miércoles, 18 de abril de 2007

Monjes lógicos

Durante el almuerzo de hoy con un grupo de compañeros del curre nos hemos puesto a plantear problemas de ingenio; ya se sabe, de éstos de lógica o de los llamados de pensamiento lateral. La verdad es que hemos pasado un buen rato, riéndonos de las derivas surrealistas que toman nuestros procesos mentales y sorprendiéndonos de algunas soluciones inesperadas. Luego, como suele ocurrir, las conversaciones dominantes pasaron descaradamente al terreno de los chistes y ya el cachondeo fue absolutamente generalizado.

Yo me acordé de un problema viejo que, en su momento, había conseguido desesperarme. Lo propuse y fue uno de los pocos que, pese al brainstorming colectivo, quedó sobre la mesa, sin resolver. Se me pidió que diera la solución, pero no quise. Que piensen un poco más durante algunos días; me consta que tres o cuatro de mis compañeros no podrán evitar el gusanillo. El problema es bonito y no tiene truco; quiero decir que la solución resulta de la pura lógica, sin necesidad de pensamientos laterales ni nada por el estilo.

Hace un rato, ya en mi casa, me he puesto a buscar en internet y descubro que se trata de un problema clásico que aparece en varias webs dedicadas a estos temas (lógica, matemáticas, ingenio, etc). En una de ellas encuentro un enunciado que me gusta más que el que yo conocía (porque es más simple y la simplicidad, en estas cosas, corre pareja a la belleza). Lo transcribo a continuación:

En un perdido monasterio viven unos monjes de clausura, todos ellos especialistas en lógica, que tienen prohibido por su regla comunicarse entre sí por ningún medio. Tan sólo se reúnen una vez al día en el refectorio y se sientan a comer en una gran mesa redonda sin comunicarse de ninguna forma. Un día les visita el superior de la orden, que no tiene esta restricción y les dice en el refectorio:

“Esta noche os ha visitado un ángel y a los elegidos os ha dibujado una marca en la frente. En cuanto sepáis quienes sois los elegidos, tras la comida partiréis inmediatamente a la ermita del monte a pasar una semana en oración.”

No ocurre nada hasta que el séptimo día los monjes que asisten al refectorio ven que faltan algunos de sus compañeros. (Se considera que el primer día es el siguiente al de la visita del superior).

* ¿Cómo supieron quiénes eran los elegidos?
* ¿Cómo supieron los demás que no lo eran?
* ¿Cuántos eran los elegidos que se marcharon?

Por cierto, con el enunciado que me conocía (que no afecta para nada al proceso de razonamiento), este mismo enigma aparece publicado en la colección del club Mensa (el de los superdotados) calificado como sencillo (con lo que a mí me costó sacarlo y teniendo que recurrir a una pista). Pues nada, a ver si algún ocioso dedica un ratillo a buscar la solución, naturalmente sin buscar en internet las múltiples páginas en que ésta aparece. Y si la deduce que no la cuente en los comentarios, para no estropear el razonamiento a quienes quieran seguir dándole al coco.

Me olvidaba: la pista es que, para que ocurriera lo que ocurrió, que todos los monjes marcados y sólo ellos se fueran a la vez del monasterio, todos y cada uno de ellos (marcado y no) debían confiar en que todos y cada uno de sus compañeros aplicaban el razonamiento lógico de forma impecable.

Aquí podemos ver, tal como Zurbarán dejó constancia, a los monjes que no se fueron del convento recibiendo la visita de un enviado del obispo que les explicaba la artimaña que haabían urdido los "marcados por el ángel" para escapar de la vida monástica de la cual estaban ya bastante hartos.

Ah, por cierto: ¿alguien sabe por qué los varones chinos comen mucho más arroz que los japoneses?

CATEGORÍA: Todavía no la he decidido

6 comentarios:

  1. Yo lo sé, yo lo sé, yo lo sé!!!

    Pero en su día también me dio un pequeño quebradero de cabeza.

    Un beso.

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  2. Pufff... mira que te gusta... Lo pensaré y se lo haré leer al husband que le encantan estas cosas. Así si no lo saco, me lo chivará :D

    Besos

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  3. Yo he hecho trampas es que no has puesto si en el monasterio había espejos y claro por ir a mirar lo del espejo...he mirado la solución.

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  4. Amaranta, tramposilla: tienes razón en que no puse que no había espejos en el monasterio; pero es que era obvio. Si hubiera habido espejos ... cada monje marcado se habría dado cuenta inmediatamente de que lo estaba y, por tanto, se habría ido sobre la marcha. Un beso

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  5. Tengo que reconocer que como ando con una jaqueca persistente desde hace cuatro días, no tengo cabeza para pensar en este tipo de problemas. Pero como la curiosidad por saber la respuesta no disminuye con la jaqueca, he mirado por ahí la solución. No digo nada aquí para no fastidiar.

    En cuanto a la otra pregunta, la del arroz, para esa sí que se me ocurrió una respuesta inmediatamente. A lo mejor es una tontería y voy a quedar como una idiota pero, ¿podría ser que porque los varones chinos son muchísimos más que los varones japoneses?

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  6. Pues sí, Koti, esa es la respuesta; felicidades. He de reconocer que, cuando la plantearon, no la acerté (ni yo ni ninguno de los comensales). Alguno se cabreó al oír la respuesta (coño, vaya tontería). Sin embargo, a mí me parece de lo más interesante. Demuestra cómo tendemos a complicarnos la cosa, no prestando suficiente atención al enunciado y buscando soluciones complejas a problemas simples. En este caso, obviamente, todos tratando de encontrar una explicación a por qué UN hombre chino come mucho más arroz que UNO japonés. Pero nadie había dicho que se comparara el consumo por persona, sino el de los chinos (todos) con el de los japoneses (todos).

    Este tipo de problemas creo que son de los que se califican de "pensamiento lateral" y obligan a engrasar mecanismos intelectivos que tienden a oxidársenos. Así que, felicidades de nuevo.

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