Antiamericanismo y Franquismo
En el programa La noche en 24 horas de TVE1 del pasado miércoles 16 de marzo, mientras los tres periodistas invitados debatían sobre la situación en Libia y las previsibles represalias que adoptaría Gaddafi contra los rebeldes de Bengasi, Luís Rodríguez Aizpeolea, de El País, hizo el siguiente comentario muy poco pertinente: "Yo siempre suelo recordar que el sentimiento antiamericano que hemos tenido los españoles durante mucho tiempo, que afortunadamente se va superando, fue producto de la actitud de Estados Unidos, de su colaboración con la dictadura franquista". ¡Toma ya!
Fíjense que este señor no es que opine que el antiamericanismo español se deba a la colaboración yanqui con el régimen de Franco. No, eso es un hecho cierto y simplemente se limita a recordárnoslo "siempre" (y le creo, porque hacerlo a propósito de la pasividad europea respecto a Libia muestra bien a las claras que le basta con que haya una remotísima relación). Esa manera de empezar su frase nos da a entender además que, pese a ser una verdad incuestionable (lo de que nos caían mal los americanos porque habían apoyado a Franco), la estamos olvidando y también que don Luís siente como un deber moral recordárnoslo. Sin necesidad de entrar a valorar la veracidad o consistencia intelectual de su comentario, ya este inicio, en mi opinión, descalifica completamente la argumentación de este caballero, amén de retratarlo como un pedante autocomplaciente de pocas luces.
Verdad es que, con muchos matices, en España ha habido un sentimiento antiamericano bastante generalizado que puede que, efectivamente esté desapareciendo, lo cual coincido con Aizpeolea en calificar de afortunado (pues pocos sentimientos anti son recomendables) aunque no estaría seguro de que obedezca a ninguna "superación"; pero todo eso da igual. Ahora bien, si ese sentimiento se debe al apoyo de los USA al régimen franquista, habremos de suponer que el antiamericanismo nace a partir de la visita de Eisenhower. Pero el antiamericanismo español es bastante anterior, al menos desde el siglo XIX cuando la gran república del norte, en aplicación de la doctrina Monroe, se dedicaba a tocarle las narices a España en sus posesiones americanas. Y la gota que colmó el vaso fue la guerra de Cuba y las artimañas que desplegaron los yanquis durante todos ese conflicto (con lo cual no estoy excusando las tremendas culpas de la administración española).
No me cabe duda de que el apoyo del gobierno estadounidense al régimen de Franco a finales del 59 fue la dura revelación para muchos españoles (más en el exilio que en el interior) de que al dictador no lo quitarían las democracias occidentales y que el artero y cruel gallego iba a sacarle buen provecho a su anticomunismo retórico. Acepto que para esos españoles la actitud americana les generara o reforzara su antiamericanismo. Pero, ¿de verdad se cree el señor Aizpeolea que a nivel popular, que a la mayoría de los españoles que vivían en el país, la bendición yanqui al franquismo hizo que creciera su antiamericanismo? Yo creo todo lo contrario, que la mayoría de la población entendió que ese cambio de actitud le venía bien pues significaría empezar a superar las durísimas condiciones en que vivía desde el final de la guerra (como efectivamente así fue) y, de incidir de alguna manera en el antiamericanismo que ya existía previa e independientemente de Franco, fue para reducirlo o suavizarlo. De la misma forma, por cierto, que el apoyo de Perón en los cuarenta no generó sentimiento antiargentino, sino por el contrario un aumento del cariño hacia el país sudamericano, reflejado en el entusiasmo popular cuando nos visitó Evita.
La afirmación falaz de Luís R. Aizpeolea da por sentado subliminalmente que en esos finales de los cincuenta, una proporción muy mayoritaria de los treinta millones de españoles del interior estaba activamente en contra del régimen y confiando en que las democracias occidentales derrocaran al dictador. Sin embargo, más verdad es que la gran mayoría de los españoles conformaba una población resignada y dudo muy mucho de que el sentimiento antifranquista fuera en esos tiempos dominante; lo que importaba era comer y tirar pa'lante. Por supuesto, todo es opinable y, de hecho, sobre las actitudes de los españoles durante el franquismo (con sus naturales evoluciones, que no fueron iguales los cuarenta que los primeros setenta) se han escrito varios textos, como también sobre el antiamericanismo y los factores que en él inciden (por cierto, también hubo durante muchos años un antiespañolismo en los USA). Y en los que yo he leído (que algunos son) nunca se afirma tan simplistamente lo que vino a decir este periodista el pasado miércoles. Pero, ya se sabe, hay que respetar todas las opiniones, incluso cuando se venden como hechos incuestionables.
