Fijémonos ahora en un grupito de tres himnos, los tres compuestos para serlo en el siglo pasado y antes de la Guerra Civil: los de Valencia (1909), Cantabria (1926) y Andalucía (1936). El primero fue creado con motivo de la Exposición Regional Valenciana de 1909, muestra comercial e industrial al estilo de las de la época que aportó a la capital levantina una abundante colección de arquitectura modernista (por ejemplo, el conocido como palacio municipal de la exposición). El impulsor principal de este evento, el influyente potentado de la época Tomás Trenor, gastó casi toda su fortuna en el empeño de promocionar la región (y, ya de paso, a sí mismo, obteniendo de Alfonso XIII el premio del marquesado del Turia) y entre las muchas actuaciones se cuenta el encargo de la música al compositor (de zarzuelas, sobre todo) José Serrano, quien pidió la colaboración para escribir la letra a Maximiliano Thous, periodista y político regionalista. En 1925, los alcaldes de las tres capitales de provincia acordaron convertirlo en el himno del antiguo Reino de Valencia. El texto incurre en los cargantes tópicos tan propios de los himnos de las glorificaciones patrioteras (la Región avanza en marcha triunfal, despertemos, valencianos) y apuntes un tanto cursilones sobre las bondades de la tierra. Sin embargo, desde el primer verso (“Para ofrendar nuevas glorias a España”), los compositores quisieron dejar claro que negaban cualquier veleidad soberanista. De hecho, ese verso fue objeto de no pocas polémicas, ya en su momento con los blasquistas y más recientemente con los movimientos nacionalistas valencianos. Incluso se llegó a retocar la letra oficial para darle un carácter más autónomo, sin mención ninguna a España (el verso inicial fue sustituido por “Todos bajo los pliegues de nuestra bandera”). En cualquier caso, ni siquiera esta versión (y mucho menos, claro, la oficial) incurre en agresividades comparables a las del himno catalán.
El Himno a la Montaña también es resultado de un encargo, hecho en 1926 por la Diputación Provincial de Santander al maestro Juan Guerrero Urresti que, a pesar de su juventud por aquellas fechas (tenía solo veinticinco años), desde su Agrupación Artística Reinosana había conseguido un merecido prestigio como folklorista, especialmente de la comarca de Campoo. Leo en una breve biografía de Guerrero que la letra se basa en un poema de José del Río Sanz, conocido como Pick que era su seudónimo periodístico (fue este un hombre polifacético, omnipresente en la cultura cántabra de la primera mitad del pasado siglo). Por cierto, los arreglos que se hicieron a la composición cuando en 1987, al final de la primera legislatura autonómica, la Asamblea cántabra decidió adoptarla como himno oficial fueron obra también de un José del Río, pero Gatoo de segundo apellido. La coincidencia del nombre llevó a los poco cuidadosos legisladores cántabros a sentar en la Exposición de Motivos que Pick era el autor de los arreglos, cuando para entonces llevaba ya más de veinte años muerto. La letra es un ejemplo de cursilería empalagosa, preñada de referencias amorosas: “es muy grande mi amor a la tierra en que nací”, “es mi cántico amoroso cual arrullo maternal en que todos veneramos la Cantabria fraternal”, “un beso puro de amor y lleno de emoción siempre he de ofrecer”. La música, por otra parte, se me antoja monótona (espero que Vanbrugh me aclare la tonalidad en que está compuesta) tendiendo a soporífera. En fin, que no me gusta mucho, pero desde luego, no contiene el mínimo ápice de rechazo hacia nadie; nada que ver con Els Segadors.
