lunes, 30 de abril de 2012

Facciamo finta che sia vero

En la postdata de la entrada anterior me referí al último disco de Celentano, sobre el que aprovecho para añadir ahora algunos comentarios. Celentano es, sin duda, una de las figuras públicas de más prestigio en Italia. Irreverente, divertido, activista caótico que peca, me parece, de cierta ingenuidad pero quizá ésta sea uno de los ingredientes de su fuerza, de su gancho. El tío tiene ya setenta y cuatro años pero está en plena forma. Desde luego, valorar su extensísima trayectoria musical (o incluso vital) a estas alturas sería el colmo de la redundancia. Temas como Il ragazzo della via Gluck o Azzurro, ambos de los sesenta, cimentaron su fama internacional desde muy joven, pero, aunque siempre me ha gustado, el Celentano maduro fue para mí todo un redescubrimiento, en concreto a partir del estupendo album Io non so parlar d'amore (1999).
 
Este último disco es, según él mismo, un grito de rabia contra la situación actual, contra el modelo económico que nos imponen y cuyos efectos en Italia, matizados por las particularidades de ese país, son muy similares a los que aquí sufrimos. Dice Celentano que se trata de su obra "más política" y, en efecto, de los nueve temas cuatro son proclamas activistas antisistema, algo panfletarias, claro, algo confusas e ingenuas también, pero no se trata de pedirle a un tipo del show-bussiness certeros diagnósticos sociopolíticos. El propio cantante confesó que sólo desde hace poco intenta comprender la economía y que todavía hay mucho que no entiende, pero sí se da cuenta de es una bomba sobre la que el mundo se ha sentado. Así que Adriano hace lo que puede y cree que debe hacer y, a mi juicio, eso le honra: aprovechar su fama, su autoridad moral ante sus aborregados paisanos, para reclamarles que despierten, que se movilicen contra las reglas de juego que nos conducen a la debacle, que dejen de aceptar resignadamente las mentiras que nos repiten hasta la saciedad los interesados siervos del poder.
 

No me sorprende demasiado que este disco casi no suene en España, porque ya me he acostumbrado a que apenas nos llegue música italiana de calidad (lo cual nunca he terminado de entender, porque bastantes similitudes hay entre nuestras culturas). En Italia, en cambio, ha sido un exitazo, no exento, desde luego, de polémica, amplificada con la presencia estelar de Celentano en el último festival de Sanremo en el cual, además de cantar, escenificó unas brillantes peroratas arremetiendo contra la prensa católica italiana, los trenes de alta velocidad, hablando de la pantomima en que se ha convertido la democracia, cómo se imposibilita el ejercicio de la soberanía popular ... dándose el gusto, en suma. Pero lo que sí echo en falta es que aquí se alcen personajes con similar relevancia pública y denuncien el expolio criminal al que nos están sometiendo, voces que, con el crédito de su popularidad y el prestigio de sus trayectorias, puedan acallar las siempre repetidas mismas mentiras con las que obsesivamente nos bombardean desde los medios papagayos vendidos al poder por cuatro perras.

Subo a este post tres de los temas "políticos" de este album, con sus traducciones correspondientes, en las que me he permitido ciertas licencias.

Supongamos que sea verdad 

Supongamos que sea verdad lo que os digo, que verdad es que somos gobernados por la fuerza. Estamos en manos del peor estilo de vida, en manos de gobernantes insensatos que se turnan mientras navegamos sin rumbo a merced de la tempestad. Cuando era joven vi otros mundos, otra raza de seres humanos. Volaban cuerpos de arco iris en el cielo, estábamos bien. Despierta, despertémonos, durmientes de un sueño perenne. Los siervos del poder se venden por cuatro perras, papagayos amaestrados que repiten obsesivamente siempre las mismas mentiras. Tenemos que despertar ya las conciencias, ahora, quizás sea demasiado tarde. 

Qué bella era Milán en los años sesenta bajo una luz dorada. Veía cuerpos de arco iris en el cielo. Milán bajo la luz, cuerpos de arco iris colaban en el cielo.
 
 
Facciamo finta che sia vero - Adriano Celentano (Facciamo finta che sia vero, 2011)

La cumbia de quien cambia 

Si alguno quiere bailar, dé un paso alante, dé un paso alante. 
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante. 

Los funcionario del Estado italiano a menudo meten la mano, empiezan bien y terminan mal, con frecuencia los ves robar. Actúan en su propio beneficio, para disfrutar de privilegios desmedidos, sin ningún decoro, con completa impunidad. 

