Verano del 74, entre quinto y sexto, cuando me zambullí de cabeza y hasta el fondo en el rock anglosajón. La piscina de que disponía (porque poner mar en la metáfora sería abusivamente exagerado) eran las discotecas de los hermanos mayores de algunos amigos, chicos que ya estaban en la universidad tardofranquista y algunos hasta viajaban a Londres y traían elepés de ingleses y americanos de sonidos hipnóticos y tentadoras sugerencias para las ávidas fantasías de adolescentes atrapados en la aburrida rutina de esa época. Dos de los discos que más escuché durante esos días fueron I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama! y Pearl, los únicos que había publicado la ya para entonces malograda Janis Joplin. Me entusiasmaba, por supuesto, su Me and Bobby McGee, sin entender apenas la letra y mucho menos saber que el autor, Kris Kristoffersson, había tenido un rollito con ella y (pienso yo) se la habría cantado como táctica de seducción para enterarse, ya muerta Janis, de que la había incluido en su disco póstumo. Pero no sólo ésa, me gustaban todas o casi todas, Cry Baby, Trust me, Maybe, Try, To love somebody … Así que desde entonces, esos dos únicos elepés, formaron parte de mi música habitual y la "reina del soul psicodélico" pasó a ser uno de los personajes de mi particular mitomanía rockera.
Try (just a little bit harder) - Janis Joplin (I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama!, 1969)
Leyendo hace bastantes años sobre la triste vida de Janis, me enteré de que, entre las muchas cantantes negras de soul que admiraba, estaba una tal Etta James. Por aquellas fechas (inicios de los ochenta, calculo) no había escuchado casi a las grandes del soul norteamericano, supongo que un poco por mi militante adhesión al blues eléctrico y otro poco por una manía irracional hacia la música disco, a la cual se habían pasado algunas de esas negras; tonterías adolescentes ambas, que demoraron mi disfrute de unas excelentes cantantes así como comprender que las fronteras entre el blues y el soul son muy tenues. En fin, que gracias a Janis Joplin me interesé por esta californiana que fue denominada la matriarca del rhytm&blues y me hice con el Tell Mama de 1968. Escogí ése precisamente porque la canción del título la había cantado Pearl en el legendario Festival Express del verano de 1970, una gira en tren, en junio de aquel año, nada menos que, entre otros, con los Grateful Dead y The Band. Estos últimos ya eran asiduos acompañantes de Dylan y, por supuesto, los conocía desde el principio de mi afición por el de Minnesota, así como había leído de su participación en ese festival canadiense, tan conflictivo y boicoteado. Sin embargo, hasta hace un par de años no he tenido la ocasión de oír grabaciones de esos conciertos y de las delirantes jam-sessions a bordo del tren que cruzaba Canadá de este a oeste, o de ver el documental que deja testimonio de aquella locura que (casi) cerraba la época hippie.
Pero volvamos a la primera mitad de los ochenta, cuando quedaba deslumbrado con ese primer disco de la James y muy en especial por la preciosa balada I'd rather go blind (otra canción al amor que se acaba). Enseguida me conseguí su primer álbum (At Last, 1961) y algunos años después, ya viviendo en Tenerife, Mystery Lady, dedicado a las canciones de Billie Holiday, que fue la primera incursión de la más que cincuentenaria cantante en el jazz. Por último, hace unos pocos años, me regalaron el doble CD recopilatorio (The Essential Etta James), la típica antología que saca la discográfica cuando dan por acabado a un artista, a la que siguió la concesión en 2003 de un premio Grammy al conjunto de su carrera musical, amén de los habituales homenajes cuasi-póstumos. Incluso en 2008 se rodaría una película, Cadillac Records que recrea la historia de la compañía de Leonard Chess en el Chicago de los cuarenta a los sesenta, y en la que Beyoncé Knowles interpreta a la joven Etta, dando una imagen que no gustó nada a la retratada (la inquina de Etta hacia Beyoncé aumentó cuando ésta fue invitada para cantar en el baile inaugural de la presidencia de Obama nada menos que At Last, su primer gran éxito). Pero, desde luego, por más que la dieran por amortizada la James siguió hasta el final dando guerra, actuando en locales con frecuencia de segunda fila y grabando discos, el último, The Dreamer, cuando ya le habían diagnosticado la leucemia que la retiraría definitivamente el pasado 20 de enero (la foto del álbum parece proclamar esa muerte inminente). Una vida intensa, tormentosa y nada fácil, en la que, como en la de Janis, el caballo jugó un importante papel, pero no fue capaz de acabar con ella. Me gustaría leer su autobiografía, A Rage to Survive, escrita en 1995, de tan expresivo título (rabia para sobrevivir) pero creo que no está traducida al español.
I'd rather go blind - Etta James (The Essential, 2002)
Para acabar este recuerdo personal a Etta James, quiero referirme a su relación con Dylan. Entre las muchas versiones que he recopilado de las canciones de Bobby, hay dos cantadas por Etta: Blowin' in the wind (del disco recopilatorio The Gospel Soul of Etta James, 2002) y Gotta Serve Somebody (en Matriarch of the Blues, 2000). Ambas versiones me parecen magníficas, hasta diría que mejores que las originales si no me lo prohibiera mi religión dylaniana. Lo que no supe hasta la muerte de Etta es que ella y Bob habían coincidido el 10 de julio de 1986 en el hotel Marriott de Providence (Rhode Island). Dylan estaba de gira con Tom Petty y ese día les tocaba descanso (entre Mansfield, MA y Hartford, CO, en un tour por los USA de dos meses casi sin parar). Etta, con sus músicos, y Bob improvisaron juntos cinco canciones, o al menos esas son las que han sobrevivido en una grabación que me bajé de internet hace unos días. Como la calidad del audio deja bastante que desear, prefiero subir el Gotta Serve Somebody, original del Slow Train Coming, que cuando fue publicado (1979) no me gustó nada (rechazo a la llamada fase cristiana de Bobby) pero que poco a poco he aprendido a disfrutar. Dylan respetaba y admiraba a Etta James y así lo declaró en el famoso programa de radio que mantuvo durante 3 años. Dijo, por ejemplo, que Etta cada vez era más fuerte, que tenía que haberla llamado para felicitarla cuando le dieron una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, que era alguien que nunca se repetía, que era adorable … Supongo pues que habrá echado alguna lagrimita; a mí, desde luego, me ha entristecido que hayamos perdido a una de las grandes.
Gotta serve somebody - Etta James (Matriarch of the Blues, 2000)