Como es sabido, el pasado viernes, en el Pleno de Política General del Parlamento Vasco, el lehendakari Ibarretxe propuso una serie de iniciativas para “canalizar la resolución del conflicto vasco”. El discurso de Ibarretxe, obviamente, ha sido la noticia estrella de este fin de semana. La mayoría de los medios que he ojeado resaltan la inconstitucionalidad de las propuestas del Gobierno Vasco. De otra parte, prácticamente de lo único que se entera uno leyendo periódicos o webs generalistas es de la nueva hoja de ruta (terminología del lehendakari) que a uno (limitadito que es y, sobre todo, poco amigo de los circunloquios) le cuesta entender bien. Al final, me he tenido que hacer un esquema:
Yo no puedo hacer ahora esa tarea desenmascadora. Lo grave es que no veo a nadie que la aborde, ni en un lado ni en otro. Es triste que, entre todos, se haya llevado el debate político a un intercambio de tópicos vacíos de contenido. En el fondo, para qué esforzarse en definir los conceptos, en trabajar los argumentos, si éstos no son más que excusas para vestir prejuicios interesados e inamovibles. Basta entrar en cualquier foro de Internet en el que se debata sobre el futuro político de Euskadi para desmoralizarse ante la pobreza dialéctica.
Lo que se nos avecina, me temo, no será nada satisfactorio para nuestras inteligencias y ese convencimiento quizás nos excuse a todos de preocuparnos por la lógica y la verdad. Sin embargo, sí se nos viene una etapa turbulenta, en la que cabe prever movidas frenéticas y apuestas cada vez más arriesgadas. Y, no nos engañemos, no va a ser un proceso político libre, porque el miedo sigue estando ahí; por muy bonitas que suenen las palabras del lehendakari diciendo que ETA no debe marcar la agenda política, no son verdad (ETA marca la agenda y, sobre todo, marca las decisiones). Pero qué más da; éstos son los factores en juego y nadie puede negar que Ibarretxe ha decidido echarlos a rodar.
El Gobierno español ha rechazado la “hoja de ruta” porque la considera inconstitucional (la vicepresidenta la ha tildado de desvarío). Savater (a quien respeto) dice también que la consulta que propone Ibarretxe es ilegal pero añade que accedería a hacer campaña sobre el referéndum si cambian las cosas (...) y se hacen por los métodos constitucionales". Y aquí viene la primera cuestión que me gustaría que alguien me aclarara: ¿el ideario político del PNV puede acaso llevarse a término por los métodos constitucionales?
Es más que evidente que lo que el lehendakari defiende es que los vascos tienen derecho (en tanto pueblo, ja) a decidir su organización política y su relación con el Estado Español (por cierto, tengo entendido que a ese “derecho” se le llama de autodeterminación). Si se admite este derecho, también se admite que el País Vasco pueda, de así decidirlo sus habitantes, dejar de formar parte de España. Repasaré la Constitución pero, en principio, no veo cómo estos planteamientos pueden ser constitucionales. Pero es que dudo mucho que cualquier proceso al fin del cual un territorio se haya desgajado de un Estado se haya hecho dentro del marco de la constitución del Estado antes de la secesión. En este aspecto, no se puede acusar a Ibarretxe de no ser claro: él pide que haya un acuerdo político para cambiar la Constitución de modo que ésta permita la autodeterminación de los vascos.
Creo que los partidos estatales tienen que salir al ruedo de la política y no esconderse tras el burladero de la Constitución. Porque si no estarán perdiendo la autoridad moral que exhibían cuando, para deslegitimar (con toda la razón del mundo) las excusas políticas de los terroristas (la liberación del oprimido pueblo vasco), decían que en democracia y sin violencia se pueden defender todas las posiciones. Pues ahí está: el PNV defiende la autodeterminación. Ah no, eso no que es inconstitucional. Intuyo que cuando Savater habla de métodos constitucionales, sabiendo como sabe que la autodeterminación es inconstitucional, se está refiriendo cambiar la Constitución de forma constitucional. En cualquier caso, pienso que rechazar la propuesta de Ibarretxe por inconstitucional va a resultar insuficiente.
