martes, 22 de marzo de 2011

Hedores

Decimos, refiriéndonos al olor de alguien o algo, que se exhala, se emana, se expele. Verbos todos muy gráficos, que me traen a la mente la viñeta de un comic en la que unas rayas onduladas representan los aromas o hedores que salen del objeto odorífero. El caso es que hasta este fin de semana no había sido consciente de la exactitud de esa imagen tan repetida en los tebeos; el olor es, efectivamente, algo físico, material. Del objeto “oloroso” se desprenden moléculas gaseosas que inhalamos al respirar y nos llegan a la mucosa nasal, donde se van disolviendo en el moco de las glándulas olfatorias en el que “mojan” los cilios que identifican la química de la sustancia y transmiten la señal neuronal correspondiente hasta el bulbo olfatorio, la porción del cerebro encargada de percibir los olores.

Me ha impresionado darme cuenta de que oler requiere el contacto físico de nuestro cuerpo con el objeto olido. Se me dirá que es una obviedad pero no me había parado nunca a pensarlo. Es exactamente lo mismo que pasa con el sentido del gusto: necesitamos tener la sustancia en contacto con la lengua para poder saborearla, para que se active la percepción sensorial. Pese a que sea de lo más lógico, uno sigue tendiendo a asociar más el olfato con la vista: olemos algo sin necesidad de tocarlo, de la misma forma que lo vemos. No es así, sin embargo, y, para ser estrictos, cuando decimos estar oliendo un objeto lo que en realidad olemos son minúsculas partículas vaporosas que se han desprendido del objeto y llegado a nuestra nariz. O sea, que lo que olemos cuando lo olemos ya no forma parte del objeto.

Así que, para que algo tenga olor ha de soltar al aire parte de su materia en forma de moléculas vaporosas. Todo objeto está continuamente desprendiéndose de moléculas que conforman su materia (y también recibiendo otras del medio), por más inerte que nos parezca. Ciertamente, los humanos no somos la excepción; al contrario, en tanto seres vivos y muy activos exudamos intensamente vapores corporales, moléculas que son parte de nosotros y que esparcimos impúdicamente para que sean atrapadas en las mucosidades nasales de nuestros prójimos. Bastante asquerosillo, desde luego. Esas moléculas malolientes (o las contrarias) lo son porque su composición química es “reconocida” por nuestro cerebro como apestosa (o lo contrario). Lo curioso es que, si esas moléculas las producimos nosotros mismos, parece que se produce un fenómeno de saturación olfativa que nos impide darnos cuenta de lo mal que huelen (o sea, de lo mal que olemos). Tal sería el motivo por el que la mayoría de las personas que hieden (por ejemplo quienes tienen halitosis) no son conscientes de ello.

Me he puesto a pensar y a leer sobre esto de los olores porque el otro día me enviaron a mi oficina a un buen señor para que le explicara la situación urbanística de sus propiedades y el tal individuo, que parecía una excelente persona, exhalaba, emanaba, expelía tal peste que prácticamente era imposible estar a menos de cinco metros de él, lo cual creaba una situación de lo más violenta, de la que traté de salir lo mejor y, sobre todo, lo más rápidamente que pude. Imagínense cuán fuerte sería su hedor que cuando logramos despedirle uno de mis compañeros salió corriendo al cuarto de baño aquejado de náuseas. Abrimos a tope las dos ventanas de la oficina (pese al frío que hacía), rociamos abundantes dosis del ambientador “aroma a pino” y pasó un buen rato hasta que la habitación recuperó el olor (o no olor) habitual. Sería interesante saber la composición química de las moléculas que ese caballero estuvo regalándonos en un prodigiosamente abundante flujo durante el escaso cuarto de hora que compartió nuestras vidas. Pero lo repugnante es que estuvimos absorbiendo esa materia fétida y disolviéndola en el interior de nuestras narices, metabolizándola en nuestros organismos. Si es que lo de oler es una guarrería…


David Bowie - Wild is the Wind (Station to Station, 1976)

29 comentarios:

  1. Obvio lo que dices, ¿no? Más inquietante, pero también obvio, y lógico, si se piensa un poco, que la parte del cerebro que se encarga de procesar las sensaciones olfativas es su parte más antigua evolutivamente, la más primitiva, el encéfalo de reptil, y que los olores sean más evocadores de la memoria lejana (digamos infancia) que la vista, o el oído.

