jueves, 26 de octubre de 2017

El efecto Mandela

Nelson Mandela salió de la cárcel en 1990 y en 1994, al frente de su partido, el Congreso Nacional Africano, ganó las elecciones generales y fue el presidente de Sudáfrica hasta junio de 1999, para luego retirarse de la política; murió en diciembre de 2013 a la edad de 95 años. Seguro que los datos que acabo de escribir son conocidos por prácticamente todos. Ahora bien, resulta que un número importante de personas recuerda que Mandela murió en la cárcel durante los ochenta. Por lo visto, la que parece que descubrió / inventó este curioso asunto fue Fiona Broome, una bostoniana residente en California que se dedica a la investigación de fenómenos paranormales, en particular los que suceden en los ámbitos más cotidianos. Esta mujer, que ya es talludita (dice en su web que lleva más de cuarenta años en estos menesteres), creo una página web en agosto de 2010 (mandelaeffect.com) dedicada precisamente a este asunto y los relacionados. Su primer artículo se titulaba justamente “¿Murió Nelson Mandela en la cárcel?” y en él cuenta que eso era lo que ella pensaba, pensaba que lo recordaba con claridad: las noticias sobre su funeral, imágenes de duelo en Sudáfrica y también de algunos disturbios, el emotivo discurso de su viuda … Luego, se enteró de que estaba vivo y su reacción, bastante natural, fue pensar que habría confundido alguna noticia, que mezclaba algún sueño, que se había equivocado, en suma. No volvió a darle vueltas al asunto hasta que estando en la DragonCon (una convención anual que se celebra en Atlanta dedicada a la ciencia ficción) alguien comentó que muchas personas creían recordar lo mismo que ella. Entonces se puso a investigar y se sorprendió al comprobar que, en efecto, había muchos que tenían exactamente los mismos falsos recuerdos sobre la muerte de Mandela. Pero no solo eso: resultó que había también unos cuantos otros asuntos sobre los que también grupos relativamente numerosos de personas desconectadas entre sí también tenían idénticos falsos recuerdos. Así, Fiona pasó a acuñar el término efecto mandela que se definiría como un conjunto de recuerdos compartidos por varias personas de algún suceso pasado que está históricamente documentado en esta realidad (que no ha ocurrido, vamos). Por cierto, hay otra mujer –se hace llamar Starfire Tor– que reivindica ser quien descubrió este fenómeno y que Fiona Broome le robó su autoría.

Curioseando en la web de la Broome me entero de unos cuantos de estos supuestos recuerdos falsos. Así hay gente que tiene recuerdos de que determinados ámbitos geográficos estaban situados en posiciones distintas a las “actuales” como, por ejemplo, Sri Lanka, el antiguo Ceilán; parece que bastantes recuerdan con mucha nitidez que esta gran isla estaba justo al Sur de la India y no al Sueste. Otro asunto curioso es la famosa escena del hombre solitario que se plantó desafiante frente a una columna de tanques en la Gran Avenida de la Paz Eterna a poca distancia de la plaza de Tiananmen, durante las revueltas de junio de 1989 contra el régimen de Deng Xiaoping. Seguro que nos acordamos de aquellas imágenes, un video que se reprodujo repetidas veces en todas las cadenas de televisión. Para quien lo haya olvidado, puede verlo bajo este párrafo y ya le advierto que hay muchos otros en Internet. Como puede comprobarse, tras unos minutos impidiendo el paso de los tanques (incluso tras subirse a uno y hablar con el conductor), dos personas vestidas de civil se acercaron hacia él y se lo llevaron sin que aparentemente opusiera demasiada resistencia. Hay que decir que a la fecha, veintiocho años después, no se sabe quién fue ese tipo, todo un símbolo de resistencia pacífica. Pero a lo que nos importa: parece que un mogollón de personas (americanos, sobre todo) aseguran tener recuerdos claros de cómo el primer tanque siguió su marcha y arrolló al héroe anónimo; incluso dicen que guardan imágenes de la sangre sobre la calzada. A esta gente le cuesta una barbaridad admitir que se trata de un recuerdo falso porque, como es natural, les impresionó tanto la brutalidad de la escena que se les grabó a fuego en la memoria.



Como ya he dicho hay bastantes ejemplos más de estos falsos recuerdos que se agrupan bajo la etiqueta del efecto Mandela. Por lo visto, una de las “explicaciones” al fenómeno es que se trata de fallos en la “impermeabilidad” de los universos paralelos, que hacen que algunos recuerden acontecimiento que han ocurrido, sí, pero en otra línea temporal. O sea, en uno de los ¿infinitos? universos paralelos Mandela murió en la cárcel, en efecto y quienes estábamos vivos en los ochenta y seguimos viviendo lo recordamos en ese universo paralelo, pero la versión de nosotros que siguió viviendo en esta línea temporal debería haberlo olvidado o, mejor, dicho, no debería recordarlo porque nunca ocurrió. Muy sugerente para la trama de una novela de ciencia ficción, pero la verdad es que no termina de convencerme. Entre otras razones de más peso porque la práctica totalidad de esos falsos recuerdos que recopila Fiona Broome en su web se refieren a sucesos tan nimios sin apenas trascendencia histórica. Nadie “recuerda”, por ejemplo, que Hitler bombardeara París o que Kennedy disparara misiles nucleares durante la crisis cubana. Admito que el que Mandela muriera o no en los ochenta tiene suficiente relevancia como para que la historia de la humanidad en ese otro universo pudiera ser significativamente distinta de la que nos ha tocado. Pero a cualquiera pueden ocurrírsele variaciones históricas de mucha mayor enjundia que –¿por qué no?– tendrían también que haber ocurrido en algún universo paralelo. Pero de esas variaciones no se “acuerda” nadie, lo cual no deja de ser sospechoso. Hay que añadir que, por supuesto, hay quienes explican este fenómeno en base a argumentos conspiratorios; es decir, que unos tipos malvados y poderosos están manipulando los hechos y nuestros recuerdos. No digo que no haya conspiradores pero me cuesta dar por bueno que gastan sus energías en cambios tan tontos como los que se relacionan en la web de Broome.