Por otra parte, esto es lo que él espera. Tanto es así que, leyendo su discurso, uno se da cuenta que a lo que va es a la “consulta habilitadora”. ¿El Estado la va a impedir? Parece que, si la convocara, el Estado la impugnaría ante el Tribunal Constitucional lo que implica la suspensión del acto durante un plazo máximo de cinco meses. Pero, ¿qué gobierno impugnaría la convocatoria decidida por el Gobierno Vasco tras el mandato del Parlamento? No sería el actual sino el que salga de las próximas Generales; hagan sus apuestas. En todo caso, trago de muy mal gusto para el próximo gobierno, muy en especial por las repercusiones que al correspondiente partido le significarían en el País Vasco.
Pero y si Ibarretxe, siendo en cierto sentido coherente con su propio órdago, se pasa por el arco del triunfo la suspensión del Constitucional por entender que él viene obligado a cumplir la voluntad del Parlamento Vasco, y va y organiza en un lluvioso (es un imaginar) domingo de octubre del próximo año la consulta, movilizando para ello a la ertzaintza. ¿Ordenaría el gobierno español a la guardia civil o al ejército que impidieran por la fuerza la celebración de la consulta?
Estoy seguro de que Zapatero tiene que estar muy preocupado pensando cómo evitar que las cosas lleguen hasta ahí, porque si así fuera se arma una bronca que dudo que la mayoría de los votantes, tanto vascos como del resto de España, estén dispuestos a asumir. Tampoco creo que a Ibarretxe le interese demasiado llegar a esos extremos, pero intuyo que tiene bastante menos que perder que el presidente del gobierno español (sea éste del partido que sea). Por eso creo que lo que pase durante estos próximos meses en la “negociación” entre los dos gobiernos (de lo que apenas nos enteraremos) es bastante importante. Y, dicho sea de paso, el estilo del PP en este tema sólo contribuye a legitimar los movimientos rupturistas de Ibarretxe.
En fin, que qué penita. ¿Nos sacudiremos algún día la falacia de los pueblos? Y ya puestos, ¿por qué no abolir los Estados? Mientras ese día llega, creo que voy a organizar una consulta habilitadora en Chipunia.
- Paso 1. Desde ahora hasta junio de 2008 el lehendakari hace una oferta de pacto político al presidente del gobierno español. El pacto político no se enuncia nunca con transparencia, pero parece que lo que el gobierno español y el vasco han de acordar es que la forma de relación política entre Euskadi y España ha de ser decidida por los vascos. Eso es lo que significa “el derecho a decidir de los vascos” que, aceptado políticamente, debe encontrar su encaje en el ordenamiento jurídico.
- Paso 2. Depende de si hay o no hay pacto; dadas las declaraciones de Zapatero, supongamos que no lo va a haber. Ibarretxe propone al Parlamento Vasco que autorice la “realización de una consulta habilitadora, para superar la situación de bloqueo y que sea la sociedad vasca, con su decisión, quien nos traslade el mandato de abrir un doble proceso de diálogo y de negociación que conduzca al final definitivo de la violencia, por un lado, y abordar la solución del conflicto político, por otro”. Entiendo que lo que quiere decir es que formulará una pregunta a la ciudadanía vasca que, en caso de ser la respuesta mayoritariamente favorable, diera legitimidad política (que no jurídica) a la pretensión de hacer efectivo el “derecho a decidir de los vascos”. Si el Parlamento, en ese último Pleno del presente curso, no le autoriza a hacer la consulta, Ibarretxe disolvería la cámara y convocaría elecciones para después del verano.