Fíjense que este señor no es que opine que el antiamericanismo español se deba a la colaboración yanqui con el régimen de Franco. No, eso es un hecho cierto y simplemente se limita a recordárnoslo "siempre" (y le creo, porque hacerlo a propósito de la pasividad europea respecto a Libia muestra bien a las claras que le basta con que haya una remotísima relación). Esa manera de empezar su frase nos da a entender además que, pese a ser una verdad incuestionable (lo de que nos caían mal los americanos porque habían apoyado a Franco), la estamos olvidando y también que don Luís siente como un deber moral recordárnoslo. Sin necesidad de entrar a valorar la veracidad o consistencia intelectual de su comentario, ya este inicio, en mi opinión, descalifica completamente la argumentación de este caballero, amén de retratarlo como un pedante autocomplaciente de pocas luces.
Verdad es que, con muchos matices, en España ha habido un sentimiento antiamericano bastante generalizado que puede que, efectivamente esté desapareciendo, lo cual coincido con Aizpeolea en calificar de afortunado (pues pocos sentimientos anti son recomendables) aunque no estaría seguro de que obedezca a ninguna "superación"; pero todo eso da igual. Ahora bien, si ese sentimiento se debe al apoyo de los USA al régimen franquista, habremos de suponer que el antiamericanismo nace a partir de la visita de Eisenhower. Pero el antiamericanismo español es bastante anterior, al menos desde el siglo XIX cuando la gran república del norte, en aplicación de la doctrina Monroe, se dedicaba a tocarle las narices a España en sus posesiones americanas. Y la gota que colmó el vaso fue la guerra de Cuba y las artimañas que desplegaron los yanquis durante todos ese conflicto (con lo cual no estoy excusando las tremendas culpas de la administración española).
No me cabe duda de que el apoyo del gobierno estadounidense al régimen de Franco a finales del 59 fue la dura revelación para muchos españoles (más en el exilio que en el interior) de que al dictador no lo quitarían las democracias occidentales y que el artero y cruel gallego iba a sacarle buen provecho a su anticomunismo retórico. Acepto que para esos españoles la actitud americana les generara o reforzara su antiamericanismo. Pero, ¿de verdad se cree el señor Aizpeolea que a nivel popular, que a la mayoría de los españoles que vivían en el país, la bendición yanqui al franquismo hizo que creciera su antiamericanismo? Yo creo todo lo contrario, que la mayoría de la población entendió que ese cambio de actitud le venía bien pues significaría empezar a superar las durísimas condiciones en que vivía desde el final de la guerra (como efectivamente así fue) y, de incidir de alguna manera en el antiamericanismo que ya existía previa e independientemente de Franco, fue para reducirlo o suavizarlo. De la misma forma, por cierto, que el apoyo de Perón en los cuarenta no generó sentimiento antiargentino, sino por el contrario un aumento del cariño hacia el país sudamericano, reflejado en el entusiasmo popular cuando nos visitó Evita.
La afirmación falaz de Luís R. Aizpeolea da por sentado subliminalmente que en esos finales de los cincuenta, una proporción muy mayoritaria de los treinta millones de españoles del interior estaba activamente en contra del régimen y confiando en que las democracias occidentales derrocaran al dictador. Sin embargo, más verdad es que la gran mayoría de los españoles conformaba una población resignada y dudo muy mucho de que el sentimiento antifranquista fuera en esos tiempos dominante; lo que importaba era comer y tirar pa'lante. Por supuesto, todo es opinable y, de hecho, sobre las actitudes de los españoles durante el franquismo (con sus naturales evoluciones, que no fueron iguales los cuarenta que los primeros setenta) se han escrito varios textos, como también sobre el antiamericanismo y los factores que en él inciden (por cierto, también hubo durante muchos años un antiespañolismo en los USA). Y en los que yo he leído (que algunos son) nunca se afirma tan simplistamente lo que vino a decir este periodista el pasado miércoles. Pero, ya se sabe, hay que respetar todas las opiniones, incluso cuando se venden como hechos incuestionables.
Stevie Ray Vaughan - Life without you (Soul to Soul, 1985)
PS: He de reconocer que también en mí, nacido el año en que Eisenhower vino a España, anidó un sentimiento antiamericano durante mi adolescencia y primera juventud, que desde luego no se debió a que los yanquis apoyaran el régimen franquista. No obstante, por mis propios motivos (no necesariamente coincidentes con los del "pueblo" español) ese sentimiento ha ido diluyéndose, lo que no impide que de vez en cuando me regurgiten ascuas de las viejas llamas. Sin duda, no ha sido la música uno de los menores factores que han contribuido a mi reconciliación con los USA, y valga como muestra esta maravilla de blues sureño, por más que provenga de un estado tan antipático como Texas y aunque se haya grabado diez años después de la muerte de Franco.