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 

Nunca he sido un pasota de los que dicen que todos son iguales, no es mi modo de pensar. Admito que a veces los funcionarios del Estado italiano me han parecido personajes de escaparate: bajo los focos son bellos y atractivos pero cuando los rascas te das cuenta de que fingían.

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 

Siempre se dice que el pueblo se asemeja a su clase dirigente, una generalización para eludir la responsabilidad. La historia en cambio está llena de ejemplos contrarios, de gente valiente que ha inspirado a otra gente. Y justamente cuando todos piensan lo mismo más destaca una versión diferente.

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 

Yo no creo que todos los italianos entierren amianto en los campos, que enfanguen el nombre de los adversarios para quitárselos de enfrente, ni que compren los partidos a los árbitros. Pero en cuanto los árbitros se dejan comprar, en cuanto se miente sobre las desgracias ... La ocasión es la que hace criminal al hombre. 

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 

Yo me inclino ante los valores de la resistencia, cada pueblo tiene su revolución. De los valores que se están desvaneciendo, el más prioritario es el de la innovación. Italia es un sigo de exclamación que se alarga desde el centro de Europa hasta el norte de África, somos el país que ha fundado un nuevo mundo, un gran puente entre el futuro y Amarcord. 

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 
Si alguno se lo juega todo, dé un paso alante, dé un paso alante. 
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante. 

Declaro que no soy un idealista y que la política no me enternece. Pero a veces pienso que estaríamos todos mejor si nos esforzáramos por algo mejor. Nos estamos convirtiendo en un pueblo de apoltronados, en un pueblo de compulsivos. ¿Nos estamos convirtiendo o siempre lo hemos sido? Me pregunto si nos hemos resignado; personalmente, no tengo datos para saber cuántos no lo han hecho. Cada uno construye solo los cambios y no hay rayo al que no siga un trueno. 

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 
Si alguno se lo juega todo, dé un paso alante, dé un paso alante. 
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante. 

Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia. 
Yo me inclino ante los valores de la resistencia, cada país tiene su revolución. 
Si alguno quiere bailar, dé un paso alante, dé un paso alante. 
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante. 

 
La cumbia di chi cambia - Adriano Celentano (Facciamo finta che sia vero, 2011)

El préstamo 

Si no quieres una catástrofe de dimensiones internacionales deja ya de obstinarte en adquirir cosas sin dinero. Las deudas matan. Desconfía de los vendedores, sobre todo cuando dicen: no importa si ahora no puedes pagar, basta con una firmita en el préstamo y pasarás a ser el orgulloso propietario de nada. El estrés nos va a consumir. Esto no funciona, tenemos que parar. Sólo así se salvará Italia. 

Se necesita coraje para empezar de nuevo, para devolverle el rostro a la ciudad. Barrios de artesanos sobre viejos adoquines donde el arte y la cultura enraízan, donde, si tenemos los zapatos agujereados, nos los reparan por poco dinero. Resurgirán los zapateros para reconstruir la magia violada por los delincuentes inmobiliarios. Y los carpinteros con alma de artista, lejos de esos nichos cuadrados de cemento, redescubrirán la Belleza, semilla de toda forma de vida. La soledad del ser humano habita en la podredumbre de los sobornos municipales que han infectado los barrios hasta lo más profundo. 

Pero cambiar cuesta. Hasta cuándo seremos presa de una globalización que disfruta jugando con nuestras desgracias. Los Estados predican el crecimiento, pero la única vía contra la especulación, hacia una economía saludable, es el decrecimiento. Nada de reducir el sueldo de quien no llega a fin de mes; hay que renunciar a algo, pero primero los ricos porque, si no lo hacen, será inútil que vayan a China en busca de nuevos beneficios, pues sólo es cuestión de tiempo que incluso China colapse. 

