sus resultados; en cuanto a pactar con Iglesias, pues las circunstancias cambian.
ResponderEliminarLa que es una interpretación absurda es la de Sánchez afirmando que sus votos le dicen que debe pasar a la opisición. Por el contrario, creo que los votantes del POSE la han dicho dos cosas y ambas contradicen su inferencia: que no quieren que Rajoy sea presidente y que prefieren que lo sea Sánchez. Eso sí, entre los votantes del PSOE hay un grupo que rechaza totalmente a Iglesias y otro que no le parece nada mal el pacto.
Y un último pronóstico: cro que Ciudadanos seguira los pasos de UPyD y se convertirá en un partido residual.
Ah, y sí me leo tus post
EliminarEl párrafo que me citas lo cortas antes de tiempo. Lo que yo digo (y estoy convencido de ello a través de varias fuentes) es que los del PSOE prefieren terceras elecciones antes que asociarse (en el gobierno) con los de Podemos. También estoy convencido de que Iglesias sabe de sobra que eso es así, con lo cual la cuestión que se le plantea es si está dispuesto a votar la investidura de Sánchez gratis (o casi) o que haya tercera elecciones.
EliminarEn cuanto a tu segundo párrafo nada que objetar; de hecho, es eso exactamente lo que digo: que la interpretación que hace Sánchez de sus resultados electorales es errónea.
Y sobre tu pronóstico del futuro de Ciudadanos, pues no tengo criterio para pronunciarme.
Difícil veo que Rajoy se baje de la burra de que tiene más votos que nadie (que no mayoría, pero él lo entiende como le conviene). En fin, ya veremos.
ResponderEliminarNo, Rajoy no se bajará de su burra, claro. Pero en el escenario que planteo en el post lo que haga es irrelevante (aunque sería divertido verlo).
EliminarBienvenido, Joaquín. Obviamente todos pactan (o no) pensando en los posibles resultados de unas terceras elecciones, aunque, vistas las anteriores, ya no me atrevo a pronosticar ningún resultado y mucho menos que el PP saca mayoría absoluta. Pero, en fin, parece que Sánchez ya avisa de que se va a poner a la tarea. Ya veremos ...
ResponderEliminar