domingo, 8 de abril de 2018

21 de marzo de 2018, miércoles

1. Conversación telefónica (07:25 am)

  • Maite, ¿ya lo has visto? Lo del diario.es
  • Sí. Alguien de la Juan Carlos quiere jodernos.
  • Seguro, pero ahora lo primero es parar el golpe. Ya buscaremos después al traidor.
  • ¿Te ha pillado de sorpresa? ¿No sabías nada?
  • Los del diario –Escolar, ya sabes– no suelen colaborar. Aún así, ayer llamaron al Gabinete, pero no le dieron mucha importancia. De momento no tengo muy claro lo que preguntaron y lo que se les respondió.
  • Controla ahí. No vaya a haber contradicciones desde dentro.
  • Sí, claro, ya está Marisa en eso. Pero atiende, a ti te necesito urgentemente en la Juan Carlos. Ese es tu terreno y, además, acuérdate que lo de que hiciera el máster fue idea tuya.
  • No hace falta que me lo recuerdes, Cris. De todos modos, ya lo había pensado.
  • Hay que obligar al rector a que salga al paso, que niegue cualquier irregularidad. Hay que dar carpetazo a este asunto inmediatamente.
  • Un error informático, eso es lo que he pensado. Y que luego tú te diste cuenta de que tenías dos no presentados y reclamaste.
  • Sí, parece convincente. Pero que lo hagan bien y que sean contundentes. A Escolar no es fácil callarlo, aunque ya estamos en ello por otras vías.
  • OK. Deja que pase por el despacho, ordene algunas cosas y voy para Móstoles.
  • Venga, cuento contigo. Ah, por cierto Maite, que no se te vea demasiado por allí, que enseguida empiezan a atar cabos.
  • No te preocupes. Diré que tenía que hablar con Javier acerca de una jornada sobre feminismo que van a hacer en mayo y a la que estoy invitada.
  • Vale, perfecto. Me llamas luego y me cuento.
  • Claro. Venga, un beso y ánimo; de este asunto no van a sacar nada.
2. Diálogo por Whatsapp (07:56 am)
  • Amalia, ¿le has dicho a alguien que cambiaste las notas?
  • Presidenta, qué alegría. No, no he dicho nada, claro. ¿Cómo puedes pensar eso?
  • ¿No has hablado con la prensa?
  • Bueno, me llamaron ayer por la tarde. Pero no dije nada. Ni siquiera admití que era amiga tuya.
  • Eso ya lo sabrían y, si no, que en tu perfil del whatsapp aparezcamos las dos abrazaditas y sonrientes les daría alguna pista, ¿no crees?
  • Ay, Cristina, es verdad, no se me había ocurrido. Sabes que jamás querría hacerte ningún daño, que yo te adoro. Perdóname.
  • A lo hecho, pecho; ya qué se le va a hacer. Pero por favor, borra esa foto.
  • Sí, sí, enseguida. La mantenía por lo orgullosa que me siento de ser tu amiga.
  • Vale, vale. Mira, y otra cosa. No volveremos a vernos, ni a hablar ni a mantener ningún contacto hasta que haya pasado todo esto, pero bien pasado, eh.
  • Lo que tú digas, presidenta. No imaginaba que podría ser tan gordo. Cuánta gente mala y envidiosa hay.
  • No lo sabes tú bien. Así que, Amalia, atiéndeme: borra la foto de tu whatsapp, borra el resto de fotos mías que puedas tener por internet, borra mi número de tu agenda y, desde luego, borra ésta y todas las conversaciones que tengas conmigo. Hay mucho en juego, Amalia, así que no me falles. ¿Me das tu palabra?
  • Presidenta, cuánto me duele lo que me dices. Claro que lo haré, no lo dudes, te lo prometo.
3. Reunión en el despacho del rector, Campus de Móstoles (10:22 am).
  • (Abriendo la puerta) Buenos días, Maite, qué sorpresa más agradable.
  • Hola, Javier. Muchas gracias por atenderme sin casi haberte avisado, pero es que el asunto es grave.
  • Eso me han dicho de tu oficina. Tengo una mañana bastante ajetreada pero para ti siempre hay un hueco. Siéntate, por favor, y cuéntame lo que pasa.
  • (Se sientan ambos en dos sillones separados por una mesa baja de cristal) Me imagino que no has leído eldiario.es.
  • No, qué va. Ese medio procuro evitarlo. Siempre que lo leo es obligado y para nada bueno.
  • Pues si no te importa, hazme el favor de leerlo y luego hablamos.
…..     .....     .....
  • Coño, vaya papelón. ¿Es verdad esto?
  • Tú eres quién debería saberlo. ¿Puede cualquiera cambiar unas notas del ordenador de la universidad?
  • Cualquiera no, tienen que tener permiso de acceso. Amalia, la funcionaria que cita el periódico, trabaja aquí en el Rectorado y que yo sepa no tiene ni tuvo nunca nada que ver con el máster.
  • Hay que aclarar esto, Javier, y hay que aclararlo deprisa. Ya no saben qué hacer para cargarse a la presidenta. Esto es lo último, poner en duda su currículum académico. Ya me dirás qué tiene que ver con la política.
  • Desde luego, es una bajeza. Y más porque también involucran a nuestra universidad.
  • Si esos pantallazos de los cambios de nota no son falsos, es la universidad, no la presidenta, la que tiene el problema. Por eso debes resolverlo enseguida; explicar convincentemente qué error se ha producido para que en las notas de un máster legítimamente obtenido por la presidenta constaran hasta 2014 esos dos “no presentado”.
  • Te entiendo perfectamente, Maite. No te preocupes que me pongo inmediatamente manos a la obra. En un momento localizo a Enrique; él es el responsable de ese departamento y lo controla al milímetro.
  • Enrique, sí, lo conozco bien y es de fiar. En fin, lo siento, Javier, también es mala pata que con tan poco tiempo en el cargo te caiga este marrón. Pero estamos seguros de que responderás como debes; por eso te apoyamos.
(Maite se levanta; también lo hace Javier. Se acercan el uno, dos besos en las mejillas. Maite se dirige a la puerta del despacho, que Javier le abre. Ya en el umbral, ella se vuelve).
  • Bueno, la jornada de mayo sobre feminismo va a resultar todo un éxito. Da gusto ver lo bien que organizáis las cosas.
  • Perdona, no te entiendo.
  • Claro que sí, Javier, yo hoy he venido a la Universidad para hablar contigo de esa jornada y de mi participación en ella. Para hablar sólo de eso.
  • Ah, vale.
4. Conversación telefónica (11:03 am)
  • Hola Amalia, ¿cómo está? Ya habrá leído la prensa, así que vayamos a lo que importa. ¿Es verdad que usted cambió las notas de la presidenta en 2014?
  • Buenos días, rector. Sí, es verdad. No tendría sentido que lo negara, consta mi nombre en el sistema informático. Pero no fue ningún fraude, como insinúan los de eldiario.es.