Después de la Segunda Guerra Mundial vino el gran boom económico, las ruinas congregaron a la gente como un solo cuerpo lleno de amor patrio. Hoy es un poco distinto: somos víctimas de una debacle económica mundial y el único boom que nos puede salvar es el boom de la belleza. Italia entonces será bella como lo fue, sin nadie que quiera dividirla, romperla, reclamar la secesión. La gente será feliz porque tendrá algo que amar, algo imbuido en el propio ADN: la Belleza. La belleza de una Italia unida, del entorno, de cómo están hechas las casas; la belleza de la gente que se encuentra en las plazas, en los bares, en los pequeños comercios; la belleza de las cosas hechas a la medida del hombre, donde la corrupción y la violencia no pueden arraigar porque estarían demasiado expuestas. Esta belleza la llevamos dentro de nosotros desde el nacimiento y nos mantiene firmemente unidos a la Verdad, porque nace de la Verdad y no nos permite hacer cosas de las cuales avergonzarnos. Porque la Belleza está en todos sitios: en los hombres, en las mujeres, en los viejos, en los niños, en las piedras. Incluso aunque los partidos y gobiernos ladrones de todo el mundo, tras el famoso boom económico, la hayan casi masacrado . Pero podemos recomenzar y hacer bien las cosas desde el principio. Porque ella está ahí y ahí nos espera desde los albores de los tiempos.
 
 
Il mutuo - Adriano Celentano (Facciamo finta che sia vero, 2011)

12 comentarios:

  1. Chapeau para Celentano.
    (En Espana hubo aquella protesta contra la guerra de Irak cuando la entrega de los premios Goya...)

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  2. En una canción, un cantante habla de lo que quiera. Si le importa la situación social o política de su país o del mundo, hará bien en hablar de ella en sus canciones. Lo mismo digo de los directores de cine en sus películas, los novelistas en sus novelas, los poetas en sus poemas y hasta los blogueros en sus blogs y los ebanistas en sus aparadores de tres cuerpos.

    Ahora bien, como bien dices no parece muy sensato pedir a los tipos del show bussiness diagnósticos sociopolíticos excesivamente interesantes. Las películas de los cineastas, los poemas de los poetas y las canciones de los cantantes serán buenas o malas y gustarán más o menos, pero al margen e independientemente de su contenido político. Ejemplo paradigmático, nuestro admirado Borges, del que siempre se ha dicho que tenía unas opiniones políticas bastante deplorables, al tiempo que hacía una magnífica literatura. Pero hay miles de ejemplos más. No parece lógico admirar o dejar de hacerlo a un cantante o a un escritor por las ideas políticas que trasluce en su obra, ni recomendable tampoco. Te arriesgas a tragar malas canciones, libros o películas de autores cuyas ideas políticas te gusten, o a perderte canciones, libros y películas estupendos de autores cuyas ideas políticas no compartas.

    Y los pronunciamientos políticos fuera de la obra profesional de cada cual... siempre los he encontrado francamente desaconsejables. Del mismo modo que es muy digno de agradecimiento que Aznar o Zapatero solo rara vez nos hayan contado sus gustos literarios, y que nada sepamos de la música o el cine que les gustan, yo agradecería enormemente que los actores y cantantes no se creyeran obligados a participarnos sus preferencias políticas. Escuchar, por ejemplo, a Guillermo Toledo, respetable actor, profiriendo gilipolleces sobre la dictadura cubana me da bastante asco.

    Y el ejemplo que cita Antonio de la protesta de los cineastas contra la guerra de Irak no hace más que reafirmarme en mi postura. En contra como estaba de la guerra de Irak y del gobierno de Aznar, ya entonces me pareció que aquella manga de gilipollas frívolos e indocumentados hubiera hecho muchísimo mejor callándose. Si te premian por hacer buen cine, sigue haciendo, bien cine. Y no te aúpes sobre el premio para hacer, mal, política.

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  3. Vanbrugh, el ejemplo lo ponía irónicamente, ya que coincido contigo en la visión sobre los actores protestando contra la guerra de Irak. Y me permito añadir que encima los premian (o se premian) por hacer un cine, cuanto menos, discutible.

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  4. Estoy de acuerdo; con el post de Miros y sus ejemplos, con el largo comentario/post de Vanbrugh y sus ejemplos, y con la ironía de Antonio, en acuerdo absoluto con todos y cada uno. Y digo yo, a quién coño le interesa si a Alfonso Guerra le gustaba Mahler y Machado, ¿a los mismos que les interesa que Willy Toledo esté a favor de los saharauís?

    Resumiendo todos tenemos el derecho (no sé si la obligación, depende) a tener una opinión sobre cualquier cosa, pero no estoy tan seguro a que eso autorice a difundirla por cualquier medio.

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  5. Antonio, tu alusión a la protesta por la guerra de Irak era tan escueta que no era fácil saber si lo citabas 'a favor' o 'en contra'. Algo sospeché de que tu intención pudiera ser irónica ("mientras que en España todo lo que somos capaces de hacer es eso", algo así) pero como no estaba seguro preferí dejar yo clara mi opinión.

