lunes, 5 de julio de 2021

Derechos de los transexuales (1)

Una persona transexual o trans es –según la última definición de la OMS– quien se siente, marcada y persistentemente, de un género distinto al de su sexo biológico y esta 'incongruencia' (término con el que la OMS califica la transexualidad) a menudo conduce al deseo de vivir y ser aceptado como una persona del género experimentado, al cual se intenta 'alinear' el cuerpo mediante tratamiento hormonal, cirugía u otras prestaciones sanitarias. En esta definición se juntan dos cosas distintas: la disforia de género (discordancia entre la identidad sentida y el sexo biológico) y el proceso de adecuación del cuerpo al género con el que se identifica. Parece que, para precisar estas diferencias, a los que no han cambiado su cuerpo se les denomina transgénero, reservando el término transexual a quienes ya han iniciado (o culminado) ese proceso de adaptación física a su identidad de género. 
 
Personas que no se han sentido identificadas con su sexo ha habido desde siempre. Hay referencias sobre lo que hoy llamamos transexualidad en las culturas antiguas aunque, obviamente, son difusas, poco documentadas. A partir del triunfo del cristianismo, la transexualidad parece desaparecer, sin que apenas consten casos (en nuestra historia el más famoso es el de Catalina de Erauso, la llamada monja alférez). Ciertamente, rechazar el sexo que Dios había dado era gravemente pecaminoso y duramente reprimido. De hecho, la represión en la mayoría de los casos operaba desde la propia conciencia individual: cualquiera que se sintiera a disgusto en su sexo, vivía a la vez un intensísimo sentimiento de culpa que le impedía hacer nada más que resignarse. 
 
Solo muy recientemente las personas que se sentían de un género distinto al que tenían de nacimiento han empezado a conciliar ese sentimiento en su interior. Me imagino que en la mayoría de los casos debe ser un proceso muy difícil y doloroso. Lo cierto es que esas experiencias individuales han ido compartiéndose en las últimas décadas y posibilitando el desarrollo de unas reflexiones colectivas sobre la situación de los transexuales en la sociedad. Así, se ha llegado a admitir (al menos en nuestro entorno) que la identidad de género (cómo se siente cada uno) es un derecho personal que no está condicionado por el sexo biológico. Dicho claramente: una persona de sexo biológico femenino que se siente hombre (transgénero masculino) tiene el derecho de expresar su identidad masculina –comportarse como hombre– e incluso que los demás le reconozcamos como tal. 
 
Desde el punto de vista jurídico, este derecho deriva del artículo 10 de la Constitución que señala que “el libre desarrollo de la personalidad” es uno de los fundamentos del orden político y de la paz social. La jurisprudencia, tanto española como internacional, ha venido estableciendo que la libertad de definir la propia identidad sexual es uno de los elementos más básicos para posibilitar el desarrollo de la propia personalidad; de ahí que se hable del “derecho a la autodeterminación del género”. Para posibilitar el ejercicio de este derecho, hace ya catorce años se promulgó la Ley 3/2017 que tenía por objeto que en el registro civil aparezca como único y verdadero sexo de un transexual el percibido por él y no el atribuido al nacer. El Registro Civil es donde se hacen constar los datos definitorios de la identidad de los individuos (al menos los que son socialmente relevantes), de modo que con dicha Ley se estable que un transexual pasaba a ser considerado socialmente, ante los demás, del género que él percibía. 
 
Como se ha dicho en algunas sentencias, esta Ley también contribuía al ejercicio de otro derecho constitucional, el de la intimidad. Según la jurisprudencia, el artículo 18.1 de la Constitución (se garantiza el derecho … a la intimidad personal y familiar …) lo que “garantiza es un derecho al secreto, a ser desconocido, a que los demás no sepan qué somos o lo que hacemos, vedando que terceros, sean particulares o poderes públicos, decidan cuáles sean los lindes de nuestra vida privada, pudiendo cada persona reservarse un espacio resguardado de la curiosidad ajena, sea cual sea lo contenido en ese espacio” (lo cual significa que también tenemos derecho a decidir lo que conforma nuestra intimidad). Pues bien, es obvio que forma parte de la intimidad cuál es el sexo biológico de cada uno y, por tanto, un transexual tiene derecho a que no se sepa y, consecuentemente, a que no conste el sexo natal en el DNI. 
 
Tenemos pues dos fundamentos constitucionales –e incluso más que constitucionales pues derivan de convenios internacionales sobre derechos humanos– en los que se apoya la legislación dirigida a reconocer los derechos de las personas transexuales y posibilitar el ejercicio de los mismos. De un lado, el derecho al libre desarrollo de la personalidad; de otro, el derecho a la intimidad. Ciertamente se trata de derechos fundamentales que todos tenemos, seamos o no transexuales. Sin embargo, las personas transexuales, debido precisamente a sentirse de un sexo distinto al biológico, sufren unas dificultades específicas –que los no transexuales no sufren– para poder desarrollar libremente su personalidad y, también, para proteger su intimidad. Las “leyes trans” se justifican, en principio, para remover estos obstáculos. Ahora bien, la aplicación a los transexuales de estos derechos, al menos tal como se ha hecho por la jurisprudencia, no está aceptada por todos sino que genera enconadas oposiciones. Me refiero, en especial, al corolario de que tenemos el derecho a la autodeterminación de género, a declararnos del sexo que sentimos y a que así se nos reconozca de forma oficial, con todos los efectos que ello implica.

