Pornografía del Cinquecento
Con motivo de mi anterior post, se me despertó la curiosidad por Pietro Aretino de quien nada había leído pese a haberme topado con su figura en diversas ocasiones. Probablemente, si le hubiese tocado vivir en nuestros días, el de Arezzo habría triunfado en cualquier cadena televisiva escandalizando al personal y arriesgándose a continuas querellas por difamación y a alguna que otra paliza. Aunque no me resulte demasiado simpático, debe admitírsele abundante ingenio y sobrado sarcasmo. Como es tradicional con los bufones, encontró siempre, a cambio de combinar astutamente adulaciones y chanzas, quienes lo protegieran, desde papas a grandes príncipes de la Europa renacentista. Si hasta Carlos V, tan religioso, llegó a calificarle de divino, no extraña que su vanidad la tuviera inflada en exceso y se considerara a sí mismo oráculo inefable de la verdad.
Su obra, desde luego, no ocupa puestos de renombre en la historia de la literatura, mas sin embargo no fue sólo moda de un momento. De hecho, hasta el XIX sus sonetos lujuriosos seguían escandalizando a los bienpensantes y pasándose de mano en mano para regocijo de pajilleros y libertinos. Me permito traducir dos de ellos (pido disculpas de antemano) para que se aprecie el estilo (aquí pueden leerse los originales italianos).
–Follemos, alma mía, follemos presto
Porque todos por follar hemos nacido
Si mi polla adoras, yo tu coño admiro
Que un coñazo sería el mundo sin esto.
Y si post mortem follar se pudiera
Diría follemos hasta que muramos
Pues así tanto Adán y Eva follaron
Que la muerte les pareció traicionera.
–Mucha verdad es, porque si esos tunantes
no hubiesen comido aquel fruto tan pravo
bien se habrían desfogado los amantes.
Pero basta de cháchara y no seas vago
Clávame la polla todo lo que aguantes
Que mi alma nace y muere por tu rabo
–Ya voy, y te pido si no te es enfado
que entren hasta los cojones en el coño
que de mi placer den también testimonio.
Después de mi traducción (que me ha costado porque se trata de un italiano algo rebuscadillo y porque me he forzado a conseguir rimas y métricas, incluso a costa de variar muy ligeramente alguna frase) he encontrado varias webs donde otros aportan sus versiones castellanas. Hay una que es formalmente mucho más correcta que la mía (en la rima, que hace consonante, y en la métrica, pues consigue endecasílabos) pero cambia demasiado las frases y, lo que me parece mucho más grave traición, elude los términos procaces y directos característicos de los sonetos. También puedo remitir a otra que ha seguido el criterio contrario (más acertado a mi juicio) pero que, a cambio, se ha despreocupado de las rigideces formales (y tiene la ventaja de ser bilingüe). En fin, aunque sin duda mi versión es manifiestamente mejorable, no aprovecharé estos hallazgos a posteriori para cambiar la traducción inicial.
La cosa es que la inspiración para estos tan elegantes sonetos la encontró el Aretino deleitándose la vista con dieciséis dibujos que había hecho en 1524 Giulio Romano, un arquitecto especialista en decorados. Giulio hizo los dibujos como ensayos para unas pinturas con las que su mecenas, Federico II Gonzaga, deseaba adornar el Palazzo Te, la villa de recreo que le estaba construyendo a las afueras de Mantua. Los dibujos representaban distintas posturas sexuales (un kamasutra renacentista, vamos) que no llegaron a materializarse como serie completa en las paredes del palacio, aunque supongo que el óleo Júpiter seduciendo a Olympia que adornó la Sala de Psyche en el banquete que se celebró en honor de Carlos V (y que ahí sigue todavía hoy) fue pintado por Romano a partir de alguno de los diseños previos. Como fuera, los dibujos llegaron a manos de Marcantonio Raimondi, el más famoso grabador de la época, quien los convirtió en grabados posibilitando su publicación en forma de un album que se denominó I Modi, básicamente un catálogo de posturas sexuales. Así los conoció el Aretino que quedó absolutamente fascinado, tanto que viajó a Módena para ver los dibujos originales, para sorpresa de Romano que no sabía que circulaban con gran escándalo y secreto disfrute de muchos mirones. Debió ser tan grande el impacto de las posturitas que Clemente VII encarceló a Raimondi y ordenó secuestrar y quemar todos los ejemplares, con tan gran eficacia que parece que no ha sobrevivido ninguno (y mucho menos los dibujos originales). Las versiones que actualmente conocemos son copias, de dudosa fiabilidad, realizadas por un curioso aventurero y de miscelánea erudición que se presentaba como el conde de Waldeck. Este personaje hizo unos nuevos grabados según él a partir de calcos de veinte originales de Raimondi que encontró en 1831 en un convento cercano a Palenque donde estaban en depósito (hasta en México se habrían difundido las estampas pornográficas). La resucitación de los Modi supuestamente cuasi-originales tuvo enorme éxito en el pudoroso e hipócrita XIX y fomentó la proliferación de literatura erótica ilustrada, por más que se difundiera con la debida discreción.