    Efectivamente, como bien puntualizas no 'los' premian, 'se' premian ellos mismos a ellos mismos. Y la calidad de lo premiado no parece tener nada que ver con los premios, que se reparten con un criterio muy parecido a como se reparten las tartas de cumpleaños. Pero esa es otra cuestión...

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  6. Vanbrugh: Citas a "nuestro admirado" Borges de deplorables opiniones políticas, ciertamente, y quien probablemente compartiría lo que comentas. De hecho, le tenía cierta manía a Neruda justamente por su compromiso político. En todo caso, coincido contigo en que el aprecio de la obra de un artista debe separarse, aunque a veces cueste, de su ideología. Recuerdo una magnífica entrevista a Cortázar en la tele española del blanco y negro en la que, refiriéndose a don Jorge Luís, le rendía su admirada pleitesía literaria a pesar de Borges. Se refería, supongo, a la actitud complaciente con la dictadura de Videla.

    Ahora bien, con lo que no puedo estar de acuerdo, salvo que maticemos, es con tu frase de que "los pronunciamientos políticos fuera de la obra profesional de cada cual" sean desaconsejables. De entrada porque de ahí deriva que los únicos que habrían de opinar de política serían los "profesionales" de la política, cuando me imagino que estaremos de acuerdo en que la política es cosa de todos los ciudadanos y lo que sería deseable es que todos los ciudadanos, independientemente de nuestras respectivas profesiones, opináramos lo más sensatamente posible de política. Porque además me temo que uno de los varios síntomas del asco de situación en que vivimos es que cada vez son menos los que "opinan" de política (y llamo a opinar, como seguro que no se te oculta, a hacerlo con un mínimo de racionalidad y argumentos).

    Este post no va de la relación entre la calidad artística y la opinión política, asunto en el que no creo que discrepemos, sino de la conveniencia de que figuras con cierta "autoridad moral" la pongan al servicio público. En este caso, entiendo por servicio público tirar una piedra a las quietas y enfangadas aguas de la doctrina oficial neoconservadora, que es lo único que pueden hacer para contribuir a romper el quietismo resignado de sus conciudadanos. Por ejemplo, en el show de Sanremo del cual he puesto uno de los videos (se entiende bastante) Celentano, en fina clave irónica, denuncia el bloqueo que se ha hecho en Italia a una iniciativa popular apoyada por 1.200.000 firmas (el requisito es 500.000) para convocar un referendum con la intención de cambiar la antidemocrática ley electoral. Algo muy parecido a lo que ocurrió en Grecia cuando Papandreu, ingenuamente, pretendió someter a consulta ciudadana las exigencias de ajuste europeo. ¿Es bueno que haya personas que clamen contra los abusos que nos están imponiendo con nuestra pasividad cómplice? Yo creo que sí.

    Claro que esas personas tienen que tener credibilidad, un mínimo de "autoridad moral" que decía antes. Y Celentano, en Italia, la tiene. Como él lo sabe, su silencio sería más culpable que el de cualquier ciudadano anónimo. Por eso valoro su actitud, con la cual poco gana, a las alturas de su vida y su fama. Nada que ver con tu referencia al señor Toledo, que me parece pertinente sólo como caricatura. Yéndome al otro extremo, me habría parecido más acertado referirse al J'accuse de Zola, un tipo que a finales del siglo pasado era respetado en Francia y que se creyó en el deber de defender una causa justa, aún a sabiendas (como así fue) de que le iba a traer problemas. En mi opinión, con la que está cayendo, nos hacen falta Zolas o, al menos, Celentanos.

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  7. Antonio: Confirmado que tu alusión a la protesta de los Goya era irónica, me asalta ahora la duda de si también lo era tu Chapeau a Celentano.

    Lansky: En mi opinión (claro), todos tenemos el deber de esforzarnos por formarnos una opinión. También creo que tenemos el derecho de expresarla, aunque rara vez dispongamos de los medios para "difundirla". En situaciones como la presente, en que con bastante éxito se nos está idiotizando con técnicas goebbelianas para que nos traguemos como dogmas inevitables lo que no son más que burdas mentiras, creo que los personajes con capacidad para hacer llegar sus opiniones al público y con autoridad moral tienen casi el deber de hacerlo.

    Y por cierto, en este blog los comentarios largos son calurosamente bienvenidos, sobre todo cuando, como es el caso de los de Vanbrugh, tienen chicha suficiente para generar una discusión argumentada. La famosa frase de Gracián siempre me ha parecido una gilipollez.

