Escrache
El pasado 5 de febrero, Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), hacia el final de su comparecencia ante la Comisión de Economía y Competitividad del Congreso de los Diputados dijo lo siguiente: " ... para nosotros ha llegado un punto de inflexión. Creemos que la ciudadanía ha tenido hasta ahora una dosis de paciencia infinita por la gravedad de los hechos que estamos describiendo y que estamos tratando, porque literalmente hay vidas en juego y nosotros lo estamos viendo cada día, como les decía. Hasta ahora nos hemos empecinado en agotar todas las vías que ofrecía el sistema. Hemos hablado con servicios sociales, con partidos políticos, con ayuntamientos, con oficinas de vivienda, con comunidades autónomas, con los juzgados, hemos puesto todos los recursos posibles, hemos hablado con todo el mundo. Nos han dicho que teníamos que recoger firmas como hormiguitas y hemos recogido más de un millón de firmas. Hemos agotado todos los canales y si, en cambio, las mayorías parlamentarias insisten en despreciar esa voluntad ciudadana tan clara y contundente que avala esas demandas de mínimos, estarán ustedes legitimando que demos un peso más y aumentemos la presión social. No es un capricho, no tenemos ganas de estar permanentemente movilizados y les aseguro que tenemos mejores cosas que hacer. Desde luego, la gente de lo que tiene ganas es de buscar empleo y de buscar soluciones para su vida cotidiana; no tienen ninguna gana de estarse manifestando y haciendo acciones de presión, pero no nos queda más opción. Las cartas están sobre la mesa, las demandas ciudadanas están sobre la mesa. Si hay grupos todavía que insisten en despreciar esa voluntad ciudadana, se tendrán que enfrentar a que públicamente les señalemos, y es eso lo que hoy tenemos que anunciar aquí. Pedimos a todos los diputados y diputadas que hagan un examen de conciencia, más allá de los grupos parlamentarios como tales. Apelamos directamente a las personas con nombres y apellidos que tienen una vida, que tienen familia, que podrían intentar imaginarse lo que significa que te destruyan la vida de un día para otro. Pónganse ustedes en la piel de la gente que está sufriendo todo esto, hagan un examen de conciencia y piensen si pueden votar en contra de estas medidas de mínimos. Aquellos diputados y diputadas que no se comprometan desde ya a defender estas medidas de mínimos en este trámite que se está desarrollando en esta Comisión o cuando se discuta la admisión a trámite de nuestra ILP el próximo martes, van a tener que ver cómo la población empieza a señalarles públicamente allí donde vayan. Nunca vamos a incitar acciones de violencia. Somos un movimiento pacífico y creemos firmemente en las acciones pacíficas, pero tampoco vamos a tolerar la impunidad que arruina la vida de miles de personas condenadas a un sufrimiento intolerable".
Ese anuncio venía precedido de la creación de una web que con el título "Hay vidas en juego, campaña para que los diputados conozcan por qué tienen que votar favorablemente a las medidas de la ILP hipotecaria", había abierto la PAH el 30 de enero, con un primer post dedicado al "protocolo de actuación en los escraches". Esto de los escraches (palabra que no conocía hasta ahora) consiste en que un grupo de gente se junta y se dirige al lugar de trabajo o residencia de alguien para personalizar sobre él su manifestación; es decir, se trata de señalarlo expresa y públicamente como responsable. Estas actividades de escrache conforman la segunda fase de la campaña que impulsa la Plataforma para lograr que la iniciativa legislativa avalada por más de un millón cuatrocientas mil firmas sea aprobada como Ley en el Congreso. Previamente, durante el pasado mes de febrero, se desarrolló la primera fase limitada a acciones en la red (enviaron mensajes y correos a los diputados para hacerles conocer la situación de los afectados e invitarles a asistir a las asambleas; imagino que pocos lo habrán hecho). La primera acción propiamente de escrache fue una concentración de afectados el pasado lunes 11 frente al Ritz de Madrid, donde se reunía la plana mayor del PP para asistir a una conferencia de María Dolores de Cospedal. Tuvieron que mantenerse a distancia porque la entrada al hotel estaba acordonada por un buen número de policías. El miércoles 13 un buen grupo se acercó hasta la casa de la diputada del PP María Ángeles Esteller, al final de la calle Balmes, en Barcelona; no pasaron del portal. Luego, también en Barcelona, fueron a los domicilios del ministro Jorge Fernández Díaz y del pepero Jorge Moragas. El sábado 16 se fueron al Prat de Llobregat para señalar a Antonio Gallego, otro diputado del PP. Pero el último y más polémico de estos escraches aconteció el pasado miércoles 20, cuando los afectados valencianos se plantaron en la casa de Esteban González Pons y llegaron a subir hasta el rellano de su vivienda (sólo dos, según la PAH) para aporrear durante un rato la puerta (o tocar al timbre tres veces, según la PAH), lo que, según declaró el vicesecretario general del PP, asustó a sus niños (que, por cierto, deberían haber estado en el colegio).
