Himnos americanos del rock'n'roll
Adelantándose a mi santo (mañana es San Miroslav) me han regalado un pack de tres cedés titulado "Himnos del Rock'n'Roll americano" (American Rock 'n' Roll Anthems ). Se trata de una recopilación más de canciones viejas y conocidísimas, publicadas por enésima vez con el único objeto de hacer caja fácil. Lo cierto es que la totalidad de los temas los he escuchado mil veces (unos más que otros, claro) e incluso la gran mayoría los tengo adecuadamente digitalizados en el disco duro correspondiente, cuya ordenación progresiva –completando los datos de cada canción con el iTunes– es uno de mis entretenimientos favoritos que tiene visos de nunca acabar. Es decir, que el regalo tampoco es que me aporte mucho (este post no lo va a leer la persona que, con toda su buena voluntad y sabedora de mi gusto por el rock, ha tenido el detalle de hacérmelo), pero sí ha sido sugerente oír de forma continuada estas 75 canciones, algo más de tres horas de inmersión en una época ya lejana.
Hound dog - Elvis Presley (1956)
Porque el ámbito cronológico del triple álbum se limita a la década de los cincuenta (hay una canción del 49 y nueve del 60); o sea, a los años en que el rock nacía en los Estados Unidos (lo de americano ya se sabe que los yanquis lo usan con exclusividad para su país). Es significativo fijarse en los intérpretes seleccionados y en el número de canciones con que aparecen en el pack. En primer lugar –cómo no–el mítico Elvis Presley, fantástico, sin duda, pero a mi juicio excesivamente sobrevalorado en la historia del rock. El Rey está representado con nada menos que seis canciones, aunque rockeras rockeras, lo que se llama rockeras, sólo la mitad y dos del dúo de compositores más afamado de este género, Jerry Leiber y Mike Stoller, dos judíos de la costa Este que mucho tuvieron que ver –junto con el propio Presley– en el blanqueamiento de esa música que hacían los negros, algo imprescindible para su afianzamiento comercial (para quien no lo haya adivinado los dos temas a que me refiero son el Jailhouse rock y el magnífico Hound dog; el tercero es el famosísimo Heartbreak Hotel).
Maybelline - Chuck Berry (1955)
Rollin' stone - Muddy Waters (1950)
Peggy Sue - Buddy Holly (1957)
All I have to do is dream - The Everly Brothers (1958)
I'm a man - Bo Diddley (1955)
Maybelline - Chuck Berry (1955)
En el segundo lugar por número de temas, con cuatro, aparece Chuck Berry, que sigue vivo a sus ochenta y ocho tacos. Chuck fue probablemente el que dio el más importante empujón para el parto definitivo del rock, en el Chicago de mediados de los cincuenta que recogía a los bluesmen negros que subían desde el Delta y se pasaban a la guitarra eléctrica, con la publicación –en Chess Records, naturalmente– de su Maybellene una reinterpretación personal de un viejo tema country. Desde luego, las cuatro canciones de Berry que recopila el pack merecen sobradamente el calificativo de himnos del rock; además de la citada, Roll over Beethoven, Rock'n'roll music y la espectacular Johnny B. Goode. Pero podrían haber seleccionado unas cuantas más –echo en falta, especialmente, su Sweet Little Sixteen. En todo caso, el tipo nunca lo tuvo fácil, un negro conflictivo que vivió su juventud en un país tremendamente racista. Yo no me atrevería a tanto, pero voces mucho más autorizadas que la mía lo consideran casi el padre fundador del rock'n'roll.