- Paso 3. Consiste en celebrar la consulta, la cual, siempre que el Parlamento la hubiera autorizado (y parece que será que sí), se realizaría en octubre de 2008 (dentro de un añito). En su discurso el lehendakari dice que se consultará a la sociedad para que ésta “envíe” (en su caso) un doble mandato: el primero que el Gobierno español y ETA inicien un proceso de diálogo para alcanzar el fin definitivo de la violencia, y el segundo que se alcance un acuerdo entre todas las fuerzas políticas vascas sobre el ejercicio del derecho a decidir del Pueblo Vasco y sobre el marco de relaciones, tanto internas como externas, que desea mantener Euskadi. Con estas premisas: ¿qué se la va a preguntar a los vascos? De entrada, tendrían que ser dos preguntas. La primera es la más sencilla de formular: ¿Quiere (y ordena) usted que el Gobierno español y ETA dialoguen para pactar el fin definitivo de la violencia? La segunda necesariamente ha de ser más retorcida y, probablemente, nunca se entendería tal como se exprese sino como la quiera entender cada uno desde su posicionamiento; podría ser, por ejemplo: ¿Quiere (y ordena) usted que los partidos vascos se pongan de acuerdo en los mecanismos concretos mediante los cuales el pueblo vasco pueda ejercer su derecho a decidir sus relaciones políticas?
- Paso 4. Inmediatamente celebrada la “consulta habilitadora”, Ibarretxe disolvería la cámara y convocaría elecciones (supongo que para finales del año que viene; tampoco se acortaría mucho la legislatura que debería durar hasta abril de 2009). Así pues, en el caso de que los vascos dijeran mayoritariamente que sí quieren (y ordenan) que se acuerde la forma de ejercer el derecho de decisión, pues dicho acuerdo habría de negociarse entre las fuerzas políticas vascas resultantes de esas elecciones autonómicas ya que, obviamente, la decisión se sancionaría por votación en el Parlamento Vasco. Ibarretxe lo que plantea es que los partidos políticos se pasen un añito y medio discutiendo para, en el segundo semestre de 2010, hacer un referéndum resolutivo que sea expresión del ejercicio del derecho a elegir. No lo dice expresamente en su discurso, pero en estricta lógica no cabe sino deducir que en ese referéndum lo que se les ha de preguntar a los vascos, con la intención (¿compromiso?) de que su respuesta sea vinculante, es qué fórmula concreta (espero que se les den varias alternativas) de relación política quieren mantener con España (ninguna y ser un Estado independiente, ser un “Estado Libre Asociado”, seguir siendo una Comunidad Autónoma …).
Yo no puedo hacer ahora esa tarea desenmascadora. Lo grave es que no veo a nadie que la aborde, ni en un lado ni en otro. Es triste que, entre todos, se haya llevado el debate político a un intercambio de tópicos vacíos de contenido. En el fondo, para qué esforzarse en definir los conceptos, en trabajar los argumentos, si éstos no son más que excusas para vestir prejuicios interesados e inamovibles. Basta entrar en cualquier foro de Internet en el que se debata sobre el futuro político de Euskadi para desmoralizarse ante la pobreza dialéctica.
Lo que se nos avecina, me temo, no será nada satisfactorio para nuestras inteligencias y ese convencimiento quizás nos excuse a todos de preocuparnos por la lógica y la verdad. Sin embargo, sí se nos viene una etapa turbulenta, en la que cabe prever movidas frenéticas y apuestas cada vez más arriesgadas. Y, no nos engañemos, no va a ser un proceso político libre, porque el miedo sigue estando ahí; por muy bonitas que suenen las palabras del lehendakari diciendo que ETA no debe marcar la agenda política, no son verdad (ETA marca la agenda y, sobre todo, marca las decisiones). Pero qué más da; éstos son los factores en juego y nadie puede negar que Ibarretxe ha decidido echarlos a rodar.
El Gobierno español ha rechazado la “hoja de ruta” porque la considera inconstitucional (la vicepresidenta la ha tildado de desvarío). Savater (a quien respeto) dice también que la consulta que propone Ibarretxe es ilegal pero añade que accedería a hacer campaña sobre el referéndum si cambian las cosas (...) y se hacen por los métodos constitucionales". Y aquí viene la primera cuestión que me gustaría que alguien me aclarara: ¿el ideario político del PNV puede acaso llevarse a término por los métodos constitucionales?