Desde luego, no es nada agradable esta medida que ha adoptado la Plataforma, no me gusta. Pero una cosa es que no me guste y otra que la considere, como han declarado los del PP, inaceptable. Viene motivada por la absoluta falta de respuesta de los políticos que ahora se sienten acosados, que se agrava muchísimo por el hecho de que quienes requieren esa respuesta son personas que están desesperadas. ¿Qué haríamos cualquiera de nosotros si el Poder, con todos sus instrumentos de "violencia legítima", nos apisona inclemente sin dejarnos ninguna opción? ¿Resignarnos? En mi opinión, lo realmente sorprendente no es que estas personas increpen a los políticos del PP, sino que sólo se limiten a eso, que no hagan las barrabasadas que ante situaciones tan dramáticas como las que varios de ellos viven cabría esperar. El gobierno del PP (y antes el del PSOE, aunque con menos prepotencia), en su repugnante sumisión a los dictados del capitalismo financiero, viene pasando por completo del gravísimo deterioro de las condiciones de vida de los españoles, asiste impávido a los muy negativos efectos sociales que suponen sus medidas, dirigidas exclusivamente a satisfacer las exigencias del sistema económico (les daré el beneficio de la duda, creyéndome con la más beatífica ingenuidad, que están convencidos de que tal es la única vía, que fuera del sistema no hay salvación posible). Pienso sinceramente que debemos alegrarnos de que el evidente quebranto de la paz social al que nos ha conducido la crisis y las medidas gubernamentales se manifieste nada más que en pitadas, abucheos e insultos a políticos. Pitadas, abucheos e insultos, por otro lado, que se merecen más que de sobra, aunque sólo fuera por su indignante pasividad e ineficacia para resolver los problemas reales de la gente, y mucho más en tanto cómplices descarados y necesarios de los culpables de esta situación, a quienes legitiman y socorren. Basta pues de escandalizarse fariseicamente ante lo "inadmisible" de los comportamientos de estas personas indefensas cuando no lo han hecho ante los verdaderos escándalos. Y que tengan el mínimo pudor de aguantar las "molestias" de ser escracheados haciendo el ejercicio empático (muy recomendable) de compararlas con las que han sufrido o pueden sufrir los afectados por un sistema y una legislación tremendamente injustos.
Pero no, no lo hacen. En cambio, entre otras perlas, nos informan de que esto del escrache es una práctica fascista, que se emparenta, dicen, con las estrellas amarillas que el régimen nazi obligaba a que llevaran los judíos. Por favor, no sean tan cínicos. Señalar públicamente a alguien no puede, en sí mismo, considerarse propio de ideologías fascistas ni de cualquier otro tipo. Que los nazis señalaran a los judíos fue una acción malvada y éticamente condenable por la radical injusticia que suponía y la finalidad que se pretendía al marcarlos. Cuando en 1995 la agrupación de derechos humanos HIJOS "inventó" el término escrache para "acosar" a los criminales de la dictadura argentina indultados por Menem, lo que estaban haciendo era expresar una condena social, la única forma que les quedaba ante la impunidad de los culpables. ¿Dirán los del PP que los escraches bonaerenses eran fascistas? ¿Acaso lo que están haciendo los de la PAH no enlaza mucho más con aquéllos que con los nazis o los de la kale borroka? A mi modo de ver, así es. Porque lo que pretenden los afectados, además de presionarles para que voten a favor de la Iniciativa Legislativa Popular, es que sufran un poquito en pago de sus culpas como cómplices de la injusticia imperante, resquebrajar mínimamente la impunidad vergonzosa que les ampara y desde la cual se permiten el lujo de despreciar olímpicamente los problemas de aquéllos a quienes se supone que representan. Qué coño, que apechuguen con lo que sienten hacia ellos los ciudadanos afectados por las decisiones (mucho es llamarlas así) que adoptan desde sus mullidos escaños. ¡Qué menos!
