Sobre la fecha del encuentro en la clínica Costa
El día 16, a las siete y media de la mañana, se presentó en la Clínica Costa, lugar de mi ejercicio profesional, un inglés, Mr.Pollad, que solicita ser atendido por don Luís Gabarda, porque, según decía, está enfermo del estómago. La enfermera le hace presente que no era hora de consulta, y él entonces pide poder escribir una nota para que me sea entregada. Lo pasa a mi despacho y, en la primera hoja del recetario, que en uso está sobre la mesa, escribe: "Iours friends send me to see you" ("Sus amigos me envían a verle a usted") Rápidamente me llaman por teléfono y traen a mi casa la nota escrita y firmada por el inglés, y, sospechando que pudiera tratarse del tan esperado piloto, no tardé cinco minutos en personarme en la clínica, situada enfrente de mi casa, y ordené a la enfermera que hicieran pasar al paciente a mi despacho, encontrándome ante un inglés solo, sin que le acompañase ninguna de las señoritas de las que vinieron con él en el avión. Empezó diciéndome, chapurreando el castellano, que acababa de desembarcar del "correillo" de Las Palmas, e inició el relato de su enfermedad durante el poco rato que tardó en retirarse la enfermera. Repentinamente, cortó el relato y, con dificultad para expresarse en castellano, soltó la esperada consigna "Galicia saluda a Francia", que me sirvió para identificarle enseguida y, preguntándole, supe que no era el piloto, como esperábamos; que éste, con el avión, se había quedado en Las Palmas, y él venía para traerme una carta de parte de mis amigos, carta que llevaba bien oculta.
En este tercer párrafo del artículo ya citado de Luís Gabarda Sitjar en el ABC del 27 de agosto de 1953 hay, creo, un error significativo que en un primer momento no identifiqué y por eso reproduje en el anterior post sobre la Clínica Costa. Dice el entonces Jefe de Sanidad Militar de la Comandancia de Canarias que la escena ocurrió el 16 de julio a las siete y media de la mañana. Supongo que esta página de ABC es la fuente que usa Ricardo de la Cierva para repetir el dato onomástico en el tomo I de su lujosamente editada "Francisco Franco, un siglo de España" (Editora Nacional 1973), autocalificada como "biografía crítica" pese a su marcado carácter hagiográfico. Dice Don Ricardo en la página 438: "A las siete y media de la mañana del 16 de julio, mientras Franco, su esposa y su hija se levantaban para asistir a misa en la iglesia del Pilar –como principio de la fiesta íntima más grata antes y después de 1936 para la familia, la Virgen del Carmen– el buen mayor Pollard repite una y otra vez su consigna Galicia saluda a Francia al doctor Gabarda en la cercana clínica Costa. Eran casi las únicas palabras españolas que conocía el turista británico y Gabarda finge no darse por enterado, ante la desesperación de su interlocutor. En aquel diálogo de sordos el doctor consigue captar algo sobre el avión que espera en Gran Canaria a un pasajero desconocido y da cuenta inmediatamente de todo al ayudante Franco Salgado, quien envía dos oficiales para que completen la información. Franco, avisado enseguida, comenta con José Antonio de Sangróniz, marqués de Desio, lo providencial de la noticia; el diplomático había llegado de madrugada a la isla –en el mismo barco que Pollard– como enviado de Orgaz y de los monárquicos de la Península..."
Después de leer el artículo del ABC busqué las referencias a este encuentro en algunos libros que sobre Franco y esos años tengo en mi casa. Lo cierto es que, desprevenido como estaba, no me percaté de que en su "Franco, Caudillo de España" (Grijalbo, 1994), Paul Preston data correctamente el episodio: "...Mientras tanto, a las 2 de la madrugada del 15 de julio, el elegante diplomático José Antonio Sangróniz apareció en la habitación del hotel de Pacón en Santa Cruz de Tenerife con noticias de los últimos acontecimientos y la fecha estipulada para el alzamiento. A las 7.30 de esa misma mañana, Pollard fue a la clínica, donde contactó con el doctor Luís Gabarda, un comandante médico que actuaba en nombre de Franco. Éste le dijo que regresara a su hotel y que aguardara a un emisario de Franco con sus instrucciones". Me hizo darme cuenta del gazapo una información que amablemente me hizo llegar don Francisco Toledo Trujillo, miembro de la Real Academia de Medicina de Tenerife, a la cual me había dirigido por si en sus archivos constara material sobre Gabarda, que perteneció a dicha institución. En el escrito que me remitió se dice que "la estancia del grupo inglés en Tenerife fue recogida, en Notas de Sociedad, por el diario La Tarde del 15 de julio de 1936; fecha ésta que viene a confirmar que llegó a Las Palmas el día anterior, es decir, el 14 de julio".
