jueves, 28 de diciembre de 2017

Els Segadors

Imagino que la mayoría de quienes no son catalanes desconocen la letra de Els Segadors, el himno de esa Comunidad Autónoma. Yo la conocí hace ya algunos años, motivado por uno de mis frecuentes arrebatos de curiosidad, esa vez enfocado a las canciones patrióticas para tratar de descubrir los denominadores comunes de sus letras. Cuando la leí me causó una desagradable desazón por su nacionalismo agresivo. Otros himnos ensalzan los valores, bellezas o cualesquiera otros aspectos positivos de la patria. Éste, sin embargo, es una proclama amenazadora contra los enemigos, a los que anima a expulsar para que Cataluña, triunfante, vuelva a ser rica y plena. Pero, como no quiero que nadie se base solo en mi opinión, en el audio que adjunto a continuación puede leerse la transcripción de la letra y su traducción.


Los segadores de los que habla el himno son los que el 7 de junio de 1640, día del Corpus entraron en Barcelona y protagonizaron la revuelta conocida como del Corpus de Sang que tuvo aterrorizada a la capital catalana durante tres días. Como trataré en un próximo post, a mi modo de ver, ese episodio histórico no es precisamente algo de lo que deberían sentirse orgullosos los nacionalistas, aunque no pocos de sus historiadores lo consideran uno de los hitos constitutivos de la nación. En todo caso, la historia del himno es –como la de  casi todos los símbolos nacionalistas– una reconstrucción relativamente moderna, cuyos elementos están hechos en su mayor parte de pastiches falsificados. Parece que el texto original fue un romance compuesto contemporáneamente a la revuelta para dar noticia de los sucesos y llamar al pueblo catalán a que se alzara en armas al inicio de la guerra dels segadors. Ese romance, de mediados del XVII, se fue transmitiendo de forma oral hasta que el eminente filólogo Manuel Milà i Fontanals (1818-1884) lo transcribió en su Romancerillo catalán (1882). Si ese romance era originalmente cantado se desconoce cuál era la melodía. En cuanto a la letra, la original era bastante distinta que la que se canta en la actualidad, mucho más larga, con varias alusiones religiosas y bastante menos “patriótica”.

En 1891, Francesc Alió, uno de los impulsores del “catalanismo musical”, publica Cançons populars catalanes, donde recoge veintitrés canciones con acompañamiento de piano, compuestas al objeto de ser interpretadas en los salones de la floreciente burguesía finisecular. Entre esos temas se encuentra la musicalización de Els Segadors –el texto de Milà–. Parece que la melodía provenía de otra canción campesina, ésta de corte erotico, que entonaban los payeses en las tareas agrícolas. Incluso, en los últimos años, se ha apuntado que la música que adoptó Alió de la canción festiva podría a su vez derivar del himno hebreo Ein K'Eloheinu ("No hay nadie como nuestro dios") que se entonaba como plegaria al final del shacharit, la oración matinal judía. Esta melodía parece datar del siglo XV, es decir dos centurias anterior a los sucesos del Corpus de Sang. En fin, lo importante es que en la última década del XIX, en el ambiente de la Renaixença y los enfervorizados inicios del catalanismo, aparece un primer himno que enseguida será interpretado por L'Orfeó Català, la sociedad coral creada por las mismas fechas con la intención de instaurar e impulsar un movimiento musical propio de Cataluña.

A partir de entonces, la canción se empezó a popularizar en ambientes catalanistas. Por lo visto, a su difusión contribuyó mucho la letra belicosa y, en cierta medida, antiespañola; parece que los más radicales de los catalanistas de aquella primera ola solían silbar la melodía en las estaciones de tren, especialmente cuando llegaban o se iban ministros de la monarquía alfonsina. Sin embargo, el texto de Milá, como ya he dicho, no era del todo adecuado para alcanzar el éxito completo. Probablemente por eso, el 10 de junio de 1899, la Unión Catalanista convocó, a través de las páginas de la revista La Nación Catalana, un concurso para premiar «la mejor composición en verso que, simbolizando en valientes estrofas las aspiraciones nacionalistas de Cataluña, se adapte bien a la melodía popular conocida con el nombre de Els Segadors», transmitiendo «los deseos que siente Cataluña de reconquistar su personalidad perdida y que con su esfuerzo la libren del yugo que hoy sufre». El propio enunciado del concurso deja bastante claras las intenciones de los promotores, así como que el sentimiento de los catalanes (de algunos, al menos) de estar oprimidos no es nada nuevo. El texto ganador –que es el del actual himno oficial de Cataluña– fue obra de Emili Guanyavents, un tipógrafo muy singular porque, además de catalanista, era anarquista (recuérdese que el movimiento anarquista español tuvo en Cataluña su foco más importante y activo). Este Guanyavents, nacido en 1860 y por tanto aún joven cuando obtuvo el premio, tuvo larga y fecunda carrera en la vida cultural catalana (murió en 1941 en Barcelona, su ciudad natal, así que le dio tiempo de verla derrotada y ocupada por el franquismo).

