Fechas capicúas
–Pensaba hace un rato que vivimos el 2002 y el 1991 sin casi darnos ni cuenta de que eran años capicúas. ¡Hemos vividos dos años capicúas! Eso no le ha tocado a muchas generaciones. El anterior fue el 1881. ¿Cuántos de los que en esa fecha eran conscientes de que se trataba de un año capicúa han repetido la experiencia en el 91? Seguro que ninguno, o menos de diez a lo sumo. Y hasta el 2112 no viene el siguiente. Para entonces, todos muertos. Somos una generación con suerte.
–¡Qué chorrada! Durante el siglo primero, cualquiera podría vivir la tira de años capicúas. Por ejemplo, uno que hubiera nacido en el año 11 y muriera en el 101, con 90 años, habría vivido diez capicúas. ¡Oh, qué excepcionales esas generaciones! Hasta el año mil, cada siglo tenía diez capicúas, ¿qué te parece? ¿Que eran seres extraordinarios?
–No es lo mismo, es demasiado fácil con años de dos o tres cifras. Pero a partir de las cuatro, la distancia entre dos capicúas son demasiados años ...
–Sí, 110, para ser exactos.
–Pues eso, ciento diez años, más que una vida humana. Sólo uno por siglo. En cambio, sólo once años entre los dos últimos.
–¿Y qué? Once es la diferencia entre dos capicúas en los cambios de siglo hasta el año mil, y once es también la diferencia que habrá entre los dos capicúas consecutivos en los cambios de milenio hasta el año 10.000. Y no vayas a creer que es un valor mínimo; el primer año del pasado milenio, el 1001 (no el mil como creyeron los apocalípticos de entonces) era capicúa y sólo habían pasado dos años desde el anterior. E igual tiempo pasará cuando lleguemos al primer capicúa de cinco cifras.
–Jo, ya me has chafado. Yo que pensaba qué éramos especiales ...
–Si lo que buscas es ser especial, podrías fijarte en las cifras ordinales de los días en vez de en las de los años. Por ejemplo, hoy 24 de noviembre de 2009 sería el día 733.750, en la convención de que el primero es el 1 de enero del año 1.
–No se me había ocurrido. Pero es que, claro, normalmente no sabemos el ordinal en días de una fecha. Es complicado.
–Bueno, no tanto. Basta con prepararse un algoritmo que te convierta la fecha de nuestro sistema habitual de notación al ordinal "absoluto". Hay que tener en cuenta los años bisiestos y los distintos días de cada mes. Con una excel se hace en poco rato; mírala.
–¿Y te dedicas a buscar curiosidades numéricas?
–De vez en cuando lo hago. Por ejemplo, algunas relativas a los capicúas que tanto te llaman la atención y que nos conciernen. Tu madre, por ejemplo, nació el 5 de junio del 65 que es el día 717.507. Pues resulta que la fecha de su capicúa, el 705.717, corresponde al 23 de febrero de 1933 y ... ¿a que no sabes que pasó ese día?
–Nació el abuelo. ¡Qué casualidad! Es increíble, eso tiene que significar algo ...
–Bueno, ha habido muchos que han buscado significados más o menos esotéricos en los números. De hecho, la numerología, entendida como la disciplina que establece relaciones entre los números y la realidad, fue muy popular en la antigüedad y todavía hoy existen bastantes que se la toman en serio. Pero no creo que sea más que un divertimento; se trata de encontrar relaciones curiosas en las que basar explicaciones significativas. A ese respecto, son llamativas las aplicaciones a las teorías espiritualistas de almas que se reencarnan y similares. Por ejemplo, un alma se encarna en una persona en su fecha de nacimiento y vuelve a reencarnarse en la fecha capicúa para vivir una especie de vida complementaria.
–En el caso de mi madre y mi abuelo, no funcionaría porque ella no puede ser su padre reencarnado.
–No, claro. No sé que cómo lo explicarían los zumbados de los capicúas. Pero fíjate en mi caso, que también resulta muy curioso. Nací el 3 de diciembre del 57 que es el día 714.766. Pues bien, el 667.417 corresponde al 15 de abril de 1828 que, tachán, es la fecha de la muerte de Francisco de Goya. ¿Qué te parece?
–Los numerólogos dirían que eres la reencarnación de Goya y que tu vida ha de complementar la suya. Tiene así más lógica, ¿no? El nacimiento es también el complementario a la muerte.