La conclusión de la frase anterior (que, según he podido comprobar más tarde, es de Miguel Ángel Cabrera Acosta en su libro "La Guerra Civil en Canarias") es incorrecta: que la noticia de la llegada de los viajeros ingleses a Tenerife apareciera en un diario vespertino no implica que hubieran llegado el día anterior sino, por el contrario, a primera hora de esa misma mañana, que era cuando efectivamente arribaba al puerto chicharrero el correillo de Las Palmas; y así, además, cuenta Gabarda que le dijo el propio Pollard. En todo caso, me llamó la atención que un periódico local hubiese dado noticia de la llegada de los británicos y fui a comprobarlo en la Hemeroteca del TEA, tal como conté en el post anterior. Y ciertamente es verdad que bajo el título de Notas de Sociedad y el más específico epígrafe de Viajeros, el diario de don Víctor Zurita, informaba al chismorrerío tinerfeño de entonces de que "han llegado de Las Palmas Mr. Y Miss Rallard, Miss Watson, don Francisco Alonso Jiménez, don Emilio Valle García, don Domingo Pereira, don Mariano Urota, son Rodolfo Schort, don Benito G. Martín, doña Nieves Rodríguez, don Luís Betancort y don Salvador Molina Pérez".
Me hace gracia que en el 36 el periódico trajera esta sección de Viajeros, demostrativa, a mi parecer, del aislamiento "psicológico" que debía sentirse en el archipiélago, además de, por supuesto, que las dimensiones tanto de la población como del flujo de viajeros eran muchísimo menores de lo que son en la actualidad. Me imagino que el jefe de redacción de La Tarde obligaría a darse el madrugón a alguno de los chavales que empezaban de meritorios en el periódico, y que éste, armado de lápiz y una libretita, se apostaría al pie de la escalerilla del vapor para abordar a los viajeros según pisaban la dársena. Los vapores de Transmediterránea que en esos años conectaban las Islas llevaban carga, correo y pasaje. Me pregunto si en ese barco que cruzó entre las islas en la noche del 14 al 15 de julio venían nada más que las doce personas cuyos nombres registró el reportero (y entre las que no consta el diplomático Sangróniz, como erróneamente afirma de La Cierva, pero ya volveré sobre eso), o es que sólo éstas aceptaron dar sus nombres. Tal como está redactada la "noticia" pareciera que se trata de la primera hipótesis (porque, si no, habría sido más correcto decir. Han llegado de Las Palmas, entre otros, ...) pero vaya usted a saber. Un amigo me ha comentado que él cree que eran los propios viajeros quienes anunciaban al periódico su llegada a la Isla, sin que nadie se lo preguntara. Me parece, sin embargo, poco probable pues no tiene mucho sentido que Pollard, que estaba viajando por motivos conspiratorios, anunciara de propia iniciativa su presencia; en cambio, si les preguntaban, lo más natural era que se identificaran con sus verdaderos nombres (aunque el periodista errara al transcribirlos) a salvo bajo sus tapaderas de turistas.
