Llevo escribiendo en este blog algo más de once años, que se dice pronto. Cuando lo empecé, allá por febrero de 2006, esto de los blogs o bitácoras estaba bastante de moda; de hecho, en agosto de ese año se creó el día internacional del blog para animar a la difusión de éstos. Luego, yo diría que a partir de la popularización de Facebook (hacia el 2009, más o menos), empecé a observar un progresivo declinar de los blogs. Las llamadas redes sociales se multiplicaron y ello fue también en detrimento de los blogs; al fin y al cabo, lo de leer un texto largo (lo de “largo” es relativo, claro) se hacía muy pesado, pudiendo saltar entre mensajes menores de 140 caracteres. Lo cierto es que si yo empecé este blog fue animado por algunos otros que había descubierto en 2005, de los cuales casi ninguno sobrevive. En los primeros meses y hasta años, fui trabando contacto con otros blogueros, y en aquella época inicial llegué a tener bastantes lectores y comentaristas distintos, pero también la mayoría de ellos ha ido aburriéndose y dejando no sólo este blog mío sino la denominada blogosfera. Con algunos, de irnos comentando mutuamente, llegué a alcanzar cierta amistad, e incluso a conocerlos en persona. Ya no veo a casi ninguno de ellos, lo cual en algún caso no puedo sino lamentar pero, en fin, no es fenómeno extraño.
A uno de los blogueros que conocí en su día fue a Grillo, quien se había acercado por mi blog hacia mediados de 2010, creo recordar que a través del de Lansky. Un tipo curioso, caótico e ingenioso. Mayor que yo (calculo que entre quince y veinte años más, así que ahora andaría mediada la setentena), tanto en sus comentarios, como en los posts que muy irregularmente publicaba en su blog como en los varios correos que me ha hecho llegar, gustaba contar con desparpajo escenas de su vida, que sin duda fue densa de acontecimientos y relaciones. Solo lo vi en persona una vez, una noche en que quedamos cinco blogueros a tomar unas copas y tapas por Lavapiés; una velada muy agradable. En los últimos tiempos prácticamente estaba casi desaparecido del grupito de blogs que todavía seguimos cruzándonos a través de lecturas y comentarios. Gran parte de la culpa parece que radicó en un enfrentamiento con otro bloguero, pero supongo que habría también otras razones. El caso es que, con sus excentricidades, era una persona a quien había cogido cariño y al que desde luego me gustaba leer, sorprenderme con sus disparatadas experiencias personales.
Como su ausencia se hacía larga, en los primeros meses de 2015 intenté saber algo de él, no directamente pues no tenía ningún dato de contacto, sino a través de algunos de estos otros blogueros. En junio de ese año me enteré de que le habían operado de unos carcinomas en el hígado y de que había quedado bastante tocado. Conseguí su correo y le escribí. Enseguida me contestó muy cariñosamente, relatándome con bastante detalle y humor sus avatares médicos; la cosa no pintaba demasiado bien y parece que le habían dicho que sería probable que tuvieran que abrirlo de nuevo, algo que él rechazaba rotundamente. A partir de entonces (junio de 2015) hasta abril de 2016 nos escribimos con relativa frecuencia y he de confesar que fui yo quien dejó sin responder sus dos últimos correos (eran días de bastantes agobios laborales y una situación personal no poco desagradable). Fueron pasando los días y luego los meses, y su continuado silencio (su último post fue el 12 de mayo, una colección de interesantes dibujos que prometía ampliar) hicieron que más de una vez me acordara de él y sospechara que debía estarlo pasando mal.
El pasado miércoles viajé a Madrid; íbamos con la idea de hacer un poco de turismo urbano y aprovechar para patear la ciudad y disfrutar de unas cuantas obras teatrales. Pensé que estaría bien aprovechar para saber de Grillo y, si era posible, organizar algún encuentro, pero, al final las cosas se nos complicaron y ni lo intenté. Pues resulta que el jueves 23, mientras estábamos paseando por las calles más viejas de la Villa y Corte, Grillo se murió. De ello informó Emma en un comentario al anterior post. Por más que me lo barruntara, no ha dejado de ser un mazazo. Yo también, como Emma, lo echaré de menos. Una putada.
A uno de los blogueros que conocí en su día fue a Grillo, quien se había acercado por mi blog hacia mediados de 2010, creo recordar que a través del de Lansky. Un tipo curioso, caótico e ingenioso. Mayor que yo (calculo que entre quince y veinte años más, así que ahora andaría mediada la setentena), tanto en sus comentarios, como en los posts que muy irregularmente publicaba en su blog como en los varios correos que me ha hecho llegar, gustaba contar con desparpajo escenas de su vida, que sin duda fue densa de acontecimientos y relaciones. Solo lo vi en persona una vez, una noche en que quedamos cinco blogueros a tomar unas copas y tapas por Lavapiés; una velada muy agradable. En los últimos tiempos prácticamente estaba casi desaparecido del grupito de blogs que todavía seguimos cruzándonos a través de lecturas y comentarios. Gran parte de la culpa parece que radicó en un enfrentamiento con otro bloguero, pero supongo que habría también otras razones. El caso es que, con sus excentricidades, era una persona a quien había cogido cariño y al que desde luego me gustaba leer, sorprenderme con sus disparatadas experiencias personales.
Como su ausencia se hacía larga, en los primeros meses de 2015 intenté saber algo de él, no directamente pues no tenía ningún dato de contacto, sino a través de algunos de estos otros blogueros. En junio de ese año me enteré de que le habían operado de unos carcinomas en el hígado y de que había quedado bastante tocado. Conseguí su correo y le escribí. Enseguida me contestó muy cariñosamente, relatándome con bastante detalle y humor sus avatares médicos; la cosa no pintaba demasiado bien y parece que le habían dicho que sería probable que tuvieran que abrirlo de nuevo, algo que él rechazaba rotundamente. A partir de entonces (junio de 2015) hasta abril de 2016 nos escribimos con relativa frecuencia y he de confesar que fui yo quien dejó sin responder sus dos últimos correos (eran días de bastantes agobios laborales y una situación personal no poco desagradable). Fueron pasando los días y luego los meses, y su continuado silencio (su último post fue el 12 de mayo, una colección de interesantes dibujos que prometía ampliar) hicieron que más de una vez me acordara de él y sospechara que debía estarlo pasando mal.
El pasado miércoles viajé a Madrid; íbamos con la idea de hacer un poco de turismo urbano y aprovechar para patear la ciudad y disfrutar de unas cuantas obras teatrales. Pensé que estaría bien aprovechar para saber de Grillo y, si era posible, organizar algún encuentro, pero, al final las cosas se nos complicaron y ni lo intenté. Pues resulta que el jueves 23, mientras estábamos paseando por las calles más viejas de la Villa y Corte, Grillo se murió. De ello informó Emma en un comentario al anterior post. Por más que me lo barruntara, no ha dejado de ser un mazazo. Yo también, como Emma, lo echaré de menos. Una putada.