Ese Luis R. es lo que en el siglo de oro se llama un erudito a la violeta: sentencioso, superficialmente culto...Estoy contigo, Miros.
ResponderEliminarDe todas maneras como decía el añorado Haro Tecglen (qué falta nos hace) ¿se puede hablar de antiamericanismo en unas gentes que bebemos los vientos por todas y cada una de las manifestaciones de su cultura: cine, jazz, western...
Creo que sois injustos con este buen hombre. Lo único que afirma es que "Él siempre suele recordar que...". Quitando que el "siempre" se compagina francamente mal con el "suele" -se "suele" hacer algo si se hace con frecuencia, pero de modo esporádico; lo que se hace "siempre" o con una regularidad constante no se "suele" hacer. Dos y dos no "suelen" ser cuatro, ni el Sol "suele" salir por el Este- debe de ser cierto, si él lo dice, y no tenemos por qué dudarlo, que él dice siempre, o con mucha frecuencia, esa cosa que dice que dice. No nos miente, ni se engaña. Él siempre suele recordar que...
ResponderEliminarQue eso que "siempre suele" recordar (está bien, ahora que lo pienso, que "siempre suela" recordarlo: si no añadiera ese "siempre" estaría diciéndonos que unas veces suele recordarlo y otras veces no suele tanto, -suele menos, o no suele en absoluto- lo cual sería un lío. No, no, él suele siempre, que quede claro) sea una tontería, una típica muestra de nuestra tendencia a hacer pasar nuestros deseos por realidad y a justificar nuestras posturas ideológicas forzando los hechos, no hace al caso. No está hablando de si tiene razón o no. Su afirmación se refiere solo a la frecuencia con que suele decir esa tontería. Cuánto suele soler decirla. Pues bien, suele siempre.
A mí esa precisión en la frecuencia con que suele soler (siempre) repetir sus tonterías de tertuliano me parece una prueba de buen periodismo por su parte que temo que no le estáis teniendo suficientemente en cuenta a este pobre Rodríguez No-se-qué.
Vanbrugh: deja de leer con tanta asiduidad a Sánchez Ferlosio: te hace mal.
ResponderEliminar(De acuerdo, Miroslav, tecleo 'pene erecto' en swagili para tu verificador, pero que no vuelva a repetirse)
Te contaré un secreto, no lo divulgues, que tiene una reputación que conservar: es Sánchez Ferlosio el que me lee a mí, y él el que temo que está saliendo francamente perjudicado de mi trato.
ResponderEliminarYO creo, soslayando las interpretaciones sociolingüísticas de Ferlosio vía Vanbrough (lo siento ya es vox populi), que a quienes se refiere con ese los españoles el sujeto ese es a la progresía que aunaba antifranquismo y antiimperialismo, los rojos trasnochados, de la que formaron parte casi todos esos neoneoliberales (porque ellos son los recién llegados al neoliberalismo) antes de caer del caballo en el camino a la Moncloa y renegar vistosamente de ella.
ResponderEliminarEsa progresía para quienes los malos siempre fueron los americanos (sus gobiernos, claro está) porque sembraron de dictaduras el mundo y cultivaron otras nacidas silvestres, como la nuestra, mientras sus músicos y sus escritores nos llenaban el cerebro de maravillas.
Esta vez estoy de acuerdo contigo Miros.El señor este Aizpeolea, como la mayoría de la gente de la progresía, hace de sus opiniones dogmas , y lo que consigue es que los borregos les crean, a pie juntillas, y la gente que tiene algo mas en el cerebro ( con un poco de cultura es suficiente) se den cuenta de lo equivocado que está y de la simpleza de sus argumentos.
ResponderEliminarLansky: Me gusta eso de erudito a la violeta. Y yo sí creo que ha habido un antiamericanismo bastante generalizado en España, evidentemente muy de boquilla y probablemente ya bastante en extinción, y que, contradictorios como somos, ha coexistido con la adoración mimética por las manifestaciones de la cultura USA.
ResponderEliminarVanbrugh: ¡Genial! Reconozco que tengo debilidad por esos ejercicios de disección analítico-lingüística en los cuales eres un maestro. Y me parece absolutamente irrelevante que estés influido por Ferlosio o viceversa o que no haya ninguna relación (de hecho, leo poco a Ferlosio). Deberíamos abrir un blog de discusiones bizantinas, uno de cuyos primeros temas podría ser hasta qué grado y en qué formas es compatible el verbo soler y el adverbio siempre.