Ya he dicho que a mí no me gusta el escrache, no creo a casi nadie le guste, empezando por los propios afectados, tal como declaró Ada Colau en su comparecencia. Pero mucho menos me gusta la hipocresía rampante de sus señorías. Mucho menos me gusta que Leire Iglesias, la portavoz del PSOE en la Comisión de Economía, tenga la desfachatez de declarar su apoyo a las propuestas de la PAH para luego decirle a su portavoz, con velada incriminación, que lo hacen no porque los presionen sino porque es de justicia. Eso cuando el PSOE lleva ya varios años oponiéndose a medidas que siquiera mitiguen la tremenda injusticia que ahora ve la señora diputada. ¿Pretenden acaso los del PPSOE que los españoles seamos tan inconmensurablemente tontos como para creernos que no hace falta protestar, que ellos están ahí para corregir las injusticias de motu proprio? ¿Alguien se cree que estarían haciendo algo que no guste al capital financiero (que ya procurarán que sea lo mínimo) si la gente no saliera a la calle? Y resulta que quienes salen ya no son meros indignados, sino que plantean diagnósticos y alternativas serias que cada vez le resulta más difícil ningunear a los voceros del sistema, incluyendo a esos esbirros vergonzantes que pululan por las tertulias-basura de la televisión. La crisis social, como no podía ser de otra manera, está haciendo evidente la crisis de legitimidad ética del sistema y eso sí que les preocupa a los amos del cotarro y sus fieles servidores en los gobiernos. A este respecto, tengo la impresión de que, por mucho que entienda y justifique los escraches de la PAH, pueden significar un "balón de oxígeno" para el PP y sus secuaces, en tanto contribuyen a desviar la atención hacia el irrelevante debate de su "admisibilidad" como forma de protesta. Hacia ahí se han lanzado de cabeza los del PP y no dudan en acompañarlos representantes de otros grupos políticos. Una muestra más de la tremenda hipocresía de estos sinvergüenzas pero, lamentablemente, me temo que eficaz.
PS: Me precio de intentar ser ecuánime, de matizar mis opiniones y evitar las simplificaciones que, pese a su mayor contundencia comunicativa, suelen ser erróneas e injustas. Reconozco que en este post no me he ceñido a mis propias reglas. Les aseguro, sin embargo, que he profundizado en diversos aspectos del asunto, que he leído y visto diversos enfoques. De algunos de los temas relacionados quizá hable en otras entradas. Pero hoy he querido dar rienda suelta a mi indignación, incluso a riesgo de sobrepasar algún límite. Creo que poco a poco, y aún sin renunciar a nuestra capacidad crítica y al ejercicio de una saludable escepticismo intelectual, nos están obligando a tomar partido, a elegir bando. Como dice Lansky, se trata de una guerra y se está acabando el espacio para los neutrales (y que conste que no tengo hipoteca).
Yo no me precio de ser ecuánime, aunque procuro intentarlo; lo que no soy es equidistante, porque las partes en conflicto jamás establecen un aceptable punto medio, sino que una, como es aquí el caso de los políticos, es manifiestamente más arrolladora y prepotente que la otra, los 'escrachistas' (¿no habrá una palabra castellana, por favor?).
ResponderEliminarRepito: es necesario que el miedo cambie de bando, o al menos, que 'ellos' no vivan tan contentos y tranquilos (Curiosamente en el blog de Panama Blues hay un relato medieval que veo emparentado con este post)
¿Dónde estaban éstos del escrache en los dorados años de la burbuja cuando los bancos eran buenos y nos daban para el piso, los gastos, los muebles, el coche, la luna de miel...?
ResponderEliminar¿Por qué no salieron entonces a la calle con campañas educativas del tipo: "Las deudas HAY que devolverlas", "La vivienda PUEDE bajar", "Compra para vivir, no para invertir", "La letra de tu hipoteca NUNCA debe ser superior a la tercera parte de un SOLO sueldo"?