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  8. Pues, qué quieres que te diga. Sin estar del todo en desacuerdo, estoy bastante poco de acuerdo. El de 'autoridad moral' me parece un concepto lo suficientemente evanescente y difuso como para que no me sirva de gran cosa aquí. ¿Quién da patentes de 'autoridad moral'? ¿Qué impide que cualquier folklórico o famosillo con audiencia crea que tenerla le da 'autoridad moral' para airear sus ocurrencias sobre la cosa pública? ¿Cual es exactamente la ventaja de que Belén Esteban, sin ir más lejos, se crea Zola (tiene bastante más público del que nunca tuvo Zola) y se sienta obligada por ello a regalarnos con sus interesantísimos puntos de vista sociopolíticos? Vale, la Esteban es, de nuevo, una caricatura. Pero las caricaturas, los casos extremos, son muy útiles para comprobar la validez de las teorías. Y tú mismo has dicho que las proclamas de Calentano -cuya 'autoridad moral', basado en tú sabrás qué, no dudas en reconocer- son panfletarias, confusas e ingenuas. No estoy muy seguro de que los panfletos confusos e ingenuos sean útiles ni beneficiosos para nada, ni que el hecho de que los firme Calentano les añada ni tanto así de utilidad. ¿Por qué Calentano ha de tener más derecho y oportunidad de hacer públicos sus puntos de vista que mi peluquero?

    Me parece estupendo que todos los ciudadanos que lo deseen tengamos opiniones sobre política, y elemental que todos podamos expresarla sin problemas. No me parece en cambio tan estupendo que quienes han alcanzado notoriedad por cualquier otra actividad que nada tiene que ver con la política; y gracias a esta notoriedad tienen la oportunidad de hacerse oir por mucha gente, utilicen esta oportunidad para hacer públicas opiniones no especialmente cualificadas, ni esclarecedoras, ni útiles. Todos estamos bastante de acuerdo, creo, en el hartazgo y la irritación que nos producen los tertulianos radiofónicos, opinando con suficiencia sobre cualquier tema que se les proponga sobre el que, en general, no tienen por qué saber más que cualquiera de sus oyentes. Los famosos provistos de una etérea y discutible 'autoridad moral' que la esgrimen para obsequiarnos con sus panfletos ingenuos, en el mejor de los casos, y abiertamente estúpidos en el peor, no son una cosa que me caiga particularmente simpática ni me resulte especialmente deseable. La discreción, la modestia y el conocimiento de los propios límites me caen, en general, bastante mejor.

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  9. Puntualicemos:

    1. Por supuesto que autoridad moral es un término evanescente, pero que no se pueda medir no quiere decir que no exista. Digamos, para entendernos, que alguien la tiene si una gran parte de la sociedad le atribuye una serie de cualidades, como honestidad, congruencia en su comportamiento, decencia, etc ... Por supuesto, no necesariamente la "autoridad moral" está unida a que el personaje sea realmente congruente, honesto, etc ... Pero suele ocurrir que si se le descubren deslices que desvelan que se trata de un farsante, pierde para siempre esa "autoridad moral".

    2. La "autoridad moral" no requiere ser famoso. Obviamente a uno le pueden reconocer "autoridad moral" su pequeño grupo de amiguetes. Pero la autoridad moral (o prestigio) del que hablo sí está vinculada a la fama. Ahora bien, no por ser famoso se tiene autoridad moral, más bien, en la mayoría de los casos, ser famoso en la actualidad equivale en la mayoría de los casos a que te consideren carente de toda autoridad moral. La Esteban es más famosa que lo que fue Zola, vale, pero no creo que la gente que la conoce (y hasta sigue sus peripecias) la considere un referente de autoridad moral (bueno, algún descerebrado habrá).

    3. He escrito que las proclamas de Celentano (no Calentano) son panfletarias, pero no le doy a ese adjetivo connotaciones negativas. Son palnfletarias en el sentido de que son esquemáticas, casi sin matices, y ya sabes que desconfío de los aguafuertes (tú menos que yo). Sin embargo, no tengo reparos en admitir que las simplificaciones son necesarias a veces.

    4. También son confusas e ingenuas, lo primero porque no está capacitado (él mismo lo dice) para hacer un diagnóstico en profundidad de la economía y, además, si se atreviera a hacerlo se estaría (y nos estaría) faltando al respeto. Lo único que hace (que ya es bastante) es señalar los ejemplos sangrantes de lo que está ocurriendo, hacer como un niño (ingenuidad) cuando pregunta incesamente por qué, sin darse por satisfecho con respuestas elusivas. A mí esto me parece fundamental y urgente. Preguntemos por qué tienen que tomar las medidas que toman y no admitamos que no nos repondan. Celentano, con su ejemplo, no hace más que decirnos que lo hagamos.