  • Pues explíquemelo bien. Porque, que yo sepa, usted nada tenía que ver en esas fechas con el máster.
  • No, pero lo que pasó es completamente inocente. A mí me llamó la presidenta, con la que tengo amistad, y me pidió si podía hacerle los trámites para que la Universidad le expediera el título del máster que había realizado un par de años antes. Entré en el sistema informático y descubrí que en una asignatura y en el trabajo de fin de máster constaba “no presentado”. La llamé y se lo dije. Se sorprendió mucho: pero eso no puede ser, Amalia, me dijo; la universidad tiene que haberse equivocado porque yo tenía todo aprobado y con buenas notas. Le prometí que haría las gestiones pertinentes y me pidió que fuera discreta; no quería que este asunto se airease. Llamé a los profesores y me confirmaron que sí, que había aprobado las dos materias.
  • ¿Y usted las cambió así, directamente?
  • Sí, la verdad es que sí. Pensé que si se iniciaba todo el trámite administrativo de rectificación del expediente académico se corría el riesgo de poner en entredicho tanto a la presidenta como a la propia universidad. Además, tenía la confirmación por escrito de los profesores. Me parecía que era suficiente y que no había de pasar nada.
  • Pues me temo que sus suposiciones fueron erróneas, Amalia. Pero, en fin, ¿guarda esas confirmaciones por escrito?
  • A raíz de la llamada que ayer me hicieron de eldiario.es, las busqué. Solo he encontrado un correo del profesor Chico de la Cámara del 23 de octubre de 2014 en el que deja claro que en su asignatura (La financiación de la Comunidades Autónomas) la alumna había obtenido una calificación de notable. No logro encontrar en mi correo nada sobre el trabajo fin de curso. Puede habérseme borrado o tal vez fue una orden verbal de don Enrique Álvarez; la verdad es que no me acuerdo bien. Pero, señor rector, le aseguro que lo hice porque me lo mandaron y con la mejor intención.
  • Bueno, Amalia, envíeme ese correo. Voy a hablar con los profesores y a ver si podemos deshacer este embrollo. Ah, por cierto, manténgase alejada de la prensa; nada de declaraciones.
  • Desde luego, don Javier, no diré nada, no se preocupe.
5. Reunión en el despacho del rector, Campus de Móstoles (12:52 pm)

