El Concordato de 1979 (enseñanza)
El segundo Acuerdo es el que trata el asunto que, a raíz de la propuesta del PSOE, se ha puesto en estos días en el candelero. Me ha llamado la atención, de entrada, una frase de la introducción al texto articulado: “el Estado reconoce el derecho fundamental a la educación religiosa y ha suscrito pactos internacionales que garantizan el ejercicio de este derecho”. La Constitución, en efecto, reconoce el derecho a la educación como derecho fundamental (art.27) y luego añade que a los padres les asiste el derecho de que sus hijos reciban la educación religiosa y moral acorde con sus propias convicciones (tercer párrafo del mismo artículo). En mi opinión, calificar de fundamental este que es un derecho “derivado” me parece forzar un poquito la cosa. De otra parte, también es un derecho fundamental el de la libertad religiosa y del mismo, según la Ley Orgánica 7/1989 de Libertad Religiosa, este derecho fundamental se concreta en otros derechos (que, a mi juicio, también son “derivados” y no fundamentales) como el de “elegir para sí, y para los menores no emancipados e incapacitados, bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Pero bueno, sea o no un derecho fundamental (yo creo que no), lo que parece bastante claro es que es un derecho reconocido en nuestro ordenamiento jurídico. Ahora bien, como han puesto de manifiesto varios autores el ejercicio de este derecho y, sobre todo, las medidas que debe adoptar el Estado (lo público) para garantizar su efectivo ejercicio, no es algo obvio.
De entrada, tengamos en cuenta que el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria …” De ello se deriva ineludiblemente que el Estado tiene la obligación de garantizar (y financiar con los impuestos de todos) un sistema escolar que cubra las necesidades de educación del 100% de los niños. Ese sistema educativo, naturalmente, ha de tener un contenido de enseñanza concreto que -otro de los requisitos de la Declaración Universal- se dirija al “pleno desarrollo de la personalidad humana”. Habrá, por supuesto, quienes piensen que no puede haber pleno desarrollo sin contenidos religiosos, pero eso no está expresamente establecido. Por tanto, no me parece que el derecho constitucional de los padres a que sus hijos reciban educación religiosa acorde a sus convicciones traiga como consecuencia lógica que el Estado esté obligado a facilitarla. En cambio, lo que sí me parece que cabe concluir del citado derecho constitucional es que el Estado no puede imponer ningún tipo de educación religiosa o moral entre los contenidos obligatorios ni tampoco dar a las materias que estrictamente no son religiosas o morales enfoques que pudieran ir contra las convicciones religiosas o morales de los padres. Como algunos autores dicen, el derecho a la formación religiosa se erige en un límite a la potestad del Estado al regular el sistema educativo, obligándole a mantener una posición lo más neutra posible. Naturalmente, esto en la práctica puede no ser tan fácil, porque podría llevar al absurdo de reconocer el derecho de unos padres “creacionistas” a impedir que a sus hijos se les enseñe la Evolución; pero, afortunadamente, no parece que en España haya demasiados conflictos a este respecto.
Ahora bien, al margen de la discusión sobre si de la Constitución se desprende la obligación del Estado a incluir en el sistema educativo la formación religiosa (que yo creo que no) o, a senso contrario, si es constitucional que el Estado excluya del currículum evaluable la asignatura de religión (que yo creo que sí), lo cierto es que el Concordato es mucho más preciso y no deja lugar a dudas. El artículo 2º del Acuerdo que estoy comentando establece que “los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales”. Más adelante añade que, “por respeto a la libertad de conciencia, dicha enseñanza no tendrá carácter obligatorio para los alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a recibirla”. Es decir, desde 1979, el Estado español está obligado a asegurar que en todos los centros educativos (públicos, privados y concertados) y en todos los cursos exista la asignatura de religión católica y que la misma sea evaluable en condiciones idénticas a las restantes. Por tanto, para que el PSOE convierta en medida efectiva su propuesta de que la asignatura de religión, además de optativa, sea no evaluable necesariamente ha de modificar el Concordato (algo que, por cierto, no les he escuchado decir con rotundidad).
Este Acuerdo sobre enseñanza establece también que los profesores de religión (de toda España) serán designados por las correspondientes autoridades académicas de entre los nombres que proponga el Ordinario diocesano (el obispo, para entendernos). Además, definir los contenidos de la asignatura de religión en sus distintos niveles (incluyendo la propuesta y aprobación de los libros de texto) se establece como competencia propia de la jerarquía eclesiástica. Estos dos requisitos me parecen corolarios lógicos del acuerdo principal: una vez que el Estado acepta que en todos los centros del sistema educativo debe impartirse la religión católica, es natural que sea la jerarquía de la Iglesia la que decida sobre lo que se enseña y quién lo enseña. Imaginemos, si no, el fraude que se cometería al espíritu del Concordato, si se pusiera a dar clases de religión católica un anticlerical, quien, en vez de enseñar a los niños el contenido de ésta se pusiera a ridiculizar los dogmas o a contar barbaridades de la historia relacionadas con los cristianos. Por tanto, si aceptamos que el Estado incluya en el sistema educativo la enseñanza del catolicismo, nada que objetar a que sea la Iglesia la que se asegure de que se hace correctamente; de la misma manera que si hubiera un concordato equivalente con el Islam, el judaísmo o cualquier otra religión que también obligara a ofrecer las respectivas asignaturas, diría exactamente lo mismo.