Rollin' stone - Muddy Waters (1950)
La medalla de bronce se la han concedido ex-equo, tres canciones a cada uno, a Muddy Waters, Buddy Holly y los Everly Brothers. En mi modesta opinión, el primero destaca de largo, no sólo por derecho de edad –nació en el 15–, sino que ésta, unida a la trayectoria de bluesman del Delta –heredero y actualizador del gran Robert Johnson, aquél del pacto con el diablo en una encrucijada de caminos– y su tremenda calidad lo convirtieron en el "patriarca" de los pre-rockeros en Chicago, a donde se mudó a principios de los cuarenta. Cuentan que lo primero que hacía todo negrito sureño con pretensiones musicales al llegar a la "ciudad ventosa" era preguntar por Muddy (Chuck Berry, entre otros). Antes que él ya se había instalado otro moreno de Mississippi, de su misma edad y que, con él, sería una figura clave en el paso del blues al rock, Willie Dixon, una de las más sonadas ausencias de este triple álbum. Pero sobre todo, la mayor contribución de Waters al rock fue ir de gira a Inglaterra en el 58 y dejar alucinados con su música amplificada a tope a unos cuantos chavalillos adolescentes que en pocos años se la apropiarían, llevándola a un grado de madurez nuevo. Es mi opinión, claro, que mucho debe a mi historia personal, a mi descubrimiento del rock a través de esos británicos (nacidos casi todos hacia mediados de los cuarenta, hijos de la Segunda Guerra Mundial): Los Beatles, los Stones, Clapton y tantos más. Por cierto, el nombre de los Rolling proviene justamente del tema de Muddy Waters que encabeza este párrafo (también incluido en el álbum) y que no llega todavía a ser rock.
Peggy Sue - Buddy Holly (1957)
Buddy Holly es una figura importante, pero no tanto como para estar tan alto en la lista. Era un chico blanquito de Texas con facultades que quería dedicarse al country hasta que en el 55 asistió a un concierto de Elvis y quedó noqueado. Tiene grandes temas, y uno de ellos sobresaliente, la maravillosa Peggy Sue. Dicen los entendidos que estaba dotado de una impresionante fuerza creativa, quién sabe si no se hubiera matado a los 22 años en el famoso accidente de avioneta en un campo de maíz en Iowa (le acompañaron en ese último viaje Ritchie Valens y Big Bopper). En cuanto a los Everly Brothers, qué decir. Sí, ya sé que tuvieron varios números uno desde finales de los cincuenta a mediados de los sesenta, pero a mí nunca me hicieron tilín: con sus caritas de niños pijos son una buena muestra de los esfuerzos de la industria blanca por "dulcificar" el arrollador rock que hacían esos negros, malos ejemplos para la todavía dócil juventud americana de la posguerra. No obstante, tampoco voy a decir que sean malos y tuvieron marcada influencia en la "línea suave" (que ya hoy se confunde con el pop) que seguirían muchos compositores (se me ocurre que el mejor alumno, que los superó de lejos, sería Paul McCartney). Hablo de las canciones "lentas" que sonaban en los guateques de los que son unos años mayores que yo, como el All I have to do is dream que sigue, que he de reconocer que me gusta pese a su ñoñería.
All I have to do is dream - The Everly Brothers (1958)
Con dos temas el álbum ha seleccionado nada menos que a siete intérpretes, cinco individuales –Bo Diddley, Fats Domino, Little Richard, Ray Charles y Sam Cooke– y dos grupos –The Coasters y The Platters–. ¿Qué tienen en común todos, aparte de ser muy buenos? Así es, acertaste, que son negros. No voy a seguir dando unas breves notas de cada uno –ejercicio estéril de erudición barata que basta la wikipedia para suplirlo–, que si no este post se hará interminable. Diré tan sólo que yo no habría puesto a los Platters que, aunque son de la época, enlazan con una tradición norteamericana ajena a las raíces del rock (los que no quita para que los dos temas que se incluyen –The great pretender y Smoke gets in your eyes– sean magníficos, aunque los prefiero en algunas otras de sus muchísimas versiones). Tampoco a Ray Charles lo habría metido en este disco, lo que no significa despreciarlo, ya que fue un monstruo. Pero rockero, no demasiado; si a Waters lo han llamado el padre del rock, a Charles le dieron la paternidad del soul; ambos venían del blues sí, pero evolucionaron por sendas distintas. Ahí va un temazo de Diddley (he dudado entre éste y el Lucille de Little Richard, pero aunque el depravadillo Ricardito me cae bien y me encanta su piano sincopado, creo que Bo es más representativo).