Y sigo echando de menos que no se pida responsabilidades individuales y penales de las personas físicas, directores de banco et al, que concedieron préstamos que era más que previsible que no los iban a pagar.
Estoy de acuerdo, en parte, con la reivindicación-pregunta de Números, pero sólo en parte, porque esto es como el chiste de que unos son más iguales que otros: las responsabilidades no son las mismas, pero la 'pequeña' codicia individual de algunos hipotecados es condición necesaria y por ende 'cómplice' de las estafas de los grandes tiburones financieros.
ResponderEliminarY otra salvedad es la de que cada palo aguante su vela, pero no va a ser así, los pequños sí, pero los grandes se libran como siempre
No creo que te hayas pasado ni un ápice en tus apreciaciones y juicios. Es verdad, como dice Números, que en los años dorados muchos tomaron préstamos difícilmente asumibles. Pero, en primer lugar, conozco casos sangrantes de personas que tomaron una hipóteca que podían pagar suificientemente y que han tenido que dejar de hacerlo por que sencillamente los han echado del trabajo y les han cortado su fuente de ingresos. En segundo lugar, es que se quedan con tu vivienda y a ti te queda seguir pagando lo que quede del préstamo más intereses de demora (cerca del 30%, con lo que si te descuidas puedes encontrarte sin vivienda y con una deuda superior al préstamo que te hicieron. Todo porque las viviendas estaban sobrevaloradas. Pero lo más grave es que no se trata sólo de una serie de casos particulares, por muy numerosos que estos sean, sino mucho de las falacias de un sistema que ha terminado basándose en la extorsión, la estafa y la anulación de derechos de las clases populares, derechos que costó decenas de años conseguir y mucho, mucho esfuerzo y que ahora nadie sabe si restituirán alguna vez. Lo raro, lo extraño es que, tal y como tú insinúas, Miroslav, los perjudicados por la crueldad de este sistema, la mayoría, se esté conformando aún con sólo acciones tan livianas como este escrache que tanto escandaliza a las fuerzas bien pensantes, entre ellas también, a la lider de UPyD, a la que no has nombrado y cuyo nombre no quiero escribir.
ResponderEliminarLansky: Me precio de intentarlo, como tú pues. Te diré que no me disgusta el neologismo que, al fin y al cabo, ha de considerarse castellano pues nació en el seno de una comunidad castellanoparlante. Yo escracho, tú escrachas, él escracha ... Suena a pisotear la escarcha que se quiebra con crujidos sonoros.
ResponderEliminarNo veo demasiado parentesco entre la historia medieval de Antonio y esta situación que vivimos, salvo que en ambas corre la sangre, aunque, hombre, en diferentes medidas. ¿A qué no sabes lo que suena mientras escribo?
Números: Porque, como a todos, los engañaron. Eres demasiado duro; sin negar que muchos fueron irresponsables, creo que sería injusto repartir la culpa a partes iguales.
Molón Suave:No lo insinúo, lo digo claramente. Creo que los que no tenemos ninguna gana de que la violencia social se desate debemos estarle agradecidos a los de la Plataforma por, entre otras cosas, encauzar constructivamente la rabia de los damnificados.
¿ Y qué tiene escrache para no ser una palabra española, (castellana si prefieres)?
ResponderEliminarEstamos tan 'así' que de inmediato nos suena a scratch - evidentemente - y la tomamos por anglicismo...
Escrache vale, como guirlache, desheche o estreche. ¿Y por qué no?
Hay que despedirse de sustantivos, verbos y adjetivos caducos y sacar otros nuevos.
P. ej. me encanta 'tróspido' que fue un palabro que se inventó una chica de un ridículo concurso televisivo en Antena 3, en el que las madres de algunos mozalbetes iban a castings de señoritas (...) donde encontrar una esposa adecuada para su hijo.
Una de esas aspirantes se largó diciendo que todos eran unos 'tróspidos', ¿?¿?.
Sonaba tan bien, les venía tan al pelo que ya los jóvenes la han incorporado a su vocabulario.
- ¡ Venga tío, no me seas tróspido !
Uy, veo que te han puesto spam Miros.