La composición de Guanyavents no gustó a todos, desde luego. Incluso no pocas voces del ámbito del catalanismo manifestaron su desagrado con el tono agresivo de la canción –entre ellos, nada menos que Valentí Almirall, quien calificó el himno de “canto de odio y fanatismo”–. De hecho, hasta la Guerra Civil había otras canciones que quizá fueran más estimadas por los dirigentes catalanistas, pero es verdad que Els Segadors, precisamente por su letra amenazadora contra quienes “encadenan” a Cataluña, era de las preferidas por el pueblo. Es ilustrativo comparar el texto del vigente himno con el del Cant de la senyera, del poeta Joan Maragall, uno de los que con más insistencia fue propuesto en aquellos años como alternativa. Mientras Maragall enarbola la bandera como señal de hermandad y libertad, Guanyavents la convierte en hoz con la que segar cadenas y expulsar a “esta gente tan ifana y tan soberbia”. El caso es que, por las razones que sean (yo apuesto por la agresividad de la letra), durante el Tardofranquismo y los inicios de la Transición, Els Segadors se convirtió de facto en la canción de quienes reclamaban la recuperación de la autonomía catalana. En la multitudinaria Diada de 1977 (la segunda que pudo ser celebrada tras la muerte de Franco) se confirmó su primacía. Aún así, habría de esperarse al 25 de febrero de 1993, fecha en que por Ley del Parlament, Els Segadors fue declarado himno oficial de Cataluña (eran aún los tiempos de Pujol).

16 comentarios:

  1. Algo había oído y había pensado que la letra podía estar inspirada en La marsellesa, que tampoco es que sea Noche de paz... Y ya se sabe cómo tratan los franceses a las lenguas no estatales.

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    1. No, La Marsellesa es de 1792 y tenía por finalidad enardecer a las tropas revolucionarias francesas contra los prusianos. Desde luego, su letras es terrible, peor incluso que la de Els Segadors.

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  2. Pocos (¿ninguno?, cosa de investigar)himnos patrioticos se salvan cuando se analizan sus letras (al respecto menciono la tronchante versión de Les Luthiers: himno a la derrota o marcha patriótica); en fin, mal de muchos consuelo de tontos, pero sin enorgullerme me alivia que el himno español se haya librado, hasta la fecha, de tener letra...

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    1. Perdimos, perdimos, perdimos .... ¡otra vez!

      Ahora, si bien casi todos (¿o todos?) los himnos tienen letras insalvables, el punto sobre el que quería llamar la atención en este post era el de la singular agresividad del himno catalán. Tengo a medias un post en el que muestro que, al menos en relación a España, tal agresividad no tiene parangón.

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    2. El cachondo de García Calvo compuso una letra para el himno de Madrid, que no conoce ni su padre, que era bastante salvable("¡Viva mi dueño! Que solo por ser algo soy madrileño", decía, entre otras agudezas). No agredía a nadie, no amenazaba a nadie ni se quejaba de nadie, y hacía, en cambio, algunas consideraciones inteligentes. No cuajó, claro. Una letra de himno tiene que ser elemental, simplona y, a ser posible, agresiva. Las consideraciones inteligentes no son aptas para ser coreadas.

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  3. Por cierto, uno de los mejores poetas catalanes, hoy algo olvidado, Josep Carner, tiene un largo poema titulado ‘Bélgica’ “(Si mi destino fuesen las tierras extranjeras, me agradaría envejecer en un país donde la luz se filtrase cual sonrisa amarilla, grisácea,... etc.” Adecuado para ser declamado en su lengua original, el catalán, por el que ya suponéis.

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    1. Conocía a Carner, pero poco. Desconocía este poema que tu comentario me ha permitido descubrir y disfrutar entero. Habrá que suponer que Puchi lo habrá leído (a un president hay que exigirle unos mínimos conocimientos de la cultura de su país) y le haya hecho meditar. Carner murió en Bruselas a los 86 años y este poema lo escribió con 68; ya llevaba 61 años exiliado en Bélgica y allí seguiría hasta la muerte. Claro que, aparte de las similitudes, hay una clara diferencia entre ambos personajes: Carner no pudo volver a España (Cataluña) por mantenerse fiel a la República española derrotada, Puigdemont no puede volver por ...

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  4. Feliz año nuevo. Seguiremos en contacto.

    Antoni.

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  5. Y como dijo en otra entrada Miroslav, pocas secesiones han sido pacíficas o consecuencia de debates moderados, sólo la disolución de Checoslovaquia puede ostentar ese honor.

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  6. Dice mucho sobre los himnos que, puestos a elegirles letra, acabe siempre ganando la más iracunda y sanguinaria. Bueno, en realidad no dice sobre los himnos, claro, que los pobres no tienen la culpa de nada: dice sobre quienes los usan, y sobre para qué los usan. Me uno al alivio de Lansky sobre la falta de letra de la Marcha Real, aunque me inquieta que la presión futbolera acabe imponiéndole una, para satisfacer el prurito entonante de nuestros aficionados. A saber qué le hacen decir.

