sábado, 30 de diciembre de 2006

Carta a mi ex-mujer

Estoy escribiéndote nada más irte. Te he pedido que te vayas porque sé (los dos lo sabemos) a qué situación habríamos llegado de seguir "hablando". Y quiero evitar que nos hagamos más daño; y me gustaría que tú quisieras lo mismo. Te he dicho -y es verdad, lo creas o no- que lo que más me gustaría sería que recuperáramos una relación cariñosa y de confianza. No quiero perderte; no lo he querido desde que decidiste romper nuestra pareja, y sigo sin quererlo.

En agosto del año pasado, en una carta que te envié cuando te ibas de casa, te decía que a mí sólo me perderías si tu quisieras, si te empeñaras en que así fuera (por entonces me habías dicho que tenías miedo de perderme). Esas palabras siguen vigentes, incluso mucho más, porque ahora te diría que trataré de ponerte difícil que quieras perderme. Pero también sé (como te he dicho en varias ocasiones) que en varios aspectos tú eres más fuerte que yo; así que es más que probable que si te empeñas logres matar cualquier atisbo de amor entre nosotros.

Es que tengo la sensación de que te empeñas, de que sigues considerándome alguien malo, alguien que quiere hacerte daño y del cual tienes que defenderte. Nuestra separación la planteaste como un acto de liberación frente a mis opresiones (tengo grabadas en el alma tus palabras en la consulta de Sandra) y, a partir de ahí, cada vez que yo he hecho algo que directa o indirectamente afectase a ambos, lo has juzgado como una agresión o, al menos, así lo he percibido yo. Siempre te las arreglas para darle la vuelta a las intenciones de las cosas que hago, interpretándolas como si tuvieran propósitos malvados, de aprovecharme de ti. De otra parte, sólo mencionas los hechos en los que -desde tu versión- me comporto egoístamente, omitiendo aquellos que tú realizas.

Es muy difícil poder hablar desde esos presupuestos. Y es muy doloroso cuando, ante todo lo que haces, bien o mal, pero siempre sin ninguna intención oculta y con el ánimo de acordarlo entre los dos (me creas o no), uno se encuentra con una actitud como la tuya, empeñada en pintarme como el enemigo que quiere sacar ventaja a tu costa. Y es especialmente doloroso cuando descubro que ese rencor lo llevas a las cosas materiales, porque es en ese aspecto donde veo más claramente que no hay sino rabia hacia mí, el deseo de que yo no saque nada bueno no porque sea a tu costa (no lo necesitas), sino por el hecho en sí.

Yo no quiero sacar ninguna ventaja (me creas o no, de nuevo). Te hice la propuesta de reparto buscando el equilibrio entre nuestras pertenencias y pensando (ingenuamente) que estarías de acuerdo. Pero -por supuesto- para que cambiaras lo que creyeras conveniente. Te pasé la lista de gastos que yo entendía que eran comunes que habían ido a mi cuenta bancaria con la misma intención y tal como habíamos hablado; esperando, naturalmente, que tú hicieras lo mismo. Siempre pensé que nunca íbamos a tener problemas en esto y así se lo he dicho a algunos amigos comunes; y me jode tener que admitir que esos amigos tenían razón.

Lógicamente yo tengo una cocina nueva y tú mantienes la que pusimos hace doce años. Lo que no piensas ahora es que dijimos que, al dividir las casas, había que hacer una cocina en la que yo estoy, independientemente de quién fuera a vivir en este lado; lo que no piensas es que tu lado es mucho mejor, tanto en orientación como en ruidos; de lo que te olvidas es de cómo fuiste planteando la división de las casas (empezaste el 11 de octubre por mail, cuando todavía estabas en el apartamento) y de cómo, al final, te dije que vale, que lo mejor era que tú te quedaras en el lado en que estás.

El coche. Poco tengo que añadir a lo que te dije hará algo más de un mes. Tuve un accidente y nos hemos quedado sin coche; en mi opinión, nada hay que repartir. Tú piensas, en cambio, que como el accidente lo tuve yo he de pagarte la mitad del valor del coche. Y hoy añades que crees que si hubiera sido al revés yo te habría exigido lo mismo. ¿Lo crees de verdad, desde el fondo de tu corazón?

Cosas como esas me has dicho muchas y me hacen mucho daño (que, seguramente, a estas alturas y a diferencia de hace un año, ya no te importa). En mayo, después de una de nuestras conversaciones frustradas, te dije por mail que sentía que entre nosotros había mucha fragilidad y te pedía que, para evitar dañarnos y ahondar rencores, procurásemos ambos tratarnos con cariño. Te aseguro que yo, con mayor o menor éxito, lo intento. Pero me da la impresión de que tú estás intentando devolverme los daños que sientes que te hecho. Y no parece que quieras que eso cambie, parece que quisieras suprimirme completamente. En enero, tras el incidente de mi cama, te escribí que me daba la impresión de que las cosas que hacías en relación a mí obedecían a tu necesidad de afirmarte en mi contra, porque seguías necesitando verme como un enemigo. Ahora me dices que te has dado cuenta de que estoy negociando contigo las cuestiones materiales para sacar ventaja, que no estás dispuesta a admitirlo y que lo mejor sería ponerse en manos de un abogado.

Vuelvo a preguntarte lo mismo: ¿crees eso de mí desde el fondo de tu corazón? Y, ¿es así como quieres que prosiga la relación entre nosotros? ¿No es posible que hablemos desde el cariño, sin dobleces ni desconfianzas?