I'm a man - Bo Diddley (1955)
Quien lleve echadas las cuentas, sabrá que hay todavía en el álbum 42 canciones más y otros tantos intérpretes. Algunos muy conocidos –B.B. King, Bill Haley y su inevitable Rock around the clock, Carl Perkins, Eddie Cochran, Elmore James, Gene Vincent, Hank Williams, que tampoco pinta nada en este disco con un tema country del 49, Howlin' Wolf, James Brown, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash que también lo han colado, Paul Anka con Diana, claro, Ritchie Valens con La bamba, también por supuesto ... Hay además otros bastante menos conocidos pero no así las canciones que interpretan. Y faltan unos cuantos nombres que deberían haber estado en vez de esos otros que han metido con calzador; así, sin pensarlo mucho, me vienen a la memoria John Lee Hooker y Albert Collins, además del ya mencionado Willie Dixon. En fin, que desde luego no es ésta una antología muy rigurosa sobre los orígenes del rock pero a caballo regalado ... Y lo cierto es que he disfrutado de la selección, un repaso a canciones muy escuchadas enlazadas una tras otra, tres horitas (ya lo he dicho) de música. Una música que no es del todo la mía –yo nací al final de los cincuenta– pero sí en gran parte y, en todo caso, la he adoptado hace mucho tiempo en mi historia sentimental. Además, a más de medio siglo de distancia se trata ya de piezas históricas y sin embargo siguen muy vivas..
Summertime blues - Eddie Cochran (1958)
Como en la evolución biológica de las especies, —una ballena azul no es superior a una bacteria anaerobia, sí más compleja, pero cada una ‘funciona’ perfectamente en lo suyo, e incluso la esperanza de futuro es seguro mayor la del microbio— un error típico de apreciación es aplicar el siempre dudoso concepto de “progreso” a la evolución de la música, y no digo ni mucho menos que lo hagas tú. Hablas, en cambio, a mi juicio correctamente, del paso del blues al rock, al hablar del gran Muddy Waters, básicamente un bluesman, o de Willie Dixon, otro que tal baila. Y también dices como influyó el primero en su gira europea en los británicos que tanto nos gustan a ti y a mí. El problema es de lenguaje: al hablar de ‘evolución’ parece quedar implícita la idea de 'progreso', a mejor, claro, y no el simple cambio, el paso de unos tipos musicales a otros y su relación, simplemente, entre sí, y no tiene porque ser así. Como Stockhausen no es mejor que Mozart o incluso a mi juicio, el primero representa un desvío lamentable —insisto que para mí— musicalmente hablando. El rock desde luego, hablando más en concreto ,no es superior al blues, incluso es inferior en cierto modo, en cuanto a lo facilón del primero, por así decir, letras sobre todo, pero estaba más adaptado (evolución de las especies) a un ambiente/público menos restringido, más amplio, y de ahí que perviva mejor.
ResponderEliminarElvis, siempre me resultó algo empalagoso en sus baladas, como sus trajes floridamente blancos de su última época de obeso drogota, pero incluso entonces era muy bueno, quién lo duda.
Felicidades, Don Miros...y disculpa que haya tenido que volver a borrar el primer comentario, en esencia idéntico a este, pero con muchas más erratas, como me suele pasar a menudo.
Lansky: Quizá haya dado a entender en el post juicios de valor en términos de mejor o peor y, si es así, aclaro que no era tal mi intención. Como bien ilustras con tu comparación biológica, pueden identificarse diferencias más o menos objetivas en ciertos aspectos de la música, como por ejemplo, su complejidad. Ciertamente, los primeros balbuceos rockeros tendieron a una cierta "simplificación" del blues, pero desde mediados de los sesenta (y sobre todo en los setenta, a mi juicio) el rock se diversificó tanto y parió tantos subgéneros que difícilmente se le puede calificar de facilón (ni siquiera en las letras).
ResponderEliminarEn todo caso, cuanto más escucho esta música y más conozco (y más soy consciente de lo poco que conozco), menos me atrevo a hablar en términos de mejor o peor sino, simplemente, de cuanto me gusta cada canción. Gustos que, aunque creo que tienen un cierto grado de coherencia, tampoco sería capaz de explicarme racionalmente.