    Cuando olemos, huele el dinosaurio que hay en nosotros, pero recuerda el niño que fuimos.

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  2. Es obvio lo que dices, sí, como dice Lansky, pero tampoco yo me había parado a pensarlo nunca. Y no te agradezco mucho la reflexión, porque tras pensarlo me dan más asco aún los malos olores. Recuerdo que una vez tuve que interrumpir mi conversación con una señora y salir apresuradamente de la habitación para que no viera las náuseas incontenibles que estaban produciéndome los aromas que exhalaba. Y eso que entonces aún no había caído en lo de las moléculas que se nos meten en la nariz...

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  3. A veces es bueno no tener un olfato muy desarrollado. A mi esto de los malos olores no me causan tantas nauseas como a otros porque no los capto con la misma intensidad. Aunque sí recuerdo que cuando trabajaba de inspectora en el servicio del agua de un pueblo de aquí teníamos que tener un ambientador en la oficina. Porque muchas de las señoras que venían a la oficina después de que les cortásemos el agua por falta de pago desprendían un olor corporal bastante enrarecido. Siempre nos preguntábamos para qué narices querían que les volviésemos a dar el suministros del agua...jajaaj.

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  4. Yo una vez dejé una novia (o ligue o lo que se quiera),absolutamente preciosa y folladora, porque no me gustaba su olor, no es que oliera mal o fuerte, olía 'mal' para mí. No pude explicárselo, claro.

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  5. Y en relación a lo que dice Amaranta, desde que dejé de fumar soy como un lebrel, y no siempre es bueno

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  6. Lansky, lo de dejar de fumar y que se te agudice el olfato es, desde luego, una putada. En especial con la detección olfativa del tabaco: lo mucho que noto (y me molesta) ese olor.

    Los olores, en efecto, se procesan con la parte más antigua de nuestro cerebro (el dinosaurio que somos) y seguramente por eso es tan difícil modificar conscientemente la valoración personal que hacemos de ellos, hasta el punto de que si un olor nos desagrada no podamos estar con quien lo emite. Siendo así, es para pensar la importancia del tabú social sobre los olores que tu mismo señalas al decir que no pudiste explicárselo, "claro". Resulta de malísima educación decirle a nadie que huele mal (y ahora hablo de olores objetiva y noriamente desagradables) y, cuando se hace, el odorífero (que no era consciente de ello) se siente ofendidísimo ...

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  7. En efecto, preferí decirla que había conocido a otra, se cabreó, pero no fue deniigrante para ella.

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  8. De todas formas Lansky la chica no es que oliese mal, es que a ti no te gustaba ese olor en particular. La piel de cada cual huele de una manera diferente, tan diferente que según dicen un mismo perfume tiene diferente olor en según qué persona.

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  9. Puaj, que asco de post!. No,ahora en serio. Desde que habéis dejado de fumar, lo digo también por nuestro amigo común, estáis más sensibles a los olores.
    No estoy de acuerdo en que para oler algo haya que estar físicamente en contacto con ese algo. Por ejemplo, yo uso un perfume y cuando alguien me huele puede que huela las partículas de restos de perfume que emanan de mi piel. No mi piel. Y hablando de esto precisamente anoche hice un experimento con los olores y mi hijo pequeño: Le dije cuando estaba acostado en su camita :"¿quieres que la almohada huela a mamá?" Y me dijo :"si". Entonces rocié mi mano con mi perfume y la pasé por la superficie de la almohada. Le pregunté entonces: "¿huele a mamá?" Y sólamente por la expresión de sus ojos supe que le olía a mi.