Es más que evidente que lo que el lehendakari defiende es que los vascos tienen derecho (en tanto pueblo, ja) a decidir su organización política y su relación con el Estado Español (por cierto, tengo entendido que a ese “derecho” se le llama de autodeterminación). Si se admite este derecho, también se admite que el País Vasco pueda, de así decidirlo sus habitantes, dejar de formar parte de España. Repasaré la Constitución pero, en principio, no veo cómo estos planteamientos pueden ser constitucionales. Pero es que dudo mucho que cualquier proceso al fin del cual un territorio se haya desgajado de un Estado se haya hecho dentro del marco de la constitución del Estado antes de la secesión. En este aspecto, no se puede acusar a Ibarretxe de no ser claro: él pide que haya un acuerdo político para cambiar la Constitución de modo que ésta permita la autodeterminación de los vascos.
Creo que los partidos estatales tienen que salir al ruedo de la política y no esconderse tras el burladero de la Constitución. Porque si no estarán perdiendo la autoridad moral que exhibían cuando, para deslegitimar (con toda la razón del mundo) las excusas políticas de los terroristas (la liberación del oprimido pueblo vasco), decían que en democracia y sin violencia se pueden defender todas las posiciones. Pues ahí está: el PNV defiende la autodeterminación. Ah no, eso no que es inconstitucional. Intuyo que cuando Savater habla de métodos constitucionales, sabiendo como sabe que la autodeterminación es inconstitucional, se está refiriendo cambiar la Constitución de forma constitucional. En cualquier caso, pienso que rechazar la propuesta de Ibarretxe por inconstitucional va a resultar insuficiente.
Por otra parte, esto es lo que él espera. Tanto es así que, leyendo su discurso, uno se da cuenta que a lo que va es a la “consulta habilitadora”. ¿El Estado la va a impedir? Parece que, si la convocara, el Estado la impugnaría ante el Tribunal Constitucional lo que implica la suspensión del acto durante un plazo máximo de cinco meses. Pero, ¿qué gobierno impugnaría la convocatoria decidida por el Gobierno Vasco tras el mandato del Parlamento? No sería el actual sino el que salga de las próximas Generales; hagan sus apuestas. En todo caso, trago de muy mal gusto para el próximo gobierno, muy en especial por las repercusiones que al correspondiente partido le significarían en el País Vasco.
Pero y si Ibarretxe, siendo en cierto sentido coherente con su propio órdago, se pasa por el arco del triunfo la suspensión del Constitucional por entender que él viene obligado a cumplir la voluntad del Parlamento Vasco, y va y organiza en un lluvioso (es un imaginar) domingo de octubre del próximo año la consulta, movilizando para ello a la ertzaintza. ¿Ordenaría el gobierno español a la guardia civil o al ejército que impidieran por la fuerza la celebración de la consulta?
Estoy seguro de que Zapatero tiene que estar muy preocupado pensando cómo evitar que las cosas lleguen hasta ahí, porque si así fuera se arma una bronca que dudo que la mayoría de los votantes, tanto vascos como del resto de España, estén dispuestos a asumir. Tampoco creo que a Ibarretxe le interese demasiado llegar a esos extremos, pero intuyo que tiene bastante menos que perder que el presidente del gobierno español (sea éste del partido que sea). Por eso creo que lo que pase durante estos próximos meses en la “negociación” entre los dos gobiernos (de lo que apenas nos enteraremos) es bastante importante. Y, dicho sea de paso, el estilo del PP en este tema sólo contribuye a legitimar los movimientos rupturistas de Ibarretxe.
En fin, que qué penita. ¿Nos sacudiremos algún día la falacia de los pueblos? Y ya puestos, ¿por qué no abolir los Estados? Mientras ese día llega, creo que voy a organizar una consulta habilitadora en Chipunia.
CATEGORÍA: Política y Sociedad