lunes, 14 de diciembre de 2009

Educación Sexual 1973

No había asignatura de educación sexual en los primeros setenta. El chaval de un post anterior tenía catorce años y pocos meses (algo más joven de como aparece en la foto) y cursaba quinto de bachillerato en un colegio del Opus. La educación sexual formaba parte, si acaso, de la asignatura de religión, con sus lecturas obligatorias de los folletos de Mundo Cristiano. El sexo, por supuesto, sólo era lícito en el matrimonio y siempre con el placer como subproducto, nunca finalidad. Para esos muchachos sólo cabía la ignorancia y la castidad, las únicas salidas que ofrecían a las revueltas hormonas púberes. Naturalmente, por amor a Dios, en mínima correspondencia a inmenso que Él les prodigaba.

Los curas de "la Obra" estaban muy bien formados y su dominio de las artes oratorias era sumamente eficaz en el adoctrinamiento de esos niños. Recuerdo a aquel chaval sumamente angustiado con el pecado mortal y con la consecuente condenación eterna. Un niño que no podía evitar pajearse diariamente por más que le abrumaran los remordimientos y el miedo. Y es que, según les inculcaban, no había pecado más atroz que cometer actos impuros, convirtiéndolos en unos miserables que mancillaban el templo del espíritu. No sólo no aprendió nada de sexo (la curiosidad era una tentación del diablo que habíamos de reprimir) sino que le jodieron la adolescencia.

Supongo que no todos los de esa generación sufrieron igual tan particular educación sexual; imagino que a muchos les resbalarían las admoniciones o no les habrán caído en suerte profesores tan eficaces. En todo caso, esa pedagogía era la general en la España de esos años. Para que se vea cómo han cambiado los tiempos; que cada cual haga sus propios juicios de valor.

Lo que sigue son extractos de un trabajo de quinto de bachillerato. Se trata del comentario de ese chaval al folleto nº 98 de Mundo Cristiano que versaba sobre el Sexto Mandamiento. Supongo que le pondrían buena nota, porque al final de curso consiguió matrícula de honor en religión.

El hombre, como animal, ha de reproducirse y ello ha de hacerlo mediante sus órganos específicos. Pero Dios nos ha mandado que utilicemos esa facultad generativa dentro del matrimonio. Es ahí donde realmente se ha de emplear y con los fines para los cuales existe. No ha de buscarse el placer, pero tampoco rechazarlo, ya que el placer es algo puesto por Dios. Pero si lo que hacemos es buscar el placer y no lo que realmente se debe buscar estaremos rompiendo el plan de Dios, y por lo tanto pecando.

El placer no es malo en sí; sin embargo es sólo accidental. No podemos limitarnos al placer y muchas veces el placer hace que pequemos porque no es lícito en ciertas circunstancias. La castidad trata de moderar el placer genital en esos momentos en que no es lícito. Además, ese placer nos va esclavizando poco a poco y por eso la misión de la castidad es templar los instintos humanos. No podemos permitir que nuestra parte material venza a la espiritual.

Hay tres grifos principales que se encargan de llenar nuestros órganos genitales para estar listos. El primer conducto es la imaginación, que nunca está quieta y que puede escaparse de nuestra soberanía y dedicarse a vagabundear por ahí haciendo que estos órganos se llenen. Por eso cuando nos dedicamos a dejar correr a esa loca e incluso nos deleitamos con sus bobadas estaremos siendo culpables de las consecuencias corporales. El segundo grifo es el biológico, totalmente independiente de nuestra voluntad. Por tanto, si el agua rebosa por su causa no debemos preocuparnos en absoluto; desde luego, no es pecado. El tercer conducto, finalmente, comprende todo aquel conjunto de acciones externas que hacen que el agua rebose. Por supuesto estas acciones son totalmente voluntarias y tienen toda la gravedad del pecado mortal.