Francisco Franco Salgado-Araujo, el leal Pacón, en su libro "Mi vida junto a Franco" (Planeta, 1977), que aparece firmada el 16 de julio de 1956 (veinte años exactos después de aquellas fechas tinerfeñas), explica con toda precisión la cronología de los acontecimientos: "Al siguiente día, 14 de julio, me enteré de que el avión había llegado a Las Palmas con piloto inglés y pasajeros de esa nacionalidad. El propietario del avión, Mr. Pollad, se trasladó inmediatamente en el barco correo de Las Palmas a Tenerife para recibir instrucciones. Éstas debía dárselas una persona de nuestra absoluta confianza que no llamase la atención. Le indiqué a mi primo que nos podía servir con gran eficacia el comandante médico de Sanidad Militar, el doctor don Luís Gabarda, que tenía su clínica abierta en Santa Cruz. (De este modo nadie podía sospechar el significado de esta entrevista). Llamamos urgentemente a este doctor y buen amigo mío y le enteré de la delicada misión de confianza que se le encomendaba; la aceptó resueltamente, muy satisfecho de que se hubieran acordado de su persona. El inglés se debía presentar diciéndole: "Galicia saluda a la Francia". En efecto, el 15 de julio, Mr.Pollad, personaje más caracterizado del avión, se presentó al doctor diciéndole la consigna y éste le indicó que fuera al hotel Pino de Oro a recibir instrucciones. Inmediatamente el doctor Gabarda se fue a Capitanía General y me informó detalladamente de todo lo que había ocurrido. Franco designó al capitán de Estado Mayor, Señor Rodríguez ya citado, para que se entrevistase con dicho inglés y le instruyera acerca de lo que tenía que hacer. ..."
La divergencia de fechas entre dos testigos directos de los acontecimientos la resuelvo, como ya he dicho, en favor del asistente de Franco debido a la noticia periodística. Tantos años después es natural que Gabarda se equivocase; de hecho, me parece admirable que haya gente capaz de recordar con detalle sus vivencias pasadas y sólo me lo explico si es que guardan anotación de las mismas. Desde luego, como yo nunca lo he hecho, no podré escribir mis memorias y el mundo quedará ignorante de mis esclarecedores testimonios sobre tantos asuntos trascendentales de la historia reciente. En cambio, es sabido que Pacó llevaba un dietario y, en cambio, podemos suponer que el doctor Gabarda no. Echando la vista al pasado, es posible que, sabedor de que fue la noche del 16 al 17 cuando Franco y los suyos viajaron a Las Palmas, y recordando la ansiedad y aceleración psicológica que debía tener por aquellos tiempos, pensara que todo se concentró en un día vertiginoso, el 16, que empezó con él recibiendo por la mañana al emisario inglés (cuyo nombre, por cierto, escriben mal tanto Pacón como Gabarda).
Puede argumentárseme que, aún admitiendo que Pollard y las dos muchachas arribaran a Tenerife en la mañana del 15, no fueran a la clínica Costa hasta el día siguiente. Pero esa hipótesis, si bien ni imposible, no me resulta nada verosímil, salvo que imaginemos que Pollard llevaba un doble juego en ese viaje y aprovechó las primeras veinticuatro horas en la isla para misiones diferentes. Ya elucubraré con esas fantasías cuando escriba sobre el curioso y extravagante inglés, pero por el momento descartemos esa suposición y creamos lo que el británico le dijo al médico militar (que acababa de llegar en el correillo). Puestos a preguntarnos por las actividades de Pollard y "sus chicas" hagámoslo a partir de la entrevista del primero con el enviado de Franco en el hotel Pino de Oro: ¿Qué hicieron a partir de la media mañana del día 15 en que quedaron libres? ¿Cómo y cuándo salieron de Tenerife? Más intrigas sin resolver.
Todavía, en este aburrido post, debo citar un par de fuentes bibliográficas sobre el nimio asunto de la fecha: una primaria y otra secundaria. La primaria, que no he logrado todavía conseguir, es el libro de Luís Antonio Bolín "España, los años vitales" (Espasa Calpe, 1967), en el que quien se ocupó de conseguir el avión y organizar con todo detalle el plan narra la aventura. A esta obra se remite Joaquín Arrarás, el más famoso historiador oficial del Régimen, en el tomo IV de su "Historia de la Segunda República Española" (Editora Nacional, 1968). En ella nos dice que "El avión que había de trasladar a Franco desde Canarias a Marruecos aterriza en la tarde del 15 de julio en el aeródromo de Grando, en Las Palmas". Si así hubiera sido, es más que evidente que la llegada de los ingleses a Tenerife no podrá haberse publicado en el periódico de ese día, lo que nos obliga a concluir que, probablemente, Arrarás copió mal (de su misma escuela es De la Cierva) o a Bolín le flaqueaba la memoria hacia mediados de los sesenta (tenía 73 años cuando se publicó su libro y apenas faltaban dos para su muerte). Sin embargo, no deja de ser curioso que Gabarda en el 53, Bolín en el 67 y Arrarás en el 68 (no cuento a De la Cierva) coincidieran en el error; teniendo en cuenta que los tres eran fervientes franquistas, uno tiende a imaginar que ese día de retraso en la llegada a Santa Cruz pudiera responder a un ocultamiento intencionado. Se me dirá que Franco Salgado dice la verdad en el 56, pero lo hace sabiendo que sus memorias no serán publicadas hasta que su primo y él hayan muerto (ambos en el 75). En fin, probablemente, desvaríos míos.
