jueves, 1 de julio de 2021

La inocencia de Cristina

El sábado 24 de marzo de 2018 publiqué un primer post sobre el máster de Cristina Cifuentes, la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid; en esas fechas eldiario.es acababa de destapar el presunto fraude. Han pasado poco más de tres años y casi todos nos hemos casi olvidado de la Cifuentes. Recordemos, no obstante, que más o menos un mes después de que saltara el escándalo, Cristina dimitió de todos sus cargos (aunque el detonante fue un video en el que se la veía en el cuarto de seguridad de un centro comercial tras ser pillada en un intento de hurto). Estuvo un buen tiempo desaparecida (leo ahora que se fue a trabajar a París para una empresa de recursos humanos) y resurgió hacia finales del diecinueve declarando que la campaña de acoso y derribo que sufrió había sido planificada. Luego la he ido viendo de vez en cuando en programas televisivos, participando en tertulias pero ya nunca como protagonista (que no deja de asombrarme porque lo último que yo querría después del papelón por el que pasó sería meterme de nuevo en el circo mediático). Ahora es una ciudadana de a pie y se me antoja que definitivamente quemada para la política (aunque nunca se sabe). 
 
En mayo de 2018, cuando estaba recién dimitida, el Juzgado de Instrucción 51 de Madrid imputó a Cifuentes la comisión de delito de falsedad en documento público en el caso del máster. El 15 de febrero de 2021, la Audiencia Provincial de Madrid, en sentencia 64/2021, la absolvió, aunque condenó a sus compañeras de imputación Cecilia Rosado y María Teresa Feíto. Por último (hasta el momento), hoy lunes el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha confirmado la absolución y rebajado la pena de las otras dos mujeres. Por supuesto, Cifuentes se ha apresurado a manifestar que la sentencia de absolución, por más que haya gentes mezquinas quieran darle la vuelta, significa solo una cosa: inocencia. Y añade que así lo dijo desde el primer momento, pero que se le ha hecho pasar una condena de tres años sin el más mínimo respeto por la presunción de inocencia. (sus declaraciones aquí).
 
Sin embargo, como ya hizo repetidas veces durante aquella primavera del 18, Cifuentes no dice la verdad. Lo que significa la absolución es que no se ha demostrado más allá de las dudas razonables que el imputado haya cometido el delito. Así lo dice expresamente la primera sentencia: “sobre la participación de Cristina Cifuentes Cuenca, de lo actuado no ha resultado probada ninguna intervención de la citada … Las sospechas legítimas que pudieran existir no se han convertido en prueba suficiente para justificar la responsabilidad de Cristina Cifuentes Cuenca”. Los jueces no dicen que sea inocente, sino que no se ha probado su culpabilidad y, por lo tanto, la absuelven. Pero, como es evidente, de ello no se deduce que no sea culpable. 
 
De entrada hay que aclarar que la absolución se limita a la comisión del delito de falsedad en documento público. La propia sentencia, en su relación de hechos probados, confirma lo que ya nos había quedado a todos claro en su momento: que el máster se lo habían regalado. Pero recibir un máster de regalo no es delito o al menos no se le imputó por eso. Es decir, estimada Cristina, que te hayan absuelto de falsedad en documento público no quiere decir que no hayas obtenido un máster que no merecías, y así queda claro en la sentencia. Recuerda, ahora que te crees con derecho a quejarte de lo injustamente que fuiste tratada, que fue el asunto del máster lo que nos escandalizó; en esos momentos no se hablaba de un eventual delito penal. Ha quedado probado que el máster de la Rey Juan Carlos fue altamente irregular y fraudulento. De hecho, la propia Cifuentes reconoció en el juicio que cursó el máster sin ir a clase, sin realizar exámenes y entregando el Trabajo Fin de Curso pero sin exponerlo ante el tribunal (TFM que nadie conoce), condiciones que le ofreció el profesor Enrique Álvarez Conde, debido a la “vorágine” de su situación laboral. Pues bien, justamente eso, lo que ahora reconoce, es lo en su día nos pareció escandaloso y lo que ella negó. Pero que te regalen un máster no es delito. 
 
El delito que se juzgaba era solamente la confección de un acta falsa en la que se certificaba que Cifuentes había defendido el Trabajo Fin de Máster ante un tribunal de tres profesoras. Esa fue el acta que exhibió la presidenta para “demostrar” que, contra lo que se publicaba en aquellos días, ella sí había defendido el TFM. ¿Se acuerdan de aquellas explicaciones confusas cuando le pidieron que describiera cómo fue aquella sesión? Pues bien, ya ha reconocido que esa defensa del TFM nunca se produjo. ¿Mintió en aquella comparecencia? Alguien debería preguntárselo y es posible que contestara que ella no dijo que hubiera ido a tal acto, porque no se acordaba; que ella solo decía que la universidad decía que tal acto sucedió. 
 
La falsificación de ese acta se hizo el 21 de marzo de 2018, cuando ya eldiario.es había hecho públicas sus investigaciones, precisamente para que Cifuentes pudiera defenderse de aquéllas. La autora material fue Cecilia Rosado, la directora nominal del Máster (porque el director de facto era Enrique Álvarez Conde), presionada por éste último, al que la fiscal consideraba el principal urdidor de la trama pero que se ha librado del proceso penal porque falleció en abril de 2019 a causa de un cáncer de pulmón. Rosado también fue presionada por Mª Teresa Feito, asesora del Gobierno regional madrileño, quien la llamó varias veces, llegando a insinuarle consecuencias sobre su futuro laboral si no falsificaba el acta; además, según declaró al Tribunal, le dijo que si no accedía "Cifuentes las iba a matar". 
 
En síntesis, que ha quedado probado que al menos tres personas –Rosado, Feiro y el fallecido Álvarez– se conchabaron para falsificar un documento público con la única finalidad de beneficiar a Cristina Cifuentes, pero no que Cristina Cifuentes interviniera en esa movida; no se ha probado que ordenara la falsificación, ni siquiera que supiera que se estaba haciendo. A mi me parece difícil de creer: como mínimo, cuando le hicieron llegar el acta tenía que saber que era falsa porque ella nunca había defendido el TFN frente a un Tribunal (según confesión propia). Pero respetemos las sentencias judiciales y admitamos que no se ha probado que delinquió y, consecuentemente, congratulémonos de que no se condene a una personas sin pruebas suficientes de su culpabilidad (ojalá que la vara de medir judicial sea siempre así). 
 
Pero, después de hacer este ejercicio de ejemplaridad democrática, creo que lo que hay que pedirle a la señora Cifuentes es que, por favor, se esté calladita, que no tenga la desvergüenza de proclamar su inocencia, engañando a los desinformados y ofendiendo la inteligencia de quienes algo lo estamos. Y también, de paso, que no nos califique de mezquinos a quienes nos es imposible creer que no haya participado en ese fraude. Por último, me gustaría preguntarle qué sentimientos le produce que dos personas hayan sido condenadas por su causa.

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