(Asisten unas diez personas; está el rector con cuatro o cinco de los miembros de su equipo de gobierno, la funcionaria Amalia Calonge, los profesores Enrique Álvarez Conde y Pablo Chico de la Cámara y Maite Feitó, asesora del gobierno de Madrid y amiga personal de Cifuentes).
  • RECTOR: El asunto es grave. No sólo pone en cuestión a nuestra universidad, sino que puede abrir una crisis importante en el gobierno regional. Estamos hablando de hechos acaecidos en 2012 y 2014; como saben, yo entonces no era rector, pero estoy dispuesto a dar la cara en todo lo necesario. Eso sí, necesito que entre todos tengamos claro lo que ocurrió y que podamos responder de forma unánime a los ataques insidiosos que sin duda van a venir.
  • VICERRECTOR DE POSGRADO: Yo lo que quiero tener absolutamente claro es si la presidenta aprobó esa asignatura y presento, defendió y aprobó su trabajo de fin de máster. En mi opinión, eso es lo único que debe quedar fuera de toda duda.
  • RECTOR: Don Enrique Álvarez era el responsable del máster y, además, fue quien dirigió el trabajo a la alumna. Don Pablo Chico de la Cámara era el profesor de la asignatura “financiación de las comunidades autónomas”. Les rogaría a ambos que respondieran aquí y ahora a la pregunta del vicerrector y que nos dijeran de qué pruebas documentales disponen.
  • PROFESOR CHICO: (Titubeando y ostensiblemente nervioso) Sí, sí. Puedo decirlo porque en octubre de 2014 me telefoneó la señora Calonge para decirme que aparecía un no presentado y que la alumna había protestado. Lo cotejé con mis papeles del curso y vi que su nota era un 7,5 y así se lo dije a la funcionaria. Entonces todavía guardaba los exámenes y demás papeles, pero ya no, han pasado casi seis años.
  • RECTOR: Profesor Chico, ¿tiene usted inconveniente en poner por escrito una explicación de lo que pasó? Habría de certificar que la señora Cifuentes aprobó, que se cometió algún error administrativo o informático al pasar la calificación y que usted, en 2014, ordenó que se corrigiera. Un escrito con este contenido y su firma es indispensable.
  • PROFESOR CHICO: Ningún inconveniente, rector. Lo preparo enseguida.
  • PROFESOR ÁLVAREZ: En cuanto al trabajo de fin de máster, les confirmo que, en efecto, lo dirigí. Se titulaba “el sistema de reparto competencial en materia de seguridad ciudadana” y lo defendió ante un tribunal compuesto por tres profesoras de mi departamento, discípulas mías.
  • VICERRECTOR DE POSGRADO: ¿Se conserva el trabajo en el archivo del Departamento? ¿Y el acta del Tribunal?
  • PROFESOR ÁLVAREZ: No he tenido tiempo de hablar con mis discípulas, así que no lo sé. El trabajo quizá ya no se conserve, pero el acta seguro que sí. En cuanto acabemos aquí, llamaré a Alicia López de los Mozos, que fue la presidenta del Tribunal, para que busque el acta.
  • RECTOR: Enrique, en unos minutos tú, el profesor Chico y yo vamos a estar en una comparecencia ante los medios y diremos lo que aquí hemos hablado. De modo que doy por sentado que esa Acta va a aparecer, ¿no es cierto?
  • PROFESOR ÁLVAREZ: Sí, rector, ten la completa seguridad. La tendrás sin falta a media tarde.

