James Wesley era el pequeño de los tres hermanos Voight, los hijos de Barbara y Elmer, un jugador de golf profesional. Barry, el mayor, era el listo de la casa, desde muy pequeño se veía que sería un intelectual y en efecto, así ha acabado, uno de los más respetados vulcanólogos del mundo, profesor de geología en la Penn State University. Luego iba Jon, poco más de un año mayor que él, que era el guapo, el que desde muy crío se ligaba a todas las niñas del barrio, con su pinta de chico bueno y su labia melosa. A Barry, más retraído, lo que le gustaba era la música, el country especialmente. Estudiar, en cambio, no era lo suyo; aún así, al acabar la high school en White Plains, NY, asistió a la universidad de Hartford, Connecticut, pero solo aguantó un año. Volvió pues a la casa familiar con el rabo entre las piernas (los dos hermanos mayores cursaban satisfactoriamente sus carreras universitarias) y decidió emular a su padre y hacerse profesional del deporte del palo y la bolita. No era malo el chico, pero se lesionó la muñeca y se truncó su futuro en el golf. Tiene veinte añitos, un puñado de canciones de country de su propia mano y la experiencia amateur de una banda del instituto; con ese bagaje se planta en la Gran Manzana y consigue que la Warner le firme un contrato. Se dice que por esos primeros años el gran Chet Atkins escuchó la música de Chip Taylor –tal fue el nombre artístico que se impuso– y se deshizo en elogios: es difícil de creer, dijo, que quien ha compuesto estos temas haya crecido en el entorno de Nueva York. Poco a poco Chip se va asentando en el music bussiness y le llegan los éxitos, aunque sea en las voces de otros (el primero fue el Just a little bit later on down the line, interpretado por Bobby Bare) e incluso decide compaginar las canciones vaqueras con las rockeras, y en 1965 da la campanada con Wild thing, que grabaron The Troggs en su primer sencillo (ese grupo británico no volvería a tener un éxito de tal calibre).
Wild thing - The Troggs (From Nowhere, 1966)
Mientras Chip se abría un hueco en la música, su hermano Jon intentaba afianzarse como actor después de haberse graduado en arte dramático por la Universidad Católica de Washington. Durante la primera mitad de los sesenta las cosas no le iban demasiado bien, pero sobrevivía gracias a contratos en series televisivas (por ejemplo, en la longeva La ley del revólver). Además, se había casado en 1962 con una jovencísima actriz llamada Laurie Peters a quien conoció cuando hizo una prueba para participar en el musical de Broadway Sonrisas y Lágrimas (The Sound of Music), en el que ella actuaba de Liesl Von Trapp. Por lo visto fue un flechazo mutuo inmediato, pero agotada la inicial pasión, las desavenencias no tardaron en llegar. Por un lado, cuentan las malas lenguas que Jon desenfundaba donde y cuando no debía. Por otro, Laurie no se cortó nada durante la filmación en el 63 en Inglaterra de Summer Holiday, manteniendo un rollito romántico con el popular cantante Cliff Richards. Así que más o menos desde el 65 la pareja andaba virtualmente separada y Jon, mientras desesperaba por encontrar un buen papel en el cine antes de hacerse demasiado viejo (se acercaba peligrosamente a la treintena), empezó a juntarse con su hermano pequeño, a acompañarle en las noches bohemias de música, drogas y alcohol.
El 19 de abril de 1964, los hermanos Voight se juntaron en White Plains, la ciudad en la que ambos se habían criado, para asistir a un concierto de Joan Baez. Sin que nadie lo esperara, a mitad del show Bob Dylan subió al escenario y cantó It ain't me babe con Joan haciéndole la segunda voz en el estribillo. Creo que no hay ninguna grabación de esa actuación en la que es posible que por primera vez interpretara en público este maravilloso tema de desamor. La canción estaba inspirada en la tormentosa relación de Bobby con Suze Rotolo, pero en cierto grado también la Baez podía darse por aludida. Acabado el concierto, conocidos comunes hicieron las presentaciones y los Voight brothers se juntaron a la troupe de Dylan, para vivir juntos una noche de juerga. Dylan acababa de llegar de cruzar los Estados Unidos en una furgoneta, buscando inspiración, intentando encontrar el camino para escapar del folk. En ese viaje había escuchado por primera vez a los Beatles (I wanna hold your hand) y había quedado impactado. De regreso a Nueva York, casi lo primero que había hecho fue conseguirse una guitarra eléctrica y esa noche, en White Plains, pasó bastante rato rasgueándola junto con Chip, improvisando melodías y letras más surrealistas a medida que más se iban colocando. Ya de amanecida, los cuatro se animaron a probar un tripi. Vivieron una experiencia de amor alucinógeno, en la que Joan ofició de sacerdotisa erótica. De pronto, Dylan se separó del grupo y se encaramó desnudo al alfeizar de la ventana de la habitación para empezar a tocar un riff incisivo y repetitivo, una especie de aullido melódico muy triste, y sobre esas notas comenzó a recitar en francés. Joan, entre los dos hermanos, se dejaba acariciar y reía; sois iguales, tan rubitos los dos, les decía.