Yo, desde luego, me declaro bastante incapaz de determinar qué músicas son mejores a cuáles otras, particularmente en este campo del rock y de sus antecedentes, del que sé tan poco.
ResponderEliminarBueno, en realidad sí que me atrevo a declarar unas músicas "mejores" que otras, usando mis personales criterios, que probablemente no son los más adecuados para este tipo de música; como ya he comentado alguna que otra vez, mis criterios son fundamentalmente la mayor o menor riqueza e inventiva de melodías y armonías. Aspectos tan fundamentales, en el rock y similares, como el virtuosismo instrumental o vocal personalmente me resultan mucho menos importantes, los aprecio solo como el vehículo en el que me llegan armonía y melodía, y solo en la medida en que las afectan. Por eso no creo ser un buen juez.
Sin contar con que esa apreciación más o menos "objetiva" en la práctica está indistinguiblemente mezclada con factores emocionales y afectivos. Una canción objetivamente mala pude estar ligada en tu ánimo a vivencias importantísimas y ser por ello un hito musical para ti. Y una mucho mejor pasarte inadvertida porque no tenga resonancias emocionales. Los Beatles, por ejemplo, son mi infancia primera. Creo que son buenísimos, pero creo que me gustarían igual aunque no lo fueran, por motivos extramusicales.
Sí, Miros, hay y hubo un rock menos facilón y más complejo y quizás incluso que el blues en las letras, pero... estábamos hablado de la época acotada cronológicamente en tu post, y ahí lo veo más dificil, pero vale, será como dices.
ResponderEliminarAbundando en lo último que decía en mi anterior comentario, lo de las connotaciones afectivas: casi tanto -solo casi, ¿eh?- como los Beatles me gustan algunos éxitos del incipiente y rudimentario rock nacional de mi infancia: los Sirex, los Pekenikes, gente así. Comprendo que no son comparables con nada de lo que aparece en tu antología, pero a mí me gustan, qué quiere usted. El corazón tiene razones...
ResponderEliminarLansky: No, no te contradecía. En los cincuenta, ciertamente el rock era facilón. Si relees mi anterior respuesta, me refería al de los setenta (para mí, en esa "complejización") mucho tuvieron que ver los británicos y, del lado americano, el folk y el hippismo de los sesenta. Fíjate que el título del primer disco con el que Dylan se desmarca del folk (del 65) fue Bringing it all back home (trayéndolo todo de vuelta a casa), con clara intención patriotera de recuperar para los USA el protagonismo rockero, frente a la que entonces se llamó "invasión británica".
ResponderEliminarVanbrugh: Estoy muy de acuerdo contigo en lo de los condicionantes afectivos en la formación del gusto musical. De hecho, confieso sin pudor que mi gusto por el rock obedece en un altísimo porcentaje a mi historia sentimental. En todo caso, pese a que somos casi coetáneos (tú más viejo, que conste), estoy en desventaja contigo, porque para nada asocio mi afición al rock con la infancia, si entendemos la nuestra como la transcurrida durante la década de los sesenta. Supongo que tu precocidad en conocer a los Beatles (y a los precursores hispanos, aunque eso era más fácil a través de la tele de entonces) se debe a que contabas con hermanos mayores, lo que no fue mi caso. De hecho, mis primeras aproximaciones a la "música moderna" (denostada por mis padres) fue a partir de tercero de bachiller –más o menos– y gracias a un buen amigo (que es el único que todavía mantengo de esa época) que sí tenía hermanos mayores, que incluso viajaban a Londres y compraban elepés. Pero te hablo ya de los doce y trece años, más que niño ya era un inquieto adolescente (o pre-adolescente, como se dice ahora). Es decir que cuando conocí a los Beatles andaría por los doce tacos (me acuerdo bien del primer disco que escuché de ellos: el Revolver) y me da que acababan ya de separarse. Me gustaron, sí, pero casi inmediatamente descubrí a los Rolling y éstos me deslumbraron, opacando un poquillo a los de Liverpool. A partir de ahí, por los azares de cada vida individual, fui dirigiéndome casi con exclusividad hacia el rock (y, en paralelo, Dylan, que no es clasificable), proceso que se reforzó ya en los años universitarios cuando el grupo de amigos con el cual pasaba la mayoría del tiempo resultó formado mayoritariamente por apasionados de este género. Pero, aunque mi gusto obedece a mis circunstancias, quiero creer que había una predisposición previa ... o no, vaya usted a saber.