6. Yendo hacia la rueda de prensa, Campus de Móstoles (13:27 pm)
(El rector y el vicerrector caminan juntos y hablan en voz baja)
  • Javier, todo es muy raro, cuando menos irregular. ¿Tú te crees lo que cuentan esos dos y la Calonge?
  • Mira, Chema, ni me lo creo ni me lo dejo de creer. Yo ahora voy a hacer una declaración institucional, pero dejando claro que son ellos quienes certifican la veracidad del máster de la presidencia. De momento, otra cosa no podemos hacer. Confío en que con esto baste, pero no te creas que las tengo todas conmigo.

7. Comparecencia del rector y los dos profesores, Campus de Móstoles (13:32 pm)



8. Almuerzo de tres profesoras, Campus de Móstoles (13:32 pm)
(Quienes han quedado a almorzar son tres profesoras jóvenes del Área de Derecho Constitucional. Las tres son alumnas del catedrático Enrique Álvarez y están bajo su tutela).
  • Bueno, como os he dicho, tenemos un buen lío encima. Hacia las once me llamó el momio … Vale, Alicia, no te me ofendas, el catedrático, si así te gusta más. El caso es que me quería advertir que se había montado un follón porque un medio digital hoy anuncia que le hemos regalado un máster a la Cifu, a la presidenta de la Comunidad. En fin, el máster es el de Derecho Autonómico del que resulta que, cuando se matriculó, en 2011-2012, yo figuraba como directora.
  • ¿La Cifuentes cursó ese máster? Primera noticia.
  • Pues sí, Clara, primera noticia para mí también. Pero parece que estuvo matriculada, aunque me imagino que ninguna de vosotras la vio por aquí; yo al menos me acordaría. Pero bueno, eso da igual. Don Enrique me ha pedido que nos reunamos con él para arreglar este asunto.
  • ¿Cómo que arreglarlo? ¿Qué quieres decir, Ceci?
  • ¿No habéis visto la rueda de prensa de hace un rato? El rector con el profesor Chico y con nuestro jefe. Han asegurado que la presidenta aprobó con notable las dos asignaturas que, según eldiario.es, tenían previamente el “no presentado”. Una de ellas era la que daba Chico, la otra es el trabajo fin de máster. Álvarez ha dicho que existe un acta de la defensa del trabajo de fin de máster. Pero no la han enseñado. Así que os pregunto: ¿qué creéis que quiere decir el catedrático con “arreglar el asunto”?
  • ¿Estás sugiriendo que nos quiere pringar en la confección de un acta falsa?
  • Muy bien, Clarita, exactamente eso. Me temo que pretende convertirnos en el Tribunal ante el cual Cristina Cifuentes defendió su trabajo fin de máster.
  • Pues yo no voy a esa reunión, no pienso meterme en la boca del lobo.
  • Mira Alicia, como podrá imaginar, a mí no me hace ninguna gracia ni esta reunión ni nada de este asunto. Pero sabes perfectamente que si nos enfrentamos al momio estamos muertas, se nos acabó nuestra carrera en la universidad. De momento, yo le seguiría la corriente; siempre podremos, si las cosas se ponen feas, descolgarnos alegando presiones de nuestro jefe. Pero tengo clara una cosa: o estamos en esto todas juntas o yo desde luego me escaqueo.
  • OK. Perdona, me puse nerviosa. Tienes razón, Ceci. Cuentas con todo mi apoyo, pero te quiero pedir un favor enorme. Deja que no vaya a esa reunión, dile a don Enrique que no me has localizado, lo que sea. A cambio tienes mi consentimiento para hacer en mi nombre todo lo que haya que hacer, hasta firmar por mí en el acta si es necesario. Sé que es una putada pero no me siento capaz (Alicia aquí rompe en sollozos).
  • Calma tía, coño, que te está mirando la gente. Pero leches, Clarita, ahora también tú el lloriqueo. Venga, de acuerdo, iré sola pero con una condición. Cuando “arreglé” con el momio el acta o lo que sea, le pediré que os envíe a cada una un whatsapp explicando lo que hayamos hecho, y vosotras inmediatamente le contestáis que estáis de acuerdo. Es el compromiso mínimo, mucho menos que en el que me meto yo. ¿De acuerdo?
(Las otras dos, Alicia y Clara, aceptan el trato. Acaban el almuerzo casi sin hablar, con los ceños fruncidos)