Parece que el himno cántabro no ha conseguido el aprecio general, y de hecho hay por ahí circulando una petición al Parlamento de esa Comunidad para que se adopte como tal la canción Vientos del Norte, publicada en 2006 por el cantautor de Torrelavega, Nando Agüeros. A pesar de que el tema tiene ya más de diez años, ha sido en los dos o tres últimos cuando ha empezado a calar entre la gente, tanto que, según se asegura en la petición citada, “logra movilizar entre quienes la escuchan sus más profundos sentimientos y emociones”. Pero quien más ha impulsado para que Vientos del Norte supla al Himno a la Montaña es el verborreico presidente Miguel Ángel Revilla, quien durante 2016 en algunos programas de las cadenas nacionales se dedicó con entusiasmo a publicitar su propuesta –a título personal, aclaraba–. Lo cierto es que la canción de Agüeros me gusta bastante más que el himno oficial. La música se inserta en las melodías de esa tierra, pero también de Asturias (me recuerda alguno de los temas primerizos de Victor Manuel quien –fíjate– ha interpretado la canción con los hermanos Agüero). Y la letra es de bastante más calidad literaria, centrada en la naturaleza norteña pero sin concesiones cursilonas. Lo curioso es que no se menciona el nombre de Cantabria, de modo que, si finalmente se adoptara, sería un himno original, alejado de cualquier veleidad nacionalista. Ya veremos qué pasa.
El himno de Andalucía proviene de un canto religioso popular –el Santo Dios– que entonaban durante la siega los campesinos. Siendo ya notario de Cantillana, municipio sevillano, Blas Infante le puso letra y se la pasó a José del Castillo Díaz, director de la banda del Ayuntamiento de Sevilla para que la armonizara. La nueva composición se registró en 1933 por la Junta Liberalista, la organización que se había fundado en 1931 heredera de los antiguos Centros Andaluces que había impulsado el propio Blas Infante y habían sido cerrados durante la Dictadura de Primo de Rivera. La Junta Liberalista abogaba naturalmente por la autonomía andaluza, entendida como una necesidad para la “redención” regional (hay que revisar, a este respecto, las ideas de Blas Infante, motivadas sobre todo por el problema de la tierra). Durante la II República se van produciendo actuaciones en orden a conseguir la constitución autonómica, y tras las elecciones de febrero del 36, parece que el ansiado objetivo está muy cerca de lograrse. En julio, se constituye una Junta Ejecutiva Regional, nombrando a Infante como presidente de honor, además de “Padre de la Patria Andaluza”. Estaba previsto que el 27 de septiembre se aprobara el Estatuto de Autonomía definitivo para que fuera luego ratificado mediante referéndum y elevado a las Cortes. Nada de eso ocurrió, claro, debido a la insurrección del 18 de julio. El 2 de agosto, un grupo de falangistas apresó a Blas Infante en su casa y lo encerraron en la prisión improvisada del cine Jáuregui de Sevilla; en la madrugada del 11 de agosto fue fusilado al borde de una cuneta de la carretera a Carmona, tenía cincuenta y un años.
La letra es breve y nada pretenciosa. Empieza con una invocación a la bandera blanca y verde (qué manía con las banderas, pero es que, más aún que los himnos, son las señas inevitables de cualquier patriotismo) que vuelve a “decir paz y esperanza bajo el sol de nuestra tierra”; es, evidentemente, una promesa de cambio, de redención. Luego el estribillo, instando a los andaluces a levantarse para pedir tierra y libertad (traducido: reforma agraria y autonomía). Desde luego, a los “dueños” de Andalucía en aquellos tiempos no les gustaría nada; por eso, alineados con los golpistas del 36, se ocuparon durante una larga etapa de ahogar esas palabras. La segunda y última estrofa (sin contar la repetición final del estribillo) es una referencia nostálgica al pasado andaluz que se quiere recuperar: volver a ser “hombres de luz, que a los hombres, alma de hombres les dimos”. Son, sin duda, los versos más logrados de toda la composición y expresan una hermosa y generosa –aunque difícil– empresa; a mí esos versos hasta me emocionan (y conste que nada tengo de andaluz). En fin, bonito texto que, al contrario que Els Segadors, carece de toda agresividad, no presenta el país enfrentado a ningún enemigo sino abierto a la humanidad.
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Pues bien, hemos repasado ya los cinco himnos con letra anterior a la Guerra Civil (Galicia, Asturias, Valencia, Cantabria y Andalucía) para compararlos con el catalán. Recuerdo que mi intención –en respuesta a un comentario de Lansky– era verificar si la agresividad de éste era la norma o la excepción. De momento coincidiremos en que es excepcional. Pero aún me falta repasar, en orden cronológico de sus letras, los de La Rioja, Madrid, Extremadura, Navarra, Aragón y Canarias. Continuaré pues.