Todos los pecados contra el sexto mandamiento son siempre graves. Cuando se realizan con total consentimiento no admiten parvedad de materia. Jesús dice que los limpios de corazón verán a Dios y San Pablo aclara que los impuros no entrarán en el reino de los cielos. ... La impureza supone despreciar nuestro cuerpo y hacer que pierda su fin divino. Nuestro cuerpo ha de ser para Dios; somos templo del Espíritu Santo y por eso hemos de vivir la castidad.

La curiosidad hace que una persona se tambalee hacia la impureza; aquél que da rienda suelta a su curiosidad, sin mortificarla, es muy fácil que caiga en pecados contra el sexto mandamiento. Por eso hay que mortificar la curiosidad porque hace que permitamos demasiado a nuestros sentidos.


CATEGORÍA: Sexo, erotismo y etcéteras

12 comentarios:

  1. No dejo de sorprenderme cuando leo u oigo estas cosas, con mucha frecuencia, desde luego. Fui a un colegio de curas desde 1964 hasta 1975. No solo jamás creí nada parecido a lo que escribe -bastante bien, por cierto: ya apuntaba maneras- el chaval del post, sino que jamás nadie pretendió que me lo creyera, ni me contó nada parecido, ni siquiera lejanamente. No sé si yo tuve una buena suerte excepcional con los marianistas. Desde luego, estoy seguro de que cualquiera que estudiara con el Opus tuvo una mala suerte nada excepcional, sino bastante previsible. Como siempre, no pretendo negar que haya una visión cristiana del sexo tan nociva, enfermiza y castrante como la que aquí se refleja, ni siquiera que sea la más extendida, si es que lo es. Pero sí me interesa dejar constancia de que no es la única, y que hace cuarenta años ya había curas que educaban a sus alumnos, en esta y otra muchas materias, de un modo completamente distinto, abierto, humanista, racional y fundamentalmente sano y feliz. Y que no por ello eran menos o peores cristianos; a mi juicio eran, y son, más y mejores cristianos.

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  2. Ya. Vanbrugh tuvo suerte, desde luego, con los curas que le tocaron (o no le tocaron, y no pido perdón por el chiste)

    El niño, además de apuntar buenas maneras (término taurino, por cierto) escribiendo, como bien dice vanbrugh, parecía muy guapito. Confío que teambién saliera relativamente indemne del trato con esos célibes.

    Ah, y como dicen los leones, el único cristiano bueno es que se come (es broma, joder)

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  3. Jaime Mayor Oreja tampoco oyó nunca nada parecido durante el franquismo, de hecho lo califica como "una época de extrema placidez". Debió ser que como siempre estaba en misa no oía la lluvia de palos que le caían a la peña en la calle. Como tampoco se hacía pajas no iban con él las amenzas de fuegos eternos de los no menos plácidos curas.

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  4. Lo que en principio es una simple función biológica que efectivamente sirve para reproducirnos y perpetuar la vida, se llena de connotaciones. La biología nos condiciona al premiarnos con el placer y el dolor, y así dirigir nuestros actos hacia todo aquello que es bueno para nuestro cuerpo: beber cuando se tiene sed, comer cuando se tiene hambre, dormir cuando se tiene sueño… Por tanto la sexualidad en el ámbito de lo biológico que no debería tener mayores complicaciones, al igual que hace una flor que se abre cuando la planta está madura sexualmente. Pero el ser humano es un ser perverso, en el sentido de que puede actuar bajo la acción de su voluntad y cambiar las reglas a su antojo. Y en ese juego tan humano los instintos son reprimidos por razones culturales. Y de dicha represión surge como por arte de magia todo un mundo de sutilezas y depravaciones.

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  5. Como tantos profanos Chrysagon confunde y mezcla sexo, sexualidad y reproducción, que son tres cosas (procesos, fenómenos, cuestiones)complejas y relacionadas, pero diferentes, por eso es impropio compararlas con beber o comer. El sexo es la mezcla aleatoria de dos dotaciones genéticas ( la de los progenitores), la sexualidad la forma comportamental, conductual o etológica para lograr eso y la reproducción, que puede ser sexual o no (si no hay progenitores o mezcla de ellos) es la consecución de lo que Chrysagon llama sexo o sexualidad indistintamente: tener descendencia, como una celula que se divide asexualmente en mitosis simple. ¿Vale? No puede ser ni más breve ni más resumido

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  6. Pero, en efecto, es una alevosa genialidad evolutiva asociar placer a reproducción y esta a mezcla o variabilidad para que siga la selección natural.