ResponderEliminarBien, no hace falta repetir lo que ha dicho bastante bien Molón Suave. No estamos aquí ante gente que no puede pagar su hipoteca porque no es demasiado alta, sino de gente que compró la casa a un precio razonable dadas sus circunstancias laborales y que se ha quedado sin trabajo. El problema del paro- que el Gobierno se ve incapaz de atajar- está lastrándonos a todos. Qué hacen esas familias que compraron una casa, con hijos, y que se han quedado sin trabajo? Son muchas familias pasandolo muy muy muy mal. La legislación hipotecaria no es justa y la sociedad española no puede permitir que miles de personas acaben en la miseria. Somos todos en realidad.
Muy de acuerdo con el post Miroslav.
Veremos en qué acabará todo esto.
Un abrazo
No quise comentar en su día este post, porque, cuando lo intenté, no fui capaz de dar con el tono en el que decir lo que quería decir sin que sonara insultante. Voy a ver si lo consigo ahora.
ResponderEliminarLamento coincidir con el PP, pero considero que estas operaciones de acoso e intimidación colectiva son, efectivamente, inaceptables. Al margen de quién las las lleve a efecto, de porqué y de contra quién, me parecen sencillamente repugnantes. Me molesta el empleo de la palabra 'fascista' para descalificar cualquier cosa que no nos guste, pero en este caso creo que es perfectamente aplicable: que un grupo de gente trate de imponer su criterio a otras personas por el procedimiento de acosarlo e intimidarlo en público, aprovechándose de ser más, sin argumentación, ni posible defensa, me parece, efectivamente, el prototipo de fascismo en el sentido más amplio, en ese sentido en el que también me parecen fascistas -es decir, absolutamente antidemocráticos y haciendo prevalecer la violencia, la intimidación y la irracionalidad sobre la argumentación y el respeto a los derechos individuales- las operaciones de acoso a los gusanos anticastristas.
Y sí, también considero fascistas, en este sentido, los escraches argentinos contra los responsables de la dictadura militar. Sin la menor duda.
Eso, desde el punto de vista objetivo. Desde el subjetivo, no puedo evitar pensar, aunque hasta ahora había podido evitar decirlo aquí, que para participar en uno de estos escraches -hasta el nombre, por cierto, es repugnante- hay que ser profundamente vil, un verdadero miserable. Lo lamento, pero intimidar y acosar a una persona, sea por la causa que sea y aunque sea contra el peor criminal, en grupo, amparándose en la impunidad y el anonimato de un colectivo, me parece absolutamente incompatible con la más elemental decencia personal, y quienes lo hacen no me inspiran más que desprecio. Puedo encontrar mil atenuantes y disculpas para quien decida tomar cualquier medida individual, hasta el asesinato, contra el que crea responsable de su desgracia. No encuentro ni una sola para quien participa en un escrache. Me da, sencillamente, asco.
Vaya, me parece que no lo he conseguido tampoco esta vez. Qué se le va a hacer.
ResponderEliminarNo me gusta el escrache, Vanbrugh, pero en este caso concreto lo entiendo y hasta justifico. Aunque también es cuestión de grados. En todos los videos que he visto (y son varios) no he detectado esa violencia de la que hablas, ni que el acoso sea intimidante, máxime considerando los sujetos que lo sufren. Sin duda les ha de molestar, pero estoy seguro de que en absoluto se sienten amenazados o en peligro, ni desde luego forzados a votar lo que quieren los "acosadores". Muy lejos de lo que podían sentir los judíos en los años treinta cuando les señalaban e insultaban.
ResponderEliminar¿Es fascismo meterse en grupo con un político que se niega a atender lo que se le pregunta? ¿Esa violencia es acaso comparable a la que ellos, también en grupo pero sin ningún riesgo y con el mayor cinismo, ejercen legitimados por el sistema institucional? Insisto, no me gusta, pero creo que hay que matizar. Si la que has escrito fuera una descripción ajustada de lo que están haciendo los de PAH probablemente no habría escrito este post. Pero creo que ni es exacta ni tienes en cuenta un montón de factores añadidos que a mi juicio influyen en el juicio moral y en la elección del calificativo.