–Bueno, bueno ... Con esa teoría, Goya sería a su vez la reencarnación de alguien que hubiera muerto en el capicúa de la fecha de su nacimiento. Déjame que vea ... Nació el 30 de marzo de 1746 que es el día 637.450, cuyo capicúa es el 54.736. Pues habrá que buscar a alguien que haya muerto el 10 de noviembre del año 150. Fíjate, el siglo II, el año, según dice la wiki, en que Ptolomeo completó su atlas.
–Pues es divertido ... Podemos ir enlazando muertes con nuevas vidas en una especie de cadena de los seres humanos a lo largo de la historia. Tu cadena, desde luego, tiene un eslabón de lo más brillante con Goya.
–Sí, es divertido, pero cuidado ... Porque los enlaces no son en un mismo sentido temporal. El jueguecito de los capicúas te lleva de adelante hacia atrás y viceversa. El tipo que antecedería a Goya sería también el complementario de otro, ¿verdad? Venga, vamos a inventarnos una fecha de nacimiento para este desconocido.
–A ver, digamos que tenía 57 años cuando murió. Nacería, por tanto, en el año 93; pongamos el 12 de septiembre. Según tu excel esa fecha corresponde al 33.858.
–Cuyo capicúa es el 85.833 o, para usar seis cifras, el 858.330. Nos vamos a la nochevieja del año 235 o a la nochebuena del año 2350 (curiosas coincidencias festivas). En cualquiera de ambas posibilidades, el antecedente de nuestro hombre muere después de que nazca en quien ha de reencarnarse.
–A lo mejor es que esa fecha que nos hemos inventado es incorrecta.
–Que no, hombre, que no. Que los capicúas te hacen pendular en el tiempo. Baste un solo ejemplo para que lo veas. Quien haya muerto hoy tendría que reencarnarse el 24 de diciembre del año 157 (vaya, otra vez el siglo 2 y otra vez nochebuena).
–Es que el tiempo es circular; no hay ni antes ni después ...
–Sí, puedes elucubrar desde esa hipótesis. Ya puestos, busca convergencias en las alternancias de fechas capicúas. A lo mejor descubres algunas leyes ocultas que explican los arcanos de la historia.
–El mito del eterno retorno, ¿no? Pues lo voy a hacer. Voy a jugar un rato con tu excel, a ver si descubro más curiosidades. Empezaré conmigo mismo. ¿En qué fecha murió (o morirá) del quien soy reencarnación?
–Pues vas a llevarte una sorpresa. Naciste el 25 de mayo del 90 que, atención, es el día 726.627. Eres ejemplar único, hijo.
CATEGORÍA: Ficciones
No puedo evitar ser racionalista y lógico. (Curioso para un creyente ¿no? Pues no tanto, en realidad es la única forma posible de serlo; así te aseguras de no creer tonterías demasiado gordas).
ResponderEliminarEn este caso mi lógica racionalista me dice que, siendo totalmente arbitraria y aleatoria la fecha que se toma como inicio (no sabemos cuándo nació Jesús, quien lo calculo para fijar el año 1 lo calculó mal, incluso aunque conociéramos el año exacto -y no es así- seguiríamos desconociendo la fecha y, en cualquier caso, hay una gran parte de la Humanidad para quien la figura de Jesús, y por tanto su fecha de nacimiento, son perfectamente irrelevantes) siendo arbitrario el punto inicial del cómputo, decía, cualquier relación entre los números que de él se derivan es igualmente arbitraria, aleatoria y, en definitiva, insignificante.
En la misma línea: de nada les sirvió a los que vivieron en los primeros siglos de nuestra era tener tantos años capicúas a su alcance, porque ellos no contaban aún los años como nosotros. Un ciudadano, por ejemplo, que naciera en el 121 jamás lo supo, se pasó toda la vida, si era europeo, seguro de haber nacido en el 873 de la fundación de Roma.
O estableces con cierta seguridad la fecha exacta del Big Bang, o tus relaciones numéricas son perfectamente irrelevantes. Mira que siento este comentario tan antipático.
Yo no sé si soy tan racionalista como Vanbrugh (y curiosamente no soy creyente), pues a veces lo mágico me parece una aproximación más real de la verdad profunda. En nosotros todo son convencionalismos. Acordamos que cuando digo negro me estoy refiriendo a la ausencia de luz, blanco a la plenitud de la misma, y gris a un estadio intermedio. También decimos que el sol se levanta, cuando es la tierra la que da vueltas sobre sí misma. Con los números, sospecho que son en base diez, por la costumbre que tenemos de contar con los dedos ¡cómo sería la base numérica de un ciempiés si pudiera contar! Es decir, que tratamos de ordenar y crear un lenguaje parta explicar el mundo. Pero el mundo es misterioso y desconocido en sus últimas consecuencias. Y como no quiero meterme en un berenjenal, lo dejo ahí. Por último y como curiosidad, deciros si sabíais que la palabra capicúa proviene del catalán: cap (cabeza) y cúa (cola).