Yo no soy tu enemigo. No te deseo ningún mal. Todo lo contrario; te deseo la mayor felicidad; deseo que eches de ti todos los sentimientos de rabia, de rencor; deseo que sólo sientas amor hacia fuera. Deseo también que te conozcas y que desde ahí te sientas en paz, y puedas recibir el muchísimo cariño que tanta gente te tiene y no te hagan daño cualesquiera comportamientos malévolos. Creo que, en relación a mí y a nuestra relación de 16 años, debes todavía resolver cosas y -seguramente- perdonarme y perdonarte. En cuanto al daño que, estando juntos, he podido hacerte, deberías saber que nunca fue a propósito sino, en la mayoría de los casos, resultado de mi torpeza afectiva y de mis muchos otros defectos. De muchos de esos defectos, por otra parte, he sido dolorosamente consciente (y, por tanto, me he esforzado en corregirlos) justamente al comprobar que te causaban dolor. Pero, en cualquier caso, también deberías pensar que la ruptura de nuestra pareja no fue sólo un acto defensivo tuyo ante mis "agravios"; deberías pensar en ti, no "usarme" ante ti misma como "excusa". Quizás entonces te vaya desapareciendo la rabia que me tienes y me veas de otra manera (yo creo que mucho más ajustada a la verdad). Y, sobre todo, quizás entonces suprimas un factor negativo hacia tu felicidad.

Hará unos 6 meses leí un artículo (que te adjunto) sobre la necesidad que, para su tranquilidad psicológica, muchos sienten de tener enemigos a quienes echar la culpa. Me pareció que, en gran medida, retrataba lo que yo creo que te pasa conmigo. Supongo que no estarás de acuerdo (ni con el artículo ni con lo que te he dicho hasta aquí), pero creo que debía decírtelo. Si simplemente leyeras estas frases (como todos los mails que te he enviado desde nuestra separación) con una actitud diferente, asumiendo -aunque sea a modo de hipótesis- que soy sincero (y lo soy), a lo mejor te valen para cuestionarte algunas de tus actitudes. Creo que sería bueno, no sólo para mí (que me encantaría), sino para tu propio bienestar interior. Sin embargo, ahora mismo, no puedo sino imaginarte leyendo desdeñosamente mis palabras.

Pese a ello las escribo; el motivo es que te quiero y no quiero que entre nosotros haya rencor. A lo peor ésta es una estrategia errónea para mis objetivos, pero no puedo usar otra, porque soy como soy. En cuanto a las cuestiones prácticas (cuya importancia para mí frente a tus sentimientos es nimia), te sugiero que seas tú la que me propongas el reparto que entiendas justo y te pido que, a partir de ahí, nos esforcemos ambos en acordar lo que acordemos en conversaciones calmadas y ordenadas, sin presuponer que el otro quiere aprovecharse ni nada por el estilo.

A este respecto, me gustaría evitar algo que has hecho repetidamente: echarme en cara como decisiones mías, acuerdos que te he propuesto y a los que, en su momento, diste tu conformidad. Son varios los ejemplos de lo que te dije más arriba de "darle la vuelta" a mis intenciones. Así, pasan los días y lo que yo creía que a ti te parecía bien (porque así lo me lo dijiste), resulta que no, que fue una decisión mía para aprovecharme, para sacar ventaja. Y, como tengo la sensación de que fuera cual fuera la propuesta que yo hubiera hecho posteriormente la ibas a interpretar como resultado de mis malévolas intenciones, es que te digo que hagas tú las propuestas.

En todo caso, haz lo que creas justo y conveniente. Y permite que mis mejores deseos de felicidad te lleguen. Un beso muy grande.

CATEGORÍA: Reflexiones sobre emociones
POST REPUBLICADO PROVENIENTE DE YA.COM

2 comentarios:

  1. Mis mejores deseos también para ti. Cuanto más te leo más tengo la sensación de que tu afectividad en el trato con las personas, tu parte emotiva vamos, no tiene nada que envidiar a tu parte racional. Creo que ante todo eres alguien equilibrado y objetivo y que das a los sentimientos el valor que realmente tienen. Los sentimientos nos sirven siempre y cuando nos ayuden a construir algo bueno con las personas que nos rodean.

    Con respecto a tu ex, sin embargo, creo que los sentimientos se le acumulan y se le enquistan por cuanto le explotan en la cara, creo que justo como le pasa a un niño que patalea cuando la se le niega algo. Creo que sus errores no los quiere admitir y está deseando poder tener una excusa para explotar. Yo muchas veces me siento así, posiblemente no busco enemigos como ella, pero sí rompo a llorar desonsoladamente porque creo que el mundo entero está en contra mia, intento que mis arrebatos no tenga ninguna personificación en particular, porque siemplemente es una necesidad de explotar ante algo que no me gusta, ante mis propias decisiones y sus consecuencias. Las decisones que tomamos tienen consecuencias y creo que a ella le están amargando un poco las consecuencias de todo aquello que ha decidido.

    Comentado el Sábado, 30 Diciembre 2006 22:17

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  2. Daría mi hígado porque me dijeran sólo la cuarta parte de lo que tú dices a tu ex mujer. También es cierto que debo entenderla y la entiendo. No se cómo acabará esto, pero os deseo lo mejor para ambos, de verdad, que consigais la paz interior (esa que se supone es la releche y la que soluciona todos los males). Besazos.

    Comentado el Sábado, 30 Diciembre 2006 23:38

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