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  10. exactamente eso es lo que he dicho, Amaranta ("no me gustaba su olor?,)aunque a tí te parezca mejor como lo has dicho tú

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  11. Lupita: No estoy de acuerdo con que no estés de acuerdo con lo que digo. Porque, efectivamente, lo que he es que cuando se huele algo no se huele ese algo sino las partículas que de ese algo se han desprendido. Eso es así, tal como tú lo dices, y por mucho asco que nos dé: tenemos que tener la partícula odorífera física y materialmente dentro de nuestra mucosa olfativa para que podamos olerla. Así que, SÍ hay contacto físico con ese algo, pero ese algo no es el algo al que asociamos el olor, sino lo que se ha desprendido de ese algo. Cuando pasaste tu mano con tu perfume por la almohada de tu niño, dejaste allí moléculas de ese perfume que se le metieron en la nariz de tu hijo; lo que él cree que es tu olor es el olor de esas moléculas perfumadas.

    En cuanto a la sensibilidad olfativa de los exfumadores, es algo de lo más molesto (sobre todo si la parela sigue fumando). Un beso.

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  12. Pues yo no estoy de acuerdo con que no estés de acuerdo con que no estoy de acuerdo con lo que tú dices. Es verdad que para oler tenemos que, como muy bien dices tú (y la wikipedia :-)) , "tener la partícula odorífera física y materialmente dentro de nuestra mucosa olfativa para que podamos olerla". Cuando dices que "cuando decimos estar oliendo un objeto lo que en realidad olemos son minúsculas partículas vaporosas que se han desprendido del objeto" con lo que no estoy de acuerdo es con que no estamos físicamente en contacto con el objeto sino con partículas desprendidas del mismo( y estas partículas puede que pertenezcan al propio objeto o no,como el caso del perfume en la piel). No es lo mismo que ocurre por tanto con el gusto y en tu post dices que "Es exactamente lo mismo que pasa con el sentido del gusto". Con eso es con lo que no estoy de acuerdo.

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  13. Tengo visto que los profanos y legos en ciencia piensa, en cierto modo, que las moléculas son...inmateriales.

    Por cierto, un perro medio detecta olores en concentraciones moleculares de diez elevado a menos 6 con relación a los humanos ¿Porbre? Pues no, se lo pasan muy bien oliéndolo todo

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  14. Ni soy profana en ciencia ni pienso que las moléculas son inmateriales. Sé que son materiales. Me refería a que el contacto físico al oler puede ser con el objeto en sí o con una mezcla de objetos desprendidos del objeto, pero en el sentido del gusto no es así.
    Y si, los perros tiene una agudeza olfativa muy superior a los humanos, pero no sabemos si tienen gustos en temas oloríficos (les huelen mal o bien, las perras como para dejar una relación).

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  15. No Lansky, no lo he dicho con la intención de rectificar, lo he dicho al hilo de tu conversación con Miros. Quiero decir que es vergonzoso que te digan que hueles mal por el hecho de que eso hace referencia indirecta a las costumbres higiénicas de la persona, pero el hecho de que nos gusten unos olores sobre otros no creo que deba humillar, ¿no?. Es como si yo me echo un perfume que no soportas, no me humilla que no te guste estar a mi lado.

    No sé cuando estaba embarazada no soportaba muchos olores, entre ellos el olor de la crema hidratante que usaba mi marido, me daba náuseas nada más acercarse. De crema se puede cambiar, de piel no.

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  16. Los malos olores en general vienen dados por los efluvios que producen las bacterias que a su vez producen la descomposición, de lo que se desprende que el mal olor de los alimentos nos advierten que el producto puede ser indigesto, o que la persona que huele mal tiene un exceso de toxinas corporales (que algo en su metabolismo o higiene están desequilibrados). He de decir que en mi caso, desde que me hice vegetariano he dejado de tener mal olor corporal (una compensación por las abstenciones del paladar).

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  17. Me voy de este debate, que empieza a oler mal (Broma, broma, es broma, ponerle el emoticón ese)

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  18. Tuve una novia a la que no le gustaba que yo usara mi colonia favorita. Le recordaba a un novio anterior, decía, con el que no acabó bien. Me contuve lo más que pude para no unirme al club odorífero de los ex indeseables, pero al final lo dejamos, claro. Novias hay muchas, pero Eau Sauvage solo una.

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  19. Vanbrugh: Te estás desmelenando; este último comentario no parece tuyo. Me da que son las malas influencias de Lansky.

