lunes, 31 de enero de 2011

Applemania (y 4)

En el post anterior me quedé en el año 2000, con el regalo a mi mujer del precioso iMac color turquesa, mientras yo seguía usando mi maquinón que cada día que pasaba me parecía menos, dada la velocidad a que aumentaba la memoria de los procesadores (y bajaban los precios y tamaños de los ordenadores). Sin embargo, por más que me apeteciera, me negaba a comprarme ningún modelo nuevo pero, a cambio, lo que cayó en 2003 fue el iPod 3G de 40 GB. Para entonces, ya tenía iTunes en el Mac y había pasado gran parte de mi discoteca al ordenador, lo que me permitía grabar CDs variados de forma muy parecida a lo que hacía en los setenta y ochenta con cassettes. El iPod lo llené de canciones (un porcentaje muy significativo de nuestras disponibilidades, que eran bastantes, pero es que 40 GB dan para muchos temas si además se comprimen en mp3) y se lo regalé a mi mujer, aunque en realidad quien se acostumbró a usarlo cotidianamente fui yo. Dos años más tarde, cuando nos separamos, reclamó con razón su derecho a quedárselo (Santa Rita, ya se sabe) y tuve que comprarme (recuerdo que fue en la FNAC de Plaza de Cataluña en Barcelona) uno nuevo, el iPod mini. La cuestión es que, aunque entonces no lo sabía, el iPod fue uno de los grandes aciertos de la estrategia comercial de Apple; no sólo la entrada de la compañía en el mundo de la música resultó muy lucrativa sino que el pequeño reproductor sirvió de gancho para que quienes nunca había tenido un Mac se animaran a meterse en ese mundo. Leo en foros de Mac comentarios de muchas personas que así lo confirman y yo mismo lo comprobé en su momento cuando apreciaba que cada vez más gente se hacía con un iPod. Por mucho que fuera de Apple, el bichito ya no era exclusivo de los maqueros, para mi disgusto se podía conectar a un PC: Steve Jobs nos había arrebatado esa estúpida (y errónea) vanidad de ser un grupo de elegidos.

En 2004, al año siguiente del iPod, me animé a comprarme un nuevo Mac. Con la excusa de que necesitaba un portátil para los viajes me decidí por el PowerBook G4, de un bonito color plateado (o aluminio, según la marca), 15” de pantalla, procesador PowerPC de 256 MB y disco duro de 80 GB. Por supuesto, siendo bastante más pequeñito, le daba muchas vueltas (64, para ser exactos) al ya obsoleto Power Macintosh que fue jubilado pese a funcionar perfectamente. Por esas fechas, todavía los Mac salían algo más caros que sus análogos PCs (yo calculo que en torno a un 25%) y desde luego seguían vendiéndose a usuarios minoritarios y sólo en las tiendas Apple. Pero eso estaba a punto de acabar y pude comprobarlo a los pocos meses cuando los Mac empezaron a distribuirse en grandes almacenes y cadenas de informática hasta entonces dedicadas exclusivamente a los compatibles. De hecho, mi siguiente ordenador y último hasta la fecha lo compré en El Corte Inglés de Tenerife. Se trata de un iMac blanco de 24” de pantalla (en la que se integra todo el ordenador), procesador Intel (sí, como los PC) de 1 GB y 240 MB de disco duro. Como digo, de momento éste es el monstruito (al principio me parecía enorme, pero ya me he acostumbrado a la pantalla y hasta la veo pequeña) con el que hago de todo, incluyendo ver la tele en algunas contadas ocasiones. Si soy sincero, en los poco más de dos años que llevo usándolo me ha dado más problemas que cualquiera de los anteriores y, aunque todavía me sigue pareciendo mucho más fiable que cualquier PC, tengo la sospecha que las diferencias cada vez son menores. Recientemente, por exigencias de mi regalo de reyes, he tenido que formatearlo entero para actualizar el sistema operativo y he podido comprobar que las cosas no son ya tan intuitivas y amigables como hace unos cuantos años. Bueno, como podrá comprobar quien haya tenido la paciencia de leer estos cuatro posts, son 9 los ordenadores que he tenido (el 128, el Plus, el Classic, el PowerBook, el LC-II, el PowerMacintosh, el iMac G3, el PowerBook G4 y este iMac G5), de los cuales 8 siguen en mi casa y 7 en perfecto estado, que yo sepa. Un día de estos debería volver a encenderlos y ver qué es lo que guardan en sus discos duros, hacerles algún test de funcionamiento y donarlos a algún museo o investigar si tienen algún valor como artilugios de coleccionista.