9. Cena de Cristina con su marido, domicilio particular, Madrid (21.36 pm)
  • Llevo todo el día con el maldito máster pero parece que ya estoy en condiciones de sofocar el boquete. En un rato me vuelvo a la Puerta del Sol a grabar un mensaje.
  • Cris, ¿no sería mejor que frenaras la bola de nieve, que no te empeñaras en seguir por ahí?
  • ¿Qué quieres decir, Javier? No tengo otra opción.
  • Lo tenemos jodido, sí. Pero si tu versión se desmorona el asunto va a ponerse mucho peor. No sé, podrías decir que en 2014 te llamó esa funcionaria, Calonge, para decirte que tenías el máster,, que tú no te acordabas de nada, que creías que no lo habías acabado pero que no estabas segura (puedes achacarlo al accidente, qué sé yo). En fin, que dudaste y, después de todo, a nadie le amarga un dulce y por eso fuiste a recogerlo. Pero que si resulta que no lo llegaste a acabar, pues nada, pides perdón y renuncias al título.
  • Javi, por Dios, ¿tú en serio crees que se van a tragar esa milonga? Además de mentirosa quedo como idiota. No, cariño, no puedo hacer otra cosa que echar p’alante. Tengo el apoyo de la universidad: ya has visto la conferencia de prensa. Además, hace un par de horitas, gracias a las gestiones de Maite, hemos recibido documentación bastante sólida, entre otros papeles, el acta del Tribunal que calificó mi trabajo de fin de máster.
  • Espero por tu bien, por el bien de todos nosotros, que sepas lo que estás haciendo. Cruzaré los dedos.

8 comentarios:

  1. Pese a tu esforzado trabajo recopilatorio y a que te basas en cuestiones que ya han aparecido, el conjunto no lo veo verosímil (que no verídico). Probablemente es un problema mío, pero creo que reside en el punto de vista adoptado: tú haces hablar a la tramposa, pero aunque lo intentas en tu recreación no habla como ella hablaría, sino como hablarías tú en su pellejo o un periodista de investigación. Creo que ella hablaría con más desprecio aún hacia la inteligencia de los engañados, que somos todos, y hacia todo lo que no sea su interés. Son gente que no sólo se cree impune, sino autistas que no nos entienden a los demás, pero nos desprecian.