Pues satisfago tu curiosidad:
ResponderEliminarEl himno valenciano está compuesto en La sostenido Mayor -o, lo que es lo mismo, en Si bemol Mayor: esto suena un poco raro (*), pero, efectivamente, La sostenido es la nota que está medio tono por encima de La, y Si bemol, la que está medio tono por debajo de Si; y como La y Si están a un tono de distancia, subir medio desde La o bajar medio desde Si nos lleva a la misma nota, a la que se puede llamar de ambas formas, según nos convenga para nuestros propósitos de armonía teórica, suponiendo -no es mi caso- que tengamos alguno). Bueno, la tal tonalidad, llámesela como se prefiera, tiene un carácter "Magnífico, alegría, amor alegre, conciencia limpia, metas y deseos por un mundo mejor", siempre según las convenciones románticas.
El himno cántabro primitivo comienza en Fa menor -otro de los raros casos de himno en tonalidad menor-, que es "Oscuro, doliente, depresivo, lamento funerario, gemidos de miseria, nostalgia solemne." Debe de ser cosa de la lluvia pertinaz, que tiende a oscurecer el ánimo. Con todo, y probablemente para no desalentar al turismo, ya la primera frase realiza una maniobra armónica muy vistosa y muy del gusto de la época y, empezada en doliente Fa menor, acaba contra todo pronóstico en Fa Mayor, "furioso y arrebatado".La frase se repite varias veces, por lo que la repetida alternancia del dolorido tono menor al arrebatado mayor evoca bastante bien a los cortos chaparrones alternados con asomos de sol, tan propios de la tierra. Eso es arte, señores.
El Viento del Norte propuesto como nuevo himno cántabro está en un canonico Sol Mayor. Esta tonalidad es "dulcemente jovial, idílica, lírica, calmada, pasión satisfecha, gratitud por la amistad verdadera y el amor esperanzado, emociones gentiles y pacíficas". pero en este caso concreto no creo que debamos prestar mucha atención al diagnóstico, porque con toda probabilidad no estaba en el propósito del autor -los músicos modernos pasan felizmente de estas chorradas- y no estando ahí, yo no creo que esté tampoco en ningún otro sitio. Dejémoslo en que es una tonalidad mayor y, como tal, briosa y optimista. A mí la pieza también me parece bastante mejor que el himno actual, aunque me esta opinión me haga coincidir con Revilla.
Y el andaluz está en Si Mayor, "duro, doliente, deslumbrante, fuertemente coloreado, anunciando pasiones salvajes, enfado, odios y resentimientos". Tómeselo cada cual como prefiera.
(*) Esta duplicidad de nombres no se da solo entre La sostenido y Si bemol, claro; pasa con todas las notas. Do sostenido es lo mismo que Re bemol, Re sostenido, lo mismo que Mi bemol, y Mi sostenido, lo mismo que Fa a secas (o Fa bemol lo mismo que Mi a secas, porque entre Mi y Fa no hay más que medio tono, son dos de las teclas blancas del piano que no tienen en medio tecla negra). Fa sostenido es Sol bemol, Sol sostenido es La bemol, La sostenido es Si bemol y Sí sostenido, Do a secas (o Do bemol Si a secas, porque también entre Si y Do hay solo medio tono, son las otras dos teclas blancas sin negra en medio).
Impresionado me dejas. El objeto de estos posts es el análisis de las letras, porque si fuera de los himnos en su conjunto me vería obligado a rehacerlos para incorporar estos comentarios tuyos. En todo caso, te emplazo a que hagas lo mismo con los que me quedan por revisar.
EliminarCuenta con ello. Aunque insisto una vez más en que estos supuestos caracteres de las distintas tonalidades no son, a mi juicio, más que una convención que no responde a nada real, es decir, que no se corresponde verdaderamente con las emociones que pueden suscitar en un oyente cualquiera. En mi opinión estas son por completo incontrolables e impredecibles, y lo más que se puede decir sobre ellas es que, en general, las tonalidades mayores nos suenan más alegres, optimistas y animosas, y las menores más tristes, nostálgicas y meditativas. Las convenciones sobre el carácter específico de cada una de ellas pueden resultar interesantes solo si hay motivo para suponer que el autor de la música las compartía, y que eligió la tonalidad teniéndolas en cuenta; porque entonces revelan, al menos, su propósito. Los himnos que te quedan, todos modernos, es casi seguro que están compuestos en una tonalidad elegida por conveniencias orquestales o vocales, sin ninguna otra consideración "metafísica", así que su supuesto "carácter" será, más que nada, un chascarrillo para pasar el rato.
