Main Street
Ya lo he dicho, pero para los que se hayan despistado, estoy en Main Street que significa, como es de sobra sabido, “calle principal”. Casi todas las poblaciones de los Estados Unidos tienen una calle con este nombre, especialmente las de pequeño tamaño. Todos tenemos en mente las main streets de los poblados que iban creando los pioneros en su marcha Hacia el Oeste, esa calle de tierra que no sólo era la principal sino prácticamente la única, donde estaba la oficina del sheriff y el salón, además de las restantes escasas tiendas de la naciente localidad. Hace años leí una novela de Sinclair Lewis que se titulaba así, Main Street (1920). Esta Main Street representa la calle principal de un pueblo del Medio Oeste americano a principios del siglo pasado, pero también el símbolo espacial del conservadurismo, de las fuerzas resistentes al cambio. Congruentemente, leo en la Wikipedia que Main Street representa los afanes de la gente común, de los propietarios de los pequeños negocios, por contraste con Wall Street que simboliza los intereses de las grandes corporaciones, del capitalismo más salvaje.
La concreta Main Street por la que estoy caminando debe remontarse a los orígenes de Bangor. Desde luego, su trazado ya aparece en el plano urbano más antiguo que he encontrado (1846). Y es que no creo que sea muy aventurado suponer que esta vía era la de acceso a la población desde el resto de Nueva Inglaterra, que quiere decir desde el Sur. La actual Main Street, en cuanto sale del perímetro urbano –digamos que a partir de que pasa por debajo de la interestatal 395 (circunvalación Sur, para entendernos)–, se convierte en la Main Road (o, si se prefiere, la carretera federal 1A) que va siguiendo el Penobscot hasta su desembocadura en la bahía del mismo nombre y el enlace con la U.S. Route 1 que recorre toda la costa atlántica estadounidense desde Cayo Oeste en Florida hasta Fort Kent en la frontera entre Maine y la provincia de Quebec. Parece razonable aumir que esta carretera (que también se llama Bangor Road, lo que refuerza la suposición) fuera por la que se accedía primero a la Plantación Kenduskeag y luego a la embrionaria ciudad que pasó a llamarse Bangor. Y, en efecto, los primeros tramos de la incipiente malla urbana de cualquier ciudad que surgiera mediante asentamiento más o menos espontáneo (ahora excluyo las “fundaciones” en base a planos preconcebidos), aprovechaban el trazado de uno de estos viarios de conexión “territorial”. Además, en Estados Unidos es frecuente que ese tramo de carretera que pasa a convertirse en calle –en la primera calle del pueblo naciente– se bautice precisamente con el nombre de Main Street. Todo parece indicar que este patrón se mantuvo en el caso de Bangor.
Ahora bien, como se ve en el fragmento del plano de 1846 que adjunto sobre este párrafo, el tramo “histórico” de Main Street es obviamente el más cercano al Kenduskeag; digamos que como mucho la calle urbana –antes de pasar a considerarse carretera– llegaría hasta el cruce con Railroad Street, que cerraba el eje de Broad y Front, las dos calles ribereñas con el Penobscot. Ese barrio, pegado al río, fue durante el XIX (y hasta bien avanzado el XX) el de las serrerías, las curtidurías, las fundiciones; también fue el espacio ocupado por el transporte, tanto las vías del ferrocarril como los embarcaderos. En estas áreas donde la ciudad se inclinaba hacia el río se localizaron las que hoy calificaríamos como “actividades molestas, insalubres, nocivas y/o peligrosas”. Y también, como era de esperar, aquí se hacinaron las clases trabajadoras, en gran medida los contingentes de origen irlandés que empezaron a llegar a la ciudad en la década de 1820. Los residentes de mayores recursos (los de origen puritano, no esos mugrientos papistas) procuraron alejarse del polvo de serrín, de los hedores y ruidos, de la inseguridad y la falta de higiene. Antes de que se inventara el zoning como justificación técnico-ideológica, en Bangor, como en muchas otras ciudades, se empezaron a producir en la práctica los procesos pertinentes de la segregación urbana.
Las clases trabajadoras, hacia el final del XIX, vivían hacinadas cerca del Penobscot. Los residentes de mayores medios procuraban alejarse de la congestión, suciedad y falta de higiene del centro urbano mudándose hacia la periferia. Polvo de serrerías, humos de las fundiciones, los malos olores de las curtidurías, y las epidemias de cólera empezaban en la parte de baja de la ciudad. El centro (downtown), donde pervivían los negocios “de calidad” y durante mucho tiempo residencias de clases medias y altas, se extendía por Main hasta el límite de Union Street; pero a medida que avanzaba el XIX (y entraba a raudales el dinero de la época dorada de la madera), la ciudad empezó a alejarse del río, extendiéndose en barrios unifamiliares con palacetes en los más eclécticos estilos arquitectónicos. Mientras entre el Penobscot y Main se localizaban mayoritariamente industrias, entre ésta y Union Street se trazaron las calles (First, Second, Sanford, Cedar, Parker) que conformarían la trama del barrio que se llamó West Side (aunque, en realidad, es más Sur que Oeste respecto del Centro). Estoy refiriéndome a todas las casas que se disponen detrás (hacia arriba) de esta primera línea de Main Street, pero sobre todo las que están más hacia el Norte.
Este tramo más alejado de Main en el que estoy se me antoja todavía muy desangelado. Son frentes de manzanas ocupados por edificios aislados retranqueados de la alineación y acompañados de amplias playas de estacionamiento. Un tipo de paisaje urbano habitual en las extensiones de las ciudades norteamericanas que no es nada “amigable”, desde luego no invita a pasear. Dejo atrás el nuevo auditorio, cruzo Buck Street y me encuentro el feo edificio de ladrillo de la compañía de seguros que patrocina aquél (Cross Insurance). A continuación el inevitable parking, la pequeña calle Lincoln y una antigua vivienda de madera reconvertida en pizzería a la que han construido delante un pequeño paralelepído de una planta que es un local de una famosa cadena de bocatas (Subway). Luego otra área de aparcamiento que tiene detrás un taller mecánico junto a una isnatlación de lavado automático de coches. Cruzo la siguiente transversal –ésta es Larkin– y, cómo no, aparece un pequeño edificio del omnipresente MacDonald. Me acuerdo ahora de lo que me dijo una vez un amigo norteamericano, que uno de cada diez de sus compatriotas había trabajado alguna vez en esta cadena de hamburguesas. Son casi las siete de la tarde y tengo hambre. La verdad es que comerme una BigMac va contra mis más sagrados principios pero, como diría Groucho, tengo otros. Así que hagamos un alto para llenar el estómago.
Curiosamente, parece que el nombre más común de calle en los EEUU es Second Street, como se indica en el siguiente enlace. Main es el séptimno.
ResponderEliminarhttp://www.nlc.org/most-common-us-street-names
Curioso sí. Aunque en esa misma web aclaran que las calles East Main Street se cuentan separadas de las West Main Street, de modo que, si sumáramos las que hay de estas dos, a lo mejor Main subiría puestos en el ranking.
Eliminar¡Ostras! ¡Si me he perdido cosas que llevas un mes en Bangor! Me es imposible leer todas tus aventuras, ¡ni siquiera en diagonal! Un apunte: yo llamaría en castellano a Main Street Calle Mayor y no principal. ¡Saludos!
ResponderEliminarNo re preocupes, no son aventuras muy apasionantes. Y sí, me parece que la traducción adecuada sería "calle mayor"; en todo caso, no estaba tanto buscando su equivalete en castellano cuanto diciendo que el nombre deriva del carácter de calle principal del núcleo urbano.
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