En fin, hasta aquí este prolijo repaso de mi vida a cuenta de mis Macs. No pensaba alargarme tanto, la verdad. Lo que pretendía era decir que estoy un poco hasta las narices de la exagerada popularidad de Apple, la absurda applemanía (por eso el título de estos posts) que parece haber invadido a todos. Antes de hacer esta declaración, como argumento de autoridad (al igual que hizo el señor Rico, pero en mi caso sin mentir) que ya sé que no es ningún argumento, me apeteció identificarme como maquero de primera generación, de esos que llevan siendo fieles a Apple desde los orígenes (si me lee algún ejecutivo de la manzanita que sepa que no pondré objeciones si deciden marcarse algún detalle en premio a mi larga trayectoria como cliente). Pues bien, a estas alturas, la chispa que me unía a Apple he de confesar que se ha apagado bastante. Supongo que será como en las parejas que llevan muchos años juntas: ya no me pone tanto como antes. Y el que la manzanita sea tan ansiada y alabada por tantos otros recién llegados, a diferencia de lo que dicen que ocurre en las relaciones personales, no reaviva mi deseo sino que más bien lo mata. Sigo, desde luego, apreciando la superioridad estética de los Mac frente a cualquier otro ordenador, no puedo evitar (deformación profesional) ser sensible a las audacias de los brillantes diseños formales de las máquinas de Apple pero ya no me basta. Y el golpe de gracia es cuando me explican, como una gran ventaja, que en los nuevos Macs (a partir de que disponen de procesadores Intel) se puede hacer una partición de disco duro para correr Windows: ¡Sacrilegio! Incluso en la Gerencia de Urbanismo Municipal para la cual trabajo un buen amigo ha montado para la atención al público unos cuantos Macs con el exclusivo sistema operativo de Microsoft. Fue bonito mientras duró …

El epílogo a esta historia es mi nueva adquisición de Apple: los Reyes Magos me han traído la iPad. Es, sin duda, un jueguecito precioso que, según me dicen muchos amigos que la tienen (todos entusiastas recientes con Apple y sus productos) vale para hacer un montón de cosas. Casi no la he usado todavía, porque ni tiempo he tenido desde que me la regalaron. Ahora, lo primero que me ha llamado la atención es que, sobre todo, es una plataforma diseñada descaradamente como terminal de compras y con un sistema operativo excesivamente rígido, diseñado para evitar que te escapes de los cauces en los que debe discurrir el negocio de Apple y sus amigos. No obstante, ya me han contado que se puede crackear y eso es lo que haré en breve. Luego ya tengo pensado que me será muy útil para unas cuantas aplicaciones (sobre todo en los viajes). En fin, tampoco hay que hacerme mucho caso y eso de epílogo que he dicho antes no deja de ser una exageración porque supongo que en el futuro me compraré un nuevo Mac. Y tú, preciosa, ya sabes que la iPad me ha encantado, aunque no tenías que ...

PS: Aunque, pensándolo bien, quizá mi próximo ordenador sea un Mactini ... :)

13 comentarios:

  1. Ene el futuro no habra ordenadores personales porque la gente se habrá dado cuenta de que el exceso caótico de información es un mal sustituto del verdadero concimiento y la sabiduría (lo digo por practicar una futurología un poco más...abierta, no lo de si los coches del futuro siglo XIX no va a tener caballos)

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  2. Todo es información, claro; al fin y al cabo, la unidad de medida de los ordenadores es la de información. También es verdad que éstos, los personales, posibilitan el acceso a una excesiva información (gracias a la interconexión global en red). Sin embargo, su auge no es debido al ansia de los humanos por la información (al menos en el sentido que le das en tu frase), sino por el entretenimiento hueco; y su eventual declive mucho menos se deberá a que nuestra especie se decante por el "verdadero conocimiento y la sabiduría". En todo caso, sin cuestionar tus dotes de futurólogo, estoy casi seguro de que esa predicción tuya no la verificaremos durante nuestras vidas.