Vaya usted a saber, efectivamente. Mi "formación" musical -que, como toda formación, fue más bien una deformación- fue tan temprana como ecléctica. A los cuatro años oía, casi ininterrumpidamente, los Beatles y el resto del rock -por llamarlo de alguna manera: predominaban esos grupos españoles de que antes hablaba- que escuchaban mis hermanos mayores, la canción francesa-Sylvie Vartan, Françoise Hardy, Adamo, Charles Aznavour...- que escuchaban mis hermanas mayores, la música clásica -toda- que escuchaban mis padres y la copla española y el tango argentino -¡Gardel!-, transmitidos por rigurosa tradición oral, que cantaba mi madre. Debo confesar que aunque la disfrutaba toda, mis preferencias se inclinaban muy marcadamente por la clásica, y de clásica fueron los discos que puse por mi cuenta en cuanto aprendí a usar el tocadiscos familiar. Ya más mayorcito, a eso de los diez o doce, irrumpió arrasando el folclore argentino -Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Falú, Cafrune...-, que a eso de los quince o dieciséis se amplió al folclore andino -Los Calchakis- y la nueva canción chilena -Violeta Parra, Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani...- y, llegado a la veintena, a la nueva trova cubana: Silvio, Milanés, pero también Amauri Pérez y gente así-. Sin olvidar a Brassens, a Brel y a Moustaki. Y al tiempo, siempre y dominando, los clásicos. Así que aunque el rock nunca desapareció del todo de mi vida, el impacto más fuerte me lo causó de pequeñito. Nunca, después, ha sido mi música y probablemente es de la que menos sé de toda esa heterogénea colección que acabo de enhebrarte.
ResponderEliminarEstá muy bien. Es un regalo de música. De música que se puede escuchar. Aunque ya se tenga, aunque ya se sepa. Los temas suenan bien de fondo en cualquier fiesta :-) sin que nadie huya agobiado.
ResponderEliminarFeliz santo. Aunque he mirado y "dicen" que la onomástica de Miroslav es el 22 de noviembre.
¡Saludos!
SBP: Sí, no es un mal regalo. Y gracias por la felicitación. ¿El 22 de noviembre, dices? Vaya, pues mis padres siempre me lo celebraban el 3 de diciembre, qué misterio :)
ResponderEliminarLes tengo mucho cariño a esas antologías con tropecientos temas clásicos de rock and roll, country y/o blues todos mezclados (así como a los recopilatorios que iban año por año, entre el 50 y el 70, por ejemplo), me depararon grandes sorpresas en su día, antes de conocer con más detalle los singles y los elepés de los músicos recopilados y de otros igualmente importantes de las mismas tendencias. En cuanto al rock and roll español de los sesenta, pese a la falta de medios, hay unos cuantos grupos que hicieron cosas mucho más dignas que otras perpetradas en Francia durante aquella década (las versiones de clásicos grabadas por los Mustang, por ejemplo, son mejores que las versiones de otras canciones de la misma época que grabó Sylvie Vartan), y el “Hilo de Seda” de los Pekenikes me parece uno de los instrumentales más grandes de todos los tiempos, sino el que más.
ResponderEliminarEste fin de semana he visto "Nowhere boy", una película sobre la adolescencia de John Lennon y todo giraba en torno a los artistas de esta entrada. Ya aprovechando me he leído las primeras páginas del Antología a ver qué decía el propio John. Debe ser la leche acabar conociendo a todos tus ídolos de la juventud.
ResponderEliminarUn saludo, :)