Y ya puestos, si defendemos que el derecho de los padres a la formación religiosa de sus hijos acorde con sus convicciones se traduce en la obligación del Estado de ofrecer esa asignatura como parte del currículum académico evaluable, habremos de requerir también que todo centro educativo cuente con oferta académica de cualquier otra religión y, si no la tiene, que la implante en cuanto algún padre quiera que su hijo reciba esa formación. Si, en cambio, no compartimos, como es mi caso, esa equivalencia entre el derecho constitucional de los padres y la obligación tan precisa del Estado, se puede suprimir la enseñanza de la religión (de cualquier religión) del currículum académico evaluable, sin que eso esté reñido con que, en los centros en que haya demanda o en los promovidos por la Iglesia, se mantenga la formación religiosa voluntaria y extra-académica. Entiendo que tal es la propuesta del PSOE: satisfacer (más allá de las estrictas obligaciones del Estado) el derecho constitucional de los padres, pero que esta enseñanza específica no forme parte de los contenidos comunes y evaluables del sistema educativo. Aunque por el momento es una propuesta ilegal (habría que modificar el Concordato, repito), me parece que avanza en la dirección adecuada hacia la efectiva aconfesionalidad del Estado. Por cierto, creo innecesario advertir que el que me parezca bien que las asignaturas de religión no sean evaluables no equivale a que defienda que los niños no sean formados, con carácter obligado, en historia de las religiones y, muy en especial, del cristianismo, ya que éste es un componente fundamental en la formación y naturaleza de nuestra sociedad. Mezclar ambas cosas, como hacen interesadamente algunos medios, es hacer trampa.
Estoy de acuerdo en la confusión interesada que señalas en tu último párrafo. 'Educar' y 'adoctrinar' son conceptos opuestos. La catequesis ni siquiera es enseñanza de la religión, menos aún de 'las' religiones, lo que es muy interesante
ResponderEliminarComo sabes, la religión como fenómeno cultural me interesa mucho y, de hecho, opino que el conocimiento de las más significativas (y, en especial para nosotros, del cristianismo) debería ser objeto obligatorio del sistema educativo. Además, con un enfoque lo más transversal posible. Ciertamente lo que somos tiene un componente importantísimo del cristianismo.
EliminarMe parece importante que conozcamos también el contenido de las religiones (por ejemplo, sus dogmáticas). Ahora bien, como acertadamente señalas, eso poco tiene que ver con lo que se enseña en "religión" bajo la supervisión de la Iglesia Católica.
Lansky, se me escapa un tanto eso de que "la catequesis ni siquiera es enseñanza de la religión". ¿Qué es la catequesis, entonces?
EliminarDogma, que puede considerarse una parte, quizás esencial, de una religión concreta, pero no lo que yo entiendo (o un antropólogo, o un sociólogo) por "enseñar" una religión a cualquier persona cabalmente culta o que aspira a serlo. Es como si para enseñarme el islam me hacen aprenderme los sutras del Corán y a la calle...
EliminarOjala tengas razón y sea verdad que avanzamos hacia un Estado aconfesional. Mi sentir interior me dice que vamos en dirección opuesta, lo que veo en la calle, en los colegios, en mi entorno es que vamos en esa dirección para defendernos de otras religiones que nos asustan, y que la religión católica recibe daños colaterales porque también le interesa. Siento que hay más discriminación social que nunca y mezclada con la religión, eso sólo nos puede llevar a decisiones por parte del Estado irracionales. España no quiere musulmanes ni judíos ni ortodoxos...y eso los políticos lo saben.
ResponderEliminarGood mornig!
No, Babe, yo no digo que avancemos hacia un Estado aconfesional sino, simplemente, que la medida propuesta por el PSOE, de llevarse a la práctica, contribuiría a ello. Sin embargo, dado que requiere la modificación del Concordato, dudo mucho que los chicos de Pedro Sánchez, de llegar al Poder, la cumplan. Fíjate que ya hemos tenido varios gobiernos socialistas y, más allá de retórica hueca, nada han hecho en cuanto a la revisión de un Concordato con más de 36 años de antigüedad.