Harazem: Totalmente de acuerdo en que cierta progresía (bastante posterior en el tiempo a la visita de Eisenhower, por cierto) es la que puede vincular antiamericanismo y antifranquismo. No creo en cambio que el Aizpeolea se refiriera a ellos sino que hablaba de los españoles en su conjunto (digamos que la gran mayoría de ellos y, además, de los que estaban cuando los USA apoyaron el régimen). Otra cosa es que en su endeblez intelectual proyecte los sentimientos de su idolatrada progresía a los del conjunto de la nación. La progresía a la que te refieres es, supongo, la del OTAN, de entrada NO de finales de los setenta, cuyas evoluciones personales tan bien describes con frecuencia en tu blog.
Lupita: Pues sí; yo no lo habría dicho mejor
Que gracia me ha hecho recordar el "siempre" o el "nunca" que suele emplear mi jefe conmigo y que me enerva bastante,,,
ResponderEliminarSi de las mil veces que me llama a la oficina, alguna de ellas, casualmente, me encuentra haciendo gestiones fuera de la oficina, suele decirme: "siempre" que te llamo "nunca" estás en la oficina.
Le he corregido su error miles de veces, pero él es muy impenitente,
saludos
¿Cómo que "deberíamos abrir un blog de discusiones bizantinas..?" Yo ya tengo abierto uno precisamente de eso, y pensaba que tú también...
ResponderEliminarLansky piensa que me influye Sánchez Ferlosio (te recomiendo que lo leas más, es una inteligencia demoledoramente penetrante y muy divertido, aunque con el ligero problema de que su estilo es casi tan prolijo y farragosos como el mío) porque Ferlosio sostiene que la gramática es superior a las restantes disciplinas, y yo me inclino bastante por esa misma opinión.
ResponderEliminarO al menos siempre he pensado que es imposible pensar bien sin usar bien el idioma -a fin de cuentas, la herramienta con la que pensamos- y, viceversa, que quien usa bien el idioma tiene tres cuartas de camino andado para razonar bien.
Personalmente cualquiera que use bien el idioma tiene mi simpatía y mi interés casi automáticamente asegurados, aunque el uso concreto que me haya llegado haya sido cagarse en mi padre. Creo, paradójicamente, que lo que decimos en cada ocasión (el "fondo") es coyuntural y cambiante, depende del estado de ánimo, de la información de que disponemos y de muchos otros factores contingentes. Pero cómo lo decimos, en cambio, (la "forma") es un retrato bastante inequívoco de algo que "somos" con carácter mucho más permanente y definitorio, nos refleja mucho más fielmente que nuestra opinión de un momento cualquiera.
Vanbrugh:Leeré más a don Rafael. Decirte sólo que estoy bastante de acuerdo contigo en la importancia de usar bien el idioma y la estrecha relación que guarda con el pensar. También yo creo que dificilmente puede pensar bien quien no habla/escribe bien. De otra parte, aunque me resulta tentadora tu afirmación de que vale más la forma que el fondo, no termino de estar seguro de si la suscribo, al menos lo dudo al 100%. Pero, prescindiendo de los matices, estoy contigo.
ResponderEliminarPara ser exactos, yo no he dicho que "valga más" la forma que el fondo. Lo que digo es que la forma en que nos expresamos es mucho más permanente y, por tanto, más "nuestra"; que nos define y nos retrata más que lo que expresamos con ella. Es muy posible que cambiemos de opinión, o que en un momento dado digamos cosas que no reflejan de veras nuestra opinión real o nuestra actitud profunda. Pero en cambio la forma en la que digamos esas cosas posiblemente contradisctorias será, con toda probabilidad, siempre la misma o muy parecida. Por eso juzgo mejor, inevitablemente, a alguien a quien oigo, o leo, algo con lo que no estoy de acuerdo, pero dicho o escrito con gracia, corrección e inteligencia, que a alguien a quien leo u oigo mi misma opinión, pero mal dicha.
ResponderEliminarEn cuanto a tí, Miroslav, empieza a mosquearme la costumbre que estás cogiendo de anunciarme que estás "casi" de acuerdo conmigo, pero no al 100%... para después no aclararme nunca en qué consiste el porcentaje de desacuerdo.
Tienes todo el derecho a mosquearte, Vanbrugh, pero es que explicarte ese pequeño porcentaje de desacuerdo (o quizá no tanto de desacuerdo como de dudas en cuanto al pleno acuerdo) me obligaría a redactar con cuidado, entrando en matices y sutilezas. Algo que debería hacer y que además estoy seguro de que sería entretenidísimo contigo como interlocutor en ese hipotético diálogo bizantino (que como bien sé que entiendes, no es en este caso término peyorativo). Pero, lamentablemente, no se me dan las condiciones adecuadas para llevarlo a cabo. En otro momento, quizá.
ResponderEliminarEra nada más que un desahogo, Miroslav. Ya me imagino que si no entras a los trapos, tú, tan aficionado a ellos como yo, o más, es porque no puedes.
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