    Me ha inspirado curiosidad la alusión al Ein K'Eloheinu, y lo he buscado en YouTube: no tiene el menor parecido con Els Segadors, más allá de que ambos están en Mi menor, ni creo que exista la menor posibilidad de que tengan un origen común. También la Marcha Real y La Marsellesa están en la misma tonalidad, Do Mayor, y a nadie se le ha ocurrido pensar que tengan en común ninguna otra cosa que esa. Al fin y al cabo, no hay más que veinticuatro posibles tonalidades...

    Los himnos suelen estar en tonalidades mayores, por cierto, que son briosas y entusiastas. Las menores, més tristonas y plañideras, en principio parecen menos apropiadas para enaltecer multitudes. A menos que se trate de una multitud a la que la que el hecho de estar triste le haga sentirse enaltecida. Patriotismos victimistas versus patriotismos victimarios. Triste elección...

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    1. Mi pésimo oído musical (sumado a mi ignorancia) me hace imposible cuestionar tu opinión sobre el escaso parecido entre la melodía judía y Els Segadors. Por lo visto, ese "descubrimiento", que tuvo cierta repercusión mediática en Cataluña, es relativamente reciente, y me he limitado a citarlo.

      Lo que me ha resultado muy interesante es tu último párrafo: "Los himnos suelen estar en tonalidades mayores, por cierto, que son briosas y entusiastas. Las menores, més tristonas y plañideras, en principio parecen menos apropiadas para enaltecer multitudes. A menos que se trate de una multitud a la que la que el hecho de estar triste le haga sentirse enaltecida. Patriotismos victimistas versus patriotismos victimarios. Triste elección..." Ciertamente tiene toda su lógica y casa con la tendencia victimista del nacionalismo catalán (la Diada es la celebración de una derrota, Espanya ens roba, etc). Sin embargo, la paradoja es que la letra es bastante agresiva, victimaria en vez de victimista.

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    2. "Enardecer". Esa es la palabra que quería usar (la leo en uno de tus comentarios superiores), y no "enaltecer", como efectivamente escribí. (Es lo malo de comentar cansado y a última hora, se dicen más tonterías que de ordinario). Las tonalidades mayores enardecen, las menores compadecen, se afligen, evocan... En líneas generales, claro, y dentro de lo sutiles, inefables, personales e intransferibles que son siempre las emociones suscitadas por la música.

      La "paradoja" del himno catalán, el contraste entre la tonalidad menor, mansa y tristona, y la letra agresiva, me parece un buen resumen de lo que es el nacionalismo catalán. Todo ello a partir de un episodio histórico remoto, reconstruido y reinterpretado, para mayor fidelidad a lo que el himno representa.

      ¡Qué regocijante resulta escuchar cantar Bon cop de falç! a una asamblea de apacibles burgueses, que no han visto una hoz ni de lejos en su vida y que saldrían corriendo a escribir indignadas cartas a los periódicos si vislumbraran la menor probabilidad de tener que empuñar una!

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    3. No me resisto a añadir unas observaciones sobre el asunto de las tonalidades. Como se explica en esta página, durante el Romanticismo hubo quien pretendía que cada tonalidad transmitía un estado de ánimo específico. A mí semejante teoría me suena, nunca mejor dicho, a música celestial, fundamentalmente porque un oído normal puede distinguir si una tonalidad es mayor o menor -suenan claramente distintas, como malamente traté de contar aquí- pero solo quienes tienen oído absoluto son capaces de saber, sin la referencia de un diapasón o de un instrumento cualquiera, si una tonalidad mayor es Do, Re sostenido, La bemol o cuál rayos; y lo mismo con las menores. Pero parece que hubo quien se tomaba en serio la teoría, y hasta quien compuso teniéndola en cuenta. Según ella, por ejemplo, la tonalidad de Do Mayor -la de La Marsellesa y la Marcha Real española- tiene una personalidad "Alegre, guerrera, completamente pura. Su carácter es de inocencia y de simplicidad". Mientras que la tonalidad de Mi menor -la de Els Segadors- es "afeminada, amorosa y melancólica". Ya ven ustedes.

      En fin, lo cierto, como les digo, es que una música compuesta en una tonalidad mayor puede ser traspuesta a cualquiera de las otras doce mayores y sigue sonando exactamente igual, solo más alta o más baja, pero sin ninguna otra modificación apreciable al oído normal (como si colocas el mismo dibujo en la parte alta del papel o en la baja, que sigue siendo el mismo dibujo, más arriba o más abajo); y, una vez más, lo mismo sucede con una música compuesta en una tonalidad menor. De manera que en mi opinión la tal teoría entra por completo dentro del campo de las tonterías lírico retóricas de las que tan frecuentemente se contamina la música.

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  7. Pero es que, además, el himno de Cataluña no se compuso como resultado de ninguna revolución sino que, para afirmar el sentimiento nacional, se evocó una revolución de dos siglos y medio de antigüedad.

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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