Entre paréntesis y para quien le interese, Siruela editó hace un par de años un libro titulado I Modi y los sonetos lujuriosos en el que reproduce los grabados de Waldeck con los sonetos del Aretino, además de algunos textos críticos sobre los dibujos y sus influencias en el arte erótico. Lo estuve hojeando el fin de semana pero no me decidí a comprarlo.
No es éste, desde luego, el primero ni el último ejemplo de interrelación entre literatura y arte, que en uno de los terrenos en el que encuentran mejor ayuntamiento (y nunca mejor dicho) es en el del erotismo. Sumar dos fuentes de excitación resulta más efectivo que una sola para estar en mejor disposición en los entretenimientos sexuales. Agotados por el celo eclesiástico los ejemplares originales de los sonetos del Aretino con los grabados de Raimondi, no pasó demasiado tiempo para que aparecieran nuevas ediciones ilustradas, siendo la más famosa la que incluía la serie confeccionada por Agostino Carracci hacia finales del XVI. Durante el XIX y el XX, los sonetos han sido objeto de múltiples ediciones y varios artistas las han ilustrado. Personalmente, de todas las que he podido ver durante estos días, las que más me han gustado han sido las hechas por Édouard-Henri Avril en 1892, quien también ilustró la conocida (y recomendable) Fanny Hill. Pero hay bastantes más ejemplos, incluso muy recientes ya que parece que, en los últimos años, el Aretino vuelve a ponerse de moda, aunque sólo como pretexto (innecesario) para dignificar las representaciones explícitas del amplio abanico de cópulas humanas que desde siempre hemos venido ensayando.
Acabo ya. Estos sonetos son, sin duda, la obra más famosa del Aretino, pero ni mucho menos la única, que no puede acusársele de poco productivo. Era un plumífero habilidoso cuya literatura, descaradamente oportunista, le sirvió para vivir como le dio la gana y ganarse un prestigio y un respeto, no exento de temor a sus críticas, de lo más rentable. Su burlón pragmatismo, que no quita una buena dosis de vanidad, contribuyó, mediante la caricatura satírica y obscena, a la superación de la moral escolástica medieval o, si se prefiere, encontró en el nuevo clima ético de la Italia renacentista el caldo de cultivo para poder exhibir sus dotes (que no es fácil discernir las causas de las consecuencias). Claro que enseguida vendría Trento y el Aretino iría a parar a la lista de los escritores malditos, lo que, al fin y al cabo, siempre ha sido una marca de distinción. En todo caso, y enlazo como mi anterior post, no deja de indignar que este tipo fuera uno de los principales instigadores de las acusaciones de inmoralidad contra Michelangelo Buonarroti. En fin ...
Su obra, desde luego, no ocupa puestos de renombre en la historia de la literatura, mas sin embargo no fue sólo moda de un momento. De hecho, hasta el XIX sus sonetos lujuriosos seguían escandalizando a los bienpensantes y pasándose de mano en mano para regocijo de pajilleros y libertinos. Me permito traducir dos de ellos (pido disculpas de antemano) para que se aprecie el estilo (aquí pueden leerse los originales italianos).
–Follemos, alma mía, follemos presto
Porque todos por follar hemos nacido
Si mi polla adoras, yo tu coño admiro
Que un coñazo sería el mundo sin esto.
Y si post mortem follar se pudiera
Diría follemos hasta que muramos
Pues así tanto Adán y Eva follaron
Que la muerte les pareció traicionera.
–Mucha verdad es, porque si esos tunantes
no hubiesen comido aquel fruto tan pravo
bien se habrían desfogado los amantes.