No es que los Voight pasaran a ser muy amigos de Dylan a partir de entonces; el cantante era ya una estrella (aunque muy lejos aún de la altura que alcanzaría en dos o tres añitos más) y a los hermanos aún les faltaba mucho para entrar en ese club. Pero bueno, colocarse y follar juntos une, ya se sabe, así que Chip sobre todo, compañero de profesión al fin y al cabo, mantendría durante los siguientes meses algunos encuentros esporádicos con el de Minnesota. Por ejemplo, Bob y Chip coincidieron en una fiesta de nochevieja de ese 1964, organizada por un ejecutivo de la Warner. Dylan apareció de improviso acompañado por Bobby Neuwirth; al ver a Chip lo abrazó efusivamente: tío, cuanto me alegro de verte. Le dijo que sólo podía estar un rato porque tenía que volver con su chica, Sara, que lo esperaba en el Chelsea Hotel. Estaba buscando a Edie Sedgwick, una preciosidad de la alta sociedad ¿la conocía Chip? No, Chip no la conocía, pues una pena, pero tenemos que hablar con calma, ¿por qué no vienes al estudio de Columbia en un par de semanas? Empiezo la grabación de un nuevo disco. A Taylor le pareció de perlas, es un privilegio aprender de un compositor de la talla de Dylan; a lo mejor le aguijoneaba la creatividad. Pero el 13 de enero de 1965, el día en que tuvo lugar la primera sesión de grabación del que sería el quinto álbum de Dylan –Bringing it all back home–, el cantautor estaba de mala leche y prohibió la entrada a cualquiera ajeno a su equipo. Fueron tres días intensos que dejaron a Bob exhausto (no era para menos, había marcado un hito en la historia de la música popular). El viernes 16, Dylan se acordó de Chip y se sintió culpable. Pidió a Maimudes, su fiel escudero de aquellos días, que lo localizara si aún seguía en Nueva York y lo invitara a pasar el fin de semana en la casa de Albert Grossmann en Woodstock. Chip, en efecto, fue encontrado y aceptó pasar un par de días en el ambiente rural del Estado de Nueva York. En la noche del viernes al sábado hubo música y alcohol en abundancia (de drogas, esta vez, solo marihuana y de sexo nada de nada, que con Bob habían ido Sara y su hija María). Uno de los temas que Dylan interpretó fue Farewell Angelina que a Chip le pareció precioso. Pues decidí no incluirlo en el disco, no termina de convencerme, le dijo el cantautor. Vaya, qué lástima, contestó Chip, y empezó a cantarlo él mismo. No lo haces nada mal, tío, deberías grabarla. No soy cantante, sólo compositor. Todo se andará, respondió riendo Bob, pero date prisa.
Farewell Angelina - Bob Dylan (Rare and Unreleased, 1991)
En octubre de ese mismo 1965, Chip comprendió lo que Bob quería decir cuando escuchó la versión de Farewell Angelina en el nuevo álbum de Joan Baez. Joan le había dado un nuevo aire, un aura mucho más romántica, que enterneció a Chip, a pesar de su nueva y endurecida alma rockera (ya se había publicado el Wild thing). Por esas fechas Joan estaba en California y Chip le hizo llegar una nota felicitándola por el disco y dándole el teléfono de su apartamento. Pocas fechas después recibió una llamada entusiasta, Joan le agradecía muy cariñosamente sus palabras, ¿por qué no se daba un salto a la Costa Oeste y pasaban unos días juntos? Fue una semana hacia finales de noviembre. Joan le contó su viaje a Inglaterra con Bob, lo mal que éste la había tratado y también lo mal que los británicos lo habían tratado a él, hasta Judas lo llamaron, reía. Pero me temo que lo sigo queriendo, qué se le va a hacer, lo cierto es que disfruto cantando sus canciones y más si él no las graba, como ésta de Angelina (y tengo otra preparada que es magnífica, ya verás, se llama Love is a four letter word). Cuando se separaron ella le dijo si me quedo embarazada será una niña y se llamará Angelina. Y Chip imaginó que alguna vez tendría una hija de la que no querría despedirse aunque el cielo se incendiase, aunque temblase, aunque se retorciese, aunque cambiase de color, aunque entrara en erupción ...
Farewell Angelina - Joan Baez (Farewell Angelina, 1965)