En este tercer párrafo del artículo ya citado de Luís Gabarda Sitjar en el ABC del 27 de agosto de 1953 hay, creo, un error significativo que en un primer momento no identifiqué y por eso reproduje en el anterior post sobre la Clínica Costa. Dice el entonces Jefe de Sanidad Militar de la Comandancia de Canarias que la escena ocurrió el 16 de julio a las siete y media de la mañana. Supongo que esta página de ABC es la fuente que usa Ricardo de la Cierva para repetir el dato onomástico en el tomo I de su lujosamente editada "Francisco Franco, un siglo de España" (Editora Nacional 1973), autocalificada como "biografía crítica" pese a su marcado carácter hagiográfico. Dice Don Ricardo en la página 438: "A las siete y media de la mañana del 16 de julio, mientras Franco, su esposa y su hija se levantaban para asistir a misa en la iglesia del Pilar –como principio de la fiesta íntima más grata antes y después de 1936 para la familia, la Virgen del Carmen– el buen mayor Pollard repite una y otra vez su consigna Galicia saluda a Francia al doctor Gabarda en la cercana clínica Costa. Eran casi las únicas palabras españolas que conocía el turista británico y Gabarda finge no darse por enterado, ante la desesperación de su interlocutor. En aquel diálogo de sordos el doctor consigue captar algo sobre el avión que espera en Gran Canaria a un pasajero desconocido y da cuenta inmediatamente de todo al ayudante Franco Salgado, quien envía dos oficiales para que completen la información. Franco, avisado enseguida, comenta con José Antonio de Sangróniz, marqués de Desio, lo providencial de la noticia; el diplomático había llegado de madrugada a la isla –en el mismo barco que Pollard– como enviado de Orgaz y de los monárquicos de la Península..."
Después de leer el artículo del ABC busqué las referencias a este encuentro en algunos libros que sobre Franco y esos años tengo en mi casa. Lo cierto es que, desprevenido como estaba, no me percaté de que en su "Franco, Caudillo de España" (Grijalbo, 1994), Paul Preston data correctamente el episodio: "...Mientras tanto, a las 2 de la madrugada del 15 de julio, el elegante diplomático José Antonio Sangróniz apareció en la habitación del hotel de Pacón en Santa Cruz de Tenerife con noticias de los últimos acontecimientos y la fecha estipulada para el alzamiento. A las 7.30 de esa misma mañana, Pollard fue a la clínica, donde contactó con el doctor Luís Gabarda, un comandante médico que actuaba en nombre de Franco. Éste le dijo que regresara a su hotel y que aguardara a un emisario de Franco con sus instrucciones". Me hizo darme cuenta del gazapo una información que amablemente me hizo llegar don Francisco Toledo Trujillo, miembro de la Real Academia de Medicina de Tenerife, a la cual me había dirigido por si en sus archivos constara material sobre Gabarda, que perteneció a dicha institución. En el escrito que me remitió se dice que "la estancia del grupo inglés en Tenerife fue recogida, en Notas de Sociedad, por el diario La Tarde del 15 de julio de 1936; fecha ésta que viene a confirmar que llegó a Las Palmas el día anterior, es decir, el 14 de julio".