Pero basta de cháchara y no seas vago
Clávame la polla todo lo que aguantes
Que mi alma nace y muere por tu rabo
–Ya voy, y te pido si no te es enfado
que entren hasta los cojones en el coño
que de mi placer den también testimonio.
Después de mi traducción (que me ha costado porque se trata de un italiano algo rebuscadillo y porque me he forzado a conseguir rimas y métricas, incluso a costa de variar muy ligeramente alguna frase) he encontrado varias webs donde otros aportan sus versiones castellanas. Hay una que es formalmente mucho más correcta que la mía (en la rima, que hace consonante, y en la métrica, pues consigue endecasílabos) pero cambia demasiado las frases y, lo que me parece mucho más grave traición, elude los términos procaces y directos característicos de los sonetos. También puedo remitir a otra que ha seguido el criterio contrario (más acertado a mi juicio) pero que, a cambio, se ha despreocupado de las rigideces formales (y tiene la ventaja de ser bilingüe). En fin, aunque sin duda mi versión es manifiestamente mejorable, no aprovecharé estos hallazgos a posteriori para cambiar la traducción inicial.
La cosa es que la inspiración para estos tan elegantes sonetos la encontró el Aretino deleitándose la vista con dieciséis dibujos que había hecho en 1524 Giulio Romano, un arquitecto especialista en decorados. Giulio hizo los dibujos como ensayos para unas pinturas con las que su mecenas, Federico II Gonzaga, deseaba adornar el Palazzo Te, la villa de recreo que le estaba construyendo a las afueras de Mantua. Los dibujos representaban distintas posturas sexuales (un kamasutra renacentista, vamos) que no llegaron a materializarse como serie completa en las paredes del palacio, aunque supongo que el óleo Júpiter seduciendo a Olympia que adornó la Sala de Psyche en el banquete que se celebró en honor de Carlos V (y que ahí sigue todavía hoy) fue pintado por Romano a partir de alguno de los diseños previos. Como fuera, los dibujos llegaron a manos de Marcantonio Raimondi, el más famoso grabador de la época, quien los convirtió en grabados posibilitando su publicación en forma de un album que se denominó I Modi, básicamente un catálogo de posturas sexuales. Así los conoció el Aretino que quedó absolutamente fascinado, tanto que viajó a Módena para ver los dibujos originales, para sorpresa de Romano que no sabía que circulaban con gran escándalo y secreto disfrute de muchos mirones. Debió ser tan grande el impacto de las posturitas que Clemente VII encarceló a Raimondi y ordenó secuestrar y quemar todos los ejemplares, con tan gran eficacia que parece que no ha sobrevivido ninguno (y mucho menos los dibujos originales). Las versiones que actualmente conocemos son copias, de dudosa fiabilidad, realizadas por un curioso aventurero y de miscelánea erudición que se presentaba como el conde de Waldeck. Este personaje hizo unos nuevos grabados según él a partir de calcos de veinte originales de Raimondi que encontró en 1831 en un convento cercano a Palenque donde estaban en depósito (hasta en México se habrían difundido las estampas pornográficas). La resucitación de los Modi supuestamente cuasi-originales tuvo enorme éxito en el pudoroso e hipócrita XIX y fomentó la proliferación de literatura erótica ilustrada, por más que se difundiera con la debida discreción.
Entre paréntesis y para quien le interese, Siruela editó hace un par de años un libro titulado I Modi y los sonetos lujuriosos en el que reproduce los grabados de Waldeck con los sonetos del Aretino, además de algunos textos críticos sobre los dibujos y sus influencias en el arte erótico. Lo estuve hojeando el fin de semana pero no me decidí a comprarlo.
No es éste, desde luego, el primero ni el último ejemplo de interrelación entre literatura y arte, que en uno de los terrenos en el que encuentran mejor ayuntamiento (y nunca mejor dicho) es en el del erotismo. Sumar dos fuentes de excitación resulta más efectivo que una sola para estar en mejor disposición en los entretenimientos sexuales. Agotados por el celo eclesiástico los ejemplares originales de los sonetos del Aretino con los grabados de Raimondi, no pasó demasiado tiempo para que aparecieran nuevas ediciones ilustradas, siendo la más famosa la que incluía la serie confeccionada por Agostino Carracci hacia finales del XVI. Durante el XIX y el XX, los sonetos han sido objeto de múltiples ediciones y varios artistas las han ilustrado. Personalmente, de todas las que he podido ver durante estos días, las que más me han gustado han sido las hechas por Édouard-Henri Avril en 1892, quien también ilustró la conocida (y recomendable) Fanny Hill. Pero hay bastantes más ejemplos, incluso muy recientes ya que parece que, en los últimos años, el Aretino vuelve a ponerse de moda, aunque sólo como pretexto (innecesario) para dignificar las representaciones explícitas del amplio abanico de cópulas humanas que desde siempre hemos venido ensayando.