EliminarPara pasar el rato es casi todo. Lo cierto es que tus aportaciones me resultan muy entretenidas.
EliminarSi me porto bien y me sale, en la próxima reencarnacion me tengo prometido estudiar música
ResponderEliminarAh, ¿se pueden hacer promesas para próximas reencarnaciones? Entonces, yo también hago la misma. Lo cierto es que es una de mis más dolorosas carencias.
EliminarY la mía,me apunto. (Lo malo es si me reencarno en caracol y no tengo manos para tocar el saxofón)
EliminarYo también me apunto. Podemos formar una orquesta. O, en el peor de los casos, una rondalla...
EliminarLe tienen mucho aprecio (y eso que son gent de pau). Me temo que tu propuesta no la van a aceptar.
ResponderEliminarEn efecto: el himno andaluz no es en absoluto agresivo. Se puede cantar sin problemas en cualquier parte del mundo. :-)
ResponderEliminarPor cierto, relacionado con los himnos, ayer se dio una protesta de la ultraderecha con motivo de la celebración de la muixeranga, que a saber por qué han identificado como una "catalanización", cuando es algo típico de Valencia. El asunto ha trascendido a Twitter porque la niña que coronó la torre humana le dedicó un dedo medio alzado a esa pandilla de maníacos. Dejando a un lado mi total comprensión de por qué hizo eso, no deja de disgustarme que personas jóvenes incurran en gestos obscenos.
http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2018/01/07/5a52334eca47418e2c8b465b.html
Creía que esa cabalgata de "reinas magas" era una reivindicación antisexista; ni idea de que se le imputaba "catalanismo". En todo caso, otro síntoma más de que los nervios están muy exaltados. Pedir tolerancia y moderación no es en estos momentos muy bien recibido.
EliminarAquí dicen que se originó la costumbre durante la Segunda República. Que algún entendido corrija y complete lo que estime necesario.
Eliminarhttp://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2016/01/03/56894fcf268e3e53508b4612.html
Hola Miroslav. En relación a la letra del Himno de La Rioja, objeto de tu próximo análisis, comentarte que la que circula por ahí no es oficial, es decir, no ha sido aprobada por el Consejo de Gobierno de La Rioja.
ResponderEliminarGracias, Alfredo. Ya había consultado en Larioja.org
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ResponderEliminarYo estaba en el medio:
giraban las otras en corro
y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
ya se hacen Estado los pueblos,
y aquí de vacío girando
sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una;
no voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
autónomo, entero!
Mire el sujeto
las vueltas que da el mundo
para estarse quieto.
2
Yo tengo mi cuerpo:
un triángulo roto en el mapa
por ley o decreto,
entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
provincia de toda provincia,
flor del desierto.
Somosierra me guarda del norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
se llevan el resto.
Y a costa de esto,
yo soy el ente autónomo último,
el puro y sincero.
¡Viva mi dueño,
que sólo por ser algo
soy madrileño!
3
Y en medio del medio,
capital de la esencia y potencia,
garajes, museos,
estadios, semáforos, bancos,
y vivan los muertos:
¡Madrid, metropol ideal
del dios del progreso!
Lo que pasa por ahí todo pasa
en mí, y por eso
funcionarios en mí y proletarios
y números, almas y masas
caen por su peso;
y yo soy todos y nadie,
político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
que por algo se dice:
"De Madrid al cielo".
Himno de la Comunidad de Madrid. Letra Agustín Garcia Calvo, Música, Vanbrugh mediante,de Pablo Sorozábal 24 de Dic de 1983 en el Boletín oficial de esa Comunidad
Ayyy, otro que se me adelanta. Madrid toca en el próximo post, pero ya anuncio que esa letra es seguramente el mejor ejemplo de que no todos los himnos pecan de nacionalismo.
EliminarA mí me encanta esta letra, porque en realidad es un antihimno y una muestra del talento irónico de un inspirado Garcia Calvo; en realidad es el antinacionalismo.
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