En este caso concreto pues no me dan asco. Es más, me asombra que unas personas que puedo imaginar el grado de desesperación en que se encuentran no hayan expresado su rabia e impotencia de formas mucho más dañinas y violentas. En cambio, sí que me asquean los políticos, su cinismo e insultante arrogancia, el que estén convencidos de su impunidad; que sepan que pueden permitirse no responder (no ya a la gente sino ni siquiera a los otros políticos en sede parlamentaria) y que ello no tenga ninguna consecuencia, que hasta sea perfectamente compatible con la "democracia". Me parece justo que sufran mínimamente los efectos del dolor de cuya causa son al menos cómplices. Aunque no me lo creo, quizá pueda valer para desarrollarles un poquito la empatía.
No me gustan los escraches, insisto. Pero me parecen en estos momentos un mal menor. Lo grave no son éstos, sino las causas que lo producen.
"No he detectado esa violencia, ni que el acoso sea intimidante". El acoso es, por definición, intimidante. Si no hubiera intimidación, no habría acoso. La intimidación es ya una forma de violencia. "Señalar públicamente", que al parecer es como describen los escraches sus autores, es una evidente forma de violencia. Su propio manifiesto que reproduces anuncia desde el título que se trata de que "los diputados conozcan por qué tienen que votar favorablemente las medidas..." Se trata, pues, de obligar a que alguien haga –vote- lo que no haría sin escrache. Es evidente violencia y es, además, contrario a los principios más elementales de la democracia. Que las víctimas del escrache se sientan o no forzados es asunto suyo, pero la intención declarada es la de forzarlos.
ResponderEliminar"¿Es fascismo meterse en grupo con un político que se niega a atender lo que se le pregunta?" En mi opinión, sin duda. Es fascismo meterse en grupo con cualquiera, en cualquier circunstancia. Y, a mi juicio, una vileza por parte de quienes lo hacen.
"En cambio, sí que me asquean los políticos, su cinismo e insultante arrogancia". Y a mí también. Que el escrache me dé asco no tiene nada que ver con quiénes sean sus víctimas, ni significa que las justifique ni que las aprecie. Igual que la pena de muerte y la tortura me repugnan con independencia de a quién se apliquen. Las cosas no están bien o mal según a quién se le hagan, y no puedo dejar de sorprenderme de que tú defiendas otra cosa.
No puedo quitar ni una coma de nada de lo escrito en mi anterior comentario. Me ratifico en todo ello íntegramente.
En un mundo ideal, Vanbrugh, suscribiría lo que dices. Quizá he empleado mal lo de justificar; en todo caso, no lo traduzcas como que considero algo éticamente bueno el escrache que hacen los afectados por la hipoteca; ya te he eidcho que me parece un mal, pero menor. Pero creo que en laa vida real los actos no se pueden juzgar al margen de sus circunstancias y de su gradación. Y las reacciones morales frente a los mismos, al menos las mías, están condicionadas por tales factores.
ResponderEliminarCierto, en teoría, el acoso conlleva intimidación, y la intimidación es una forma de violencia. Pero en la práctica, en esta práctica, no creo que se produzcan esas situaciones realmente en grado mínimamente significativo; dudo mucho que los acosados se sientan intimidados. Y tal circunstancia seguro que la han tenido en cuenta los de la PAH cuando deciden escrachar a un político concreto.
De la manifestación "se trata de que los diputados conozcan por qué tienen que votar favorablemente las medidas..." no deuzco yo que se trata de obligar a que voten lo que ellos quieren. Como no se cansan de repetir, esto de "señalar públicamente" a los políticos es un paso más después de haber intentado sin éxito que les respondan a las preguntas que les han hecho sin éxito. No obstante, es sin duda una medida de presión, un recurso nada deseable en el mundo ideal, pero absolutamente obligado en el mundo real.
Para mí, ahí está la clave. Si juzgamos en términos teóricos, coincideremos siempre en que son malos los actos que suponen ejercer presión para forzar las decisiones en el sentido que se quiere. Pero creo yo que en la práctica ese juicio se debe hacer en el contexto de lo que pasa, porque las medidas de presión de los afectados son, aunque llamativas, reacciones esporádicas de bajísima intensidad frente a la práctica institucionalizada de la presión (violencia) antidemocrática.