    4. Celentano NO tiene más derecho que tu peluquero a expresar sus opiniones. Simplemente tiene más oportunidad de hacerlo. Así son las cosas y lo sabes de sobra. La cuestión para mí es qué tiene que hacer Celentano, sabiendo eso, siendo consciente de que lo que él diga va a tener repercusión mediática. Ahí es donde, en mi opinión, hay una responsabilidad pública de los famosos con "autoridad moral" (que nuestra común amiga Belén no se sienta obligada, por Dios) de hablar. No para pontificar (no lo ha hecho), sino para actuar como "despertador" del borreguismo de sus paisanos. Te aseguro que a Celentano, como a Zola hace más de cien años, más le habría interesado egoístamente, haberse quedado callado.

    5. A mí también me caen bien la discreción, la modestia y el conocimiento de nuestros propios límites. Pero, en este caso, no pienso que Celentano haya sido ni indiscreto, ni inmodesto ni que se haya creído que sabe más de lo que sabe.

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  10. Si hablo todo el rato de Calentano es porque es el ejemplo que tú has puesto, no porque le niegue a él particularmente ni la autoridad moral ni mucho menos el derecho de manifestar todas las opiniones que le parezcan bien. Máxime cuando las manifiesta en una canción, es decir, ejerciendo su actividad propia, lo que desde el principio dice que me parecía muy bien a mí.

    Lo que no me parece tan bien, y Calentano no es, creo, un buen ejemplo de ello, es, como ya he dicho, que quien ha conseguido audiencia en el ejercicio de su actividad, en la que sí es una 'autoridad', la utilice como altavoz de sus opiniones en otro terreno en el que no lo es. Puede interesarme mucho lo que... Perales, por ejemplo, tenga que decir sobre la canción ligera, asunto del que sabe un rato. Pero me interesa bastante menos lo que tenga que decir sobre sus preferencias de voto en las próximas elecciones, o sobre el calentamiento global, asuntos en los que no está más cualificado que yo o que cualquier otro ciudadano. Y me molestaría bastante, por lo tanto, que Perales usara la tribuna que le proporciona el hecho de ser un músico de éxito para aleccionarnos sobre política o sobre ecología. A ese género de actuaciones, que son bastante frecuentes, y a ningún otro, me he referido desde el principio. Y los ejemplos de los actores que opinaban sobre la guerra de Irak, o el de Willy Toledo opinando sobre Cuba, o el de Belén Esteban opinando sobre cualquier asunto que se le tercie, es posible que te resulten caricaturescos e inadecuados a tí, que al parecer tienes tan clara como yo la falta de autoridad de los individuos en cuestión para opinar en público sobre esos asuntos; pero hay mucha gente para la que lo inapropiado de esas opiniones no está en absoluto tan clara como para tí y para mí, y que los escuchan con tanta reverencia y atención como tú o yo podemos escuchar a Savater hablando sobre el País Vasco. O como tú escuchas a Calentano en sus ingenuas e indocumentadas proclamas antisistema. No sé si la diferencia es tan nítida y evidente como tú la pretendes...

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  11. Vanbrugh: Seguramente no es tan nítida, desde luego. Pero te insisto en que yo no digo que la credibilidad de lo que Celentano opine derive de su autoridad moral. Digo que tiene autoridad moral (en Italia) y por tanto, sin pretender sentar cátedra en absoluto, reconociendo sus límites como dices, entiende que debe poner esa capacidad de audiencia que posee al servicio de algo tan necesario como "sacudir" las conciencias de la gente. Y a mí, de verdad, no sólo me parece lícito, sino un deber ético de quienes están en esa situación. Si ves el video, comprobarás que no "alecciona" a nadie, que con ironía plantea los absurdos en los que nos están metiendo. Pero, en fin, al hilo de este intercambio voy a publicar un nuevo post.

    PS: Cuando te decía "No Calentano" era para que escribieras bien el apellido del italiano, que pareces empeñado en sustituir la primera e por una a.

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  12. Vaya, hombre. De dónde me habré sacado yo la A para estropearle el apellido al pobre Celentano. Mis disculpas. Respecto del resto de asuntos, sigo en el siguiente post.

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