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  7. No se porqué dices, Lansky, que confundo sexo sexualidad y reproducción. Creo haber hablado de las tres y de no tener confusiones al respecto. Que haya “sexo” es lo que se necesita para que haya “reproducción” (es evidente), y para ello hemos desarrollado una “sexualidad” que yo califico como muy humana (la represión de los instinto). Digo también que al ser la sexualidad algo necesario, la naturaleza fomenta que exista ese apetito procurándonos placer. No entiendo tu comentario.

    Lo único nuevo que traes a colación es el caso de la reproducción asexual, tema interesante y enigmático.

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  8. Lo más seguro es que te haya entendido/leído mal. Cabe también una posibilidad de probabilidad ínfima desde luego de que tú te hayas explicado mal. Excusi.

    La reproducción asexual no es nada enigmática para las amebas ni para la mayoría de las células de nuestro cuerpo, en realidad tambien para la mayoría de los padre y madres de familia

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  9. Yo fuí a un colegio de monjas (hermanas de la caridad)desde 1969 hasta 1979. Lo curioso del caso fué que intentaron darnos clases de educación sexual (por supuesto cristiana aunque bastante más "suaves" que las del Opus y también bastante más "científicas") y fueron los padres los que se quejaron porque "esas cosas no se hablan y menos en el colegio".....

    En este caso no sé qué fue peor. Mi colegio está en un barrio de clase media-baja, con alguna gitana, y en sus orígenes era un colegio nocturno para hijas de obreros. Supongo que las monjas querían evitar como podían lo que luego pasó: al menos tres de mis compañeras fueron madres antes de los 18 (una con 14 años) y, por cierto, no fué la gitana.

    Con eso aprendí que, realmente, la cerrazón no tiene que ver con la religión: el que es un tarugo y no dialoga lo será no sólo en temas sexuales o de religión, también será un tarugo hablando de fútbol... De esos hay muchos, y no sólo en este estado.

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  10. ?erdona, porque no viene a cuento de este post: ¿el libro de Wat/Milosz que reseño en mi otro blog, ¿lo leíste?

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  11. ¡Diosanto! porqué cosas os hicieron pasar a algunos...
    En mi cole el único cura que teníamos era el de religión. De las chorradas que nos contara no guardo memoria, pero sí de sus actos "poco puros"... para "premiar" a algunas de las alumnas "las más afectadas por el tema hormonal a los 12-13 años" las hacía llegar hasta su persona, sentar en sus rodillas ¡qué dulce! para "bendecir" la medalla de turno que llevara la "agraciada" y volvérsela a meter "decorosamente" por el escote de la blusa.
    Tras esto la entregaba una tarjetilla con imágenes religiosas y la dejaba "partir" a su sitio de nuevo.
    Si con esto, y muchas cosas más, alguna mantenía la fe es que era tonta del bote.

    Te copio el texto para publicarlo en un mes en mi blog ¿Consientes? Caso de no prestar tu conformidad ¡qué formal me pongo cuando me parece! ruégote me lo digas.
    Besos y hasta pronto: PAQUITA

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  12. Bueno, toda teoría tiene sus objeciones: si no estás casado/a, qué haces con las segregaciones hormonales? Esperas a sudarlas? Y si estás viudo/a o separado/a, qué pasa, a vivir abstinencia? O un nudo y a vivir ascetamente.

    En fin, supongo que las enseñanzas clericales son como las señales de tráfica: hasta las obligatorias pueden considerarse orientativas si no hay control policial. El objetivo es que el personal no se desmadre en exceso. Además, ya ha quedado constancia que incluso muchas personas supuestamente piadosas tampoco pueden vivir sin asumir su naturaleza. De hecho,

    PD: ¿El de la foto eres tú? (bueno, con algunos años menos)

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