4 comentarios:

  1. En todo esto de la teoría queer, está el problema de que están identificando género con sexo. El sexo es algo biológico, que no se elige, igual que no se elige la orientación sexual. Pero el género es el resultado de una educación sexista, machista donde hombres y mujeres tenemos diferentes maneras de comportarnos, de vestir y "de expresarnos". El género es el corset mediante el cual el machismo nos ha impuesto a las mujeres un servilismo y nos ha relagado al puesto de "intendencia" en la sociedad. Los mecanismos que utiliza el genero para que cada sexo no se salga de su redil son exquisitamente efectivos pero desde luego no tienen base científica alguna sobre la cual se pueda afirmar que identificándonos con esos estereotipos estamos exteriorizando una contradicción con nuestro cuerpo.
    De hecho de esas mujeres que hablas que en momentos históricos remotos se hicieron pasar por hombres, no eran hombres transgénero, eran mujeres que tenían necesidad de desarrollar labores propias por la época que defenía el género, que no por su sexo, de hombres. Y para hacerlo sin que la sociedad las rechazara tenían que disfrazarse de hombres.
    La cuestión es que hoy en día esas barreras que nos imponía el género están despareciendo, los 80 fue un momento donde hombres y mujeres, por igual, transgredieron las normas del vestir, del maquillarse y del comportarse, rompiendo ese rosa y azul que nos separaba en mil pedazos. La incorporación de la mujer al mundo laboral, la lucha feminista y política, la apertura de las universidades, la casi desaparación de los colegios donde se separa por sexo a los alumnos hizo realidad lo que hoy desde la teoría queer se nos quiere "imponer otra vez", identificarnos con roles innecesarios.
    Y no es el colectivo de hombres trans, los que exigen estas leyes, no nos equivoquemos son a través de mujeres trans por donde se están introduciendo estos mensajes y el sexismo que conlleva el género.
    Pero más allá de que estemos de acuerdo o no, el género es algo muy específico, el género femenino del que la mayoría de las mujeres huimos porque nos impone normas que nos limitan y nos coarta la inteligencia en pos de un sentimentalismo bobalicon y sumiso no es el estandar de todas estos hombres que dicen ser mujeres trans, en ellas no hay humildad, ni buen corazón, ni feminidad alguna, ni decoro, ni buenas formas.... que son todas una rameras muy vulgares vamos, atendiendo siempre a los cánones en las que ellas dicen identificarse vamos.

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    1. Estoy bastante de acuerdo con lo que dices, anónima. No obstante, yo todavía no llego tan lejos. De hecho, no tengo nada claro muchos de los factores del debate reciente a propósito de la ley trans y este post es un primer paso para aclararme a mí mismo.

      Tan solo apuntarte que no estaría yo tan seguro de que esas mujeres de épocas no tan remotas no fueran trans. No podemos asegurarlo, claro, pero hay bastantes indicios de que Catalina de Erauso no se vistió de hombre porque quisiera ejercer oficios varoniles sino que más probablemente escogió esos oficios porque sentía que era un hombre. De hecho, personas trans parece que ha habido desde siempre.

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  2. Y todo esto me hace pensar si esta necesidad de "etiquitarse" como mujeres trans y no como hombres, viene más fundamentada en la huída de esa discriminación a la que se le somete a los hombres con pluma en el mundo machista patriarcal y que "nunca ha sido agradable". Porque es evidente que dentro incluso del mundo de los hombres homosexuales, el que tiene pluma "no es bienvenido", y claro entre ser el paria a abrirse paso entre las mujeres que ya estamos acostumbradas al yugo patriarcal dónde va a parar.
    Pues estoy radicalmente en contra de las leyes donde la autoindentificación de género es lo que nos define. Primero por algo obvio y por lo que el feminismo lleva 300 años luchando y es que el género no nos identifica como seres humanos y segundo porque esto abre la puerta al borrado de las mujeres, cis nos dicen, todo lo que tiene que ver con nuestra estructura biológica pasa a ser un insulto tranfóbico que se pena en esta ley. Y segundo porque es un coladero para regular la prostitución como un trabajo, y como consecuencia despenalizar la figura del proxeneta y los vientres de alquiler. No hablemos ya del sentido que tendría una ley de violencia de género cuando cualquier hombre acusado de maltrato podría autodeterminarse como mujer trans dejando sin efecto la denuncia en el acto. La problemática de las cárceles, de las violaciones y de tantas cosas que ya en otros países está ocurriendo. Perder la patria potestad de tus hijos si no quieres hormonarlos...etc, etc. De la salud de toda esta gente que se está hormonando y tomando bloqueadores de la pubertad, ya ni hablemos...ya están hablando precisamente los que al alcanzar la madurez se dan cuenta de las consecuencias irreversibles que todo esto les está trayendo.

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    1. Metes demasiadas cosas en un mismo cesto. En todo caso, habría que discutirlas despacio, sin caer en extremismos.

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