Aún así, esto del efecto Mandela me ha resultado intrigante: ¿cómo es posible que un número alto de personas sin contacto entre sí compartan recuerdos comunes y detallados de sucesos que no han ocurrido? Pero, claro, que no tenga (ni haya encontrado) ninguna respuesta satisfactoria no quiere decir que haya de creerme las explicaciones de fallos cuánticos o conspiraciones misteriosas. Lo cierto es que hasta la semana pasada en que me habló del tema un amigo peruano desconocía completamente la existencia del fenómeno. Lo curioso es que no hacía mucho, Lansky, en un post del pasado junio, me había hecho recordar una novela de Ursula K. Le Guin en la cual el protagonista tiene sueños que cambian el pasado y, al despertar, todos creen que el pasado fue como aquél lo soñó. Digamos que George Orr (así se llama el personaje), mientras dormía, se trasladaba entre los distintos universos paralelos (llevándose con él a todos sus contemporáneos). Cuando la gran Le Guin escribió esa novela (La rueda celeste, 1971) nadie había reportado aún el efecto Mandela, dicho sea de paso.

7 comentarios:

  1. Lo encuentro vinculado a tu post "escala en Barbados". Creo que una historia, y una buena historia mejor aún, es mucho más recordable que hechos inverosímiles, confusos o aburridos.
    Es posible lo de los universos paralelos que se tocan un ratito, pero la explicación de cómo procesamos recuerdos me parece más convincente.

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    1. Me disgusta ser tan torpemente topológico, pero si los universos son paralelos, no se tocan, y, si se tocan, es que no son paralelos...

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    2. Más que topológico, te noto un tanto tiquismiquis, Vanbrugh. En teoría son paralelos, pero en la hipótesis explicativa de este "efecto mandela", el paralelismo se quebraría ocasionalmente para permitir cruces de distintas líneas paralelas.

      O, a lo mejor, no son paralelos; total o deja de ser una manera de llamarlos.

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  2. Es la primera vez que oigo hablar de este curiosísimo fenómeno. Quizás no venga a cuento, pero debo decir que yo he experimentado más de una vez uno remotamente parecido, en mi modesta escala personal: releyendo una novela, años después de la primera lectura, me he visto sorprendido por el desenlace, completamente distinto del que creía recordar. Mi explicación -que recuerdo el que imaginaba mientras la leía por primera vez- quizás sea exportable al efecto Mandela. Quienes lo sufren, pienso, recuerdan lo que creyeron que iba a pasar, y no lo que realmente pasó, y ello porque, como bien apunta Chofer, sus imaginaciones les resultan más verosímiles, claras y satisfactorias que la realidad, que tiende con demasiada frecuencia a no ser ninguna de estas cosas.

    No me extrañaría nada que dentro de unos años haya grandes cantidades de catalanes que recuerden con toda claridad cómo el 26 de Octubre de 2017 Puigdemont proclamó gallardamente la República Catalana Independiente.

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    1. Tu explicación parece verosímil. Ahora bien, ignoro el grado de coincidencias y el número de éstas en los recuerdos falsos. Ahí radicaría, a mi juicio, que tu explicación sea válida o no se sostenga.

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  3. Vaya por delante que he luchado contra mis deseos iniciales de escribir comentarios sarcásticos acerca de la tal Fiona Broome, porque por su profesión y que frecuente convenciones de ciencia-ficción (y mira que a mí me gusta este género), bien poco me extraña que recuerde cosas que nunca ocurrieron.

    Dicho eso, sí conocía el efecto Mandela, no bajo ese nombre pero sí el propio fenómeno. He podido constatar casos de "recuerdos falsos", algunos muy populares, aunque no de hechos históricos sino de trivialidades como cuándo apareció una película o si en un videojuego aparecía o no cierto personaje. Un caso más serio es el de una familiar que creía a pies juntillas que Felipe González fue uno de los que se permaneció de pie durante el intento de golpe de estado de Tejero. Si encontrara más gente que creyera lo mismo, sería el mismo caso.

    Diría que puede ser una modalidad de la leyenda urbana, como demuestra cierto gusto por el dramatismo barato. Los hechos históricos son también carnaza de las teorías de la conspiración ("Hitler está vivo en Sudamérica") y varias de estas versiones se aceptan acríticamente. Sobre el recuerdo falso, es más probable que la memoria les haya jugado una mala pasada y estén confundiéndose con algún otro hecho que pueda estar relacionado: la noticia de algún otro activista político, menos popular, este sí muerto en la cárcel; algún atropello violento.

    Como dice Chófer Fantasma, el proceso de recuerdos tiene estos errores conocidos.

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    1. Sí, lo de que la casi totalidad de los recuerdos falsos sean trivialidades decepciona bastante.

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