ResponderEliminarLa Unión Soviética no adoptó nuestro calendario hasta fechas tan tardías como 1918, y Grecia aún más tarde, en 1923 y muchos países del rito cristiano oriental siguen aún con el juliano anterior. Ya nadie cree que JC naciera el 25 de diciembre del año 1, con o sin correcciones, sino en torno al año cuatro de nuestra era, según los biblistas más reputados (los judíos siguen con su calendario inalterado desde el año, "su" año, 900). Pero toda esta erudición gratuita sólo viene al caso para decirte que el calendario romano (juliano), es decir, el antecesor del actual, no se adoptó hasta el año 354 de nuestra era (compilado por Furius Dionisus Philocalus), así que difícilmente nadie podía ser consciente en su momento de que vivía en el año 101 o en el 99 o en 242.
ResponderEliminarTodo esto es perfectameente irrelevante para tus devaneos con los capicias, desde luego
Vanbrugh, todo racionalista "severo" probableemente necesita su ración de irracionalidad, yo conozco un matemático que cree en la astrología, y me dice muy serio que no en la de los periodicos, sino en la "de verdad". Por mi parte, yo, como sabes, creo tanto en tu Dios como en el ratoncito Pérez o Superman, pero me parece más fascinante como mito el primero
Vanbrugh, por supuesto que las relaciones numéricas de este diálogo ficticio son irrelevantes como también lo son, me temo, cualesquiera de las muchas que han "notado" a o largo del tiempo los aficionados a la numerología. No pasan de ser curiosidades, lo que no quita que resulten divertidas, un entretenimiento más.
ResponderEliminarBuscar significados a estas curiosidades falla, en primer lugar, porque el sistema de numeración que las permite (el decimal) es una mera convención, como hace notar Chrysagon, mucho más que porque también lo sea el momento en que empezamos a contar (el año 1). De hecho, aunque la fecha inicial fuera un hecho objetivo (independiente de nuestras propias convenciones) estas relaciones seguirían siendo igual de irrelevantes.
Un mero entretenimiento, nada más. Y no creas que no me costó un cierto tiempo "construir" mis relaciones numéricas: convertir la notación días/mes/año a una en días y encontrar algún personaje famoso (que resultó ser Goya) cuya muerte fuera capicúa del nacimiento posible de uno de los dialogantes de este post. El jueguecito me ha dado ideas para inventar un acertijo.
Lansky, hace ya muchos años tuve una época en que me interesé por la astrología, no en la de las periódicas sino en la "buena", como dice tu amigo matemático. Como sabes la astrología se basa en que las posiciones de los astros respecto a una persona en el momento de su nacimiento son relevantes en cuanto a su psicología y en el devenir de su vida. No es que crea en veracidad, por supuesto, pero surgen varias correlaciones curiosas cuando se estudian que, seguramente, tendrán alguna explicación (conocida o no) distinta de los supuestos astrológicos, como también la tendrán muchas otras cosas "inexplicables" que los creyentes atribuyen a dioses o espíritus. Al principio de este blog escribí algo sobre el tema.
ResponderEliminarPor cierto, veo que ya estás de vuelta en este lado del charco. Bienvenido.
Cierto, cierto. Tenéis mucha razón, tanto Miroslav como Chrysagon, en que la primera convención que convierte en irrelevante cualquier elucubración numérica es nuestra propia forma de numerar en base 10, que podría perfectamente ser otra distinta. Mi racionalismo es de cortas miras, como se ha visto, y probablemente mi comentario de ayer le debía menos a él que a una mala digestión y a mis permanentes ganas de llevar la contraria. Afortunadamente tu inalterable bonhomía, Miroslav, no me lo tuvo en cuenta. Me parece, naturalmente, estupendo que te dediques a estas cábalas tan divertidas, pero si no me lo pareciera sería problema mío y de nadie más. Es que estoy últimamente un poco antipático, no me lo tengáis en cuenta...
ResponderEliminarQué divertido diálogo. Eso de la numerología me recordó a la burla que hace de ésta Umberto Eco en "El péndulo de Foucault".
ResponderEliminarY sí que somos una generación con suerte por haber vivido dos años capicúas. En el 2002, un amigo me mandó un e-mail el 20 de febrero a las 20:02 para que quedara registrado. No sé si todavía lo tengo, lo voy a buscar...
Un beso