Por eso, porque entiendo estas reacciones y como te dije me parecen hasta preventivas de males mayores, no me dan asco, que me parece una reacción que, tal como es el mundo real, hay que reservar para otros comportamientos mucho más generalizados y mucho más dañinos que, para colmo, son "legítimos". Digo en cambio que "no me gustan". Pero los políticos y corifeos que se escandalizan porque les abucheen y por sentirse presionados, mientras no lo hacen por su cínica complicidad en las causas del vergonzoso estado de cosas, esos sí que me dan asco, tanto que se me agotan las reservas para sentirlo ante los escraches. Dices que a ti también te asquean, pero lo dices ahora, a modo de compensación del asco que manifiestas ante los comportamientos de los afectados. Confío que el asco que te produzca el cinismo del que hacen gala nuestros políticos te dé muchísimo más asco, aunque no te limite la capacidad de también asquearte de la iniciativa que se les ocurre adoptar, como reacción, a quienes se sienten impotentes y desesperados.
"Pero lo dices ahora, a modo de compensación del asco que manifiestas ante los comportamientos de los afectados."
ResponderEliminarDel profundo asco, mucho más virulento y fundamental que el que me produzcan los escrachadores, que me dan los culpables de cómo está el mundo, no creo que te puedan caber dudas, y no he dejado de manifestarlo en este blog y en todas partes cuando era de ellos de quienes se trataba. Si aqui he aludido a él tangencialmente, de manera que te parece que solo lo digo 'ahora, a modo de compensación', es porque el post iba de escraches, no de la crisis ni del capitalismo neoliberal. Me ha escandalizado, te lo confieso, que se hable en ese tono de complaciente tolerancia de un mecanismo que me parece inaceptable y repugnante, política y moralmente, y que me afecta mucho más precisamente porque quienes lo usan o lo justifican son 'los míos' y, a mi juicio, manchan, desprestigian y deslegitiman con él a 'mi bando'.
Tu reacción me recuerda, lo siento, a la de quienes se muestran tolerantes con las torturas policiales y, cuando alguien protesta, le recuerdan que mucho peor es el terrorismo y le hablan del dolor de las víctimas de los atentados. Nunca aceptaré que se justifique un mal, ni mucho ni poco, refugiándose en que sirve para combatir otro mal peor. De hecho no sé de ninguna barbaridad de las muchas cometidas por la humanidad que no haya sido justificada y bendecida por sus autores y sus partidarios con el argumento de que sirve para combatir otra barbaridad anterior de signo contrario, de un modo muy parecido a lo que se hace en este post y sus comentarios.
Y básicamente, lo siento: la catadura personal y moral de quienes participan en actos de 'señalamiento público' de cualquiera, sea quien sea y acúsenlo de lo que le acusen; en actos de hostigamiento y acoso colectivo, me parece deleznable, no puede inspirarme más que desprecio y en ninguna circunstancia, ni por ningún motivo, puedo mirarla con simpatía ni con indulgencia.
El post se titulaba "escraches" y hablaba de ellos. Y yo he hablado de lo que pienso sobre ellos.
Para terminar:
ResponderEliminar"En un mundo ideal suscribiría lo que dices".
Siempre he pensado que uno de los motivos, y no el menos importante, de que el mundo no sea precisamente 'un mundo ideal' es la frecuente renuncia de las personas decentes a, con unos u otros motivos, no comportarse como creen que se comportarían 'en un mundo ideal'.
Muy escuetamente quería deciros que comparto el punto de vista de Vanbrugh intelectualmente pero el de Miroslav emocionalmente. Es muy curioso que se hable de la inviolabilidad del domicilio privado de los legisladores cuando son éstos los que han posibilitado los desahucios y la caída en desgracia de un altísimo porcentaje de personas de bien, ¡que ridículo queda eso de preocuparse por los niños de los políticos acosados y no hacerlo por los de las familias desahuciadas! Quizás se equivoquen los del escrache y quizás nos equivoquemos todos al apuntar tan bajo, a lo mejor deberíamos recuperar los manuales donde se explica cómo se construyen las guillotinas. Aquellos que detentaban el poder en las monarquías absolutas o los que lo hacen ahora en las democracias parlamentarias, pueden enriquecerse, retirarse a su palacios versallescos y desentenderse del bienestar del pueblo, siempre que garanticen la cobertura de sus necesidades más básicas: el pan, la vivienda, la dignidad… Si quieren paz que hagan justicia, todo lo demás son florituras. En definitiva: me parecen bien los escraches mientras se mantenga esta indefensión de las familias desahuciadas.
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