    Y, por cierto, una cosa que te quería comentar hace tiempo. Cuando alguien me pone un comentario en un post me llega, como sabes, un correo a la cuenta de gmail que tengo vinculada. Gmail va acumulando todos los comentarios de todas las personas como distintas partes del mismo correo en la bandeja de entrada. No sé si me explico: En la bandeja de entrada, veo un único mensaje, identificado con el nombre del primer comentarista y seguido de un número entre paréntesis que indica cuantos sucesivos mensajes más hay vinculados a esa entrada. Y esos sucesivos mensajes incluyen, como ya he dicho, a cualquiera que comente en el post de que se trate. A cualquiera menos a ti, Vanbrugh, a quien gmail distingue con una entrada propia y específica sólo para ti, a la que sólo se van añadiendo los mensajes que tu mismo vas añadiendo, y nunca ninguno de otra persona. O sea, que no sé por qué misteriosa razón (¿qué harás?) gmail no te mezcla con el resto de mis comentaristas ni mezcla a ninguno de ellos contigo. Lo que es la aristocracia informática.

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  20. No aprecio desmelene alguno en mi último comentario, y me sorprende que digas tal cosa, y más aún que la atribuyas a ninguna influencia extraña, a las que me sé por completo inmune. Los hechos referidos son rigurosamente históricos: hubo noviazgo, proscripción del Eau Sauvage y posterior terminación traumática y tormentosa del connubio. Si bien mi modo de relacionar estos datos y de omitir otros igualmente verídicos y relevantes pero que no hacen al caso puede haber adoptado determinado sesgo, coyunturalmente orientado a encajar en el asunto de tu post, nada hay en mi relato que no entre dentro de las legítimas prerrogativas del historiador.

    El tratamiento especial de que tu cuenta de gmail me hace objeto puede obedecer, aparte de, como bien apuntas, al lógico acatamiento de mi natural preeminencia, al hecho de que yo mismo soy titular de una, o más bien de varias, cuentas de gmail. Dios distingue a los suyos.

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  21. Oler para creer...!! que desparrame de sentidos (e incluso hasta sentimientos) se huelen en este post, aparentemente tan inocente él....
    Miroslav, eres un crack

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  22. Fos.

    Lupita tiene razón, el olfato y el gusto no son comparables. De hecho, el gusto depende del olfato. Aunque tengamos una sustancia en contacto con la lengua no quiere decir que seamos capaces de saborearla. El gusto se activa a través del olfato. Por eso a veces la comida no nos sabe a nada si estamos resfriados.

    En cuanto a los buenos y malos olores es difícil categorizarlos (a no ser que sea una peste nauseabunda) y como siempre, sobre todo en los matices, todo depende, esta vez sí, del gusto. Hasta el perfume de una flor tiene sus detractores. El vino, el tabaco,la tierra mojada, el mar, la comida.

    Napoleón sí que lo tenía claro...

    Un beso grande

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  23. O sea, que ahora soy 'una mala influencia' (Y tú, vanbrugh, olías a
    un peau d' eau? (pronúnciese bien, por favor)

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  24. Hablando de colonias, a las que no soy aficionado, me he acordado de un viaje que hice a Perú al que me llevé un botecito de Old Spice aftershave que me había regalado creo que mi madre en mi cumple. El olorcillo a canela casi terminó por gustarme y me ponía creo más de la cuenta. Para leer en los trayectos me llevé el primer libro del horripilante Jaime Bayly que trataba del mundo de los homosexuales peruanos. Cuando ya llevaba varias ciudades andurreadas leí en él que el Old Spice era el signo (el pez de los cristianos perseguidos) que se usaba en el país mediante el cual se reconocían los "entendidos".

    No sufrí ningún "malentendido" y eso que dupliqué la dosis para ver qué pasaba.

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  25. A lo mejor la novia que olía mal usaba Eau D`Ete ( pronúnciese con h sonora al principio )

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  26. Coño: aún habiendo llegado tan tarde he escrito un comentario (quizás demasiado extenso) a propoósito de tan interesante tema. Esta vez no estaba TAN de acuerdo con Miroslav en ciertos puntos.

    No sé qué he hecho mal: no veo que aparezca.
    Envío este como 'anónimo' aunque sólo sea como testigo de tan curiosa lectura.

    Grillo

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  27. Amaranta, lógico que apestasen las señoras, sin agua en casa.

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