EliminarLo que me parece muy sugerente es tu impresión de que se está yendo en la dirección opuesta. Si te he entendido bien, vienes a decir que la sociedad española tiende a una reivindicación del confesionalismo católico como reacción contra los confesionalismos musulmanes (que sea contra las religiones judía u ortodoxa no lo percibo). Puede ser y quizá ello explique la reivindicación (por parte del PP básicamente) de las "raíces cristianas" de la cultura europea.
Sip, eso he querido decir a mi manera.
Eliminar¿En qué notas esta deriva hacia la reivindicación de lo católico, Babe?
EliminarLos no practicantes católicos se posicionan ahora en católicos practicantes, los sacerdotes en misa hablan abiertamente de guerra frente a otras religiones, especialmente la musulmana y curiosamente colegios públicos quitan en el comedor la opción del menú sin cerdo cuando llevaban años haciéndolo, sólo porque siguen directrices expresas de la Consejería de Educación...no sé, hemos pasado de pasarnos con la integración a tenerla miedo y reivindicar que si somos de alguna religión es la católica. Es una sensación sacada de escuchar a la gente y de ver lo que ocurre en mi entorno socio-cultural, en los barrios que frecuento.
EliminarTal como lo cuentas, tiene un soniquete nacionalista en el que el PP ha podido tener cierta mano. Conocí a alguien que afirmaba que eso era más miedo al laicismo que cualquier otra cosa (porque las otras religiones tienen mayor avance gracias a este, paradójicamente).
EliminarEres muy agudo Miroslav , una entrada muy bien expuesta y has dejado muy claros hasta los posibles recovecos que pudieran existir.
ResponderEliminarGracias, pero no creas, quedan muchos "recovecos" en los que se puede seguir hurgando.
EliminarComo siempre, haces un análisis excelente de los textos jurídicos y de sus consecuencias prácticas, y lo rematas con unas conclusiones personales llenas de sensatez. De verdad que es un trabajo impagable para aclararnos las ideas a los que no tenemos tu paciencia desbrozadora.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención, al final del tercer párrafo, una frase muy exacta: "Por tanto, para que el PSOE convierta en medida efectiva su propuesta de que la asignatura de religión, además de optativa, sea no evaluable necesariamente a de modificar el Concordato (algo que, por cierto, no les he escuchado decir con rotundidad)." ¿Alguien, alguna vez, ha escuchado al PSOE decir algo con rotundidad? La especialidad de este partido es no decir nunca nada clara, inequívoca y rotundamente. Si es posible sin que se note mucho decir a la vez una cosa y la contraria, lo harán. Y si queda demasiado en evidencia, entonces se recurrirá a las fórmulas vagorosas, imprecisas y biensonantes, sea en la modalidad enigmática (Gonzalez), en la sincopado-poética (Zapatero) o en la justiciero-ardiente (Sánchez). Pero ¿rotundamente? Venga, hombre...
ResponderEliminarCiertamente, decir que no he escuchado al PSOE pronunciarse con rotundidad sobre el asunto no deja de ser una obviedad, tanto que, como bien dices, la ambigüedad de sus dirigentes parece ser ya una "marca de fábrica". Recordemos aquel "OTAN, de entrada no" (Eso sí, Felipe no fue nada ambiguo en su intervención televisada en vísperas de aquel referéndum).
EliminarY, en otro orden de cosas, mira que transcribirme entre comillas y en itálica un garrafal error ortográfico. Me has sacado los colores (ya está corregido).
Sí, yo también me sumo a la admiración que señala Vanbrugh por tu 'paciencia desbrozadora' en sus palabras y de la que yo carezco
EliminarMe halaga vuestra admiración, no os quepa duda, pero me temo que yerráis en el objeto. ¿Paciencia yo? Fijaos que considero esa virtud (porque lo es, desde luego) como la que más me falta y esa carencia ha sido la causa principal de muchos de los actos reprobables que he cometido. No es paciencia, sino mera afición; seré rarillo pero el caso es que me entrtengo como un crío con ese tipo de "desbrozamientos". Gracias, no obstante.
EliminarCopié y pequé la frase tuya que cito, Miroslav, sin llegar a darme cuenta de que faltara en ella una inoportuna H. Créeme que si lo hubiera notado, lo habría corregido, no tenía la menor intención de ponerte en evidencia. Pero hasta que no he leído tu comentario no tenía ni idea de que hubiera nada que corregir.cLo siento...
EliminarAclaro, Vanbrugh, que mi queja era meramente retórica, por lo que no tienes por qué disculparte. Cuando leí tu cita me salto tan inmediata y dolorosamente a los ojos que no pude creer que no me hubiera dado cuenta del lapsus al escribir el post. Que me haya referido a ello en el comentario no era más que una forma de penitencia.
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