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  3. lo que quiero decir, Miros, es exactamente eso: que la información sin más, caotica y sin organizar es un sustituto del conociemiento, un mal sustituto, claro.

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  4. Mi hijo de doce años, pasto natural de las modas y las marcas, suspira por un ordenador Mac. No sabría decir por qué, nada en el PC familiar que ahora mismo usufructúa parece defraudar sus expectativas prácticas de usuario: pero Apple "mola", y que tu ordenador sea de esa marca afianza tu imagen tanto o más que que tus zapatillas sean de El Ganso o tus polos de Tommy Hillfiger. Creo que es precisamente por eso por lo que, pedagógicamente, -ya se sabe que "educar bien" consiste fundamentalmente en llevar la contraria- nunca compraré un ordenata a los chicos de la manzanita -al iPod sí que sucumbí, hace ya tiempo-. Me irritan, probablemente de modo tan irracional como a mi hijo le gustan, las imágenes de marca autopromocionadas como elitistas, exclusivas y para minorías de entendidos. Dios me dé clónicos y polos de Carrefour o de Decathlon.

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  5. Me resulta curioso Miroslav el hecho de que te empiece a molestar la marca porque ha perdido exclusividad y mucha más gente puede aquirirlos. Igualmente me resulta curioso que haya gente que odie las marcas por el hecho de serlas.

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  6. Amaranta: No me tomes demasiado en serio a este respecto. En todo caso, algo hay de verdad en que me repatea un poquillo que ahora tanta gente me hable maravillas de los Mac, cuando llevo usándolos 26 años. No es exactamente por el hecho de que puedan comprarlos, sino la necedad de comprarlos porque se han puesto de moda. En el fondo, supongo que a eso mismo se refiere Vanbrugh cuando cita las marcas. Al fin y al cabo, todo son marcas; la ridiculez está en comprar algo por el hecho de ser de esa marca. Y en cuanto a los Mac, lo cierto es que, si bien siguen siendo "más bonitos", cada vez se parecen más a los PC.

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  7. Yo creo que la gente compra lo que "le gusta". Tú mismo has afirmado que te gusta la marca apple por su estética. El hecho de que haya un gran público que coincide en el hecho de gustarle determinado producto avala el hecho de que tiene una estética "aparente". No obstante las empresas utilizan técnicas de marketing destinadas "a meter por los ojos" su producto. Volvemos a la estética.

    No sé porqué va a ser ridículo entonces que la gente compre un determinado producto por la marca que tiene. Ya que al fin y al cabo la marca detemina la estética, además de cosas más profundas como la calidad. La estética de Hillfiger frente a la de carrefour no se sostendría sino hubiera una razón de calidad, durabilidad del producto frente a las agresiones externas (principalmente la lavadora y los detergentes), más que nada por la diferencia de precio.

    El ser humano siempre recurre a los distintitivos, en definitiva las marcas, con lo cual poco de ridículo tiene. Lo ridículo es comprar la marca aunque no te guste, o aunque tengas que pedir un préstamo para costearla. Eso sí que es ridículo.

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  8. Definitly, I'd like the Mactini.

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  9. Hola Miroslav, no cómo he trasteado el ordenador que te he redescubierto. Supongo que no te aocrdarás de mí, antes tenía un blog "Asteroide Pulgacroft" que pasó a mejor por tocar donde no debía y que he comprobado que habías visitado alguna vez.
    En fin nada, decirte que te iré leyendo poco a poco y que (casualidades de la vida) me ha venido muy bien este post tuyo sobre los macs pues es mi eterna duda. Dentro de poco seguramente me compraré un ordenador (ahora tengo un portátil que va muy bien pero que se me queda pequeño de pantalla y memoria)y tengo muchas dudas sobre si comprarme un pc o un mac. Nunca he tenido Mac pero oigo tantas maravillas sobre él que, claro, me pica el gusanillo. Tengo Ipod y me encanta (me encanta la tecnología en general) pero sí que veo que los de Apple son muy exclisivos y menos compatibles con todo y a mí lo que me gusta es "meterle caña" al ordenador (no sé si me explico) así que no sé si un Mac es la mejor opción para mí.
    Bueno después de este rollo que te soltado, nada decirte que me verás por aquí a menudo y que a ver si me puedes asesorar un poco sobre esto.
    Saludos!!!
    ;)