Acabo ya. Estos sonetos son, sin duda, la obra más famosa del Aretino, pero ni mucho menos la única, que no puede acusársele de poco productivo. Era un plumífero habilidoso cuya literatura, descaradamente oportunista, le sirvió para vivir como le dio la gana y ganarse un prestigio y un respeto, no exento de temor a sus críticas, de lo más rentable. Su burlón pragmatismo, que no quita una buena dosis de vanidad, contribuyó, mediante la caricatura satírica y obscena, a la superación de la moral escolástica medieval o, si se prefiere, encontró en el nuevo clima ético de la Italia renacentista el caldo de cultivo para poder exhibir sus dotes (que no es fácil discernir las causas de las consecuencias). Claro que enseguida vendría Trento y el Aretino iría a parar a la lista de los escritores malditos, lo que, al fin y al cabo, siempre ha sido una marca de distinción. En todo caso, y enlazo como mi anterior post, no deja de indignar que este tipo fuera uno de los principales instigadores de las acusaciones de inmoralidad contra Michelangelo Buonarroti. En fin ...
When I look in your eyes - Outkast (Idlewild, 2006)
CATEGORÍA: Personas y personajes
Lo siento. Es obvio que Aretino me cae bien -y tus 'sicalípticas' ilustraciones son bien sugerentes-, pero me deja...¿frío?
ResponderEliminarEn realidad es que empiezo a sospechar algo de lo que yo mismo dudo: que la ironía es un invento relativamente moderno y que antes en su lugar solo había sarcasmo que es sal mucho más gruesa, como Pietro.
Mismo tema, diferente formato. De los sonetos lujuriosos a los videos porno en el celular :-)
ResponderEliminarBesos
estimado Miroslav: veo que ha decidido tener canguro propio. Lo felicito. Son necesarios un par de cojones -me pongo a tono- para dfesafiar la santa y ciega autoridad internetera.
ResponderEliminarPor qué se puede decir guerra, asesinato, terrorismo, hambre, corrupción, lucro, cirugía, y no polla, coño o follar?
Por pura estupidez, sin duda.
Aunque con muchos gramos de cursilería.
Ah! coincido con usted en cuanto a las ilustraciones de Avril, aunque la última, posterior supongo, es espléndida.
ResponderEliminarMiroslav, me dejas sorprendida con tanta erudición. Bueno, no es cierto, me tienes acostumbrada a tu cultura enciclopédica. Se agradece también las recomendaciones, como la de Siruela y ahora vuelvo a releer la entrada (de paso las que llevo de retraso).
ResponderEliminarUn beso de buenas noches
Dante: La última ilustración es de Avril.
ResponderEliminarPero si estamos en Mayo...!
ResponderEliminarZaffe, mujer, que Avril es una marca de concentrado de carne, no un mes.
ResponderEliminarQuerido Vanbrugh, tenía entendido que Avril es más famoso por sus aguas que por sus caldos! Después viene Mallo, famoso por sus sallos. Creo que tú te refieres a Bomarzo, pero ese es anterior. Como del renacimiento...
ResponderEliminarUn besote!...y a ver si tenemos más memoria...!
Miroslav (y Cia.):
ResponderEliminarTengo un librito panfletario, antiguo, sin editorial ni pie de imprenta, con un par de sonetos del Aretino, (los más procaces) ILUSTRADOS POR ÉL MISMO.
Unos dibujos pretendidamente torpes (o sea, muy bien observados desde el punto de vista anatómico) con una serie de ninfas aseándose la higiene íntima, peinándose, desperezándose, o en posturas absolutamente provocativas.
Curiosamente me lo regaló una señora italiana, catedrática de filosofía en Roma. Una mujer doctísima con cierto parecido a la Sofía Loren de la madurez.
Trataré de fotocopiar algunos dibujos y a ver si soy capaz de enviártelos o colocarlos en mi blog (si jamás arranca de una maldita vez con la fachada encalada - como dice Lansky.)
Saludos.