La conclusión de la frase anterior (que, según he podido comprobar más tarde, es de Miguel Ángel Cabrera Acosta en su libro "La Guerra Civil en Canarias") es incorrecta: que la noticia de la llegada de los viajeros ingleses a Tenerife apareciera en un diario vespertino no implica que hubieran llegado el día anterior sino, por el contrario, a primera hora de esa misma mañana, que era cuando efectivamente arribaba al puerto chicharrero el correillo de Las Palmas; y así, además, cuenta Gabarda que le dijo el propio Pollard. En todo caso, me llamó la atención que un periódico local hubiese dado noticia de la llegada de los británicos y fui a comprobarlo en la Hemeroteca del TEA, tal como conté en el post anterior. Y ciertamente es verdad que bajo el título de Notas de Sociedad y el más específico epígrafe de Viajeros, el diario de don Víctor Zurita, informaba al chismorrerío tinerfeño de entonces de que "han llegado de Las Palmas Mr. Y Miss Rallard, Miss Watson, don Francisco Alonso Jiménez, don Emilio Valle García, don Domingo Pereira, don Mariano Urota, son Rodolfo Schort, don Benito G. Martín, doña Nieves Rodríguez, don Luís Betancort y don Salvador Molina Pérez".
Me hace gracia que en el 36 el periódico trajera esta sección de Viajeros, demostrativa, a mi parecer, del aislamiento "psicológico" que debía sentirse en el archipiélago, además de, por supuesto, que las dimensiones tanto de la población como del flujo de viajeros eran muchísimo menores de lo que son en la actualidad. Me imagino que el jefe de redacción de La Tarde obligaría a darse el madrugón a alguno de los chavales que empezaban de meritorios en el periódico, y que éste, armado de lápiz y una libretita, se apostaría al pie de la escalerilla del vapor para abordar a los viajeros según pisaban la dársena. Los vapores de Transmediterránea que en esos años conectaban las Islas llevaban carga, correo y pasaje. Me pregunto si en ese barco que cruzó entre las islas en la noche del 14 al 15 de julio venían nada más que las doce personas cuyos nombres registró el reportero (y entre las que no consta el diplomático Sangróniz, como erróneamente afirma de La Cierva, pero ya volveré sobre eso), o es que sólo éstas aceptaron dar sus nombres. Tal como está redactada la "noticia" pareciera que se trata de la primera hipótesis (porque, si no, habría sido más correcto decir. Han llegado de Las Palmas, entre otros, ...) pero vaya usted a saber. Un amigo me ha comentado que él cree que eran los propios viajeros quienes anunciaban al periódico su llegada a la Isla, sin que nadie se lo preguntara. Me parece, sin embargo, poco probable pues no tiene mucho sentido que Pollard, que estaba viajando por motivos conspiratorios, anunciara de propia iniciativa su presencia; en cambio, si les preguntaban, lo más natural era que se identificaran con sus verdaderos nombres (aunque el periodista errara al transcribirlos) a salvo bajo sus tapaderas de turistas.
Francisco Franco Salgado-Araujo, el leal Pacón, en su libro "Mi vida junto a Franco" (Planeta, 1977), que aparece firmada el 16 de julio de 1956 (veinte años exactos después de aquellas fechas tinerfeñas), explica con toda precisión la cronología de los acontecimientos: "Al siguiente día, 14 de julio, me enteré de que el avión había llegado a Las Palmas con piloto inglés y pasajeros de esa nacionalidad. El propietario del avión, Mr. Pollad, se trasladó inmediatamente en el barco correo de Las Palmas a Tenerife para recibir instrucciones. Éstas debía dárselas una persona de nuestra absoluta confianza que no llamase la atención. Le indiqué a mi primo que nos podía servir con gran eficacia el comandante médico de Sanidad Militar, el doctor don Luís Gabarda, que tenía su clínica abierta en Santa Cruz. (De este modo nadie podía sospechar el significado de esta entrevista). Llamamos urgentemente a este doctor y buen amigo mío y le enteré de la delicada misión de confianza que se le encomendaba; la aceptó resueltamente, muy satisfecho de que se hubieran acordado de su persona. El inglés se debía presentar diciéndole: "Galicia saluda a la Francia". En efecto, el 15 de julio, Mr.Pollad, personaje más caracterizado del avión, se presentó al doctor diciéndole la consigna y éste le indicó que fuera al hotel Pino de Oro a recibir instrucciones. Inmediatamente el doctor Gabarda se fue a Capitanía General y me informó detalladamente de todo lo que había ocurrido. Franco designó al capitán de Estado Mayor, Señor Rodríguez ya citado, para que se entrevistase con dicho inglés y le instruyera acerca de lo que tenía que hacer. ..."