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  10. Los polos de Carrefour son, en efecto, malísimos. Ha sido un mal ejemplo. Los de Decathlon, que el verano pasado costaban diez euros, son magníficos y resistentes, mucho más, por ejemplo, que los Lacoste, que cuestan diez veces más. La gente compra -compramos- Lacoste, sin embargo, porque el cocodrilo pregona que pueden gastarse cien euros en un polo. No me parece ridículo, no he empleado esa palabra. Es un motivo tan respetable como cualquier otro para comprar, y Lacoste demuestra ser inteligente cuando aprovecha en su beneficio un móvil tan humano. Solo he dicho que me molestan las marcas que promueven una imagen de elitismo exclusivo para connoisseurs inteligentes. En la imagen autofomentada de Apple hay un fuerte ingrediente no de ser técnicamente buenos, o estéticamente bellos, sino deliberadamente minoritarios. Eso es lo que me molesta. No que todos queramos un Mercedes porque es un coche bueno que demuestra poder adquisitivo, sino que todos queramos un Mercedes porque es un coche exclusivo, que solo unos pocos tienen. Conocí a una señora, muy apreciable por otros conceptos, que en los últimos sesenta decía: "Ya no da gusto tener coche, ahora que puede tenerlo todo el mundo". Esa es la actitud lamentable, y me irrita quien la fomenta. (La pobre... Tenía un 850.)

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  11. Vanbrug es que ignorar que el precio de un producto marca el rango social que podrá acceder a él tampoco es muy real en el mundo en el que vivimos. Es verdad que hay productos de muy buena calidad, no obstante, entre los más asequibles, pero no podemos ignorar que entre las razones por las que un producto adquiere prestigio, hace triunfar a su empresa y sube de precio tiene que estar la calidad del producto, la calidad de los materiales que lo componen etc. Comparar un producto del decathlon con un lacoste, es no saber muy bien qué comparamos. No podemos comparar de ninguna forma un producto que está hecho de fibras sintéticas con otro cuyo tejido es "natural", pongamos lana, cachemir (no tengo ni idea si se escribe así), seda, etc. El decathlon dejémoslo en poliester o nylon. Pero claro igual que tú sabes de motoros de mercedes, yo sé de tejidos y de cómo se lavan. Sin ir más lejos el jersey que llevo puesto tiene 17 años y no lo compré precisamente en el carrefour ni en el decathlon, tampoco es un lacoste, porque a mi las marcas me dan exactamente igual. Precisamente porque me dan igual no me siento agredida por aquellos que las quieren adquirir por sentirse "especiales". En definitiva el dueño del decathlon vive igual de bien que el de lacoste que es lo que cuenta. Y no veo por qué es mejor hacerle el agosto al decathlon y no al de lacoste. Vamos digo yo, yo compro lo que me gusta está al alcance de mi bolsillo. Y si hay marcas "elitistas" al alcance de mi bolsillo que me "gusten" las voy a comprar sin duda y eso no me hace más tonta que el que ha podido comprarlas toda la vida...jajaja, en todo caso igual de tonta.

    Recuerdo un reportaje que le hicieron al Hilffiger, y cuál fue mi sorpresa (vivía como los dioses) que había sido un simple trabajador, mecánico me parece, hasta que se le ocurrió la genial idea de dedicarse a la moda. Un hombre muy simple que se labró su futuro. No sé porqué me da a mi que lo msimo los dueños del decathlon, del carrefour, son de estos gilipollas que nuncan se codearían con los que les engordan los bolsillos, por su elitismo, porque seguramente serán empresarios hijos de empresarios. Y te lo digo porque conozco a los del stradivarios que venden para los "pobres" y son unos jodíos clasistas con más dinero que pesan.

    En fin hay muchas formas de ver las cosas.

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  12. AMARANTA, yo creo que ése sin duda es otro punto de vista pero como nosotros (los de a pie) no nos solemos codear con empresarios de esa embergadura, y sí con sus clientes, me parece cierto que mucha gente compra esas marcas para sentirse exclusivo y creo que ahí está lo que nuestros comentaristas quieren decir.
    Si las marcas exclusivas costaran lo mismo que las demás, mucha gente dejaría de comprarlas por no poder dar a entender que tienen más dinero que los demás para poder gastar, así funciona. Mas cuesta y lo compro, más estoy por encima de ti...
    Qué triste...

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