miércoles, 13 de mayo de 2015

Mayall antes de los Bluesbreakers (1)

John Mayall acumulaba ya experiencia cuando recluta a su tocayo de Ealing para que toque el bajo en la banda que está formando. De entrada, hay que recordar que cuando se conocieron tenía veintinueve años por diecisiete del chaval, toda una brecha generacional a esas edades. Pero es que además en esos doce años de diferencia había mucha vida y eso que todavía Mayall no era más que un recién llegado a Londres con ganas de tocar blues. Supongo que alguna vez fantasearía con dejar huella en el blues británico; y vaya si lo hizo, porque John, nuestro bajista, no fue más que uno de los muchos que pasaron por el grupo para convertirse luego en referencias indiscutibles del panorama musical británico (y mundial) desde mediados los sesenta hasta la fecha. Pero, ¿quién había sido John Mayall hasta ese enero de 1963?

Nació en Macclesfield, ciudad del condado de Cheshire a unos treinta kilómetros de Manchester. Su padre, un guitarrista aficionado, tenía una amplia colección de discos de jazz, así que desde su más tierna infancia John escuchó intensa –e involuntariamente– las guitarras de Charlie Christian, Django Reinhardt o Eddie Lang. No es de extrañar pues que con doce añitos aprendiera a tocar la guitarra y el ukelele y a los trece el piano, iniciando a tan tempranas edades su vocación multi-instrumentista. Pero antes, hacia los once años según cuenta él mismo en una canción publicada en 1971 (Memories), sus viejos se divorciaron: "cargamos nuestras pertenencias en un carro tirado por un pequeño caballo y nos fuimos; mamá me dijo que ella y papi ya no estaban juntos". La canción trasluce la tristeza del niño que no entendía por qué pasaba eso, tristeza que –a la vista de los otros temas de ese álbum– embargó casi toda su infancia. Parece que tras el divorcio fueron a vivir a la casa del abuelo, en un suburbio residencial a las afueras de Manchester.


En casa de su abuelo sería donde descubriría el boogie-woogie, probablemente a través de los pianistas Albert Ammons o Pete Johnson a quienes John Hammond –el más importante promotor musical desde los treinta hasta los setenta– había popularizado en el célebre concierto "From Spirituals to Swing" el 23 de diciembre del 38 en el Carnegie Hall neoyorkino. Aunque el boogie-woogie había surgido en el Delta, para acelerar el ritmo del blues y hacerlo bailable, no fue hasta los treinta, principalmente en Nueva York, que se logró el perfecto maridaje con la voz humana, gracias sobre todo a Big Joe Turner, apodado con el significativo título de The Boss of the Blues (y que luego, en los cincuenta, sería además uno de los pioneros del rock con su Shake, rattle and roll). Tengo una versión de uno de los temas más famosos de la pareja Johnson-Turner, Roll 'em Pete, compuesta y grabada después del concierto citado, con el subtítulo de fast blues. Imagino que sería una de las piezas que pocos años después haría alucinar al jovencito Mayall y le impulsaría a querer tocar el piano con tan vigoroso estilo. Pero por esas fechas –la segunda mitad de los cuarenta– a John también le embelesaban otros negros que con la guitarra eléctrica estaban impulsando el blues en Chicago, como Big Bill Broonzy o Muddy Waters. Estaba claro que al chico le iba la música y le apasionaba el blues; tenía temperamento –y talento– artístico, así que en el 45 lo inscriben en la Manchester Junior School of Art.