    En otro orden de cosas, La Juan Carlos I fue una universidad que creó el PP como respuesta a la Carlos III creada pro Peces Barba y los sociatas una década antes. Eso explicaría algunas cosas sobre la ‘transigencia’ de esta universidad ya irremediablemente cubierta de mierda no sé si para siempre.

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    1. En los fragmentos en que hago hablar a CF no me parece que tuviera demasiada oportunidad de manifestar desprecio hacia la inteligencia del público. En los dos primeros, está reaccionando para parar un golpe que, en cuanto apareció, tuvo que darle algo de miedo. En el último se supone que es una conversación en la intimidad; aún así, que piense que los documentos que para entonces ya le había pasado la universidad iban a ser suficientes puede suponer, como tú dices, desprecio a la inteligencia de la gente o, también, poca inteligencia por su parte. Yo casi me inclino más por esto último.

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  2. Aparte de lo que dice Lansky, es importante notar que la bola de nieve ha resultado ser letal: por querer ocultar una irregularidad administrativa, han llegado a falsificar unas actas universitarias, que es un delito. ¡Bonita manera de liarse en su propia trampa! La propia universidad ha acabado lavándose las manos y pasándolo a fiscalía...

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    1. En efecto. Por eso he elucubrado con la posibilidad de que ese primer día alguien cercano (su marido) le sugiriera cortar inmediatamente. Bien es verdad que ya lo tenía muy difícil, indemne no habría salido en ningún caso. Pero, al seguir, se ha embarrado de mierda (y ha embarrado a la universidad) mucho más de lo que estaba al inicio de la noticia. Lo lamentablemente es que probablemente le dé igual: de perdidos, al río.

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  3. Ya nos explicarás cómo lo haces para colarte ahí y enterarte de todas las conversaciones :-D :-D :-D.

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    1. Fácil: tengo una máquina del tiempo que me permite desplazarme a cualquier fecha y lugar. Además, cuando lo hago (por ejemplo, aparecer en el despacho del rector), soy invisible e intangible, de modo que puedo enterarme de todo sin que nadie se dé cuenta de mi presencia.

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  4. Hablando de máquina del tiempo: Habia un cuento de CF donde la invención de la máquina del tiempo tenía el efecto colateral de terminar con la privacidad. Casi como las redes ahora.
    Me resisto a hablar de la Cifuentes, bastante tenemos acá con nuestros tramposos como para comentar lo que hizo la señora, pero creo ver en este episodio el diálogo ente la institución de certificación de aptitud para una tarea (en este caso, el emisor del título de Master) y la percepción del público de esa aptitud. Sea buena o mala haciendo su tarea, la Cifuentes parece creer que tener un título le mejora las oportunidades de ejercer poder. Es como si en una asamblea pudiera decir "a ver si te callas, que tengo un master por la Juan Carlos!" o aparecer sonriendo en un spot publicitario con el locutor en off : "lo que sabe esta mujer, que hasta tiene un master!"
    Ridicula, parece de Moliere.
    Pero quizás todos los requisitos de tener una carrera de grado, un master o un PhD sean igual de ridículos. No quiero aparecer como el zorro y las uvas, pero he tenido suficientes colegas en la carrera de grado y de postgrado para entender que ninguna institución puede garantizar casi nada cuando emite un título, salvo que el egresado tiene persistencia y medios psíquicoas y materiales para terminar con el asunto.

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    1. Hay un asunto al que te refieres tangencialmente y que a mí me intriga, que es cómo tendrán sus estructuras psicológicas estos tramposos burdos para hacer lo que hacen. Y te diré que la tal Cifuentes era de lo mejorcito que teníamos disponible en el partido que nos "gobierna" y cuyo presidente está en estos días por tu tierra, en grandes efusiones de amistad con Macri.

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