La divergencia de fechas entre dos testigos directos de los acontecimientos la resuelvo, como ya he dicho, en favor del asistente de Franco debido a la noticia periodística. Tantos años después es natural que Gabarda se equivocase; de hecho, me parece admirable que haya gente capaz de recordar con detalle sus vivencias pasadas y sólo me lo explico si es que guardan anotación de las mismas. Desde luego, como yo nunca lo he hecho, no podré escribir mis memorias y el mundo quedará ignorante de mis esclarecedores testimonios sobre tantos asuntos trascendentales de la historia reciente. En cambio, es sabido que Pacó llevaba un dietario y, en cambio, podemos suponer que el doctor Gabarda no. Echando la vista al pasado, es posible que, sabedor de que fue la noche del 16 al 17 cuando Franco y los suyos viajaron a Las Palmas, y recordando la ansiedad y aceleración psicológica que debía tener por aquellos tiempos, pensara que todo se concentró en un día vertiginoso, el 16, que empezó con él recibiendo por la mañana al emisario inglés (cuyo nombre, por cierto, escriben mal tanto Pacón como Gabarda).
Puede argumentárseme que, aún admitiendo que Pollard y las dos muchachas arribaran a Tenerife en la mañana del 15, no fueran a la clínica Costa hasta el día siguiente. Pero esa hipótesis, si bien ni imposible, no me resulta nada verosímil, salvo que imaginemos que Pollard llevaba un doble juego en ese viaje y aprovechó las primeras veinticuatro horas en la isla para misiones diferentes. Ya elucubraré con esas fantasías cuando escriba sobre el curioso y extravagante inglés, pero por el momento descartemos esa suposición y creamos lo que el británico le dijo al médico militar (que acababa de llegar en el correillo). Puestos a preguntarnos por las actividades de Pollard y "sus chicas" hagámoslo a partir de la entrevista del primero con el enviado de Franco en el hotel Pino de Oro: ¿Qué hicieron a partir de la media mañana del día 15 en que quedaron libres? ¿Cómo y cuándo salieron de Tenerife? Más intrigas sin resolver.
Todavía, en este aburrido post, debo citar un par de fuentes bibliográficas sobre el nimio asunto de la fecha: una primaria y otra secundaria. La primaria, que no he logrado todavía conseguir, es el libro de Luís Antonio Bolín "España, los años vitales" (Espasa Calpe, 1967), en el que quien se ocupó de conseguir el avión y organizar con todo detalle el plan narra la aventura. A esta obra se remite Joaquín Arrarás, el más famoso historiador oficial del Régimen, en el tomo IV de su "Historia de la Segunda República Española" (Editora Nacional, 1968). En ella nos dice que "El avión que había de trasladar a Franco desde Canarias a Marruecos aterriza en la tarde del 15 de julio en el aeródromo de Grando, en Las Palmas". Si así hubiera sido, es más que evidente que la llegada de los ingleses a Tenerife no podrá haberse publicado en el periódico de ese día, lo que nos obliga a concluir que, probablemente, Arrarás copió mal (de su misma escuela es De la Cierva) o a Bolín le flaqueaba la memoria hacia mediados de los sesenta (tenía 73 años cuando se publicó su libro y apenas faltaban dos para su muerte). Sin embargo, no deja de ser curioso que Gabarda en el 53, Bolín en el 67 y Arrarás en el 68 (no cuento a De la Cierva) coincidieran en el error; teniendo en cuenta que los tres eran fervientes franquistas, uno tiende a imaginar que ese día de retraso en la llegada a Santa Cruz pudiera responder a un ocultamiento intencionado. Se me dirá que Franco Salgado dice la verdad en el 56, pero lo hace sabiendo que sus memorias no serán publicadas hasta que su primo y él hayan muerto (ambos en el 75). En fin, probablemente, desvaríos míos.
CATEGORÍA: Personas y personajes
Este post no es nada aburrido. Es un ejercicio mental tremendo. Me refiero a los muchos apellidos. Aun así te sigo. Un beso
ResponderEliminarSiempre me han gustado las películas de intriga. Y Clark Gable queda muy favorecido disfrazado de aviador, aunque yo creía que se dedicaba más bien a lo que el viento se llevaba... En fin, que día más día menos, la sinópsis está muy lograda. Besos
ResponderEliminarhttp://www.tagoror.es/enciclopedia/es/media/d/d8/clarkgable.jpg