Con quince años el muchacho dio muestras de carácter independiente –y no menos excéntrico– mudándose a vivir en un árbol. No pudo inspirarse en il barone rampante porque Calvino aún no lo había escrito. En el disco del 71 ya citado dedica una canción (Home in a tree) a esta parte de su vida: "Cuando era un niño siempre jugaba en los árboles. Primero me construí una cabaña con sacos y madera al abrigo de las hojas. Luego, en un gran roble me construí una casa muy buena a diez metros de altura. Vivía allí y todos mis amigos venían a verme. Tenía estufa, suministro de agua y electricidad; tenía libros y música, un refugio hecho con amor. Me sentía en paz, mi sueño mecido por la brisa. Que todos mis días fueran viviendo en los árboles". El chico arborícola alcanzó cierta fama cuando el Manchester Evening News le dedicó un reportaje. Aseguran algunas de sus biografías que así siguió viviendo hasta los veintidós tacos. Se cuenta, por ejemplo, que cuando se casó con su primera mujer, Pamela, la subió en brazos hasta su vivienda aérea a través de la escalera de cuerda, y que la escena fue grabada por la televisión (no la he encontrado). Eso debió ocurrir hacia 1955. Poco después, el Ayuntamiento ordenó demoler la casa por razones relacionadas con deudas de impuestos (vaya usted a saber) y me imagino que el joven matrimonio se mudaría a una residencia más tradicional, todavía en Manchester.


Pero antes de eso, al poco de acabar su formación secundaria, John se enroló voluntario en el ejército británico por un periodo de tres años, parte del cual lo pasó nada menos que en la guerra de Corea. Como es más que sabido, el de Corea fue el primer conflicto de la Guerra Fría y solemos asociarlo a los Estados Unidos apoyando a los del Sur y soviéticos y chinos al Norte. Ciertamente, quien asumió la iniciativa fue Truman, pero se aseguró de conseguir un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que le permitió contar con la contribución (mínima en relación a sus propias fuerzas) de otros dieciséis países, el más relevante el Reino Unido, bajo el gobierno del laborista Attlee. Los británicos llegaron a enviar a la península asiática unos catorce mil soldados, entre los que estaría este chaval de Manchester. El primer envío de tropas británicas fue a finales de agosto de 1950, pero imagino que Mayall no estaría entre ellos porque en esa fecha sólo tenía dieciséis años. Supongo que se enrolaría hacia finales del 51 o principios del 52, con dieciocho añitos recién cumplidos. ¿Qué animaría a un chaval tan joven y de vocación artística a meterse en esa peligrosa y absurda aventura? ¿Ganas irresponsables de vivir experiencias excitantes? Después de acabar la escuela estuvo una temporada como escaparatista y quizá la vacuidad de ese trabajo le impulsara a buscar un cambio dramático. Como fuera, los años de la guerra no los recordó luego con cariño, si hemos de creer la letra de otra canción (Back from Korea) del álbum al que ya me he referido. Cuando le llegó la hora de embarcar de regreso (que no pudo ser más allá de noviembre del 54), estaba impaciente por largarse. Canta que después de haber estado viviendo demasiado tiempo en una tienda de campaña, de haber sufrido atroces calores y fríos, de estar harto de saludar militarmente, y de llevar muchos meses haciendo cruces en los calendarios, casi no le parecía verdad que volvía a casa. Para colmo, comprobó que de vuelta en Inglaterra a nadie le importaba que hubiese estado en Corea.

Así que con veintiún añitos Mayall está de vuelta en Manchester y se apunta en el College of Art, donde conocerá a Peter Ward, un batería con el que empieza su periplo en la música, volcado al blues. Los casi diez años que faltan para su viaje a Londres son la etapa de formación, mucho más larga desde luego que la de cualquiera de los chavales, una década más jóvenes, que a mediados de los sesenta llegarían al estrellato en Gran Bretaña. Durante este tiempo –el de antes de los Bluesbreakers– Mayall permanecería en el Noroeste; para qué ir a Londres, dijo años más tarde, si allí sólo se hacía jazz tradicional (Trad). Durante este tiempo, Mayall participó en dos bandas de blues locales, de las que no quedan –que yo sepa– registros. Pero eso lo cuento en un próximo post.

El siguiente video –Momma don't allow– es un documental inglés de 1956 sobre un club de jazz, que resulta muy ilustrativo para hacerse una idea de cómo eran las cosas (y la vida) por esos años y latitudes.

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