Una mujer joven y su hijo
En la primavera de 1984, Ana, la chica con la que salía, se quedó embarazada. Abortó en una clínica de Madrid. No quiso que la acompañara. Luego, pocos días después, tampoco quiso seguir conmigo; se negó a contestar mis llamadas, a darme cualquier explicación. Desde entonces –ha pasado casi un cuarto de siglo– no he vuelto a verla.
Ayer K y yo, hacia el mediodía, tomábamos unas cañas en una terraza chicharrera. Un niño de unos dos años se me acercó sonriendo ofreciéndome un cochecito de plástico. Mientras lo acariciaba, su madre, sentada en la mesa de al lado, se dio la vuelta. Tendría unos veinticinco años y se parecía a Ana (enseguida me la recordó): melena negra lacia, mirada algo triste, piel muy blanca ...
La chica llamó a su hijo: Miros, ven, corre, dijo. Sentí un sobresalto helado. ¿Cómo se llama el niño? Miroslav, contestó ella, igual que su padre. Sonreí nervioso; ¿sabes? También yo me llamo así. ¿Y dónde está mi otro tocayo? Se carcajeó y en sus ojos refulgió un brillo extraño. Uy, no sé nada de él desde antes de que naciera este diablillo. Y se levantó, cogió en brazos al pequeño Miros, nos hizo adiós con la mano y se fue.
Ayer K y yo, hacia el mediodía, tomábamos unas cañas en una terraza chicharrera. Un niño de unos dos años se me acercó sonriendo ofreciéndome un cochecito de plástico. Mientras lo acariciaba, su madre, sentada en la mesa de al lado, se dio la vuelta. Tendría unos veinticinco años y se parecía a Ana (enseguida me la recordó): melena negra lacia, mirada algo triste, piel muy blanca ...
La chica llamó a su hijo: Miros, ven, corre, dijo. Sentí un sobresalto helado. ¿Cómo se llama el niño? Miroslav, contestó ella, igual que su padre. Sonreí nervioso; ¿sabes? También yo me llamo así. ¿Y dónde está mi otro tocayo? Se carcajeó y en sus ojos refulgió un brillo extraño. Uy, no sé nada de él desde antes de que naciera este diablillo. Y se levantó, cogió en brazos al pequeño Miros, nos hizo adiós con la mano y se fue.
CATEGORÍA: Ficciones
Jopé, Miroslav, me dejas helada.
ResponderEliminarNo puedo comentar nada mas, salvo que la música que acompaña al texto es delicadísima.
Un beso
preciosa historia
ResponderEliminar¿yo hubiera preguntado más?
Has entrado en un bucle temporal.
ResponderEliminarNo te queda más remedio que pedirla el teléfono al esa joven madre y criar al niño que no tuvistéis.
fdº Einstein
Caramba, Miroslav. Me ha impresionado este post. La historia y también la canción de Moustaki, que hacía años que no oía y nunca en esa versión en directo.
ResponderEliminarGlups.
ResponderEliminar¡Qué buena entrada! Y también gracias por recordarme esta canción de la que había olvidado su existencia.
ResponderEliminarUn beso
Pues si que son lentos tus espermatozoides... yo de ti me lo haría mirar.
ResponderEliminar;-P
Pero no me digas que eres abuelo... Enhorabuena!
ResponderEliminarEso de se quedó..... suena a contar la historia desde fuera, cuando se ve que aún la llevas dentro...
ResponderEliminarMmmm... ¿un encuentro con un universo paralelo? Me encantan estas historias...
ResponderEliminarBesos
La conversación verdaderamente chocante hubiese dicho:
ResponderEliminar- Se llama Miroslav, igual que MI padre
Sonreí nervioso
- ¿Sabes? También yo me llamo así. ¿Y dónde está mi otro tocayo?
Se carcajeó y en sus ojos refulgió un brillo extraño.
- ¡Uy! NUNCA supe nada de él. Desapareció de mi vida ANTES de YO naciera.
Eso sí que hubiese sido de folletín
Anónimo: esa conversación que propones sería, en efecto, mucho más de folletón o telenovela, pero me temo que carecería de magia y/o misterio, ¿no te parece?
ResponderEliminarQué delicia volver a escuchar esta canción de Moustaki. Lo que decíamos de la memoria: hará más de veinte años que no la escuchaba, y mientras la oía me iban viniendo las palabras de la letra a la memoria, como si la hubiera cantado ayer... Pero cuando vuelvo de vacaciones no me acuerdo de los nombres de mis compañeros de trabajo! Huy,huy, qué mal pinta esto!
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